miércoles, 30 de marzo de 2011

FATALISMO

EL PÁJARO AZUL

María Luisa Arnaiz Sánchez
Antonio Campillo Ruiz

Adrian Borda

   Maurice Maeterlinck publicó en 1901 “La vida de las abejas”, obra que recuerda la “Teoría de los colores” de Goethe y en la que reflexionó sobre los absurdos esfuerzos del hombre y su empeño en perpetuarse. A este respecto dice que las abejas solo se dejan manipular cuando los apicultores les echan humo porque “creen” que en ese momento se produce un desastre natural. Es decir, justo lo contrario de lo que le ocurre a tantas personas que, ignorando las evidencias científicas y alimentándose de “historias míticas” creadas ad hoc, se dejan arrastrar por clichés diseñados para dirigirlas hacia fines determinados. Constantin Stanislavsky escenificó en el Teatro del Arte de Moscú en 1908 una obra del antedicho escritor belga: “El pájaro azul”. Su éxito fue rotundo.

Sulamith Wulfing

   En el cuento un hada entrega un diamante a dos humildes niños, Tyltyl y Mytyl, para que hagan un viaje espacio-temporal, como se acostumbraba en los viajes alegóricos medievales, en busca del pájaro azul, símbolo de la felicidad. Durante ese viaje iniciático, además de descubrir que lo que buscaban estaba muy cerca y les había pasado desapercibido, el amor de su madre, conocieron las ideas que modelan el universo: la naturaleza, la muerte, la memoria, el pasado, el futuro, el misterio, el placer, etc. El escritor simbolista quiso transmitir su convencimiento acerca de que bastaba cambiar la percepción para llegar al bienestar, a la plenitud. Tiene razón sin duda pero, aun dejándonos llevar por la fantasía, rechazamos la complicidad en las medias verdades, en el silencio interesado, pues la Literatura no es solo imaginación sino un medio para expresar la actividad intelectiva. “The Grand Design” de Stephen Hawking es una prueba.

Marie Laurencin

   “El pájaro azul” se aproxima ya al modernismo y es antisimbolista debido a que contiene un mensaje moral que se pretende cristiano, aunque en verdad habla de una moral clasista al servicio de los valores e intereses que necesitan las clases dominantes para que nada cambie. Así, el bien y el mal son presentados como inevitables fuerzas de la naturaleza que el hombre podría controlar para erigirse en todopoderoso, pero dice LA NOCHEya no comprendo al Hombre…¿A dónde vamos a llegar?...¿Acaso es preciso que lo sepa todo?”. Es decir, se da como una matización que indica que el hombre no se define en relación al medio social sino en relación a un ser numinoso, misterioso, y de ahí a mantener las injusticias y las desigualdades sociales sin crítica alguna solo hay un paso.

Homenaje a Paul Klee, Nancy Almazán

   Ese parece ser el sentido que Maeterlinck dio a su alegoría que ni siquiera disimula el tradicional personaje-símbolo de la luz, ya que encarna la inexorable guía de los humanos como tantas veces se ha visto. El final del cuento prevé con gran fatalismo que, tras un instante de felicidad, se vuelve a la mediocridad porque, pese a que el ave haya salvado a la niña y que el hombre haya evolucionado, el pájaro azul vuelve a escapar. ¿Resignación? Destacamos lo que en nuestra opinión es más interesante en la obra: LA IMAGINACIÓN. Dice el Hada Beryluna: “Son curiosos los hombres. Desde la muerte de las hadas, ya no ven nada y ya no tienen imaginación. Afortunadamente, siempre llevo conmigo todo lo necesario para encender de nuevo los ojos apagados”.

El bello pájaro revelando lo desconocido a una pareja 
Joan Miró

   A tenor de esa desilusión proponemos el siguiente recorrido entre:

1.    SUGESTIÓN. Anatole France en “El libro de mi amigo”, 1885, escribió: “La imaginación, tal como la definimos, no es una facultad humana. El hombre es incapaz de imaginar lo que no ha visto, ni oído, ni sentido, ni probado…Todas las ideas proceden de los sentidos y la imaginación consiste, no en crear, sino en asociar ideas…Los griegos veían centauros, sirenas, arpías, porque habían visto anteriormente hombres, caballos, mujeres, peces y pájaros… Homero, o mejor dicho, el rapsoda desconocido, hace surgir de la espuma del mar una mujer bella “como una nube”. Es Thetis, una diosa. La naturaleza nos dio la mujer, el mar, la nube, y el poeta los asocia. Toda poesía, toda fantasía, proviene de asociaciones felices. No hay en el mundo sobrenatural ni un átomo que no exista en el mundo terrenal”.

