viernes, 30 de septiembre de 2011

FUNERAL

LA TORTUGA

Antonio Campillo Ruiz

 Niños en la fuente, August Macke

LA TORTUGA
  
   Un chico lloraba desconsoladamente porque encontró a su querida tortuga en el estanque patas arriba, inmóvil, sin vida. Los padres, al verlo tan angustiado, le dijeron que le iban a hacer un hermoso funeral, que le iban a comprar el mejor ataúd forrado en seda, que iban a construir una lápida con el nombre de la tortuga grabado y que podría escribirle allí palabras de amor… Y, como a los chicos se los puedes sacar del dolor con una buena propuesta, el niño dejó de llorar y se entusiasmó con los preparativos del funeral. Cuando todo estuvo listo, se acercaron al estanque a buscar el cuerpo de la tortuga y, para sorpresa de la familia, la tortuga no estaba. El niño recorrió con la mirada todo el estanque y en la otra punta vio a su tortuga nadando plácidamente. Entonces furioso gritó:
   - ¡Vamos a matarla!
 Anthony de Mello

jueves, 29 de septiembre de 2011

ULTRATUMBA

AYYYY

María Luisa Arnaiz Sánchez

 La muerte del sepulturero, Carlos Schwabe

AYYYY

   Sonó el timbre y ella fue a abrir la puerta. Era su marido.
   - ¡Ayyy! -gritó ella- ¡pero si vos estás muerto!
   Él sonrió, entró y cerró la puerta. Se la llevó al dormitorio mientras ella seguía gritando, la puso en la cama, le sacó la ropa e hicieron el amor. Una vez. Dos veces. Tres. Una semana entera, mañana, tarde y noche haciendo el amor divina, maravillosa, estupendamente.
   Sonó el timbre y ella fue a abrir la puerta. Era la vecina.
   - ¡Ayyy! -gritó la vecina- ¡pero si vos estás muerta! Y se desmayó.
   Ella se dio cuenta de que hacía una semana que no se levantaba de la cama para nada, ni para comer, ni para ir al baño. Se dio vuelta y allí estaba su marido en la puerta del dormitorio.
   - ¿Vamos yendo, querida? -dijo. Y sonreía.
 Angélica Gorodischer

miércoles, 28 de septiembre de 2011

TRAGÉFALOS

NOVENTA Y CINCO

Antonio Campillo Ruiz

Robert Doesburg

NOVENTA Y CINCO

   Con extraordinario estupor descubrió en la parada del autobús un unicornio blanco. La cosa le sorprendió mucho porque el unicornio había llenado todo un capítulo del tratado de las Cosas que no existen; él había sido entonces muy competente en materia de Cosas que no existen y había obtenido notas excelentes, y hasta el profesor le había exhortado a convertirse en un especialista en Cosas que no existen. Se da por supuesto que, cuando se estudian las Cosas que no existen, se investigan también las razones por las que no pueden existir y los modos en que no existen, ya que las Cosas pueden ser imposibles, contradictorias, incompatibles, extraespaciotemporales, antihistóricas, recesivas, implosivas, y no existir de muchos otros modos. El unicornio era absolutamente antihistórico. Sin embargo ahí había uno en la parada del autobús y la gente no parecía prestarle atención; pero lo extraordinario no acaba ahí: en efecto, el unicornio estaba parloteando -no podía utilizarse otra palabra- con algo que él no veía; después llegó el autobús, el unicornio saludó a este alguien que él no veía y subió “exhibiendo”, como quien dice, un pase; y entonces apareció un basilisco de mediana estatura con unas gafas oscuras muy gruesas. El basilisco era un animal complicado y su inexistencia se debía al “exceso”; se trataba, además, de un animal descrito como peligroso -sus ojos poseían poderes “imposibles”- y se le ocurrió pensar que por dicho motivo llevaba las gafas. El basilisco tenía una bolsa bajo el brazo y cuando se acercaba un autobús la abría y sacaba algo -¿no era una cabeza de Medusa?-, algo que miraba el número del autobús y se lo decía, porque estaba claro que con aquellas gafas él no podía ver nada. El especialista en Cosas que no existen estaba muy turbado; ¿era posible que se hubiera vuelto loco? No lo creía. Comenzó a vagabundear sin una meta precisa y encontró un tragéfalo, un ave fénix y una anfibesna en bicicleta; un sátiro le preguntó dónde estaba la calle Macedonio Melloni y un señor con la cabeza en mitad del pecho le preguntó la hora y le dio las gracias cortésmente. Cuando comenzó a ver las hadas y los elfos y los ángeles custodios, le pareció que siempre había vivido en una ciudad abandonada por los seres humanos o poblada de comparsas; ahora comienza a preguntarse si también el Mundo, precisamente el Mundo, es una Cosa que no existe.

