martes, 31 de mayo de 2011

EL FUTURO QUE PASÓ

LA REALIDAD INCIERTA

Antonio Campillo Ruiz
                                                                                                             A Marisa

     
            “Las unidades de información
             son lo que crea la realidad,
             no las unidades de materia
             ni de energía”.
              Vlatko Vedral

“La escala más pequeña del universo – la que se rige por las leyes de la física cuántica – parece un desafío al sentido común. Los objetos subatómicos pueden estar en más de un sitio a la vez, dos partículas en extremos opuestos de una galaxia pueden compartir información instantáneamente, y el mero hecho de observar un fenómeno cuántico puede modificarlo radicalmente”.

Entrelazados

   Einstein no quería llamarlo por su nombre. Llamaba “telepatía cuántica” al entrelazamiento y “acción fantasmal a distancia” a la relación entre partículas que ocupan dos lugares a la vez. Posiblemente tenía razón. Él, que fue quien estableció teorías que han incrementado exponencialmente los estudios de la Física cuántica, no estaba satisfecho al admitir tan complejos fenómenos. Que exista la superposición, que la medida realizada sobre las características de un objeto cuántico varíe el estado del mismo, que el mero hecho de observar un fenómeno lo modifique, etc., son unos importantes y reales desafíos al sentido común.

Newton y Einstein

Superposición

   Y así es porque, con una claridad inimaginable, un ser humano puede explicar con facilidad las vivencias del futuro que pasó. Si sus partículas subatómicas han experimentado hechos que sucedieron y con el transcurrir de un tiempo infinitesimal se encuentran en otro lugar de la inmaterial materia, cuando consideremos a ésta como tal, dichas partículas volverán a experimentar un presente que fue futuro y, por tanto, ya es pasado en este nuevo estado.

Multidimensionalidad

   Este juego espaciotemporal de una inmaterialidad que se opone a la racionalidad requiere una atención especial, un estudio tan detallado y verosímil, para exponer con claridad los procesos novedosos que, por regla general, sobrepasan nuestra capacidad lógica, sobre todo al contrastarlos con algunas experiencias consideradas como de “normalidad física”.

Simultaneidad espaciotemporal

   Veamos. Aparentemente se nombra a la “dimensión tiempo” cuando se expresa la palabra simultaneidad. Claro, si la partícula subatómica se encuentra en varios espacios “simultáneamente”, aun no nombrando el tiempo explícitamente, se sobrentiende que su concepto queda establecido como unidad espaciotemporal. Esta simultaneidad puede producirse en dos puntos tan separados entre sí como son los extremos de una galaxia. Si el proceso es examinado por un observador externo, la simultaneidad desaparece y el proceso físico se produce como cualquier otro “físicamente correcto”. Pero, vamos a suponer que el observador externo puede percibir a ambas partículas, entonces, para éste el tiempo en el que transcurre la duplicidad espacial debe ser el mismo ya que es simultáneo. Para una de las partículas con respecto a la otra ya no es tan claro que el tiempo transcurra en el mismo instante. Puede que en una de ellas su existencia espaciotemporal con respecto a la otra transcurra en el pasado o en el futuro ya que, aun existiendo la simultaneidad espacial, los tiempos en unos puntos tan enormemente alejados entre sí no tienen por qué ser los mismos. De modo que, una partícula se puede encontrar en su presente mientras que ella misma, en otro espacio y “simultáneamente”, se puede encontrar en su futuro.

¿Simultáneo?

   Esta dualidad temporal no se refleja con la claridad que sería necesaria ya que nuestra concepción del tiempo físico común siempre la definimos como unidimensional y unidireccional. Los sucesos del pasado apreciados en el presente ya son inteligibles, incluso en los fenómenos físicos tradicionales, mediante la comprobación tácita de vivir en nuestro presente sucesos ocurridos hace miles de años, como es el ejemplo de estrellas o galaxias desaparecidas en nuestro pasado, siendo vislumbrado tal fenómeno en nuestro presente.

El futuro que pasó

   Pero la comprensión del tiempo desde los estudios realizados por Einstein ya es muy diferente. Espacio/tiempo y su contracción o dilatación empiezan a no ser muy bien explicados en lo enormemente pequeño. Einstein ha sido crucial para el desarrollo de la Física moderna en lo enormemente grande, pero el mundo subatómico es tan caótico, tan poco ortodoxo, tan peculiar, y sin embargo tan real, que la simultaneidad espacial y quizás no la simultaneidad temporal en un instante están provocando unos procesos de investigación tan importantes, tan serios y tan novedosos, que volverles la espalda supondría un retroceso en la investigación que, como en otras ocasiones históricas, retrasaría la vida científica hasta cotas casi irrecuperables.
    
Espacio físico normal, Manhatan

 Espacio físico arrugado, Manhatan

   Un día no lejano seremos capaces de “arrugar el espacio” para conseguir viajar a velocidades superiores a la luz. Y, ¿para qué tanta velocidad? Quizás no esté bien expresada la primera frase de este párrafo: no se trata de conseguir velocidades superiores a la de la luz, se trata de “acercar el espacio/tiempo futuro”, aquel que se encuentra más lejos al presente. De esta forma conseguiremos llegar al futuro, más rápido, más velozmente que la luz. Llegaremos al futuro en el presente. El siguiente paso será llegar al futuro en el pasado.