Alexia Sinclair

2.    EMPATÍA. Stanislavski, antes de empezar a ensayar “El Pájaro Azul”, explicó a los actores: “Hay tres dificultades principales que tenemos que superar. Primero…debemos expresar lo inexpresable en el escenario; los pensamientos y sensibilidad de Maeterlinck son tan elusivos y sutiles, que sólo pueden ser transmitidos bajo las candilejas si nosotros…penetramos tan profundamente como sea posible en el misticismo del autor y creamos en el escenario una atmósfera…irresistible para el público. Segundo, la sensibilidad del público no está dispuesta para recibir y comprender pensamientos y sentimientos abstractos. Tercero, tenemos que personificar un sueño, un pensamiento, un cuento de hadas…y es más fácil vivir a través de sentimientos definidos e inteligibles, que a través de las sutiles vibraciones del alma de una naturaleza poética”.

Rudolf Nureyev en el ballet "El pájaro azul"

3.    QUÍMICA. Lavoisier dijo en su “Tratado elemental de Química”, 1789: “Pero comprendí mejor al ocuparme de este trabajo, que hasta entonces no había evidenciado los principios establecidos por el abate Condillac en su Lógica…Él estableció que no pensamos más que con el auxilio de las palabras, que las lenguas son verdaderos métodos analíticos, que el álgebra más sencilla, más exacta y más adecuada, en la forma de expresar su objeto, es a la vez una lengua y un método analítico; en fin que el arte de razonar no es más que una lengua bien hecha. Y, en efecto, mientras que sólo creía ocuparme de la nomenclatura, mientras que mi único objeto era perfeccionar la lengua química, el trabajo se transformó insensiblemente en mis manos, y sin poderlo evitar, en un tratado elemental de química”.

Catherine Alexandre

4.    FÁBULA. Rubén Darío comenzó “El pájaro azul”, 1888: “París es teatro divertido y terrible. Entre los concurrentes al café Plombier…ninguno más querido que aquel pobre Garcín, triste casi siempre, buen bebedor de ajenjo, soñador que nunca se emborrachaba, y, como bohemio intachable, bravo improvisador. En el cuartucho destartalado de nuestras alegres reuniones, guardaba el yeso de las paredes…estrofas…de nuestro pájaro azul. El pájaro azul era el pobre Garcín. ¿No sabéis por qué se llamaba así? Nosotros le bautizamos con ese nombre…Camaradas, habéis de saber que tengo un pájaro azul en el cerebro”.

 El suicidio, Édouard Manet

   5. VULNERABILIDAD.  Charles Bukowski compuso:

                              Hay un pájaro azul en mi corazón que
                              quiere salir
                              pero soy duro con él,
                              le digo quédate ahí dentro, no voy
                              a permitir que nadie
                              te vea. […]

                              hay un pájaro azul en mi corazón
                              que quiere salir
                              pero soy demasiado listo, sólo le dejo salir
                              a veces por la noche
                              cuando todo el mundo duerme.
                              Le digo ya sé que estás ahí,
                              no te pongas
                              triste.

                              luego lo vuelvo a introducir,
                              y él canta un poquito
                              ahí dentro, no le he dejado
                              morir del todo
                              y dormimos juntos
                              así
                              con nuestro
                              pacto secreto
                              y es tan tierno como
                              para hacer llorar
                              a un hombre, pero yo no
                              lloro,
                             ¿lloras tú?
 
El niño con la paloma, Picasso, 1901 
 National Gallery






sábado, 26 de marzo de 2011

DESTINO

LAYLA Y MAJNUN

María Luisa Arnaiz Sánchez

Anna Maria Elisabeth Lisinska Jerichau-Baumann

   Un poema de origen árabe que Nezami reelaboró en 1192  y en el que algunos han querido ver un antecedente de “Romeo y Julieta” lleva el título de “Layla y Majnun”. La historia trata de una pareja que ve frustrada su pasión, pero en realidad su deseo no es más que la reproducción del ansia espiritual por lograr la unión mística con Dios. Layla, “noche” en árabe, personifica “la tiniebla más luminosa que la luz” y simboliza La Belleza; Majnun, "poseído" sobrenombre de Qais, personifica la ascesis que debe practicar el hombre para despojarse de todo lo que le lastra en su camino hacia Dios. Abenarabi y san Juan de la Cruz escribieron trascendentes poemas bajo este supuesto.

La historia de Layla y Majnun

   Cuenta la historia que un matrimonio ya mayor pidió a Alá que le concediera un heredero y nació Qais. El padre, agradecido, mandó construir una escuela a la que asistía el muchacho y un día se incorporó Layla. Los adolescentes cayeron fulminados por el amor. Tan visible era el enamoramiento de Qais y tanto encarecía a su amada, que ella no regresó a las aulas y él, obsesionado, se instaló en un monte con la esperanza de verla pasar. Nunca llegó a ocurrir y su estado mental se alteró hasta tal punto que lo llamaron Majnun, “loco”. Una vez tres amigos le propusieron entrar disfrazado en casa de Layla y los enamorados se quedaron embelesados durante todo el rato. Qais se fue y ella no habló de este encuentro en su vida.

