viernes, 30 de septiembre de 2011

FUNERAL

LA TORTUGA

Antonio Campillo Ruiz

 Niños en la fuente, August Macke

LA TORTUGA
  
   Un chico lloraba desconsoladamente porque encontró a su querida tortuga en el estanque patas arriba, inmóvil, sin vida. Los padres, al verlo tan angustiado, le dijeron que le iban a hacer un hermoso funeral, que le iban a comprar el mejor ataúd forrado en seda, que iban a construir una lápida con el nombre de la tortuga grabado y que podría escribirle allí palabras de amor… Y, como a los chicos se los puedes sacar del dolor con una buena propuesta, el niño dejó de llorar y se entusiasmó con los preparativos del funeral. Cuando todo estuvo listo, se acercaron al estanque a buscar el cuerpo de la tortuga y, para sorpresa de la familia, la tortuga no estaba. El niño recorrió con la mirada todo el estanque y en la otra punta vio a su tortuga nadando plácidamente. Entonces furioso gritó:
   - ¡Vamos a matarla!
 Anthony de Mello

10 comentarios:

  1. Que jodio, aun me estoy riendo, mira que tiene merto escribir una cosa asi. Pero que merito tiene tambien difundirlo!

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  2. Relato de final previsiblemente imprevisible, Antonio. MB.

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  3. Un final inesperado el de este cuento, y además, yo me imaginaba que lo que el niño quería no era un funeral para su tortuga sino que siguiera viviendo, y, en cambio... ¡qué imprevisible el final!

    Aunque ... pensándolo bien, no me extraña nada, porque sus padres como le pusieron tan bonito lo del funeral, a él le parecería de cuento al imaginar un ataúd forrado de seda y esos grabados...

    Yo saco la conclusión desde mi mirada y pensamiento, y es que, muchas veces, dejamos de lado las emociones, para dar más importancia al materialismo, cuando lo que verdaderamente más importancia tiene, son los sentimientos y emociones.

    Besos.

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  4. Hola Antonio, me encantó el texto. Los niños viven libres de prejuicios y condicionamientos, espontaneidad que, lamentablemente con el paso de los años, los adultos vamos perdiendo, para llenarnos de barreras, silencios, máscaras.
    Un abrazo, querido amigo, y muchas gracias por esta preciosa entrada

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  5. Sí, Mariano, escribirlo es meritorio y su asunto tan real como la vida misma. La difusión es inherente a este blog.
    Yo diría, si me lo permites, Mariano, ¡qué jodío el crío!

    Un fuerte abrazo.

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  6. Sí, Enrique, la inocente maldad de los niños es a veces tan imprevisible como despiadada y terrible.

    Un fuerte abrazo.

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  7. Efectivamente, Carla, ¿cómo iba a dejar el funeral que había quedado tan bonito?
    Ante la posibilidad de no ejercitar su derecho a la parafernalia prefiere lo que para los niños parece que posee poca importancia, el horror.
    Más adelante, cuando sea mayor, posiblemente entenderá mejor palabras como vida y muerte.

    Un fuerte abrazo, Carla.

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  8. Sí, María, los prejuicios y condicionamientos son eludidos por los niños pero..., ¡con una ternura aterradora!
    La cuestión es la inconsciencia de hechos irreversibles y crueles.

    Un fuerte abrazo, María.

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  9. Muy bueno, Antonio, con ese puntito de crueldad inocente que habita en los niños.

    Estoy recorriendo vuestro blog y me parece estupendo, así que, con vuestro permiso, por aquí me quedo.

    Un abrazo o, mejor, dos, uno para cada uno de los autores.

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  10. Te agradecemos tu interés y comentario, Isabel.
    Sí, la pizca de crueldad de los niños, muchas veces reída, conlleva un inocente juego que alguna vez, sólo alguna vez, puede ocasionar un atisbo de inhumanidad futura.

    Bienvenida, Isabel.

    Un abrazo.

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