Acercamiento del espacio/tiempo al futuro 

sábado, 21 de mayo de 2011

KAMA SUTRA

UN KAMA SUTRA ESPAÑOL

María Luisa Arnaiz Sánchez
Antonio Campillo Ruiz

Zinaida Evgenievna Serebryakova

   “Un Kama Sutra español” es el primer tratado erótico escrito en castellano por un anónimo morisco español expulsado de España cuando Felipe III decretó la llamada Expulsión de los moriscos en 1609. Aunque se le dio ese título de cara a su publicación en 1992 -su autor lo dejó sin encabezamiento-, no hay que llamarse a engaño pues no se trata de un libro pornográfico ni frívolo sino de una obra o manual que instruye sobre los placeres eróticos. El manuscrito, que “desmiente dos milenios de educación sexual cristiana”, tal vez pudo ser adquirido por el arabista Pascual Gayangos, que lo legó a la Academia de la Historia de Madrid -luego se encontró una copia del XVIII en el Palacio Real-, y estuvo olvidado hasta que Luce López-Baralt, profesora de árabe en la Universidad de Puerto Rico, lo dio a conocer tras una exhaustiva investigación.

Edgar Degas

   Del autor solo se puede decir que fue un español de credo musulmán que practicó solapadamente sus creencias, ¡tan larga era la mano de la Inquisición! Para asombro de los no versados en materia apenas difundida,  dejó este testimonio: “unos (inquisidores) decían que fuesen muertos todos (los moriscos), otros que fuesen capados, otros que se les diese un botón de fuego en parte de su cuerpo para que con él no pudiesen engendrar”. Se refería a los malintencionados planes del obispo Salvatierra: “Esta gente se puede llevar a Terranova…donde se acavarán de todo punto, specialmente capando a los másculos grandes y pequeños y las mugeres” reproduce Pascual Boronat y Barrachina. También sabemos, por lo que explica, que le gustaba la música y que era un apasionado admirador de Lope de Vega. En cuanto a la intención que lo mueve a escribir, declara que pretende enseñar la religión islámica y recordar a sus coexiliados la amable acogida que tuvieron en Túnez. Nunca olvidó su patria y, como dijo el morisco Ricote a Sancho: “dondequiera que estamos lloramos por España, que, al fin, nacimos en ella y es nuestra patria natural”.

Henri de Toulouse-Lautrec

   El apátrida estructura su manual sobre el sexo entre cónyuges de modo parecido a “Vivificación de las ciencias de la fe” de Algazel, iraní muerto en 1111. Primero habla de la pedida de la novia y de la boda, sigue con la instrucción de la mujer, el tratamiento igualitario que debe prestar el marido a sus distintas esposas, los beneficios espirituales y sociales del matrimonio, y concluye con la forma de efectuar el acto sexual. El escritor impresiona al describir la cópula desde los escarceos previos al abrazo amoroso, pasando por las posturas, la consecución de un orgasmo simultáneo, las abluciones después del coito, etc., sin asomo de culpabilidad e intercalando azoras coránicas, ya que el Corán recomienda que la coyunda sea una obligación placentera. Es más, para sorpresa de los cristianos, nuestro narrador defiende el derecho de la mujer a expresar todos sus deseos sexuales. 

María Blanchard

   No cabe duda alguna acerca de que este manual de erotología (de ‘eros’ y ‘logos’, tratado de lo erótico) se aleja de las enseñanzas que un católico ha recibido y se mantienen hoy en dicha materia. Desde el constructor del Cristianismo, san Pablo, en Corintios, “es mejor casarse que abrasarse…no es bueno que el hombre toque a la mujer”, pasando por san Agustín, que eleva a pecado el coito que no se haga para procrear en “De bono coniugali”, “exigere (debitum coniugale) ultra generandi necessitatem, culpa venialis”, san Jerónimo que en “Adversus Jovinianum” explicita ser impura toda unión sexual, hasta santo Tomás con su afirmación en “Tratado del matrimonio” de que el coito no es pecado solo en el caso de que el placer que se obtenga cause desagrado, ¿qué se le puede pedir a un católico sino que sea consecuente con su fe, esto es, que se reprima sexualmente? Dice Vicente Cantarino: “las diferencias que separan la ética musulmana de la cristiana son fundamentales e irreconciliables”. 

Andrey Remnev

   Acostumbrados a la represión en materia sexual, más de uno arrinconó su acervo: “Ars amandi” -solo habla de la técnica de la seducción y del logro del placer- y “Liber Pamphilus de amore” -best seller medieval-, en pro de los ensayos erótico-didácticos que eran numerosísimos en Oriente. Un anónimo Deán de Cádiz los leía con el fin de hacer el amor a las “mouras”, “e sabe d’arte do foder tan ben, / que conos seus livros d’artes, que el ten, / fod’el as mouras cada que lhi praz” dice en una cantiga Alfonso X. Lógicamente los códices circulaban por todos los reinos peninsulares, si bien entre instruidos -pocos sabían leer-, y así, aunque bajo el punto de vista médico, apareció en el XV un tratado en catalán llamado “Speculum al foderi” (traducido al inglés por Michael Solomon como (“Mirror of coitus”), en cuyos capítulos finales, omitidos del índice por el autor para no comprometerse, hay una relación de posturas y técnicas para copular.