En la escuela

     El padre de Qais quiso poner fin a esta situación y pidió la mano de Layla pero su progenitor se la negó por no entregar su hija a un demente. El muchacho abandonó su casa y vagó desnudo por el desierto entre las bestias, donde se quedó componiendo versos el resto de sus días. Layla fue casada con un mercader y, cuando Qais lo supo, le dedicó un poema al que ella contestó: “Oh, Qais, tu amor se ha convertido en llama que todo lo quema. El mío ha sido siempre el silencio”. Layla murió virgen y Qais se dirigió a morir a su tumba, que se tornó en lugar de peregrinación. En un sueño un sufí vio a Qais en el paraíso con Alá y le preguntó por Layla. Dios le dijo: “Layla está en el más enaltecido de los estados, simplemente porque su amor permaneció siempre oculto”.

En la casa

   Nezami compuso el poema a petición del Shirvanshah Akhsatan y dudó de su fortuna en cuanto a la audiencia refinada y urbana que le leía, pero su hijo lo convenció con este razonamiento: “allí donde se lean historias de amor, esta será como la especia” (la sal para nosotros). Reuniendo varias versiones beduinas sobre la materia, versificó los cuatro mil seiscientos dísticos en apenas cuatro meses, aunque, una vez difundidos, la obra sufrió nuevas modificaciones conforme se extendía. “Leyla y Majnun” está basada en un hecho real ocurrido en los desiertos de Arabia en el siglo VII y se la conoce popularmente como “El jardín de rosas del alma”. 

En el jardín

   La historia sigue impresionando a los jóvenes musulmanes de hoy porque se debaten entre aceptar la liberación sexual de Occidente o ser fieles a la tradición secular de Oriente que deja en manos de las familias el arreglo de los matrimonios. ¿El amor? Eso es otra cosa. De los poemas atribuidos a Ibn Qays al-Mulawwah reproduzco dos:

            Every breeze that blows               Toda brisa que sopla
            brings your scent to me;                     me trae tu aroma;
            Every bird that sings                               todo pájaro que canta
            calls out your name to me;                me gorjea tu nombre;
         Every dream that appears             todo sueño que aparece
         brings your face to me;                 me trae tu rostro;
         Every glance at your face             toda mirada de tu cara
         has left its trace with me.              ha dejado su huella en mí.
         I am yours, I am yours,                   Soy tuyo, soy tuyo,
         whether near or far;                       esté lejos o cerca;
        Your grief is mine, all mine,           tu congoja es mía, toda mía,
           wherever you are.                          dondequiera que estés.

Youth seeking his father's advice on love

   El futuro está velado a nuestros ojos. Los hilos del destino de cada hombre se extienden más allá de los límites del mundo visible.

Layla

   En el siglo XIII Abenarabi, usando términos de la poesía erótica, describió el deseo amoroso como “el amor excesivo (que) invade por entero a todo el hombre y acaba por obcecarlo, hasta el punto de que no ve ya cosa alguna que no sea su amado”, lo que le pasó a Qais. Entre sus poemas he elegido un ejemplo de tolerancia suma y tres relacionados con el misticismo que me recuerdan la lírica andalusí:
 
Las creencias más diversas
tienen de Dios las personas,
mas yo las profeso todas:
creo en todas las creencias.

¡Por la verdad de la pasión proclamo
que el deseo es la causa del deseo!
Si el corazón no lo llevara dentro,
no sería el deseo así adorado.

Cuando se muestre mi Amado,
¿con qué ojo Lo veré?
Con Su ojo, no mi ojo,
pues no Lo ve sino Él.

Con el alma mía
yo me desposé,
y era mi marido
siendo mi mujer.

 Mahmoud Farshchian

   De san Juan de la Cruz transcribo mi preferido en relación con el tema:

En una noche oscura,
con ansias, en amores inflamada
¡oh dichosa ventura!,
salí sin ser notada
estando ya mi casa sosegada.

A oscuras y segura,
por la secreta escala disfrazada,
¡Oh dichosa ventura!,
a oscuras y en celada,
estando ya mi casa sosegada.

En la noche dichosa
en secreto, que nadie me veía,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz y guía
sino la que en el corazón ardía.

Aquesta me guiaba
más cierto que la luz del mediodía,
adonde me esperaba
quien yo bien me sabía,
en parte donde nadie parecía.

