sábado, 5 de junio de 2010

POR CELOS


EXCITANTE SEDUCCIÓN

María Luisa Arnaiz Sánchez


Bourbon l’ Archambault

   En 1196 Matilde, heredera del condado de Bourbon a la muerte de su abuelo, Archambault  VII, que había estado prisionera por orden de su marido, consiguió la anulación de su matrimonio y se casó con Gui de Dampierre. Probablemente, este hecho histórico inspiró a un escritor la obra, cuyo fragmento, ¡bien jugoso por cierto!, he seleccionado. Pero antes dejaré constancia de cómo cambió la suerte de los Borbón por causa de una sobrina de Matilde. Beatriz, hija de su única hermana Inés, se casó con Roberto, hijo de San Luis, originando la unión de los Borbón con los Capeto, descendientes estos de Carlomagno y reyes de Francia bajo el emblema de la azucena o flor de lis.

Bourbon l’ Archambault

   Paso a ocuparme de los protagonistas de un poema narrativo de casi mil setecientos versos, escrito en lengua d’oc en la segunda mitad del siglo XIII, cuyo título es: “FLAMENCA” (< flamma, ‘llama’). La obra anónima quedó inconclusa y, aunque se llega a saber que el marido libera a su mujer y que el seductor se reencuentra con ella tras un torneo, el lector intuye que hay un desenlace no escrito. La seducción se llevó a cabo en primavera y, gracias a un diálogo expectante mantenido durante dos meses, el secreto proceso de acercamiento de los ardorosos amantes llegó a la consumación con todo el erotismo que es capaz de provocar la imaginación.


   Archambault de Bourbon habita en la villa francesa a la que dio nombre, Bourbon - l’ Archambault (Auvernia), famosa por sus aguas termales, y acaba de celebrar una boda fastuosa con Flamenca, hija de Guido de Nemours. Las sospechas de que el rey pudiera haber comenzado un idilio con la recién casada lo llevan a encerrarla en una torre en compañía de dos criadas, permitiéndole solo salir los domingos y fiestas de guardar para que cumpla con sus deberes cristianos. A tal fin manda construir una especie de palco en la capilla, desde el que pudiera asistir a las ceremonias. Flamenca (Llameante sería la traducción del nombre en español al igual que el de Violante) tan solo podía ser vista cuando se ponía de pie según las exigencias de los oficios religiosos. Sin embargo, el férreo control que el marido ejercía sobre ella se veía suavizado en algunas ocasiones porque consentía en que fuera a los baños.


   Mientras tanto, Guillermo de Nivers, el auténtico tercero del triángulo amoroso, de quien se hace un retrato ideal como experto en asuntos militares y poéticos, educado en París, donde había estudiado las siete artes liberales, generoso, rico y con prestancia física (“Guilhem ancar d’amor no s’entremes”), se enamoró “de oídas” de Flamenca por su belleza, ¡tanta había sido la trascendencia de la situación en la que se encontraba!, y decidió hacerla suya. El joven entrevió que su única oportunidad la tenía durante el transcurso de la misa y concibió un plan. Habida cuenta de que el protocolo de la paz se efectuaba durante el medievo besando un libro sagrado que el acólito acercaba a los asistentes, se hizo amigo del cura que decía la misa en el castillo y fue aceptado como monaguillo.



   Un domingo, conforme exigía el ritual, al besar Flamenca el libro, Guillermo le dijo en un tono apenas audible, puesto que Archimbaut estaba detrás de ella, “Ai las!” (¡Ay de mí!). Bastaron estas dos palabras, estas dos sílabas nada más, para desasosegar a la joven. Alterada, contó a Margarida y a Alís, sus doncellas y confidentes, lo sucedido y ellas no vieron ningún inconveniente en que preguntara al muchacho para saber el porqué de su atrevimiento. De modo que, al domingo siguiente, en el momento de besar el libro, ella musitó “Que plans?”, dando así comienzo a una conversación que se prolongó por espacio de veinte días, siguiendo el calendario litúrgico vigente ese año, en que la Pascua había caído un 23 de abril. 


   La pregunta que formuló Flamenca la puso al borde de la enajenación mental, tanto así que la duda empezó a corroer sus entrañas por si su procaz gesto hubiera sido percibido por su marido, mientras que su enamorado ni siquiera hubiera oído sus palabras. A tal extremo llegó su obsesión que, remedando la escena pretérita, le dijo a una de sus sirvientas que cogiera una novela de su aposento (vino a ser “Flores y Blancaflor”) y se la acercara a los labios; entonces ella imitó el tono en que había hablado y la doncella oyó con claridad lo dicho. Flamenca se tranquilizó, aunque le fue imposible contener su agitación interior; es más, la alimentaba y daba vuelos porque le satisfacía la sensación perturbadora que la envolvía y que le era desconocida.


   Comoquiera que los enamorados solo podían emitir dos sílabas cada vez que se veían, a la aparente espontaneidad de los vocablos habría que sumar un sinfín de matices paralingüísticos: el tono de voz, cuya emoción sin duda transmitiría la fuerza del deseo, la tensión del instante, arrobados pero observados por todas las miradas, el disimulo de la incipiente pasión suscitada y, hasta la siguiente coincidencia, las conjeturas sobre el significado de las sincopadas réplicas ya que, interrumpida por las sucesivas festividades la excitante comunicación, no dejarían de comprobar que durante la espera se exacerbaba la pasión y se acrecentaban las ansias de estar juntos. 

  
He aquí cómo se desarrolló el diálogo:

Él – Ai las!                  (¡Ay de mí!)                   7 mayo
Ella – Que plans?      (¿De qué te quejas?)    14 mayo
Él – Mor mi.               (Me muero)                    21mayo
Ella – De que?          (¿De qué?)                    28 mayo
Él – D’amor.              (De amor)                      1 junio
Ella – Per cui?          (¿Por quién?)                4 junio
Él – Per vos.             (Por vos)                       11 junio
Ella – Qu’en puesc? (¿Qué puedo hacer?) 2 junio - Pentecostés
Él – Garir.                 (Curar)                            18 junio
Ella – Conssi?         (¿De qué modo?)          24 junio
Él – Per gein.           (Con ingenio)                 25 junio – San Juan
Ella – Pren l’i.           (Tómalo)                        29 junio
Él – Pres l’ai.            (Ya lo he tomado)          2 julio
Ella – E cal?             (¿Y cuál?)                       9 julio
Él - Iretz                    (¿Iréis?)                          16 julio
Ella – Es on?            (¿A dónde?)                  22 julio – Magdalena
Él – Als banz.           (A los baños)                 23 julio
Ella – Cora?             (¿Cuándo?)                   25 julio – Santiago
Él – Iorn breu.          (El próximo día)             30 julio
Ella – Plas mi.          (Me place)                     1 agosto – San Pedro

Al día siguiente, miércoles, 2 de agosto, se encontraron en los baños.





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