Pierre Auguste Renoir

   El texto del jurisconsulto morisco está en boca de un anciano y es un revulsivo contra la lujuria (el autor veladamente dice que conoció a muchos españoles casados presos de esta pasión). La profesora Luce López-Baralt ha agrupado y titulado sus diferentes apartados. Comienza por el que llama Acerca de qué tipo de hombre es el que se debe casar, sigue con Acerca del trato que se le debe dar a la esposa, y luego Qué debe hacer el atareado marido musulmán si se casa con más de una mujer, que asombraría a los expulsados. El escritor informa de que tener más de una esposa está autorizado en el Corán y que esta situación, lejos de parecer ventajosa, conlleva sus deberes: el hombre no puede mostrar predilección por ninguna y debe repartir las noches paritariamente. Estos “capítulos” van salpicados con leyendas ejemplarizantes como la de la casada que se queja a las autoridades de que su marido olvida sus obligaciones conyugales por dedicarse a la oración o la de otra que se queja del miembro exagerado de su marido: las autoridades recuerdan al primero que tiene el deber religioso de atender a su esposa porque satisfacerla vale tanto como rezar; al segundo se le ordena que “atase un paño (al pene) y no dejase fuera más que aquello que es ordinario en los hombres y ella pudiera sufrir”.

Pablo Picasso
 
   Vienen a continuación “capítulos” en los que se pormenorizan las reglas que debe guardar el marido, como no tener simultáneamente a sus esposas en la cama, no entrar al baño si ellas están en él, qué hacer si una esposa cede su “noche” a otra, o cómo conducirse respecto de los celos femeninos. En cuanto a este problema, inserta un soneto de su amado Lope en lugar de traducir uno árabe:

Sosiega un poco, airado temeroso,
humilde vencedor, niño gigante,
cobarde matador, firme inconstante,
traidor leal, rendido victorioso.
Déjame en paz, pacífico furioso,
villano hidalgo, tímido arrogante,
cuerdo loco, filósofo ignorante,
ciego lince, seguro cauteloso.
Ama si eres Amor, que si procuras
descubrir, con sospechas y recelos
en mi adorado sol nieblas escuras,
en vano me lastimas con desvelos.
Trate nuestra amistad, verdades puras:
no te encubras, Amor, si quieres celos.

Pedro Sánchez y García-Esteban

   En Sobre la obediencia que debe la mujer al marido el tratadista dice que solo en el caso de que la mujer no cumpla sus deberes: el  tener el acto, observar los preceptos religiosos y no salir sin permiso del marido, este podrá “reprenderla y castigarla”, incluyendo el daño físico leve, “ni le quiebre ningún hueso ni le afee algún miembro”. Si semejante actitud es censurable, ¿cómo calificar la de santo Tomás en la obra citada: “el pecado de fornicación cometido por la mujer puede corregirse no solo con dicha pena -repudio- sino también con palabras y con azotes”? O la de los libros penitenciales: “a wife (is) a legal minor to her husband; the husband (has) civil and clerical authority to corret her, by beating if necessary”. Recordemos que Aristóteles sostuvo que la mujer es “un varón imperfecto”, lo que en palabras del de Aquino fue: “quando (natura) non potest facere masculum, facit feminam”.

Josep de Togores

   El momento en que empieza el discurso sobre la unión sexual es llamado por el autor “De los provechos de casarse”. En primer lugar expone que “antes del acto es (cosa de premio) el jugar con ella en todas las circunstancias de gusto que pueda, besando, abrazando y tentando, para que con esto se contenten los dos…de suerte que, encendidos en gusto, ella pida a su marido la obra y él la ejerza con fuerza”. Pasa a hablar de posturas y, aunque hay las que no son de su agrado, “no la pongas a cuatro pies, que es trabajo para ella”, se apoya en un versículo coránico para decir que todas son legítimas: “Vuestras mujeres son vuestra campiña. Id a vuestra campiña como queráis”. Llegado el momento culminante dice: “al tiempo de querer meter el miembro, refregarlo en los labios del vaso (sexo, vagina), porque se altere más él y ella, diciendo bismi-ylahi (en el nombre de Dios), mételo dentro…con blandura…de suerte que no le dé gusto (para no eyacular prematuramente)…que se detenga él lo más que pueda en derramar, hasta que lo hagan los dos a un tiempo, porque procede de esto el quererse mucho”. El acto debe terminar con una oración silenciosa y el aseo oportuno.

