domingo, 29 de noviembre de 2009

ALAKRANA

Un señor llamado Juan García Caselles, que no tengo el gusto de conocer, ha escrito estos pensamientos, que he recibido vía e-mail. Como estoy de acuerdo con él en algunas de sus tesis, lo adjunto para que todas aquellas personas que visiten el blog puedan, igualmente, leerlo.
No soy quien para rebatir aquellos aspectos en los que estoy en desacuerdo. Es su opinión y la respeto. Espero que si lee su comentario en esta página se ponga en contacto conmigo a través de la misma y podremos intercambiar opiniones, hipótesis y tesis.

EL ALAKRANA Y LA CRISIS.

Fue un armador (capitalista) el que mandó al Alakrana al Índico a pescar atunes, aún a sabiendas de que era una zona peligrosa y que el barco y la tripulación corrían peligro. Fue el mismo armador el que, para obtener mayores beneficios, ordenó que el barco se saliera de la zona protegida. Y fue el mismo el que lanzó a las aguerridas mujeres a la calle aún utilizando informaciones falsas, como la famosa bajada de tres marineros a tierra, con el fin de presionar al gobierno para que accediera a la pretensiones de los piratas incluso saltándose la ley a la torera.

Pero el culpable es el Gobierno.

Cuando las tropas españolas capturaron a dos piratas, nadie, ni políticos ni periodistas pusieron el grito en el cielo para quejarse de tamaño error. Pero cuando el mismo hecho fue utilizado por los secuestradores todos cayeron en la cuenta.

El culpable era el Gobierno.

Todos los dueños de los atuneros saben hasta la saciedad que el Índico es muy peligroso, pero no dudaron ni dudan en afrontar el riesgo de la vida de los tripulantes, porque el valor de las capturas supone más de cinco millones de euros de promedio por cada barco, más de ochocientos millones de las antiguas pesetas. A pesar de que la seguridad privada o la protección del ejército lo que hace es aumentar el riego para los pescadores en un enfrentamiento armado (basta imaginar que a los disparos de la seguridad del atunero responden los piratas con un torpedo), siguen esperando obtener cuantiosos beneficios de sus arriesgadas decisiones y es puro cuento eso de que lo hacen para atender nuestra insaciable hambre de pescado que tenemos los españoles, porque al consumo nacional solo se destina el 40% de las capturas.

Eso sí, el culpable es el Gobierno, como muy bien sabe la derecha.

Lo mismo que en la “crisis”. Son los capitalistas los que con sus negocios arriesgados, con una construcción fuera de toda regla y de todo sentido común, con unos bancos metidos hasta las cejas en hipotecas basura porque eran las más rentables, con unas empresas empeñadas en aumentar sus ventas hasta el infinito, todos ellos cegados por la codicia, los que nos llevaron a la crisis.

Pero, claro, el culpable es el Gobierno.

Por si alguien todavía no se ha dado cuenta: No es el gobierno ni los políticos los que nos llevan a la catástrofe. Es el capital. El gobierno y los políticos no hacen más que servirle y si son culpables de algo es de eso, de servir ciegamente a unos señores que resultan ser inocentes de todo, cuando de hecho son los causantes de nuestros males.
La gente cree que cambiando los políticos las cosas cambiarán, pero la experiencia nos dice que casi nada cambia, porque los políticos solo son capaces de cambiar aquello que de hecho ha cambiado. La política, como dijo un sabio, es el arte de hacer posible lo realizable, o sea el arte de hacer lo que se puede hacer. Se cambia a los políticos, pero los dueños del poder siguen en sus negocios. Es verdad que algunos capitalistas caen y hasta van a la cárcel (en otros países, no en el nuestro).

Pero la mayoría siguen como si nada.

En fin, esto es capitalismo. Si lo quieres lo tomas, y si no, también. De paso, y solo para la socialdemocracia: Desde hace tiempo es sabido que la socialdemocracia es el recurso del capitalismo para gestionar las crisis. Una vez gestionada haciendo que el pato lo paguen principalmente los trabajadores, la socialdemocracia sobra. Fijaos en la prensa de un tiempo a esta parte y veréis una cierta unanimidad. Y es que esto, lo de siempre, que Roma no paga traidores.

Juan García Caselles

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