viernes, 26 de febrero de 2010

EL EROTISMO SEGÚN STANLEY KUBRICK


NÍNFULA.

Antonio Campillo Ruiz

No es fácil poder seleccionar secuencias en las que el erotismo se manifieste con naturalidad. La censura de años anteriores y la actual consideran, erróneamente, que erotismo y pornografía son aspectos iguales en una narración, cinematográfica o escrita. Nada más lejos de la realidad.

Lo sugerido, lo creado por el espectador y no mostrado, las circunstancias especiales de una situación en la que los personajes se manifiestan con sus virtudes, defectos y, muy frecuentemente, con sus obsesiones personales, es casi imposible de llevar a la pantalla cinematográfica. Solo lo han realizado bien muy pocos directores que, han tenido como ayuda un relato con similares características a las que han querido expresar.


En “Lolita”, Stanley Kubrick supo representar magistralmente la obsesión, casi patológica, del protagonista, Humbert, que le lleva a desear a las, como él mismo llama, “nínfulas”. Vladimir Nabokov, autor de la novela "Lolita", dice: “Entre los límites temporales de los nueve y catorce años surgen doncellas que revelan a ciertos viajeros embrujados, dos o más veces mayores que ellas, su verdadera naturaleza, no humana sino de ninfas (o sea demoníaca), propongo llamar nínfulas a estas criaturas escogidas”.  

Si se visiona la totalidad de la película, en ningún momento se observan escenas explícitas de supuesto sexo, ni actos obscenos: todos los momentos de relaciones íntimas son sugeridos. Es la perfección del erotismo, el espectador es quien crea su estado de aceptación o repulsa erótica.


El mismo Kubrick decía: “La novela perfecta de la que se puede hacer una película es, creo, no la novela de acción, sino, por el contrario, la novela esencialmente preocupada por la vida interna de sus personajes” . Y esto hace en las imágenes que nos presenta: sondea hasta límites insospechados la intimidad de los protagonistas, sus pensamientos y pasiones.  

De igual forma, James Mason, intérprete de Humbert en “Lolita” decía: “Kubrick sugirió muy sensatamente que todos nosotros tratáramos de olvidar los diálogos que habíamos memorizado y que, estando totalmente al tanto del espíritu y contenido de cada secuencia, la expresáramos con nuestras propias palabras”. Es otra forma de dirigir, otra forma de representar lo sugerido.

La primera escena acompaña a los títulos de crédito, y nos muestra la mano de un hombre pintando las uñas de los pies de una joven. Sólo con ese detalle podemos deducir que el contenido de la película va a ser fundamentalmente erótico, y que va a construirse la historia a través de una subordinación de ese hombre a la preadolescente. Pero se sugiere y el espectador lo crea en su mente.


Esto es erotismo.



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