Mary Stevenson Cassatt

   Próximo a terminar, el exiliado plantea lo prohibido y permitido en el ayuntamiento y es sorprendente su liberal actitud, pues supera a muchos de sus predecesores. Por ejemplo, dice que a la mujer “después de casados…es de premio verla y gozarla y refocilarse con todo su cuerpo y ver el vaso”; del mismo modo a ella le está permitido el “disfrute de todo el cuerpo de él, mirando su miembro y demás partes, y regocijarse con él en todas las circunstancias que pueda”; incluso defiende el sexo oral, “que lo mire (el vaso) hasta lamerlo con la lengua”. ¡Qué extrema diferencia con las exigencias cristianas! ¡Qué claridad la de este español! Nuestro morisco pone broche de oro a su tratado con el soneto de su querido Lope que comienza: Es la mujer, del hombre, lo más bueno; / es la mujer, del hombre, lo más malo, / su vida suele ser y su regalo, / su muerte suele ser y su veneno…

Girl Braiding Her Hair (Suzanne Valadon), Renoir


martes, 17 de mayo de 2011

NOBLESSE OBLIGE

AUGUSTO MONTERROSO

María Luisa Arnaiz Sánchez

Juan Carlos Verdial

 “EL ZORRO ES MÁS SABIO”

   “Un día que el Zorro estaba muy aburrido, y hasta cierto punto melancólico y sin dinero, decidió convertirse en escritor, cosa a la cual se dedicó inmediatamente, pues odiaba ese tipo de personas que dicen voy a hacer esto o lo otro y nunca lo hacen.
   Su primer libro resultó muy bueno, un éxito; todo el mundo lo aplaudió, y de pronto fue traducido (a veces no muy bien) a los más diversos idiomas.
   El segundo fue todavía mejor que el primero, y varios profesores norteamericanos de lo más granado del mundo académico de aquellos remotos días lo comentaron con entusiasmo y aun escribieron libros sobre los libros que hablaban de los libros del Zorro.
   Desde ese momento el Zorro se dio con razón por satisfecho, y pasaron los años y no publicaba otra cosa.
   Pero los demás empezaron a murmurar y a repetir “¿Qué pasa con el Zorro?”, y cuando lo encontraban en los cocteles (sic) puntualmente se le acercaban a decirle tiene usted que publicar más.
   - Pero si ya he publicado dos libros –respondía él con cansancio.
   - Y muy buenos -le contestaban-; por eso mismo tiene usted que publicar otro.
   El Zorro no lo decía, pero pensaba: “En realidad lo que estos quieren es que yo publique un libro malo; pero, como soy el Zorro, no lo voy a hacer”.
   Y no lo hizo.”

David Silva-Dasil

   Esopo en la segunda mitad del siglo VI a.n.e. recogió entre sus “Fábulas” la de “La tortuga y el águila”, que fue reelaborada en el siglo II por Babrio bajo el título de “El águila y la tortuga”. Llegado el XIII, Odo de Cheriton se sirvió del acervo esópico y recopiló una colección de fábulas, “Fabulae”, a modo de “exempla”, para que los predicadores cristianos hicieran uso de ellas aplicándolas a la moral exigida por Roma. Dicha colección fue traducida al español a finales del XIV y apareció como anónima en el “Libro de los gatos”. El caso que nos ocupa lleva el título de “Enxiemplo de lo que acaeció entre el galapago e el aguilla”.

Vladimir Kush

   Los títulos no son asunto menor, como bien sabrán los lectores, y precisamente en los que acabo de proponer, conforme el orden de la enunciación de los animales, se deja entrever cuál de ellos va a alcanzar la preeminencia en el relato. En Esopo es la tortuga que, al ver el vuelo del águila, le entra un deseo súbito de volar. Decidida a hacer realidad su antojo, habla con el águila y le pide que la enseñe a volar; aunque lo cree imposible, accede ante su empecinamiento, la remonta por los aires y luego la deja caer. En Babrio es el águila que, aunque considera a la tortuga incapaz para el vuelo y toma a broma su petición, la eleva y después la arroja. En el “Libro de los gatos” es el galápago que, porfía tanto en que el águila lo desplace por el cielo, que el ave lo encumbra pero, cuando el galápago dice que prefiere estar en el suelo, el águila lo despeña. 
 
Вечерние груши, Alexey Ezhov

   Asimismo, tampoco son insignificantes las modificaciones sufridas en sendos textos, de los que he sintetizado las anécdotas, puesto que en cada uno de ellos la moraleja está en consonancia con la pauta de conducta apropiada al pueblo y época en que se pretendía aplicar. Así, la enseñanza correspondiente era:

   a) los riesgos de la imitación para los griegos;
   b) la aceptación de las limitaciones para los romanos;
   c) la ambición como pecado para los cristianos.

   A propósito de esta última aspiración, que en otros credos no tuvo la apreciación negativa que la Iglesia católica le dio, cabe destacar que dicha institución, que critica y condena a cuantos se encumbran sin escrúpulos, es una multinacional inescrupulosa -como debe ser- de estructura piramidal, en la que intereses y conciencia discurren por caminos paralelos sin ningún problema. Además no solo nutre sus filas con demasiados “humildes” soberbios -ambiciosos- y ultraconservadoras sectas (“Legión de Cristo”, fundada por Marcial Maciel, acusado de pederasta, al que Juan Pablo II protegió y sobre el que Ratzinger autorizó una investigación; “Camino Neocatecumenal”, fundada por Kiko Argüello, que cumple ocho de las diez características con que el Consejo Europeo define una secta), sino que llama a la hipocresía “diplomacia vaticana”. 

