sábado, 29 de mayo de 2010

ABLACIÓN - INFIBULACIÓN


RITOS Y CREENCIAS DEGRADANTES

Antonio Campillo Ruiz


   Tratar de privar del placer sexual a la mujer, mediante la brutal ablación, es un acto de cobardía, no un ritual iniciático ni una tradición cultural.. Justificar dicha mutilación con el argumento de ser un método para que la mujer no sea infiel, denota la falta de atención, de confianza y de amor del hombre hacia la mujer.

  Tenemos una cultura y vivimos afortunadamente en un país ajenos a esta práctica. No obstante y pese a estar penalizada, muchos de los emigrantes que habitan en nuestras ciudades y pueblos la realizan a escondidas o se trasladan a sus naciones para efectuarla en la falaz creencia, según dicen, de que se evitan embarazos, enfermedades contagiosas, etc. Se trata de una mentira más, pero en esta ocasión acompañado de una vejación inmunda y cruel, cuya única finalidad admitida es proporcionar placer al hombre. Un placer sádico-mental, claro, porque la víctima torturada no cuenta.


   De vez en cuando, siempre que se descubre algún caso por desangramiento o muerte (son muchas las niñas y jóvenes que mueren a causa de diversas infecciones tras la amputación del clítoris), los civilizados occidentales se echan las manos a la cabeza y vituperan la práctica, pero no hacen más. Sin embargo, en algunas zonas de España, quizás la primera Cataluña, se está llevando a cabo una campaña informativa en torno a lo que presupone la ablación. La mayoría de los padres que han acudido a los centros,  conscientes de lo que significa la mencionada intervención, deciden prescindir de tal práctica. Sin tratar de justificar nada, sí creo que, dado que no existe la educación pertinente en sus países, abusan de su autoridad y someten a la mujer con la imposición de ser un juguete sexual del hombre, negándole el placer.

   Posiblemente, la incapacidad para proporcionar placer a la mujer sea uno de los motivos por los que el hombre podría sentirse inferior, disminuido en su poder y despreciado por mal amante. ¿Será esta una de las principales razones para tal barbaridad? Y me pregunto, ¿por qué no? Las relaciones mujer-hombre no son fáciles y generalmente, el placer sexual femenino es complejo y precisa atenciones más peculiares que el del hombre.
  
   En Senegal, a pesar de haber sido “recientemente condenada” por el presidente Abdou Diouf y su ministra de la Mujer, Aminata Mbengue Ndiaye, esta práctica sigue afectando al 20% de la población, es decir a un millón de mujeres con edades comprendidas entre un mes y 16 años. Y eso que las cifras de este país están por debajo de otros, como Sudán (98%), Somalia (98%) o Etiopía (85%). Unicef estima que más de 120 millones de mujeres de 28 países han sido mutiladas genitalmente. Operaciones que van desde la ablación parcial o total del clítoris hasta la excisión de los labios y el cierre del orificio externo de la vagina para impedir la penetración.


"Se ha convertido en algo comercial; cada persona que pasa por ella debe pagar un kilo de jabón negro y 5.000 francos", explica Mareema Ndiaye, madre de siete hijos. Además, el dolor es terrible porque la operación se hace sin anestesia, con un cuchillo de cocina o una hoja de afeitar y a veces con un pedazo de vidrio. "Tenemos que soportar el dolor sin llorar. No podemos gritar para no convertirnos en la vergüenza de la familia. Sin hablar de las infecciones, a menudo mortales", dice Lala Diarra.

   Las manipulaciones más que operaciones, las llevan a cabo casi siempre mujeres, matriarcas que a su vez han sufrido el trauma en su niñez o infancia. Se convierten de esta forma en las verdugos de su propio mal. Es un poco incomprensible pero su sometimiento y “su poder matriarcal” parece ser que es un escalón de poder en la sociedad o clan al que pertenecen.   