Giorgio Manganelli

martes, 27 de septiembre de 2011

PERIODISMO

LA FRONTERA

María Luisa Arnaiz Sánchez

En el pico, István Szönyi

LA FRONTERA

   A la entrada de la mina La Frontera, que creía abandonada, se hallan dos hombres. Tienen el rostro terroso, apariencia de mineros en la vestimenta desastrada, y pancartas en alto condenando el cierre de las minas decretado por Paz Estenssoro. La escena me parece curiosa; detengo el jeep, me bajo y me acerco a ellos. Hace años que no venía por este camino abandonado, hace años que no visitaba la finca de Sergio. Bien puede esperar unos minutos, me digo, y perdonar al periodista que siempre hay en mí.
   De cerca, confirmo que son mineros. Los rayos del sol refulgen en todas partes menos en sus cascos, tan viejos y oxidados que carecen de fuerzas para reflejar cualquier cosa. Los mineros no mueven un músculo cuando me acerco a ellos, no pestañean, miran a través de mí. Sus pies de abarcas destrozadas se hallan encima de huesos blanquinegros. Miro el suelo, y descubro que yo también estoy posando mis pies sobre huesos: de todos los tamaños y formas, algunos sólidos y otros muy frágiles, pulverizándose al roce de mis zapatos. En mi corazón se instala algo parecido al pavor.
   Las minas fueron cerradas hace más de siete años. Muchos mineros entraron en huelga, pero al final terminaron aceptando lo inevitable y marcharon hacia su forzosa relocalización, a las ciudades o a cosechar coca al Chapare.
   ¿Podía ser, me pregunto, que la noticia del fin de la huelga no hubiera llegado hasta ahora a los mineros de esta mina? La región de Sergio progresó con la inauguración del camino asfaltado, y aquí quedaron, abandonados, esta mina y el camino viejo.
   Les pregunto qué están protestando.
   Silencio.
   Después de un par de minutos insisto esta vez tartamudeando, acaso dirigiendo la pregunta más a mí mismo que a ellos. Y entonces veo un leve movimiento en la boca de uno de ellos. Un par de músculos faciales se estiran, quiere decirme algo.
   Pero el esfuerzo es demasiado. Boquiabierto, veo el quebrarse de la reseca piel de las mejillas y el pesado caer de la pancarta: luego, súbitamente, el rostro se contrae sobre sí mismo y la carne se torna polvo y se derrumba y del minero no queda más que un montón de huesos blancos y secos.
   Pienso que es hora de no hacer más preguntas, de reemprender mi camino, de aparentar, una vez más, no haber visto nada.

Edmundo Paz Soldán

lunes, 26 de septiembre de 2011

A GRITOS

EN LAS ISLAS SALOMÓN…

Antonio Campillo Ruiz

El grito, Edvard Munch

EN LAS ISLAS SALOMÓN…

   En las islas Salomón, en el sur del Pacífico, algunos lugareños practican una forma única de tala de árboles. Si un árbol es demasiado grande para ser talado con un hacha, los nativos lo hacen caer a gritos. (No tengo a mano el artículo, pero juro que lo he leído.) Los leñadores con poderes especiales se suben a un árbol exactamente al amanecer y, de pronto, le gritan con toda la fuerza de sus pulmones. Lo harán durante treinta días. El árbol muere y se derrumba. La teoría es que los gritos matan al espíritu del árbol. Según los lugareños, da siempre resultado.
   ¡Ay, esos pobres inocentes ingenuos! ¡Qué extraños y encantadores hábitos los de la jungla! Gritarle a los árboles, vaya cosa. ¡Qué primitivo! Lástima que no tengan las ventajas de la tecnología moderna y de la mentalidad científica.
   ¿Y yo? Yo le grito a mi mujer. Y le grito al teléfono y a la segadora del césped. Y le grito a la televisión y al periódico y a mis hijos. Incluso se dice que he agitado el puño y le he gritado al cielo algunas veces.
   El hombre de la puerta de al lado le grita mucho a su coche. Y este verano le oí gritarle a una escalera de tijera durante casi toda una tarde. Nosotros, la gente educada, urbana y moderna, le gritamos al tráfico y a los árbitros y a las facturas y a los bancos y a las máquinas…, sobre todo a las máquinas. Las máquinas y los parientes se llevan la mayor parte de los gritos.
   Yo no sé lo que hay de bueno en ello. Las máquinas y las cosas siguen en su sitio. Ni siquiera darles patadas sirve a veces para nada. En cuanto a las personas, bueno, los isleños de Salomón pueden apuntarse un tanto. Gritarle a cosas vivas puede hacer que muera el espíritu que hay en ellas. Los palos y las piedras pueden romper nuestros huesos, pero las palabras rompen nuestros corazones.
Robert Fulghum