Arunas Zilys

   La criatura perdedora de la fábula "El zorro es más sabio" es un ser frustrado, como la mayoría de los de Augusto Monterroso, ya que los personajes de este escritor “centroamericano por vocación” ambicionan lo que está fuera de su alcance, algo verificable en “Obras Completas (y otros cuentos)” y sobre todo en “La oveja negra y demás fábulas”, libro al que pertenece el relato mencionado. Los animales que protagonizan esas obras encarnan las virtudes que tradicionalmente se les ha atribuido y evidencian el deseo de conseguir lo que no pueden ser. Dice José Miguel Oviedo: “Sea como la Mosca que sueña con ser un Águila, o como la Rana que quería ser auténtica, esa dialéctica que rige el mundo animal de Monterroso funciona como un espejo…que muestra las secretas ambiciones y las debilidades de nuestro mundo a la luz del más espantoso ridículo”.

Un barco cargado de asombros navega por el río,
 Miguel Granado-Troconis

   Estos textos sobre los que he hablado justifican en Monterroso su peculiar manera de plasmar cáusticamente los aires o “vuelos” de los CRÍTICOS y también sus excesos. Así, sobre los primeros dijo a René Avilés Fabila en “Viaje al centro de la fábula”: “Ningún autor serio cree en la crítica, a menos que esta sea elogiosa para él o contraria a sus colegas”; sobre los segundos, escribió el siguiente cuento incluido en “La letra e”: 

El barco encantado de los sueños, Vicente Hernández

Epitafio encontrado en el cementerio Monte Parnaso de San Blas, S. B.”

Escribió un drama: dijeron que se creía un Shakespeare;
 Escribió una novela: dijeron que se creía Proust;
 Escribió un cuento: dijeron que se creía Chejov;
 Escribió una carta: dijeron que se creía Lord Chesterfield;
 Escribió un diario: dijeron que se creía Pavese;
 Escribió una despedida: dijeron que se creía Cervantes;
 Dejó de escribir: dijeron que se creía Rimbaud;
               Escribió un epitafio: dijeron que se creía difunto.”

 Barco de los Sabios, Sergey Frolakov

   Por si no gustaran las fábulas, dado su contenido ético, he aquí unas endechas de Lope de Vega, en las que alegóricamente habla de deseo y frustración, precaviéndose de la vana ostentación que suele excitar la envidia:   

¡Pobre barquilla mía,
entre peñascos rota,
sin velas desvelada,
y entre las olas sola!

¿Adónde vas perdida,
adónde, di, te engolfas?
Que no hay deseos cuerdos
con esperanzas locas. […]

Advierte que te llevan
a dar entre las rocas
de la soberbia envidia,
naufragio de las honras. [...]

Anónimo

NOVISSIMA VERBA: ayer, 16 de mayo de 2011, se dio a conocer la circular vaticana respecto de los abusos sexuales a menores por miembros de la Iglesia católica. Entre otras direcciones se puede leer en:


¡Noblesse oblige!


viernes, 13 de mayo de 2011

SUICIDAS

“APUNTE PARA UN VIEJO AMIGO”, AKUTAGAWA

Antonio Campillo Ruiz

Blue-Green Music, Georgia O'Keeffe

   “Probablemente nadie que intente el suicidio, como Reigner muestra en uno de sus cuentos, tiene clara conciencia de todos sus motivos, los cuales generalmente son muy complejos. Por lo menos en mi caso está impulsado por una vaga sensación de ansiedad, una vaga sensación de ansiedad sobre mi propio futuro.

Pilar bajo la luna, Paul Nash

   Aproximadamente en los últimos dos años he pensado solo en la muerte y con especial interés he leído un relato que trata sobre este proceso. Mientras el autor se refiere a esto en términos abstractos, yo seré lo más concreto que pueda, incluso hasta el punto de sonar inhumano. En este punto estoy moralmente obligado a ser honesto. En cuanto al vago sentido de ansiedad respecto de mi futuro, creo que lo he analizado por completo en mi relato “La vida de un loco” excepto por el factor social, o sea, por la sombra del feudalismo proyectada sobre mi vida. Esto lo omití a propósito, al no tener la certeza de poder clarificar realmente el contexto social en que viví.

Paisaje líquido, Remedios Varo

   Una vez tomada la decisión de suicidarme (yo no veo el suicidio como lo ven los occidentales, es decir, como un pecado), me resolví por la forma menos dolorosa de llevarlo a cabo. Excluí, por razones prácticas y estéticas, la posibilidad de ahorcarme, dispararme un tiro, saltar al vacío u otras formas de suicidio. El uso de drogas me pareció el camino más satisfactorio. Y por el lugar, tendría que ser mi propia casa, a pesar de los inconvenientes para mi familia. Como una suerte de trampolín, al igual que Kleist y Racine, pensé en la compañía de una amante o un amigo pero, habiéndose elevado mi confianza, decidí seguir adelante solo. Lo último que consideré fue el asegurarme una perfecta ejecución sin el conocimiento de mi familia. Después de unos meses de preparación, me convencí de la posibilidad de realizarlo.