   Espero y deseo que alguno de los mecanismos de dominación occidentales no sigan aplicando medidas represivas o correctoras, como es su costumbre, que llegan a ser perjudiciales por obligar a la clandestinidad esta práctica sino que aplique su influencia en la educación general, la educación sexual y en la creación de un organismo internacional que vele por la liberación total de la mujer sea cual sea su cultura, etnia, grupo o tribu.




embed>

viernes, 28 de mayo de 2010

POETA, ESCRITOR Y CANTAUTOR


JOSÉ ANTONIO LABORDETA, EL MAESTRO

Antonio Campillo Ruiz


   Cuando viniste a Murcia estuvimos juntos. Desafortunadamente poco tiempo. Tus labores con la serie “Un país en la mochila” te impedían dedicar a tus admiradores y atentos aprendices todo el tiempo que habrías querido. Lo repetías con frecuencia. Te gusta hablar, preguntar, saber y que los demás supieran. Rodabas el bello valle entre Ricote y Archena con el río Segura todavía no contaminado a esa altura de su recorrido. Allí encontraste a Manuel Muñoz Zielinsky, otro amigo y admirador tuyo. Tu mochila al hombro y un texto, como todos los de la serie, realmente extraordinario. Melancólica la entonación, perfecta la dicción, profesional la comunicación, que alberga un contenido tan humano, tan sencillo, tan amigo, que ha sido para mí y, quizás, para otros muchos seguidores, el trabajo más cercano a los espectadores que hayas realizado y, sin dudarlo, una de las mejores serie que ha producido RTVE.


   Tengo tus grabaciones en todos los formatos en los que se han publicado e incluso en formato semiprofesional, U-matic, debido a los equipos que manejo para películas didácticas. He aprendido tanto de ti, así como de los técnicos que te han acompañado en la realización, que, de vez en cuando, me dicen que imito (a mucha honra) el formato, la planificación y el tono que tú empleabas. Me enorgullezco de haber aprendido de ti una parte no desdeñable de cuanto sé sobre comunicación por tu eficacia, sinceridad y hondura. 


   Que lo comunicado se perciba como auténtico, sin tener que recurrir a los artificios, es algo, José Antonio, que la ética personal debería anteponer a cualquier otra circunstancia. En este país que has pateado hasta la extenuación, primero luchando con las armas de tu melódica voz, después con tus guiones y tu voz y, por último, en el Parlamento con tu voz en nombre de tus paisanos, en este país que amamos, reitero, es gratuito fomentar las sospechas, propagar las calumnias luego “rectificadas” y diseminar las dudas con que se tergiversa y destruye a quien se considera enemigo.   

 
    Esto no va contigo. Nunca has lanzado tu voz al viento para que arrastre su contenido. Siempre has hablado para que la razón y la verdad sobresaliesen de un entorno que casi toda tu vida ha sido hostil e incluso peligroso a los ojos de los poderosos. Tus alumnos, nosotros, hemos aprendido de ti y de otros compañeros zaheridos como tú el significado de la mejor palabra del mundo: libertad. Y esto, querido maestro, es algo inolvidable.


   Siempre has sido un escritor. Desde las letras de tus canciones a “Dulce sabor de días agrestes” y otras muchas obras. No completaré tu bibliografía, para mí, prolífica. 


   Déjame que hable de obras “no poéticas”. Cuando leí tu libro “Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados”, te encontré como siempre has sido: un poeta beligerante pero con una capacidad de análisis que otros querrían. Sinceramente no te puedo decir qué parte o capítulo de las mismas me gustó más o mereció mi atención preferente porque todo lo que dices es pura sapiencia. Y es difícil, es difícil, porque sé que sabes muchas más cosas que prudentemente silencias por y para el bien de la democracia. Tu estilo literario eres tú. Poeta y cantautor, dos sentimientos, ocupaciones y creencias innatas en ti y despreciadas por algún que otro, por no decir todos, ignorante e ineducado personajillo de los pertenecientes a lo que se viene en llamar derecha: “Canta, cantautor de las narices” (página 105 de la edición que poseo). ¡Qué infame más inculto! ¡Qué impresentable representante de no se sabe quién!