domingo, 25 de septiembre de 2011

VANIDAD

CUESTIÓN DE ORGULLO

María Luisa Arnaiz Sánchez

Cayetano de Arquer Buigas

CUESTIÓN DE ORGULLO

   Realmente aquel hombre se obstinaba en no querer atender, mientras enfurecido me daba puntapiés en las costillas y riñones, me insultaba y me perseguía por toda la casa, incapaz de soportar la idea de esposo abandonado.
   Yo no me defendía, sabía perfectamente que hubiera podido cortarle la yugular con la velocidad de un rayo, pero en el fondo me daba lástima, ya que en cuanto se cansara y dejara de golpearme, yo también me iría dejándole totalmente solo.
   Porque ningún perro de mi categoría soportaría vivir con un dueño que no le permite contemplar escondido tras las cortinas del dormitorio cómo su mujer se desnuda todas las noches.
Julia Otxoa

sábado, 24 de septiembre de 2011

CONTAGIO

UNA MUCHACHA QUE CAE

Antonio Campillo Ruiz

Vladimir Dunjic

UNA MUCHACHA QUE CAE

   Con despecho comprendió que una treintena de metros más abajo otra muchacha caía. Era sin duda más bella que ella y llevaba un vestido de media tarde con mucha clase. Quién sabe por qué, la otra descendía a una velocidad muy superior a la suya, hasta el punto de que en pocos instantes la distanció y desapareció allá abajo, a pesar de las llamadas de Marta. Sin duda iba a llegar a la fiesta antes que ella; tal vez era un plan calculado de antemano para suplantarla.
   Luego Marta se dio cuenta de que ellas dos no eran las únicas que caían. A lo largo de los flancos del rascacielos otras mujeres jóvenes se deslizaban en el vacío, las caras tensas por la conmoción del vuelo, agitando festivamente las manos como para decir: aquí estamos, aquí venimos, es nuestra hora, festéjennos, ¿no es verdad que el mundo es nuestro?

Dino Buzzati

viernes, 23 de septiembre de 2011

VENGANZA

LA UÑA

María Luisa Arnaiz Sánchez

Paisaje, Magritte

LA UÑA

   El cementerio está cerca. La uña del meñique derecho de Pedro Pérez, enterrado ayer, empezó a crecer tan pronto como colocaron la losa. Como el féretro era de mala calidad (pidieron el ataúd más barato) la garfa no tuvo dificultad para despuntar deslizándose hacia la pared de la casa. Allí serpenteó hasta la ventana del dormitorio, se metió entre el montante y la peana, resbaló por el suelo escondiéndose tras la cómoda hasta el recodo de la pared para seguir tras la mesilla de noche y subir por la orilla del cabecero de la cama. Casi de un salto atravesó la garganta de Lucía, que ni ¡ay! dijo, para tirarse a la de Miguel, traspasándola.
   Fue lo menos que pudo hacer el difunto: también es cuerno la uña.

Max Aub

jueves, 22 de septiembre de 2011

MÁQUINA DEL TIEMPO

EL FINAL

Antonio Campillo Ruiz

Öyvind Axel Christian Fahlström

EL FINAL

   El profesor Jones había estado trabajando en la teoría del tiempo a lo largo de muchos años.
   -Y he encontrado la ecuación clave -le dijo un día a su hija-. El tiempo es un campo. La máquina que he fabricado puede manipular, e incluso invertir, ese campo.
   Pulsando un botón mientras hablaba, añadió:
   - Esto debería hacer que el tiempo fuera al revés al fuera tiempo el que hacer debería esto -añadió, hablaba mientras botón un pulsando.
   - Campo ese, invertir incluso e, manipular puede fabricado he que máquina la. Campo un es tiempo el. -Hija su a día un dijo le- clave ecuación la encontrado he y.
   Años muchos de largo lo a tiempo del teoría la en trabajado había Jones profesor el.