¡Oh noche que guiaste!
¡Oh noche amable más que la alborada!
¡Oh noche que juntaste
Amado con amada,
amada en el Amado transformada!

En mi pecho florido
que entero para él sólo se guardaba,
allí quedó dormido,
y yo le regalaba,
y el ventalle de cedros aire daba.

El aire de la almena,
cuando yo sus cabellos esparcía,
con su mano serena
en mi cuello hería
y todos mis sentidos suspendía.

Quedéme y olvidéme,
el rostro recliné sobre el Amado,
cesó todo y dejéme,
dejando mi cuidado
entre las azucenas olvidado.

Desnudo con alcatraces, Diego Rivera

   Como epítome, valga “El poeta pide a su amor que le escriba”, uno de los sonetos del amor oscuro de Federico García Lorca:

Amor de mis entrañas, viva muerte,
en vano espero tu palabra escrita
y pienso, con la flor que se marchita,
que si vivo sin mí quiero perderte.
El aire es inmortal. La piedra inerte
ni conoce la sombra ni la evita.
Corazón interior no necesita
la miel helada que la luna vierte.
Pero sufrí. Rasgué mis venas,
tigre y paloma, sobre tu cintura
en duelo de mordiscos y azucenas.
Llena pues de palabras mi locura
o déjame vivir en mi serena
noche del alma para siempre oscura.

 Peonías, Renoir


miércoles, 23 de marzo de 2011

OROPEL

EL GALLO DE ORO

Antonio Campillo Ruiz

Woman in Neapolitan Costume
Massimo Stanzione, 1635
Fine Arts Museums, San Francisco

   El 24 de septiembre de 1909 se estrenó en Moscú una ópera de Rimski-Kórsakov con el título de “El gallo de oro”. A España llegó en 1944 y su representación tuvo lugar en el Tívoli de Barcelona. El drama se basa en un poema de Pushkin, quien se había inspirado para su composición en un relato que le había contado su aya. La historia trata de un rey, Dodon, al que un astrólogo le regala un gallo de oro que tiene la virtud de cantar y aletear cuando percibe un peligro. En la primera ocasión en que se oyó el canto del gallo, Dodon puso a la cabeza del ejército a sus dos hijos y, cuando el gallo batió las alas y emitió su quiquiriquí por segunda vez, el propio rey salió al frente de sus soldados.

Le coq d’or, Ivan Yakovlevich Bilibin

   Luchó contra la reina Shemajan, por cuyo amor se habían matado sus hijos, y, tras vencerla, cayó hechizado de su embrujo y decidió llevársela a su reino, donde vivieron una relación ridícula a ojos de los cortesanos. Un día se presentó en palacio un astrólogo que le pidió, como pago del gallo, a Shemajan y Dodon se enfureció tanto, que lo golpeó con el cetro y lo mató. Entonces, mientras subía los peldaños para entrar en palacio, el fabuloso gallo se abatió sobre él y lo mató a picotazos. El país se sumió en la oscuridad y, cuando la luz retornó, se vio que no quedaba rastro de la reina ni del gallo. En tanto que el pueblo llora al desventurado rey, cae el telón y se ve aparecer al astrólogo a modo de deus ex machina. Revela que es Shemajan y que los otros personajes eran producto de la fantasía.

Le coq d’or, Ivan Yakovlevich Bilibin

   La música se caracteriza por la magnífica instrumentación y por los brillantes hallazgos de Rimski-Kórsakov, entre los que significo el grandioso coro del sol y los sonidos del gallo. Fue vox populi en su tiempo que, durante su elaboración, el compositor tuvo presentes el éxito obtenido con otros textos de Pushkin, como “El zar Saltan” que Iván Bilibin había ilustrado, el que Nicolás II hubiera atacado Manchuria y Corea iniciando la impopular guerra ruso-japonesa, acabada en desastre y comparada luego con la derrota del primer combate de “Le coq d’or” -la ópera se interpretó en francés-, y el que pretendiera denunciar la situación de servidumbre del pueblo llano, origen de la Revolución Rusa de 1905, habida cuenta de que apoyó las protestas de los estudiantes del conservatorio de San Petersburgo que le ocasionaron el cese como director. Aunque terminó su obra en 1907, la representación fue prohibida por los censores bajo la excusa del parecido entre el rey Dodon y el zar Nicolás II.