   Uno de los capítulos que leí con suma atención con el fin de hallar lo que querrías decir entre líneas fue “Visitar la Zarzuela” (pág. 39), supongo que lo hice por la contradicción que para un republicano debió significar la visita a un rey. Pero estaba claro, tu moderación, que no el genio que te sobra, hizo que otro republicano convencido como yo, no pudiera encontrar alusiones, faltas o feos detalles indiscretos de este hecho. Tu saber estar se ha impuesto siempre y tu corrección ha sido impecable. 


   Muchas veces has estado solo, abandonado por los que siempre hacen lo que desean con la excusa de su poder. Pero has aguantado. Has trabajado por los demás y has sabido ser, aún no siendo tu oficio, un buen parlamentario. 


   A pesar de todo, me vas a permitir adjuntar con estas líneas lo que para el Congreso de los Diputados será algo más que la famosa anécdota de un parlamentario en el uso de la palabra. No es para reírse, es para indignarse como tú hiciste. Permíteme que no sea esta anécdota la única que adjunte como vídeo. Prefiero que, antes de ella, que merece verse completa, anteponga tu faceta de cantautor y didacta de nuestro país, España. Por ellas llegaste al anecdotario referido.


   Admirado y querido Labordeta, querido José Antonio, te agradezco y me encandila tu sabiduría cincelada con tu tesón, tus sufrimientos y las alegrías que nos has transmitido durante toda tu vida. 
  




jueves, 27 de mayo de 2010

A DESHORA

SOBRE LAS HORAS

“Omnes ferunt, ultima necat”                                        
‘Todas las horas hieren, la última mata’

María Luisa Arnaiz Sánchez
Antonio Campillo Ruiz


   Si bien en la antigüedad se medía el año y el mes, además de haber quedado establecida la semana que aún utilizamos, las unidades de tiempo más pequeñas continuaron sin ser definidas y tuvieron muy poca importancia para la humanidad hasta hace pocos siglos. Nuestra hora, exacta y uniforme, es una invención moderna pero el minuto y el segundo lo son todavía más. Conocer hoy la hora por el reloj que configura el monte Saint Michel (Francia) es una curiosidad más.

Saint Michel

   Cuando el día laborable lo constituía el período de iluminación solar, el paso del sol a través del cielo fue el fenómeno empleado para medir el tiempo. La medida universal del tiempo la constituyó durante varios siglos la sombra del soL, de forma que los relojes de sol o de sombra fueron los primeros instrumentos que se construyeron para saber y fijar el discurrir del tiempo. 

Reloj de sol primitivo

 Reloj de sol moderno

   El fundamento del reloj de sol estriba en que la sombra que proyecta el gnomon se desplaza cada hora formando un ángulo, cuyo esquema se muestra a continuación:

Izq. = latitud del reloj de sol. 
Dcha = altitud del sol sobre el horizonte

   Un tipo de reloj solar portátil fue el llamado “anular”, por tratarse de un anillo en que están inscritos los meses y las horas y cuya parte central, móvil, posee un agujerito. Su funcionamiento es sencillo: se coloca el orificio en la fecha correspondiente, se orienta hacia el sol y el rayo que atraviesa el agujero señala la hora en la cara interior del anillo.

Reloj anular

   Ahora bien, como la noche y el tiempo nublado inutilizaban los relojes de sol, se posibilitó el cavilar acerca de cómo medir el tiempo por otro medio, de ahí que comenzaran a construirse también relojes con todo lo consumible: el agua, el aceite, la arena, las velas, etc. 