Suicidio, Carlos Rodríguez

   Nosotros los humanos, siendo animales humanos, tenemos un miedo animal a la muerte; la así llamada vitalidad no es otra cosa que fuerza animal. Yo mismo soy uno de esos animales humanos. Mi sistema parece gradualmente haberse liberado de esa fuerza animal, teniendo en cuenta el poco interés que me queda por el alimento y las mujeres. El mundo en el que estoy ahora es uno de enfermedades nerviosas, lúcido y frío. Si no la felicidad, la muerte voluntaria debe darnos paz. Ahora que estoy listo, encuentro la naturaleza más hermosa que nunca por paradójico que suene. Yo he visto, amado y entendido, más que otros. Esto me produce cierto grado de satisfacción pese a todo el dolor que he soportado hasta aquí.

El mar de hielo, Caspar David Friedich

   P. S. Leyendo la vida de Empédocles, me di cuenta de lo antiguo que es el deseo de convertirse en Dios. Por lo que me concierne, esta carta no intenta eso. Al contrario, me considero uno de los hombres más corrientes. Recordarás aquellos días, veinte años ha, cuando discutíamos bajo los tilos sobre “Empedocles on Etna”. Entonces yo era uno de los que deseaba convertirme en Dios.

The dance of the West, Paul Klee

   “Me pregunto adónde van los sueños que no se recuerdan. No sé qué hacer con mis manos cuando no tienen nada que hacer. Aunque nunca sea para mí, siempre me giro cuando oigo un silbido por la calle. He visto un rayo. Es una pena que no haya toboganes para adultos. Hablo con mis objetos cuando los veo tristes” escribe Édouard Levé en “Autorretrato”.

Édouard Levé

   Trataba de encontrar entre papeles, libros casi olvidados y archivos informáticos, una pequeña apostilla sobre la película “Rashōmon” de Akira Kurosawa, 1950 ("Rashōmon" de  Ryūnosuke Akutagawa, relato de 1915, fue combinado con otro del mismo autor, “En un bosquecillo” de 1921-22, para estructurar el argumento de la película homónima, sobre la que iba a hablar), cuando encontré la carta que el escritor japonés dejó a un amigo antes de suicidarse a los 35 años. Olvidé al instante el objetivo de mi búsqueda y recordé el caso de Édouard Levé, que con 42 envió el manuscrito de “Suicidio” por Internet a su editor Paul Otchakovsky-Laurens diez días antes de ahorcarse en 2007. “No creo que Édouard Levé quisiera hacer de “Suicidio” un aviso” dijo el fundador de la editorial francesa POL, que le envió un SMS al móvil tres días después para confirmar una entrevista a propósito de la publicación. “Desgraciadamente yo no lo tomé como tal. Pienso que estaba decidido. Me parece que para él era un libro que concluía su obra y que precisamente escogió el modo del recuerdo y de la ficción para descartar cualquier sospecha”. Akutagawa cayó en la temida locura que padeció su madre el año anterior al de su muerte, 1927, aun así publicó “Vida de un loco” y “Los engranajes”; Levé había publicado en 2008 “Autorretrato”.

Édouard Levé

   Pero aún hay más coincidencias entre estos suicidas, cuya partida los separa ochenta años. En “Suicidio” se rememora la vida de un amigo de Levé, del que ni siquiera se dice cómo se llamaba, que se había suicidado hacía veinte años, sin que nadie sospechara que lo haría. Hacia la mitad de la novela parece como si el retratado y el escritor fueran la misma persona, de modo que da la impresión de que el escritor estuviera examinando las causas que para él eran determinantes a la hora de dar un paso inexorable; dicho de otra manera, estaba anticipando su propio suicidio. La novela habla en realidad de la memoria que se deja en los otros, una suerte de culto al que se ha ido, por lo que sutilmente, lo que rehuía el japonés, parece perseguirlo el francés.

Édouard Levé

   Obsesionado con el tema del doble, que muestra especialmente en sus fotografías, Levé escribía sobre todo para conjurar sus miedos. Selecciono del primer libro y del segundo sendos fragmentos:

   “Me costó mucho decirle a mi madre que la quería, esperé a tener treinta y cinco años. Mi madre me dijo que me quería cuando yo tenía treinta y nueve años, o me lo dijo antes pero se me ha olvidado. Le dije a mi padre que lo quería cuando pasé por una depresión a los treinta y cinco, contemplaba el suicidio, me parecía una lástima morirme sin habérselo dicho.

Édouard Levé

   Bromeo con la muerte. No me gusto. No me detesto. No me olvido de olvidar…No me avergüenzo de mi familia pero no la invito a mis inauguraciones. A menudo he querido. Me quiero menos de lo que me han querido. Me sorprende que me quieran.