La reina Shemajan

   Juan Rulfo escribió “El gallo de oro” a finales de la década de los cincuenta del siglo pasado pero la obra, novela o cuento, como él mismo la denominó, no se publicó hasta veinticinco años después. Es posible que en ello influyera la gran expectación levantada por su extraordinaria novela “Pedro Páramo”, editada en 1955, el querer contener las inevitables comparaciones que se harían -para las que se precavió con comentarios despectivos- y la polémica suscitada acerca de los géneros literarios. La protagonista, Bernarda Coutiño, La Caponera, personificación de la libertad, queda atrapada en las mallas de la correcta sociedad, una vez que se casa y es madre, siendo la nostalgia de su vida pasada la que la conduce a la muerte. Su pérdida desencadena el suicidio de su marido y su hija, La Pinzona, repite su historia y cierra el círculo que traza la novela.

Naturaleza muerta con loro, Frida Kahlo

   La obra de Rulfo fue llevada al cine en dos ocasiones. La primera, homónima en el título, fue dirigida por Roberto Gavaldón en 1962 y tuvo guión de Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes y el propio director. La segunda, titulada “El imperio de la fortuna”, es de 1985 y fue dirigida por Artur Ripstein. “El gallo de oro” se realizó en época de decadencia del cine mejicano y es un ejemplo de maniqueísmo deliberado pues Dionisio, descrito por Juan Rulfo en estos términos: “antes que Dionisio Pinzón transformara su humildad en soberbia”, a pesar de salir de la pobreza, sigue siendo desinteresado y es la contrafigura del prepotente Lorenzo Benavides, que logra cuanto se propone haciendo oídos sordos a las implicaciones.

Frutos de la vida, Frida Kahlo

   Rulfo había caracterizado a su personaje de pregonero, “quien así ejercía este oficio era Dionisio Pinzón, uno de los hombres mas pobres de San Miguel del Milagro. Vivía en una casucha desvencijada del barrio del arrabal, en compañía de su madre, enferma y vieja, mas por la miseria que por los años” y lo había ubicado en un medio que conocía muy bien: el de miles de humildes campesinos que se habían visto obligados a abandonar sus casas a principios del XX como consecuencia de la Revolución Mejicana y de la Guerra Cristera. A pesar de la enorme distancia espacio-temporal que los separa, posee cierta similitud con el desafortunado Lázaro de Tormes que por fin salió de pobre cuando aceptó “cierta bajeza” y fue pregonero.

Viva la vida, Frida Kahlo

   Con un nombre que hace alusión a la fortuna, como  menciono  anteriormente, se llamó esa segunda producción cinematográfica, llevada a cabo en la década de los ochenta en los momentos en que Méjico volvía a atravesar una crisis económica y social considerable. Si con la primera película se trató de volver al paraíso perdido del cine mejicano, con la otra se buscó que la gente se identificara con el protagonista para poder afrontar la adversa situación del país. De esta manera, la propicia ventura del pregonero debería imbuir a los ciudadanos de esperanza en el porvenir, a la vez que anunciaba o justificaba que todo cambio requiere un precio. Así pues, creo que tanto la ópera de Rimski-Kórsakov como la novela de Rulfo se gestaron en un marco político de denuncia social contra la pobreza que es, sin duda alguna, la causa de todo tipo de conflicto.

Frida Kahlo




domingo, 20 de marzo de 2011

A ULTRANZA

CARTAS DE BATALLA

María Luisa Arnaiz Sánchez

Caballero, Vittore Carpaccio, 1510
Museo Thyssen-Bornemisza

   Johanot Martorell, nacido en Gandía en 1413 o 1414 y muerto en Valencia en 1468, autor principal de “Tirant lo Blanch”, no solo vivió con pasión el ambiente excitante de peleas y desafíos de su época, sino que, al igual que su hermano mayor, que se batió con Ausías March, su cuñado, envió a su primo Johan de Monpalau en 1437 su primera “lletra de requesta de batalla a ultranza”, o sea, “a muerte”. La acusación era haber dado palabra de matrimonio a su hermana Damiata y haberle robado el honor, así que lo convocaba a un juicio de Dios y le decía que lucharían con todo tipo de armas, incluso sin armaduras -algo insólito-, a pie o a caballo, y que debía procurarse un juez o él lo buscaría.

Hortus deliciarum

   Johanot quería mantener esta lid no por lucimiento caballeresco, sino porque su primo, bajo la promesa de casarse, había celebrado una boda secreta. Johan le contestó a los cuatro días diciéndole “havets mentit e mentrets per vostra gola” pero aceptó el reto, le dijo que buscara juez y que lucharía a caballo. Lo sorprendente del caso es que aseguró no haber dado palabra de matrimonio a su prima y, sin embargo, no negó que la hubiera “deshonestamente manchado y deshonrado”. Como estas cartas se colocaban en las calles y en las puertas de las iglesias, la difusión de la deshonra era pública, de ahí el alcance y gravedad del asunto.

