martes, 5 de abril de 2011

MALA REPUTACIÓN

ANDREA, LUISA Y MAGDALENA

María Luisa Arnaiz Sánchez

Giuseppe de Nittis

   El talludo conde de Saldaña, Diego Hurtado de Mendoza, luego tercer duque del Infantado, marqués de Santillana, etc., con ocasión de una zambra conoció a una joven, María Cabrera, con la que tuvo a su primer bastardo, Martín de Mendoza, arcediano de Talavera de la Reina a los veinte años, para quien su padre pidió el arzobispado de Toledo a Carlos V en 1523 sin conseguirlo. En concubinato vivía Martín con María de Cervantes cuando el padre de ella le pidió que se casara, logrando únicamente el compromiso de una reparación. “Yo, don Martín de Mendoza…digo que…soy obligado a dotar a vos María de Cervantes…para vuestra dote e casamiento 600.000 maravedís de la moneda usual por el día de Navidad…del Año venidero de mil e quinientos e treinta e uno.

Toulouse- Lautrec

   Intentó no cumplir su obligación y María entabló un pleito contra él que ganó a pesar de estar a las órdenes de los Mendoza parte de la Justicia. Son conocidos los regalos que Martín declaró haberle dado en los dos años que mantuvieron el amancebamiento: “tres sortijas, un brazalete de oro con cinco zafiros, una esmeralda, un bernegal de plata, una saya de terciopelo negro, un colchón de Ruán, etc., y “unos cuantos miles de maravedís”, así como el fiero interrogatorio a los testigos, incluido su padre: “si (la) ha tenido por su manceba públicamente, viéndolo e consintiéndolo el licenciado Juan de Cervantes”. María dijo que “la ha tenido por su manceba y ha parido de él -a Martina-”.

Karoly Teuchert Ungern

   Andrea de Cervantes, hermana del eximio escritor, dio los mismos pasos que su tía. Fue seducida bajo promesa de matrimonio por Nicolás de Ovando y Figueroa, primogénito de un alcalde de Casa y Corte, miembro del Consejo Real, con quien tuvo a Constanza. No hubo boda -la desigualdad social lo presagiaba- y Andrea, con el fin de proteger los regalos que le había hecho el estudiante sevillano de Derecho, compareció ante el alcalde de Córdoba “como tercera opositora a los bienes embargados o secuestrados por el dicho su padre que a ella le pertenecen por ciertos derechos e acciones. E por ser como es menor de la dicha edad de veinte e cinco años, tiene necesidad de ser proveida de un curador ad litem”.

Julia Beck

   Andrea acordó con la familia del joven ser indemnizada cuando él fuera mayor de edad pero, como su caso difiere del de las casadas, he aquí un legítimo lavado de honor. Silvestre de Angulo mató el 19 de enero de 1565 a su mujer y a un sirviente en un tablado ad hoc. Cuando ya muertos, se oyó “¡que se mueve el mulato”, acuchilló sañudamente los cadáveres al grito de “¡cuernos fuera!”. Cervantes era escéptico al respecto pues en “Persiles y Segismunda” escribió: “¿Qué pensáis que os sucederá cuando la justicia os entregue a vuestros enemigos, encima de un teatro público en vista de infinitas gentes, y a vos…amenazando en segarles las gargantas, como si pudiera su sangre limpiar…vuestra honra?, ¿qué os puede suceder sino hacer más público vuestro agravio?...las venganzas castigan, pero no quitan las culpas”.

Lovis Corinth

   En la primavera de 1566 la familia se trasladó a Madrid después de heredar de la abuela materna algunos bienes, que el padre de Miguel, “habitual de la trena”, empleó en negocios con comerciantes italianos y al poco Andrea tuvo un protector, Francesco Locadelo, perdiéndose la pista sobre Nicolás de Ovando. El italiano la agasajó con todo tipo de obsequios: vestidos, tapices, muebles, vajilla, etc., más unos trescientos escudos de oro para que se casara, ya que él regresaba a Italia. Andrea, mujer “algo suelta”, se dejó engatusar a menudo pero su comportamiento era tolerado en la época.

E. A. Yastrebova

   Poco después su hija y ella tuvieron casa propia porque se había amancebado con don Alonso Pacheco Portocarrero, el primogénito del ex-gobernador de La Goleta, el cual le había firmado un albarán comprometiéndose a darle quinientos ducados en varios plazos. Al no recibirlos, pleiteó en 1571 para que la resarciera un hermano de él, apodado “la Muerte” por su disipación, sin causar sorpresa que a la vez compareciera Magdalena de Cervantes, haciéndose llamar doña María Pimentel de Sotomayor, reclamándole otros quinientos ducados. 
 
