martes, 13 de julio de 2010

COMPLICIDAD FÍLMICA


DELICADA VENECIA

Antonio Campillo Ruiz


   Katharine Hepburn, la actriz norteamericana mejor valorada y premiada, rodó con David Lean, extraordinario director nacido desde el montaje, “Summertime”, retitulada “Summer Madnes”, “Locuras de Verano”, 1955, una película de amor soñado, ganas de vivir y Venecia, una de las ciudades para enamorarse.


   A diferencia de otras producciones en las que los paseos turísticos y las visitas a recónditos lugares ayudan a conocer ciudades y países, David Lean, con su esencial y peculiar narrativa fílmica, integra a Venecia en la historia con una desenvoltura y naturalidad que el espectador asume que es el lugar ideal para que suceda un cambio en la vida de Jane Hudson, mujer ya entrada en años y casi obligada por ello a vivir su soltería según la remilgada e incomprensible sociedad del momento. Esta y no otra fue la causa de retitular con la palabra “locuras” la película: no se podía permitir que la vida siguiese su curso ni que se pudiese ser joven sin serlo fisiológicamente. Uno de los muchos horrores a los que se vieron sometidas personas cuyo único fin era ser felices. Nadie comete locuras. La vida es una locura que se acentúa con la mezquindad social  restrictiva.


   Creo que podríamos considerar de delicada, sensible y real la descripción de este viaje de verano en el que se busca todo y no se espera nada, en el que los sueños se viven en soledad y, cuando se cree encontrar el amor se sigue estando solo con las ilusiones no vividas y, cuando se llega a ellas con pasión,  con todas las fuerzas que desata la soledad, no se sabe qué va a ocurrir.


   ¿Falta de afecto? ¿Miedo? Es posible que ambas cosas. Jane está desconcertada de su propia pasión por Renato al que encontró en la plaza de San Marcos y reencontró por casualidad. La ciudad eleva sus sentimientos: la luz, las tristes canciones de los gondoleros, las calles de agua en donde permanentemente se reflejan hasta los pensamientos y las gentes, las gentes que pasean, comen y compran con vibrantes regateos… Todo va rodeando como una niebla transparente a Jane y al espectador hasta llegar a una complicidad común.


   Es el sello de David Lean. La maestría para expresar, narrando cinematográficamente, una historia que envuelve en un sentimiento de complicidad fílmica al espectador y a los actores. La historia es muy fácil de comprender porque las sensaciones sugeridas llenan la pantalla con momentos sencillos pero memorables. El espectador siente como los actores, cree en ellos y espera lo mismo que ellos. Katharine Hepburn fue nominada como mejor actriz al Oscar y premios Bafta por su convincente actuación en esta película.


   Al mismo tiempo se describen tópicos y verdades de las personas que viven una vida muy distinta de los personajes principales. Poseen su peculiar concepción de la vida y de sobrevivir en un lugar privilegiado para unos y común para ellos. Son vividores de quienes buscan otra vida que les está vedada a ellos.


   Es normal que la unión de director, actores y equipo técnico que, además de su profesionalidad, sabe transmitir el verdadero lenguaje fílmico, da un fruto del que todos disfrutamos aún sabiendo que es la historia de otros y además ficticia. 


   La vida sigue siendo como la vía de un tren: a través de ella se puede llegar al andén principal a pesar de la existencia de un innumerable número de cruces con otras vías que  también llevan a ese andén. El libre albedrío nos hará decidir la vía cruce más importante para cada uno.


NOTA PARA LOS LECTORES:  Se aconseja que, si el servidor o la unidad central del ordenador poseen poca capacidad o velocidad de carga, se retenga la imagen el tiempo suficiente para que se complete la secuencia con el fin de poder visionarla en continuidad. Los dos montajes finales están realizados con escenas de la película pero el sonido no pertenece a ella. Son montajes particulares y especiales.










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