Fuente de la juventud, Jacques Iverny, c.1420
Castillo de Mantua

   Hasta julio se cruzaron dieciséis cartas sobre el procedimiento. Monpalau, que pensaba que su primo no pretendía nombrar juez -el rey de Aragón no podía ser porque los reyes solo dirimían pleitos de traición entre sus vasallos-, recibió en abril de 1438 una carta fechada en Londres, en la que Martorell le comunicaba que, con la ayuda de Dios, había encontrado un juez imparcial que les convenía: “el rey de Inglaterra y de Francia, el cual nos tiene aparejados gentil lugar y fiestas”. Era Enrique VI, primo segundo de la primera princesa de Asturias, Catalina Lancáster, madre de María de Castilla, reina de Aragón, al que había expuesto su querella.

La fuente de la juventud, Lucas Cranach, 1546

   Francesch Oliver, el portador de la carta, fue encarcelado y se le confiscó la citación del rey inglés al pisar territorio aragonés porque la reina María no autorizaba las peleas entre sus vasallos. De paso, un pariente y procurador de Monpalau, Perot Mercader, afirmó en la corte inglesa que Martorell se había ausentado de Valencia sin pedir permiso al infante don Enrique y, por consiguiente, el combate carecía de justificación. Entonces Johanot lo requirió a una batalla a ultranza por medio del heraldo del conde de Huntingdon, ya que había olvidado que “todo caballero y gentilhombre por su oficio está obligado a mantener y ayudar a damas y a doncellas, y vos, menospreciando la orden de caballería, obráis contra ellas, queriendo excusar de palabra a quien ha cometido maldad”.

Juez. Libro de los torneos, Barthélémy d’Eyck, c. 1460

   La batalla entre los primos rivales no se llegó a celebrar. Martorell regresó a Valencia e intentó reparar la deshonra de su hermana, ya que no el honor que se cifraba entre las piernas de las mujeres y solía lavarse con sangre. Habían pasado casi dos años desde que inició la correspondencia con Monpalau, en los que vivió como a los españoles gusta: en la apariencia -ser es parecer-. La reina intervino y Alfonso V en enero de 1445 sentenció que cesaran las disputas entre las dos familias y que Johan de Monpalau pagara a Damiata cuatro mil florines; se cree que no se casó porque figura registrada como soltera en 1462. Al parecer el resarcimiento dinerario solo afectaba a los estamentos privilegiados y no al resto de mujeres agraviadas.

 Fiesta cortesana

   Estos lances motivaron la firma de ciertos documentos, llamados “ALBARANES”, para que las mujeres se aseguraran la protección ante la ley (otros escritores se verán enredados por este motivo, como Pere Torroella, el autor de “Coplas de maldecir de mujeres”, y Miguel de Cervantes a causa de su hermana Andrea en 1565). La Literatura copió la realidad y en las novelas de caballerías se reprodujeron estas conductas, verbi gratia, Martorell dispuso que Tirant y Carmesina se consideraran casados cuando, delante de un relicario e invocando a san Pedro y san Pablo, ella cogió la mano de él y pronunció: “Yo, Carmesina, doy mi cuerpo a vos, Tirante el Blanco, por leal mujer, y tomo el vuestro por leal marido”.

Jardín del amor

   El siguiente documento, inédito hasta ser revelado por Rodríguez Risquete en 2008, confirma el proceder de la Iglesia católica en estos casos: Roma, 3 de diciembre de 1455. “Dispensa matrimonio a favor de Pere Torroella, caballero, y Violant de Llebià, doncella, por causa de consanguinidad de segundo y tercer grado. Pere Torroella y Violant se habían casado per verba, con lo que, de no concederse la dispensa, se seguiría un divorcio que provocaría escándalos graves y mantendría a Violant difamada para siempre. Se hace constar que no existe impedimento de rapto, y que del matrimonio no fue carnali copula…subsecuta. Para que la descendencia sea legítima, deben contraer matrimonio nuevo.

Danza cortesana

  Citaré un caso, ocurrido antes del Concilio de Trento, 1545-1563, que exigió al respecto la autorización paterna para los menores, la publicación de amonestaciones y la presencia de un sacerdote en las bodas, cuyo testimonio ilumina la frecuencia de enlaces clandestinos. En agosto de 1520 Gaspar Burgés de Sant Climent con gente armada a sus órdenes raptó a una doncella en Sarriá, que era hija del conseller de la Ciudad Condal. El Consejo Municipal ofreció trescientos florines a quien lo apresara y movilizó a doscientos hombres en su busca; días después la joven fue encontrada en casa de su tío Galcerán Ferrer. Cuando Gaspar se enteró de que el padre de Isabel quería casarla, le envió una carta de batalla en la que le comunicó que la joven era su mujer. En opinión de Martín de Riquer el padre debió transigir ya que documentó un varón con los apellidos de la pareja.