Egon Shiele

Egon Shiele

   Él, “por las razones e obligaciones que para ello tuve”, pensaba indemnizar a Magdalena cuando heredara y ella fue prorrogándole los plazos a la espera de normalizar su situación con él. Pero, al quedar viudo y casarse con una mujer de su misma condición, ella le exigió la deuda, ignorándose si las hermanas cobraron aunque, de hacerlo, sería después de 1581. Con el alias de “las Cervantas” comparecieron de nuevo ante la Justicia en 1605 cuando se vieron implicadas en la instrucción de un crimen en Valladolid. Andrea declaró ser viuda, “mujer que fue de Sante Ambrosio Florentín y…antes…desposada y concertada con Nicolás de Ovando”.

Moses Soyer

   Gaspar de Ezpeleta era un crápula navarro de buena familia, al que Góngora satirizó en un romancillo por una caída acaecida el 10 de junio de 1605 mientras toreaba. El 27 fue acuchillado frente a la casa de los Cervantes y Luisa de Garibay prestó su casa en espera del alcalde y de los alguaciles. Cuando Villaroel se presentó y supo que Ezpeleta “visitaba” a la mujer del escribano Melchor Galván, su amigo, buscó protegerlo y rechazó a una testigo que dijo que podría reconocer al agresor. Al día siguiente mandó prender a Miguel de Cervantes junto con diez personas y salió a relucir la fama de “las Cervantas” que recibían “día y noche” a demasiada gente.

Georg Tappert

   Fueron puestos en libertad apenas día y medio después pero, tras la muerte del joven Ezpeleta, una nueva sospecha vino a confirmar las murmuraciones del vecindario pues el mozo, agradecido por las curas recibidas, regaló a Magdalena un vestido de seda de bastante valor. Cervantes quedó bajo vigilancia, sus hermanas confinadas en su casa y a Isabel, la hija del escritor y Ana de Villafranca  -mujer de Alonso Rodríguez-, se le prohibió “verse” con el luso Simón Mendes recién encarcelado por deudas, lo que hizo público el amasiato de la veinteañera. Muerta Ana, Miguel reclamó la tutela de su hija para su hermana Magdalena. Isabel de Saavedra vivió con Diego Sanz del Águila, luego se casó con él y tuvo una hija del cincuentón Juan de Urbina, secretario del duque de Saboya.

Pal Fried

   Al enviudar la joven, su padre, de acuerdo con don Juan, le buscó un marido, que tuvo que aceptar a regañadientes pues perdía un acaudalado amante. En septiembre de 1608 se casó con Luis de Molina, ex-cautivo y escribano, durando su matrimonio veinte años. Don Juan le entregó dos mil ducados, que pasaban por dados por el escritor, más otros dos mil en ajuar, y puso una casa a nombre de la hijita de ambos. Isabel tomó los apellidos paternos mientras que su prima Constanza recibía de Francisco Leal mil cien reales por no cumplir la palabra de matrimonio dada.

Édouard Manet

   Luisa de Cervantes ingresó a los dieciséis años en el convento de las carmelitas reformadas de Alcalá de Henares, fundado por María de Jesús Díaz, de la que Pío IV dijo “¡Varonil mujer! Hágase lo que pide”, al proponerle restaurar la regla carmelita en todo su rigor. Se trata del convento de la Purísima Concepción, donde, sin salir de él, fue dos veces priora y falleció. Conoció a santa Teresa y Miguel siempre tuvo con ella una buena relación. Al parecer la mayoría de los miembros de la familia concordaba con lo que Cervantes dijo en “La gitanilla”: “No le fatigue a nadie el temor de perder su honra”.

Camille Pisarro



6 comentarios:

  1. Preciosa selección. Por elegir una me quedo con la de Yastrebova.
    Besos, Maria Luisa.

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  2. Toda una historia y qué buena selección de pinturas. No creo conocer esa película.

    Un abrazo

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  3. Gracias, Torcuato. Un futuro tema para tu imaginación: “medias agujas”.

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  4. Es la trastienda del “parecer” español y no del “ser”. Quizás para tu sorpresa la película se ha titulado en España “La mujer de mala fama”. Gracias, Pilar.

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  5. Sorprendente recorrido histórico y pictórico.
    Te felicito por el valor documental que aportas de las fortunas y adversidades de mujeres vencidas o vencedoras (según cómo se mire), y por el grato paseo artístico al que nos has invitado en una estupenda selección pictórica.
    Buen trabajo, si me lo permites.

    Un saludo, MªLuisa.

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  6. El “calumnia que algo queda” es la típica maledicencia de la gente falsa y arribista. No me gustan, Marisa. Prefiero atenerme al punto de vista que practicó Cervantes.

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