viernes, 3 de diciembre de 2010

INCESTO

CIBELES Y ATIS

María Luisa Arnaiz Sánchez

                                                          A MI HIJA VIOLETA CIBELES

Hermafrodita dormido, copia romana de original griego. 
El Louvre

   Frigia era el reino del legendario rey Midas en la meseta anatólica, cuya capital, Gordion, acogió a Alejandro Magno en 333 a.n.e. para conquistar Asia, tras “desatar” el nudo gordiano. Cibeles, la Magna Mater, la personificación de lo femenino, era originaria de ese reino y tuvo un gran santuario en Eskişehir, Turquía. El joven ATIS, nacido milagrosamente de Nana, una ninfa virgen que quedó embarazada después de ponerse una almendra en su regazo, fue querido más allá de lo humano por Cibeles y él le correspondió entregándole lo más irrenunciable para un hombre. No es casualidad que en la cosmogonía frigia se simbolizara al dios creador por medio del árbol de la fertilidad, el almendro, porque sus frutos encierran una semilla relacionada con la leche y porque sus flores, anunciadoras de la primavera, eran indicio de vida, lo que implícitamente lleva a pensar que en aquel entonces se ignoraba la relación entre copular y concebir, como así era.

Atis, Donatello. Museo del Bargello. Florencia


 Almendros en flor

   Una leyenda dice que Agdistis, una advocación de Cibeles, nació del semen de Zeus bien porque se masturbara sobre la diosa al no lograr poseerla, bien porque dormido eyaculara sobre una roca del monte Agdo, imagen de Cibeles. Los dioses, temiendo la violencia y la lubricidad de este ser total, pues había nacido como hermafrodita, decidieron emascularlo y de su sangre brotó un almendro, de donde Nana cogió el fruto por el que quedó fecundada. En consecuencia, como Agdistis era Cibeles, Atis es hijo de la Magna Mater aunque naciera aparentemente de Nana. Atis, “un misterio que no he podido conocer” dice Pausanias, fue alimentado por unas cabras salvajes y su belleza fue tanta al crecer que Cibeles se enamoró de él. Las tradiciones difieren pero, o porque se casó con la hija del rey de Pesinunte o porque se cautivó de una ninfa, es decir, ante el riesgo de que tuviera relaciones sexuales, Cibeles/Agdistis se presentó en el banquete nupcial, lo enloqueció y Atis se castró. De su cuerpo surgió un pino y de su sangre nacieron las violetas.

Esponsales de Atis y la hija del rey Pesinunte. 
Arellano. Navarra

   Hermesianax dice que Atis fue hijo del frigio Calaus y que, cuando creció, se estableció en Frigia y enseñó los misterios de la madre de los dioses, por lo que Zeus, indignado, envió un jabalí que lo mató. Diodoro de Sicilia refiere que los frigios ofrecían esta explicación: Meón y Dindimea, reyes de Frigia y Lidia, tuvieron una hija a la que abandonaron en el monte Cibelus. La niña salvó la vida porque fue criada por unas panteras y, tras ser descubierta por unas pastoras, la llamaron Cibeles en recuerdo del monte. Cuando se enamoró de Atis y se quedó embarazada, sus padres mataron al joven y no lo enterraron, provocando la enajenación de Cibeles que se echó a los caminos en compañía de Marsias haciendo sonar un tambor. Pasado el tiempo, una peste asoló la ciudad y el oráculo exigió enterrar a Atis para neutralizarla. Al no conservarse sus restos, se hizo una estatua del joven, que fue llorado desde entonces por su injusta muerte.

Cibeles, siglo V a.n.e. Museo de Bellas Artes. Boston

   Ovidio ofrece otra versión de la fábula en “Fastos” IV. Cibeles se enamoró del adolescente Atis y le hizo prometer que conservaría su virginidad para ella. Cuando este faltó a su promesa, la diosa lo hizo caer en la locura y se automutiló. La versión persa lo expone desde otra perspectiva: Agdistis, después de su castración, era en realidad una mujer, se enamoró de Atis y lo castró a su vez para que le fuera fiel. La complejidad que el mito ofrece guarda relación con la religiosidad por la diosa madre. Cibeles fue venerada en Frigia en el siglo VII a.n.e., después lo fue en Grecia y terminó siendo entronizada en Roma en 204 a.n.e. porque las sibilas predijeron la derrota de Aníbal si se introducía el culto de la diosa en la ciudad. La piedra negra que la representaba fue traída a Roma y, como ese año la cosecha fue copiosa y Aníbal fue vencido al siguiente, se consolidaron las fiestas de Cibeles en el Imperio romano.

 Sacerdote, gallo, de Cibeles

 Cibeles llega a Roma. Museo Antiquarium Ostiense. Ostia

   Estas duraban tres días y daban comienzo con la primavera. En el primer día los dendróforos llevaban al santuario de Cibeles un pino envuelto con bandas de lana y con guirnaldas de violetas, como si del cadáver de Atis se tratara. Era la ceremonia del arbor intrat. El segundo, el archigallo se sangraba los brazos, los sacerdotes, galos o gallos por provenir el culto de la Gallia romana en Asia Menor, se flagelaban, salpicando con su sangre el árbol de Atis, mientras que los neófitos, llegados al paroxismo, daban comienzo a su castración sagrada. Estos arrojaban sus partes cercenadas contra la diosa en la creencia de que avivaban el retorno de Atis (la legislación romana prohibía la mutilación, pero había los que se extirpaban los órganos de la fecundación y los que se seccionaban solo los testículos, los espadones, de “spadon”, eunuco). Atis resucitaba el tercer día y los sacerdotes ungían los labios de los novicios, musitándoles la buena nueva de salvación. El júbilo estallaba.

Festival de Cibeles

   Atis es el paredro (πάρεδρος, “sentado al lado”) de Cibeles, como Adonis lo es de Afrodita y Tammuz de Istar. Estas diosas requerían de sus sacerdotes, encarnaciones de sus amantes divinos, que practicaran la castidad, de forma que quienes querían entrar a servirla, creyendo imposible alcanzarla, se emasculaban y sellaban el compromiso con un sacrificio brutal a fin de evitar las tentaciones. No obstante y pese a la escasa documentación, se ha exagerado interesadamente el carácter orgiástico de los ritos cibélicos. Juliano el Apóstata afirma que el ritual del arbor intrat, el pino de ATIS o árbol de mayo, simboliza la recogida de lo más hermoso de la tierra, la virtud y la piedad, para ofrecerlo a la diosa y no las sandeces vertidas por los detractores del culto, que pueden cotejarse por su tendenciosidad con la visión masculina bajo la que se relatan las diferentes versiones sobre Cibeles.

Cibeles y Atis. Roma 295


1 comentario:

  1. Gracias mami.Me siento muy orgullosa del nombre que me pusiste. Nadie habría elegido mejor.

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