El rapto

   La carta en cuestión, vertida al español, decía así: “Mossén Juan de Gualbes. Por muchos tratos que hayáis tenido para hacerme matar, siempre he desviado los caminos de malicia hasta que he sabido que queréis casar a mi señora Isabel…hija vuestra, pues la verdad es que yo estoy casado con ella por palabra de honor y por cópula carnal, y que con su licencia me la llevé. Y aquella noche, antes de meternos en la cama, me pidió un peine con que se peinó…y una camisa de las mías, que se puso. Como marido y mujer estuvimos los dos desnudos en la misma cama, muy pacíficamente, sin contradicción. Y a la noche del día siguiente me mandó que la dejara en poder de mossén Galcerán Ferrer, como se hizo. Por lo tanto, si osáis decir lo contrario, o que, queriendo casar con otro a mi señora Isabel…hasta que primeramente sea visto por la justicia si es o no mi mujer, con mi persona os lo combatiré por batalla a ultranza. Y para memoria de la verdad os envío el presente cartel, partido por A B C, sellado con mis armas de Sant Climent y subscrito con mi nombre, por medio de Ucart Sibo, trompeta, en relación con el cual estaré. Dado en el castillo de Durbán, del vizcondado de Narbona, donde encontraréis como procuradores míos a mossén Juan de Plen y mossén Oliver de Plen para dar vuestra respuesta, a 4 de diciembre de 1521. Gaspar Burgés de Sant Climent.” 

Marte e Ylia, Francesco del Cossa. Palazzo Schifanoia




miércoles, 16 de marzo de 2011

KAGUYAHIME

EL CUENTO DEL CORTADOR DE BAMBÚ

María Luisa Arnaiz Sánchez

En recuerdo de Japón

 Grabado Ukiyo-e

   NACIMIENTO DE KAGUYAHIME

   Hace ya mucho tiempo, había un viejo cortador de bambú. Andaba por los campos y montes cortando bambúes para los más diversos usos. Se llamaba Sanuki no Miyatsuko. Un día, encontró un bambú cuyo pie resplandecía. Intrigado, el viejo se aproximó y vio que la luz provenía del interior de una sección del tronco. Al cortarlo, halló a un ser humano del tamaño de tres pulgadas sentado con una gracia sin igual. El viejo cortador dijo así:
- Ya que te encuentras dentro del bambú que veo cada mañana y cada tarde, queda claro que estás destinada a ser mi hija.
   Y se la llevó a casa en la palma de la mano. La confió a su anciana mujer para que la criara. Su encanto era infinito. Como era tan pequeña la cuidaron metida en una cesta de bambú.
   El viejo cortador de bambú seguía cortando bambúes. Pero desde que halló a la niña,  empezó a encontrar bambúes con oro dentro de cada sección. Así se fue haciendo rico poco a poco.
   La niña, a medida que la alimentaban, se la veía crecer, y al cabo de tres meses era ya tan alta como un adulto. De manera que le organizaron la ceremonia de recoger el cabello en lo alto y la vistieron de mayor. La cuidaban con gran amor y nunca la dejaban salir de detrás de los visillos. No había belleza comparable a la suya en el mundo y todos los rincones de la casa estaban llenos de la luminosidad de su hermosura. Si el viejo se encontraba mal, se ponía bien al verla. Si estaba enfadado por algo, se le pasaba.

Llegada de Kaguyahime, Tosa Hiromichi, c. 1600

   El viejo cortador de bambú seguía encontrando oro en los bambúes, de forma que se hizo rico y poderoso. Cuando la niña se hizo mayor, el viejo llamó a Inbe no Akita, sacerdote de Mimurodo, para decidir su nombre. Akita la llamó Nayotake no Kaguyahime -la Princesa resplandeciente de flexible bambú-. Los festejos se sucedieron durante tres días y tres noches. Lo celebraron con grandes banquetes y con todo tipo de diversiones. Fueron invitados todos los hombres casaderos sin distinción y se divirtieron enormemente.
   Todos los nobles del país, los nobles y los no tan nobles, al oír cuanto se decía sobre la Princesa, se volvieron locos por conseguirla y casarse con ella. Como era tan difícil verla, incluso para los miembros de la casa, los ajenos se pegaban a las tapias de alrededor y a las puertas del recinto y se reunían enloquecidos y desvelados en las noches oscuras sin luna para espiarla a través de los agujeros que hacían en las vallas. Dicen que desde entonces se empezó a decir ‘llovía’ -llamar insistentemente- para pretender a la amada.