   La clepsidra (del griego < quitar + agua) consiste en un recipiente con una abertura en el fondo para contener agua. El líquido sale por goteo a una velocidad determinada durante un espacio de tiempo fijo y por las rayas grabadas en su interior se estima el tiempo transcurrido. Si las hubo en Egipto, también en Atenas y Roma, donde se utilizaron con el fin de controlar el tiempo asignado a los oradores. 

Clepsidra del templo de Karnak

   El monje budista L'HSING construyó en 725 la primera clepsidra con escape. El escape, que tenía la sencillez de las grandes creaciones, no es más que un dispositivo que interrumpe con regularidad la fuerza producida por la caída de un peso, pero, como pieza que regula el movimiento, es fundamental en cualquier reloj hidráulico o mecánico. 

 Mecanismo de la clepsidra de L’Hsing

   Los relojes de arena funcionan bajo el mismo concepto físico de las clepsidras: la arena se encuentra contenida en un recipiente de vidrio (dos vasos comunicados), al que hay que dar la vuelta cuando pasa el último grano. Su inconveniente es el tamaño, aunque Carlomagno poseyó uno que bastaba con girar cada 12 horas.

Reloj de arena con diamantes

   En el siglo XI el funcionario chino Su Song inventó un complejo reloj astronómico accionado por agua. El reloj, una máquina de 6 metros de altura, funcionaba a partir de un chorro de agua constante que caía sobre una rueda, la cual accionaba diversos mecanismos que no solo hacían aparecer figuras que señalaban las horas, sino que movían una esfera con las estrellas y las constelaciones. Su precisión impresiona todavía  ya que la desviación diaria es inferior a 2 minutos.

Reloj de  Su Song

   En Occidente se conoce mejor la edad de oro de los árabes (del VII al XV), uno de cuyos representantes más ilustres fue al-Jaziri que a principios del XIII en “Libro del conocimiento de ingeniosos dispositivos mecánicos” (1206) describe un sinnúmero  de prodigiosos artefactos.

Reloj elefante de al- Jazari

;
Replica actual del reloj elefante en el Ibn Battuta Mall de Dubai

Pero, ¿cómo se liberó la humanidad del sol? ¿Cómo se conquistó la noche y se hizo parte del mundo inteligible?

 El sol naciente

   Dado que el ritmo de la vida había estado vinculado desde tiempo inmemorial a las estaciones y había imperado el calendario “agrícola”, la iglesia cristiana no solo se adaptó para sus propósitos a ese ciclo vital, sino que reconvirtió toda conmemoración ancestral en propia, ya que no iba a prescindir de la ignorancia ni de la necesidad de esperar protección de los dioses, que acuciaban a la humanidad. Así pues, el control del tiempo también estuvo bajo su férula y ajustó la división del año eclesiástico al ciclo estacional: el invierno fue Adviento con el nacimiento de Jesús, copia del nacimiento de Mitra, el sol naciente; la primavera fue Pascua florida con la resurrección de Jesús a imitación del renacimiento de las plantas, garantía de alimentos y por tanto de salvación; el verano, abierto con san Juan, conmemoró, como fiesta grande, la Asunción de la Virgen precisamente el mismo día, 15 de agosto, en que se celebraba la de Diana; y el otoño, época de rendir cuentas, fue puesto bajo las advocaciones del recaudador san Mateo y del pesador de almas san Miguel, finalizando más o menos con san Martín, recreación de Baco.

Calendario agrícola de San Isidoro, León

   Y no solo se conformó con eso sino que también estructuró las horas canónicas allá por el siglo VI como siguen: maitines, 12 de la noche, laudes, las 3, prima, las 6, tertia, las 9, sexta, las 12 de mediodía, nona, las 15, vísperas, las 18 y completas, las 21. Para llevar a cabo el oficio divino los monjes leían un Libro de Horas (del griego “horologion”, ‘palabra o lectura de las horas’). Ahora bien, ¿desde cuándo se conocen las horas?