Final el

Fredric Brown

miércoles, 21 de septiembre de 2011

PERSUASIÓN

LA FE Y LAS MONTAÑAS

María Luisa Arnaiz Sánchez

La pastoral, Matisse

LA FE Y LAS MONTAÑAS

   Al principio la fe movía montañas solo cuando era absolutamente necesario, con lo que el paisaje permanecía igual a sí mismo durante milenios.
   Pero cuando la fe comenzó a propagarse y a la gente le pareció divertida la idea de mover montañas, estas no hacían sino cambiar de sitio, y cada vez era más difícil encontrarlas en el lugar en que uno las había dejado la noche anterior; cosa que por supuesto creaba más dificultades que las que resolvía.
   La buena gente prefirió entonces abandonar la fe y ahora las montañas permanecen por lo general en su sitio.
   Cuando en la carretera se produce un derrumbe bajo el cual mueren varios viajeros, es que alguien, muy lejano o inmediato, tuvo un ligerísimo atisbo de fe.
Augusto Monterroso

martes, 20 de septiembre de 2011

ROBO

DETRÁS DE LO OBVIO

Antonio Campillo Ruiz

Árabes con burro, Hernández Martín

DETRÁS DE LO OBVIO

   Todos los viernes por la mañana Nasrudín llegaba al mercado del pueblo con un burro que ofrecía en venta.
   El precio que pedía era siempre insignificante, muy inferior al valor del animal.
   Un día se le acercó un rico mercader, que se dedicaba a la compra y venta de burros.
   - No puedo comprender cómo lo hace, Nasrudín. Yo vendo burros al precio más bajo posible. Mis sirvientes obligan a los campesinos a darme forraje gratis. Mis esclavos cuidan de mis animales sin que les pague retribución alguna. Y, sin embargo, no puedo igualar sus precios.
   - Muy sencillo -dijo Nasrudín-. Usted roba forraje y mano de obra. Yo robo burros.

Idries Shah

lunes, 19 de septiembre de 2011

INSTINTO

CORRECCIÓN CINEMATOGRÁFICA

María Luisa Arnaiz Sánchez

Cine en Nueva York, E. Hopper

CORRECCIÓN CINEMATOGRÁFICA

   Cuando el aterrado público esperaba ver al inmenso King-Kong tomar entre sus manazas a la hermosa Fay Wray, el gorila con paso firme salió de la pantalla, y pisoteando gente que no atinaba a ponerse a salvo, buscó por las calles neoyorquinas hasta que por fin dio con una película de Tarzán. Sin titubeos -y sin comprar boleto-, con toda fiereza, destrozando butacas y matando espectadores, se introdujo en el film y una vez dentro, ansiosamente buscó su verdadero amor: Chita.
René Avilés Fabila

domingo, 18 de septiembre de 2011

DUDA

TRANVÍA

Antonio Campillo Ruiz

Calles de Nueva York, Ernest Descals

TRANVÍA

   Por fin. La desconocida subía siempre en aquella parada. “Amplia sonrisa, caderas anchas… una madre excelente para mis hijos” pensó. La saludó; ella respondió y retomó su lectura: culta, moderna.
   Él se puso de malhumor: era muy conservador. ¿Por qué respondía a su saludo? Ni siquiera lo conocía.
   Dudó. Ella bajó.
   Se sintió divorciado: “¿Y los niños, con quién van a quedarse?

Andrea Bocconi

sábado, 17 de septiembre de 2011

PECECILLO

NATACIÓN

María Luisa Arnaiz Sánchez

Juan Carlos Verdial Soltura

NATACIÓN

   He aprendido a nadar en seco. Resulta más ventajoso que hacerlo en el agua. No hay el temor a hundirse pues uno ya está en el fondo, y por la misma razón se está ahogando de antemano. También se evita que tengan que pescarnos a la luz de un farol o en la claridad deslumbrante de un hermoso día. Por último, la ausencia de agua evitará que nos hinchemos.
   No voy a negar que nadar en seco tiene algo de agónico. A primera vista se pensaría en los estertores de la muerte. Sin embargo, eso tiene de distinto con ella: que al par que se agoniza uno está bien vivo, bien alerta, escuchando música que entra por la ventana y mirando el gusano que se arrastra por el suelo.
   Al principio mis amigos me censuraron esta decisión. Se hurtaban a mis miradas y sollozaban en los rincones. Felizmente, ya pasó la crisis.  Ahora saben que me siento cómodo nadando en seco. De vez en cuando hundo mis manos en las losas de mármol y les entrego un pececillo que atrapo en las profundidades submarinas.
Virgilio Piñera