Édouard Levé

   Por último, si Ryūnosuke Akutagawa tres días antes de suicidarse acudió en calculado gesto con la cara maquillada de blanco a un burdel, acompañado de Yasunari Kawabata, primer escritor japonés galardonado con el premio Nobel de Literatura en 1968, que se sorprendió al ver cómo rehusaban “disfrutar” con él las prostitutas por creerlo un fantasma, Édouard Levé, a modo de macabro Don Juan Tenorio, había escrito en “Autorretrato”: “En mis épocas de depresión me hago la imagen mental del entierro que sigue a mi suicidio, hay muchos amigos, tristeza y belleza, el acontecimiento es tan conmovedor que me entran ganas de vivirlo, y por ende, de vivir”. Vila-Matas en “París no acaba nunca” dice que quizás solo vivió en la Ciudad de la Luz para oír a Marguerite Duras, su casera, esta frase: “Escribo para no suicidarme”. Akutagawa y Levé le llevaron la contraria.

Édouard Levé, 2006

   “Si tu vivais encore, tu serais peut-être devenu un étranger. Mort, tu es aussi vivant que vif” dice Levé en “Suicidio”. Como los dioses.  

Informal Unity, Rafal Olbinski

Es importante visionar el vídeo a plena pantalla

martes, 10 de mayo de 2011

DUDOSA MASCULINIDAD

GUILLERMO II

María Luisa Arnaiz Sánchez


 
San Sebastián, Bronzino

   “Escándalo en el pabellón de caza de Grunewald: masculinidad y honor en el imperio alemán” de Wolfgang Wippermann apareció en nuestro país en septiembre pasado. Doscientas cuarenta y seis cartas anónimas halladas en el Archivo Secreto Prusiano de Berlín utilizó el autor para la elaboración del libro, cuyo argumento trata de un asunto licencioso ocurrido bajo el reinado del káiser ('caesar') Guillermo II, último emperador de Alemania y último rey de Prusia, pues, tras la Revolución alemana, “una revolución socialdemócrata sofocada por los dirigentes socialdemócratas. Un suceso sin par en la historia” en palabras de Sebastian Haffner, se exilió a los Países Bajos -1918-, donde vivió el resto de sus días. Nacido en 1859, llevaba tres en el trono cuando ocurrieron los hechos descritos en la obra.

 
San Sebastián, Guido Reni

   Se dice que por dificultades en el parto Guillermo nació con el brazo izquierdo disminuido -lo que ocultó cuidadosamente durante toda su vida- y que su madre, Victoria, hija de la reina homónima de Inglaterra, siempre se culpó de ello; asimismo se apunta a que pudo sufrir un trauma cerebral que explicaría su carácter agresivo. A los seis años tuvo un tutor calvinista, llamado Hinzpeter, quien escribió sobre su pupilo: “ya en el muchacho, muy guapo, aunque un poco afeminado, llamaba la atención la resistencia a toda presión, a toda tentativa de dar una forma determinada a su vida interior…la lucha contra esta tan desastrosa incapacidad de concentración es uno de los obstáculos capitales en la educación de los príncipes. Y con una naturaleza tan refractaria como esta…Solo la más estricta severidad conseguía vencer la resistencia”. 

San Sebastián, Lorenzo Costa

     Se educó en el Friedichgymnasium de Kassel y en la Universidad de Bonn y su compleja personalidad, tildada de megalómana, le hacía presumir de ser “providencial”. Su afectividad la volcó en sus camaradas y Bismarck, recelando de estas amistades, le buscó esposa. En 1880 se prometió con “Dona”, Augusta Victoria de Schleswig-Holstein, de la que la princesa Daisy de Pless escribió: “Entre mujeres de posición nunca he encontrado alguna tan carente de pensamiento individual, agilidad mental y comprensión. Es como una buena, mansa y blanda vaca que tiene sus becerros y rumia la hierba. Yo la miraba a los ojos para ver si lograba descubrir algo tras ellos, fuese alegría o tristeza, pero podían creerse de cristal”.

 
San Sebastián

   A los veintisiete años Guillermo, que no estaba enamorado de su mujer, cayó en las redes de Philipp zu Eulenburg, perteneciente a la nobleza y doce años mayor que él (en 1900 sería nombrado primer príncipe de su apellido y conde de Sandels en honor a la familia de su esposa) y por lo que describe L. Wilson en “Kaiser Guillermo II”: “Su cualidades eran de una naturaleza femenina y vacilante…Una figura alta y flexible…ojos que, según la opinión de Bismarck, eran capaces de estropearle a uno el mejor almuerzo…una coquetería verdaderamente narcisista, que le hacía llevar con el mismo gusto el frac…que el uniforme de oficial de la guardia; un ingenio brillante, verdadero almacén de anécdotas…el arte de fantasear alegremente en el piano, improvisar versos, imitar a las personas”. 