Abril. Libro de Horas del duque de Berry

   Las horas canónicas estuvieron registradas en los relojes hasta el siglo XIV pero alrededor de 1330 la hora se convirtió en nuestra hora moderna, una de las veinticuatro partes iguales del día. Por primera vez en la historia una “hora” tuvo un significado preciso en todas partes y a lo largo de todo el año. La hora unificada es una de las pocas revoluciones que más huella ha dejado en la experiencia de los humanos, que se desvincularon así de los astros y de las religiones para ejercer el dominio sobre sí mismos y sobre sus circunstancias.

Reloj del ayuntamiento de Praga

   A finales del siglo XIII se inauguró en Londres el primer reloj mecánico que imitaba el sonido de las campanas. A partir de ese momento, aparecieron grandes relojes mecánicos en las torres de los edificios civiles, costeados en general por los gremios (convendría reflexionar acerca de la distribución del tiempo por parte de una minoría selecta y prepotente), y cualquier población aspiró a tener uno, compitiendo con sus rivales, mientras aguardaba la llegada de los maestros relojeros que se desplazaban a tal fin. 

Reloj de Rouen

   Los primeros relojes carecían de esfera y manecillas y hacían sonar una campana a intervalos uniformes, por lo que no mostraban la hora, como se cree, sino que la “sonaban”. No lo necesitaban puesto que la mayor parte de los ciudadanos no sabía leer y en los monasterios, al fin y al cabo, su misión era despertar a los religiosos. 

Reloj sonoro y animado del ayuntamiento de Munich

Reloj mecánico, miniatura del XV

   Jacopo de Dondi, según se dice, inventó en 1344 la esfera, artificio por el que la hora pasó a ser visible y por ello recibió el título de relojero (Del Orologio). En 1364 fabricó un reloj astronómico que, además de dar la hora, mostraba el tiempo estelar de los movimientos del Sol, la Luna y de cinco planetas.

Torre del reloj de Brescia

   En el siglo XV se inventaron los relojes de una manecilla para marcar las horas y las torres de las iglesias, construidas para alabar a Dios, se convirtieron en campanarios. Los relojes empezaron a proliferar en las ciudades europeas, transformando la vida cotidiana, es decir, a partir de entonces la realidad no se entendió de forma cualitativa sino de forma cuantitativa.

Reloj de Berna
 
Reloj exterior de la catedral de Estrasburgo

   La fabricación de este tipo de relojes acarreó, aunque de manera impremeditada, la unión de las horas de luz y las horas sin luz en un solo día de veinticuatro horas y, pese a que había que ajustarlos a diario, abrieron la vía para una nueva manera de pensar el tiempo. La gente entonces comenzó a percibir el tiempo como la acumulación de momentos distintos y uniformes y se independizó del sol.

Deutsches Museum, Munich

   Por consiguiente, la organización del tiempo en Occidente durante la Edad Media emanó de los criterios que regían la vida en los centros religiosos porque, si bien las campanas marcaban las horas de los rezos, pronto trazaron el ritmo de vida cotidiano. En primer lugar, como los toques de prima y completas se hacían coincidir con el alba y el crepúsculo, la expresión “trabajar de sol a sol” no sufrió cambio alguno, pero paulatinamente la sexta comenzó a prevalecer para dividir el tiempo de forma racional en dos jornadas equivalentes. En segundo lugar, el orden establecido en las villas y ciudades se transformó pues el tiempo pasó de ser gratuito a ser mensurable y tener precio, por tanto surgió el fenómeno de la prisa, la gente empezó a padecerla y se creó una nueva esclavitud.

Ayuntamiento de Ulm

Torre del reloj de San Marcos, Venecia

   La palabra hora proviene del latín “hora” con el significado de "tiempo del día", igual que en griego; minuto de “pars minuta prima”, "primera parte pequeña"; segundo de “partes minutae secundae”, "pequeñas segundas partes". El tiempo se ha medido desde:

Egipto:

Regla egipcia para medir el tiempo, 900 a. C.