Partida de Kaguyahime, Tosa Hiromichi, c. 1600

   Así comienza “El cuento del cortador de bambú”, obra anónima de finales del siglo IX o principios del X, primer texto japonés de ficción del que se tiene noticia. El aliciente para acercarme a estos cuentos vino por “Tres momentos de la literatura japonesa” de Octavio Paz en “Las peras del olmo” y empecé leyendo algunas historias de “Genji Monogatari”, obra de 1006 escrita por Murasaki Shikibu.

Murasaki Shikibu reading a handscroll, Yoshitoshi

   Kaguyahime impuso a los pretendientes unas pruebas dificilísimas de superar: todos fracasaron. A uno le pidió que le trajera el cuenco de Buda, a otro, la rama de gemas de horai, a aquel, la piel del ratón de fuego, a este, la joya de un dragón, y al último, una especie de concha que guardaban las golondrinas. El primero, Ishitsukuri, cogió un cuenco cualquiera de un monasterio y se lo mandó; como no desprendía brillo, ella supo el engaño y lo devolvió. El segundo, Kuramochi, fingió partir pero encargó hacer la rama a unos orfebres; cuando reclamaron su salario, se descubrió la farsa. 

Rama de almendro en flor, Van Gogh

   El tercer aspirante, Abe no Miushi, pagó por que le compraran la incomparable piel y se la llevó a Kaguyahime; dado que no ardía, dijo a su padre que la echara al fuego y se quemó. El cuarto, Otomo no Miyuki, envió a sus criados por la joya que pendía del cuello de un dragón y que irradiaba cinco colores; al no regresar, se embarcó y fracasó. El último pretendiente, Isonokami no Marotari, creyó que llevaba el koyasugai pero descubrió, cuando se caía del nido, que había cogido excremento de golondrina. Kaguyahime le escribió un poema y, apenas él lo leyó y le respondió, murió. Es evidente que estas cinco peripecias implican una enseñanza: el destino es uno u otro, según la decisión que se tome. 

Ola femenina, Hokusai

   El emperador, interesado de “oídas”, encargó a una cortesana que se informara de cuanto concernía a Kaguyahime y, como ella ni siquiera pudo verla, escribió al padre exigiéndosela. “Si obedezco a lo que hoy o mañana puede ordenar Su Majestad, ya no podría mirar nunca más a la gente a la cara” dijo la joven a su padre. El emperador entonces, valiéndose de una estratagema, logró verla e intentó raptarla, momento en el que se convirtió en una sombra. Le rogó que volviera a su figura, cosa que hizo, y la fascinación por ella no lo abandonó ya. Pasaron tres años escribiéndose.

Chiyojo by mosquito net, Yoshitoshi

   Una primavera Kaguyahime se entristeció y, al acercarse la luna del octavo mes, su llanto fue incontenible. Reveló que el día quince vendrían por ella ya que era de “la capital de la luna”. El emperador, a ruegos del padre, apostó un ejército alrededor de su casa y, a la media noche, una inmensa luminosidad inundó el entorno. Del cielo, en un vehículo volador cubierto por una sombrilla de seda, bajaron unos hombres con un traje resplandeciente. “El que parecía el rey” llamó a Miyatsuko y le dijo que por sus méritos lo había ayudado enviándole a Kaguyahime pero que ahora, cumplida la condena que la retenía en la tierra, ella tenía que marcharse.

Woman, Yoshitoshi

   De nada sirvieron lágrimas ni armas, pues Kaguyahime se separó de los brazos de su madre, pidió a su padre que la mirara mientras ascendía al cielo y le dejó una carta para que la leyera siempre que la recordara. Los celestiales le pidieron que tomara la “medicina” y se pusiera el “vestido de pluma”. Ella sabía que de hacerlo perdería  sus sentimientos y escribió al emperador. Entregó la carta y el elixir, la enfundaron en el traje y se esfumó. El emperador ordenó quemar  la carta y el elixir de la inmortalidad en la montaña más alta, el volcán Fuji, que desde entonces sigue ardiendo. De este modo, el relato que comenzaba atemporalmente se cierra en el presente como si hubiéramos hecho un viaje de ficción.

The foxfires, Yoshitoshi

   De los modelos culturales entre Oriente y Occidente señalo que la sugestión de la luna para los japoneses es maléfica a diferencia del halo romántico que nosotros le damos, siendo idéntica la sensación de que el tiempo se dilata en estado de felicidad. Simbólicamente se pueden relacionar ad contrarium por la “golondrina” porque, si en Japón encarna la reproducción, en la tradición grecolatina encarna la esterilidad: Filomela fue convertida en ese pájaro porque, violada por su cuñado, acordó con su hermana Procne matar al hijo de ambos y servírselo en la comida. Habiendo desechado el relieve de la comunicación escrita en el texto y el vestido de pluma, símbolo de insensibilidad, termino solidarizándome con el dolor humano.

The ghost, Yoshitoshi