 
San Sebastián, Gerrit van Honthorst

   Ninguno de los dos admitió haber mantenido relaciones íntimas, pero la correspondencia entre ambos sugiere que experimentaron un vehemente amor. El entonces secretario de embajada le escribe:  “(pienso) en Postdam, en nuestros paseos en trineo y en nuestra camaradería tan íntima. Me he sentido embargado por tan intenso sentimiento de amistad…¡Me siento humanamente tan cerca de ti y tan atormentado por el abismo social que nos separa, hasta ahora salvado por nuestra amistad, pero que resurgirá cuando seas coronado emperador!”; y en su diario: “El afecto que el príncipe me profesaba era realmente fervoroso”. A estas confidencias Guillermo evocaba que siempre que Philipp llegaba a su residencia “era como si la casa se inundara con los rayos del sol”.

 
San Sebastián, Perugino

   Guillermo acostumbraba a organizar una travesía hasta Noruega todos los meses de julio, a la que estaban invitados exclusivamente sus amigos. Hacían gimnasia todas las mañanas y se entretenían con lo que cada uno sabía hacer mejor: tal conde contaba chistes picantes, tal otro imitaba los sonidos de los animales -el conde Goetz-, y se lo pasaban en grande disfrazándose. Ahora bien, lo que más divertía a Guillermo era inmovilizar a sus invitados por la espalda y derribarlos. A propósito de este juego escribió Kiderlen: “Todos demostraban estar encantados por aquella deferencia del emperador, pero apretaban los puños dentro de los bolsillos y después renegaban del soberano como si fueran verduleras”.

San Sebastián, Gentile da Fabriano

   Siempre circularon rumores acerca de la influencia que sobre él ejercía cierta camarilla, el Círculo de Liebenberg, a cuya cabeza se encontraba Eulenburg, “era el jefe de esta pandilla de individuos siniestros y afeminados que promovían medidas políticas poco deseables y alentaban el absolutismo del emperador”, de modo que, aprovechando su enemistad con Philipp, el barón Holstein lo acusó de ser homosexual en la prensa, a la vez que Maximilian Harden publicó en “Die Zukunft” que los edecanes del emperador, los condes Honhenhau, Lynar y Kuno Moltke, también lo eran. El 7 de noviembre de 1906 Harden insinuó en otro artículo que entre Eulenburg y el emperador había algo más que amistad. El mayor escándalo del Imperio alemán había estallado y seis oficiales se suicidaron en pocos meses.

 San Sebastián, Gerard Seghers

   Falsos testigos declararon haber tenido relaciones sexuales con los varones del grupo y las discusiones se enconaron. El asunto traspasó las fronteras y el corresponsal del “Times” escribió: “se obtuvo el testimonio de un antiguo soldado del regimiento de los Guardias de Corps que se refirió a las orgías que, según él, tuvieron lugar en 1896 en la residencia en Postdam del conde Lynar, que en aquel tiempo era capitán del regimiento. El testigo creyó reconocer en el conde Kuno Moltke a uno de los presentes en aquella orgía, y también le pareció que Eulenburg era otro de los asistentes”. En  1908 se celebró el juicio contra el príncipe Eulenberg pero su mala salud hizo interrumpir el proceso. Cuando desapareció el imperio, no se había dictado sentencia.

 
San Sebastián, Antonio de Bellis

   El “escándalo Eulenburg” fue un ejemplo de cómo los prejuicios y la hipocresía pueden ser empleados para fines políticos (igual que pasa hoy en España con la “emigración” y el “empleo”). Augusta, esposa del príncipe, comentó “apuntan a mi marido, pero intentan alcanzar al emperador”. Jamás volvió a pronunciarse su nombre en presencia del káiser y Harden reconocería que había cometido su mayor error político, puesto que Guillermo II se alejó, tal como querían quienes sostenían al periodista, de los círculos moderados y se acercó a los consejeros más “viriles y beligerantes” que a la postre le hicieron perder el trono. 

San Sebastián, Ribera

   Pues bien, la corte alemana ya conocía situaciones escabrosas tapadas aprisa, dada la categoría de los involucrados en ellas. Eso es lo que Wippermann documenta. En 1891, tras una jornada de caza en Grunewald, se celebró una orgía en Berlín, en la que se practicaron toda suerte de “juegos sexuales” perseguidos por la ley -actos homoeróticos masculinos y femeninos- con la particularidad de que poco después numerosos cortesanos empezaron a recibir cartas y fotografías pornográficas comprometedoras. Los anónimos revelan, por ejemplo, que Alide von Schrader, la mujer del maestro de ceremonias Leberecht von Kotze, mantuvo relaciones lésbicas y el príncipe Aribert von Anhalt sodomíticas. 

 
San Sebastián, Giovanni Baglione

   Durante cinco años menudearon los anónimos y la intervención del emperador para atajarlos solo reportó una serie de duelos con sus correspondientes muertes. Wippermann cree que fue Carlota, la hermana mayor de Guillermo que acabaría suicidándose, la autora de los envíos, lo que está por demostrar, no así la doble moral de la sociedad (casos de WikiLeaks o la trama Gürtel en España). Entre los receptores figuraron la propia Carlota, Ernst Günther y Federico de Hesse, cuñados del káiser, Friedrich von Hohenau y su mujer, von Kotze, von Schrader, etc.

 
San Sebastián, Perugino

NOTA: Sofía, reina consorte de España, es bisnieta del káiser, pues su madre era hija de Victoria Luisa, hija de Guillermo II.