Europa:

Reloj portátil

Alemania, donde Peter Henlein construyó en 1505 relojes mecánicos por medio de resortes que podían llevarse en el bolsillo y que sonaban cada hora:

Reloj de bolsillo

Hasta con el maridaje descomunal de China en la actualidad:

Reloj de Taijin, China

   La numeración romana de las horas presenta en apariencia un error en la cifra del cuatro ya que se representa con cuatro íes mayúsculas en lugar de una i seguida de una uve, también en mayúscula. Una vez más la influencia de la iglesia de Roma llegó como sombra a los cronómetros. ¿Por qué? La explicación no es otra que la siguiente: el nombre del padre de los dioses romano, Júpiter, en latín se escribe IVPITER; puesto que entre los mandamientos cristianos hay uno que dice “no tomarás el nombre de dios en vano”, se modificó la grafía del número 4 para que no recordara al dios pagano.

Verge Watch, David Bouquet, 1650

   Solo resta añadir, por relación con las horas, que el calendario juliano, instaurado por Julio César en el 45 a. C., estuvo vigente en Europa hasta el siglo XVI. Cuando fue sustituido por el papa Gregorio XIII en febrero de 1582 llevaba un retraso de algo más de diez días. Hecho el ajuste, el nuevo calendario, por el cual aún nos regimos, se denominó gregoriano y al 4 de octubre le siguió el 15 de octubre.

   El calendario se aplicó inmediatamente donde la iglesia católica tenía influencia, como en España; sin embargo su adopción se demoró en otros países: Inglaterra en 1752, Suecia en 1756, Japón en 1873, Rusia en 1918, Rumanía en 1919 y Grecia en 1923.

   Entre las curiosas anécdotas que trajo esta reforma se dan:

a) Cervantes y Shakespeare murieron el mismo día (23 de abril de 1616). No, pues había 11 días de diferencia entre los calendarios vigentes en sus respectivos países.

b) La revolución rusa de octubre de 1917 se celebra actualmente el 7 de noviembre.

La persistencia de la memoria, Dalí

sábado, 15 de mayo de 2010

VIOLENCIA DOMÉSTICA


LA CONDESA DE CHINCHÓN

María Luisa Arnaiz Sánchez


Mª Teresa de Borbón Vallabriga, condesa de Chinchón, GOYA

   El infante Luis, hijo menor de Felipe V e Isabel de Farnesio, fue hecho arzobispo de Toledo a los 6 años y a los 26 pretendió casarse. Su hermano, Carlos III, para asegurar la corona a su hijo, el bobalicón Carlos IV, dictó una pragmática mediante la que se apartaba de la sucesión al infante que hiciera una boda morganática o se casara sin su consentimiento. El infante permaneció soltero y no renunció a sus derechos sucesorios hasta los 49 años, momento en que se casó con Teresa Vallabriga, hija de un militar y de la condesa de Torres Secas.


Luis de Borbón, Goya

   El matrimonio se vio obligado a salir de la corte y fijó su residencia en Arenas de San Pedro. Tuvieron tres hijos, Luis, Mª Teresa y Mª Luisa, y se rodearon de un pequeño círculo ilustrado, entre cuyos asiduos estaban el músico Boccherini, el arquitecto Ventura Rodríguez y los pintores Mengs y Goya. Este último realizó durante el bienio 83-84 varios retratos de la familia.

