viernes, 2 de julio de 2010

UN VERANO DE CINE. INTRODUCCIÓN


TERRAZA DE VERANO

Antonio Campillo Ruiz


   Aunque el verano empezó a caminar hace ya unos días, son los meses de julio y agosto los que consideramos época de descanso y vacaciones. No para todos ni en las mismas fechas. Por lo general, un mes para unos y el otro para los demás.

   Por ello, después leer materiales interesantes pero un poco escabrosos, difíciles y de conocimiento, este blog va a dedicar el verano de 2010 únicamente a publicar cine de ocio, fiesta, recreo, descanso, viajes, playa, montaña, o cualquier otro aspecto de lo que hemos dado en llamar vacaciones. Se va a dedicar el verano a lo que, bajo el título genérico de la correspondiente etiqueta, se denominará “CINE DE VERANO”


   Sí, a mí también me hubiese gustado que se titulara como el encabezamiento de esta nota: “TERRAZA DE VERANO” pero no en todos los lugares de España y, por supuesto de otros países, saben lo que es una “terraza de verano”. En la Costa Cálida y algunos otros lugares del Sureste y Sur español todavía existen “cines de verano” pero, desafortunadamente, cada vez son menos.

   Como aclaración para quien no sepa qué es una “terraza de verano” diré, amigos lectores, que se trata de un cine al aire libre. Bueno, al aire libre por la parte superior, tiene paredes y hay que pagar religiosamente pero no tiene techo. Sí, claro, que sí, si llueve te mojas, o te vas, o te devuelven la entrada para poder asistir al día siguiente, que no es lo más frecuente. Vamos, como las corridas de toros: si empieza el espectáculo ya no se devuelven las entradas. Creo que todavía proyectan películas en la zona del Mar Menor en la “Terraza España” (con sonido Dolby y todo), el “Cine Acapulco”, “Cinema La Torre”… y creo que alguno más en Torrevieja y La Manga.


   Es uno de los mejores entretenimientos del verano para los sufridos veraneantes: puedes llevarte la cena (generalmente bocadillos de tortilla, jamón con tomate, bebidas de todo tipo, fruta, etc.), comer pipas y otras pequeñas menudencias, fumar, etc. Vamos, que es una pasada total. ¡Ah! pero eso sí, todo lo tienes que hacer sentado en unas maléficas sillas de metal diseñadas por un creativo que quiere muy mal a nuestras vértebras. ¡Madre mía!   Después de cuatro horas sentado en ellas, no sabes si tienes que ponerte derecho tú solo o te tiene que levantar una grúa. Pero posee su lado bueno: esa noche, si eres capaz de dormir, te puedes perder el amanecer. Por ello, como no sabes cómo ponerte en la cama, puedes ver el amanecer sobre la línea del horizonte con una mar en calma y una luz irrepetible.


   Creo que quienes hemos vivido intensamente la “terraza de verano” amamos un poco más al cine. El ronroneo calmo pero ininterrumpido del proyector que invade suavemente todo el espacio y que, cuando el proyectista abre la puerta de la cabina, no te permite oír el diálogo, el sonoro ruido del castañeteo de las pipas, los silbidos y protestas si no se oye, ve, o se corta la película, y el trasiego de cojines y enseres para poder sentarse cómodamente, o de ropa para cuando sean las dos de la mañana y estés ya casi las cuatro horas reglamentarias, ponerte una rebeca para no llegar a casa mojado del relente, son alguna de las cualidades de estos irrepetibles espacios.


   Ya van desapareciendo. ¡Es el progreso! ¡Qué se le va a hacer! Ahora tenemos que ser muy educados y asistir a salas vip numeradas y, se vea bien o no la pantalla, debemos estar todos amontonados donde haya querido colocarnos quien expende las entradas, a pesar de que el cine esté casi vacío. Es el orden y la corrección. Pues, amigos lectores, ¿saben qué les digo yo de esa corrección frente a la libertad de la “terraza de verano”…? Pues eso mismo. Hemos pensado lo mismo.

Y ahora les dejo con la primera película de vacaciones.

2 comentarios:

  1. Lo del cine de verano era una pasada aunque en esta tierra castellana lo de la rebeca a las dos o las tres de la madrugada era bastante antes.
    Ahora creo que ya no existen. Me imagino que el clima (el mal clima9 hizo lo suyo. Y no me extrañaría que los empresarios de los cines de la ciudad tuvieran algo que ver, porque las películas que se proyectaban casi nunca eran de estreno. No como ocurre en la actualiadad.

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  2. Fíjate amigo Amando... la última vez que yo estuve en un "cine de verano" fue en El Espinar, osea en tu tierra... hacía una noche maravillosa... podías ver las estrellas y comer pipas... Eso sí... estabamos bien tapados con una manta...

    La película maravillosa "Sentido y sensibilidad"... fíjate que no acostumbro a recordar demasiado el cine... y de esa noche no me olvido...

    Era un gran invento eso del cine al aire libre...

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