jueves, 15 de septiembre de 2011

DESTINO V

EL AMOR ES MÁS FUERTE QUE LA MUERTE

Antonio Campillo Ruiz


LIMINAR

La importancia de la película seleccionada, algunas costumbres y el salto a dimensiones paralelas, me aconsejan que alterne mis opiniones personales con alguna contribución explicativa del guión cinematográfico. Asimismo, aunque con las deficiencias técnicas debidas a la copia, será la primera vez que adjunte en dos partes la película completa. A pesar de poseer una copia remasterizada y reparada por la Cinemateca Alemana, no puedo difundirla por no poseer el copyright de la misma.


LA PELÍCULA

   En un tiempo infinitamente menor a un instante la vida de una chica enamorada sufre tal alteración que su concepción de la vida, del amor y de la muerte, se ve transformada. Sucede a las once en punto de la noche. Esta es la hora mágica en la que todo es posible en algunas naciones del centro y norte de Europa. A esa hora la joven amante pasa a una dimensión espacio-temporal distinta del lugar y tiempo en los que se encuentra. El espectador, sorprendido, la acompaña hasta donde habita la muerte cansada , “Der Müde Tod” de Fritz Lang, 1921.


    Retitulada “Las tres luces” y “Destino”, “Der Müde Tod” es una película bellísima y su guión posee la intensidad de ese destino ineludible, el fatum, que dirige la vida hacia un fin predeterminado, necesario, fatal. Se estrenó con sonido, la música, y en color, tenía tinciones según donde se desarrollara la acción: los interiores en marrón claro; la noche, en azul; los lugares iluminados con antorchas, en rojo.


EL PRINCIPIO

   “El Unicornio Dorado” es el lugar de reunión, placer y oficina, de los notables del pueblo que en un pasado, representado por medio de un flash back, realizan un suculento negocio con un extranjero rico y de muy peculiar comportamiento. La llegada de unos amantes acompañados del extraño desconocido afincado en el pueblo causa sorpresa entre los vecinos.


   Desaparecido el joven, La Chica, desesperada por encontrarlo, se halla ante un inmenso muro construido por el misterioso forastero para aislarse del pueblo y visiona una cruda realidad: su amado ha muerto, es un espectro. No puede creer que sea cierto y el boticario, que en ese momento a la luz de la luna recoge plantas de reputados efectos mágicos, la ayuda.


CONSIDERACIONES

   Para la correcta interpretación del filme hay que tener en cuenta:

a)  En algunas lenguas europeas la palabra 'muerte' es masculina, de ahí 
que el personaje que la representa esté encarnado por un hombre.
b) Los hechos mágicos empiezan a suceder a las once de la noche en
 parte de Europa.
c) La muerte es intemporal e inespacial, por tanto se puede representar 
en un espacio y tiempo distintos a la vez.

 
LAS DIMENSIONES ESPACIO-TEMPORALES

   El “Cantar de los Cantares”, abierto por la página en que se lee "porque el amor es fuerte como la muerte", Cantar, 8, 6, ilumina el rostro de La Chica en un atisbo de esperanza y en su desvarío se aferra a esta máxima. ¡Las once en punto! En ese momento un hecho inexplicable la hace aparecer delante de una puerta, antes inexistente, de la morada del forastero, descubriendo que se trata de La Muerte.



   Consciente del cansancio que procura a La Muerte la vigilancia eterna de las vidas humanas y comprendiendo el horror de su macabro trabajo, le solicita que devuelva la vida a su amado. La propuesta de La Muerte es cambiarla por una de las tres vidas, metaforizadas por sendas velas que están a punto de agotarse.


LAS HISTORIAS DE LAS TRES LUCES

   Entramos en una tercera dimensión espacio-temporal. En este punto es donde se acrecienta la complejidad del guión pues se relata sin continuidad temporal y en diferentes lugares del mundo cada una de las historias de quien puede ser salvado. 


1)  La acción de la realidad vivida por los protagonistas transcurre en el siglo XIX en un pueblo alemán.