Mª Teresa de Borbón Vallabriga, GOYA

   Uno de los cuadros que ejecutó durante su estancia en 1783, cuando apenas era conocido, es el que lleva por título “La familia de don Luis”, curioso retrato en el que se sirvió de “Las meninas” como modelo. En efecto, en el lado inferior izquierdo se observa al pintor, agachado, en una actitud que se intuye como muestra de respeto ante el infante que le paga “mil duros y una bata para mi mujer toda de plata y oro que vale treinta mil reales”. Sustituyendo a la infanta Margarita, aparece Teresa Vallabriga, a quien atiende su peluquero mientras una doncella le trae un cofrecillo y la cofia, en imitación de Mª Agustina Sarmiento cuando ofrece el búcaro a la infanta; en cuanto al infante desterrado, Goya, siguiendo el reflejo especular de Felipe IV, tiene la osadía de presentarlo de perfil en clara referencia a como se cincelan las efigies reales de las monedas.


Familia del infante don Luis, Goya

   Cuando Mª Teresa cumplió 17 años, Carlos IV le comunicó que había decidido casarla con Godoy. Los privilegios que implicaba este enlace no eran para desdeñarlos: se le restituía el apellido Borbón y se la admitía en la corte conforme a su rango, ocupando la máxima dignidad detrás de la reina María Luisa. En consecuencia, Godoy se le apareció como un libertador que la devolvía a su posición social, no solo a ella, que se enamoró locamente del primer secretario de Estado, sino a toda su familia. Pero la realidad fue otra.


Godoy, GOYA

   Godoy, de una ambición inconmensurable, quería emparentar con la Casa Real y se casó en 1897 con Mª Teresa, la víctima sacrificada en su honor. El embajador alemán en la corte divulgó que el Príncipe de la Paz, tras cobrar la dote de su esposa (cinco millones de reales), tuvo la desfachatez de llevarse a Pepita Tudó, su amante, hija de un oficial de artillería, a vivir en su hogar y colocarla junto a él tanto en los actos públicos como en los privados. También Jovellanos escribió que sintió vergüenza por tener que compartir, al mes de la boda, la misma mesa con la esposa y con la amante. 

Pepita Tudó, creada I condesa de Castillofiel

   Por la razón que fuere, pero ya se ha visto una señal de chulería en el ministro, Mª Teresa se mostraba insensible ante la libidinosidad de su marido y retraída por la tensa situación que vivía. Hasta llegó a decirse que el favorito de los reyes pegó en más de una ocasión a su mujer, convencido de que así acabaría con su frigidez. Ella abortó y, cuando estuvo de nuevo embarazada, la reina ordenó que los cónyuges se trasladaran a palacio. En octubre de 1800 nació Carlota Luisa pero pronto se distanció Mª Teresa de esta niña por ser hija de Godoy y este regresó a su casa con Pepita Tudó. Por lo que se refiere a su mujer, el cínico incluso escribió a la reina: “pocas almas habrá tan patéticas e indiferentes…

Mª Teresa de Borbón Vallabriga, GOYA

   Mª Teresa, condesa de Chinchón, intentó abandonar a su marido en 1804 pero la reina se lo impidió (por una carta de Mª Luisa se sabe que su estado era de absoluta melancolía) y, cuando Godoy perdió en 1808 todos sus cargos, pudo al fin dejarlo. Se reunió con su hermano, cardenal desde los 28 años, que, aprobada la Constitución de 1812, la Pepa, fue nombrado regente hasta el regreso del traidor rey, se casó su hija, la cual no había sido autorizada por el felón Fernando VII a desposarse con persona real, por lo que se desposó con un hijo (no el heredero) del príncipe de Cerveteri y, muerto su hermano, se exilió en  París, donde mantuvo una torturada relación con el coronel Mateos, que se enriqueció a su costa y la trató con desprecio. Allí murió a los 48 años en 1828, habiendo sido atendida por su hermana. Godoy, casado en segundas nupcias con Pepita Tudó, murió en 1851 y, aunque Isabel II le devolvió sobre el papel todos sus bienes, tuvo que llegar la Primera República para que sus herederos pudieran ver satisfechas sus reclamaciones.  

Carlota Luisa, Luis de La Cruz