miércoles, 24 de febrero de 2010

LAS BIBLIOTECAS


LAS BIBLIOTECAS.

María Luisa Arnaiz Sánchez.
                                                               Si no podéis disfrutar
                                                        leyendo un libro más de
                                                        una vez, de nada sirve
                                                         leerlo una sola vez.” 

                                                                 Óscar Wilde

Desde el renacimiento carolingio las bibliotecas de los monasterios desempeñaron un papel primordial, pues Occidente careció de “librerías” durante 600 años. Las bibliotecas monásticas se multiplicaron a partir del siglo XII al crearse nuevas órdenes y nuevos monasterios y el grueso de sus colecciones estaba constituido por las obras de los cuatro Padres de la Iglesia: Agustín, Ambrosio, Jerónimo y Gregorio.

Dichas bibliotecas se habían establecido a partir de la copia de libros (manuscritos) y, durante la mayor parte del siglo XII, los monasterios fueron los principales productores de libros. Sus manuscritos eran de gran calidad, con escritura clara, decoración variada y abreviaturas limitadas.

 
Por el contrario, los libros de las universidades tenían la escritura más pequeña, numerosas abreviaturas y la decoración más uniforme. Los “papeleros” poseían una copia de un libro (exemplar) sin encuadernar, es decir, en cuadernillos, y alquilaban estos a un escriba para que los copiase. (Hay que precisar que los verdaderos copistas solían ser profesionales y sólo en ocasiones eran monjes).
 

 Los libros se confeccionaban tanto en pergamino (< Pérgamo -Italia-), es decir, en piel de diferentes animales, como en vitela (< vitellam), piel de ternera de mayor calidad y precio.

El pergamino era recibido por el copista en grandes hojas rectangulares con la forma de las cuatro patas de los animales. Para su trabajo de copia y miniado (< miniare, pintar con bermellón) el pergamino era doblado en dos hojas y agrupado formando cuadernillos de 8 hojas que, una vez abiertas, formaban el libro.

Los pergaminos se rayaban antes de empezar a escribir, componiendo una falsilla (hasta el siglo XII se rayaban a punta seca, o sea, con un punzón sin cortar el pergamino). Para escribir se utilizaban las plumas de ganso o cisne (las 5 ó 6 más externas del ala izquierda) y se cogían con el índice, el corazón y el pulgar para mejor sujeción. 

Siempre se usaban iniciales grandes: la mayor para indicar el inicio de la obra y las restantes para el inicio de los capítulos. En cuanto a las columnas, los manuscritos más antiguos tenían varias, los carolingios sólo una y los románicos dos.

La decoración se hacía después de la escritura. El artista trabajaba a partir de un álbum de dibujos; sólo en el caso de que el dibujo incluyese oro o plata, se decía que estaba iluminado. (El pan de oro se aplicaba y bruñía antes que los colores; de estos, los más frecuentes fueron el rojo y después el azul).


APOSTILLAS

* Códice - Libro manuscrito de cierta antigüedad y de importancia histórica o literaria. Cuando los libros son anteriores a la imprenta, se denominan así. 

* Incunable - Aplícase a las ediciones hechas desde la  invención de la imprenta hasta principios del siglo XVI.

* Miniatura - Pintura hecha con minio, óxido de plomo de color   anaranjado.

* Palimpsesto - Manuscrito que conserva huellas de una 
   escritura anterior borrada artificialmente.

* Un monje podía copiar tres o cuatro libros de tamaño medio al cabo del año pero había proyectos que duraban varios años.

* La lista más antigua que se posee de una colección particular es la del papa Celestino III con 56 volúmenes. Contiene dos obras de Pedro Abelardo (el amante de Eloísa), que fue su compañero de estudios.

* Los colegios universitarios fueron los que iniciaron las primeras bibliotecas universitarias, siendo la más antigua e importante la de la Sorbona - su fundador, Robert de Sorbon, entregó 67 volúmenes para su creación -, la cual hacia mediados del XIV tenía 1090 volúmenes que podían prestarse y 330 encadenados a una mesa.


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