2)   La tercera parte de la película narra la primera vida. Discurre en Bagdad en el siglo XX. “¡Un pagano, un infiel, un giaur!” es el amado de una muchacha de casta real.


3)   La segunda vida es la de un joven enamorado que durante el carnaval de Venecia en el siglo XVI mantiene rencillas con la familia de la amada.


4)  La tercera vida es la de un muchacho muy enamorado que habita en  China en el siglo XIII. En esta quinta parte se realizan los efectos especiales de mayor relevancia.

   La intemporalidad de La Muerte está representada por estas “discontinuas” historias montadas en continuidad.


SIN CONSEGUIR EL ACUERDO

   No habiendo conseguido su objetivo de salvar ninguna de las tres vidas propuestas para el intercambio acordado e insistiéndole a La Muerte, La Chica logra la gentileza de una hora más para encontrar a alguien que quiera cambiar su vida por la de su amado. En ese instante son ¡las once de la noche! La Chica vuelve a la realidad cotidiana exactamente en el mismo punto en que la dejó. Para ella ha transcurrido un tiempo infinitamente menor a un instante de su vida real. Y… el tiempo, desde ese momento, ¡avanza raudo!

 
NOTA FINAL

   Nos encontramos ante una película de las denominadas silentes, cuya realización se ajusta tecnológicamente a los procedimientos de la época. A pesar de las limitaciones, con uno de los guiones más complejos, fantásticos y delicados de la historia del cine, consigue la perfecta representación de una historia que recomiendo ver en su totalidad, dadas las facilidades técnicas actuales.


Es importante visionar la película a plena pantalla y a la distancia suficiente debido a la baja calidad de la imagen


Es importante visionar la película a plena pantalla y a la distancia suficiente debido a la baja calidad de la imagen

miércoles, 14 de septiembre de 2011

JUSTICIA

LOS NADIES

María Luisa Arnaiz Sánchez

Tributo, James Ensor

LOS NADIES

   Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñas los nadies con salir de pobres, que algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte; pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
    Los nadies: los hijos de los nadies, los dueños de la nada.
  Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida, jodidos, rejodidos.
   Que no son, aunque sean.
   Que no hablan idiomas, sino dialectos.
   Que no profesan religiones, sino supersticiones.
   Que no hacen arte, sino artesanía.
   Que no practican cultura, sino folklore.
   Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
   Que no tienen cara, sino brazos.
   Que no tienen nombres, sino número.
   Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
   Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata. 

Eduardo Galeano

martes, 13 de septiembre de 2011

DESTINO IV

EL DRAMA DEL DESENCANTADO

Antonio Campillo Ruiz

El beso, Edvard Munch

EL DRAMA DEL DESENCANTADO

   … el drama del desencantado que se arrojó a la calle desde un décimo piso, y a medida que caía iba viendo a través de las ventanas la intimidad de sus vecinos, las pequeñas tragedias domésticas, los amores furtivos, los breves instantes de felicidad, cuyas noticias no habían llegado nunca hasta la escalera común, de modo que en el momento de reventarse contra el pavimento de la calle había cambiado por completo su concepción del mundo, y había llegado a la conclusión de que aquella vida que abandonaba para siempre por la puerta falsa valía la pena de ser vivida.

Gabriel García Márquez

lunes, 12 de septiembre de 2011

HILO ROJO

SOLEDAD

María Luisa Arnaiz Sánchez

Fragmento de retablo, Miguel Ángel Eugui

SOLEDAD

   Le fui a quitar el hilo rojo que tenía sobre el hombro, como una culebrita. Sonrió y puso la mano para recogerlo de la mía. Muchas gracias, me dijo, muy amable, de dónde es usted. Y comenzamos una conversación entretenida, llena de vericuetos y anécdotas exóticas, porque los dos habíamos viajado y sufrido mucho. Me despedí al rato, prometiendo saludarle la próxima vez que le viera, y si se terciaba tomarnos un café mientras continuábamos charlando. No sé qué me movió a volver la cabeza, tan solo unos pasos más allá. Se estaba colocando de nuevo, cuidadosamente, el hilo rojo sobre el hombro, sin duda para intentar capturar otra víctima que llenara durante unos minutos el amplio pozo de su soledad.
Pedro de Miguel

domingo, 11 de septiembre de 2011

CAPERUCITA

PARA MIRARTE MEJOR

María Luisa Arnaiz Sánchez

El cheque en blanco, Magritte

PARA MIRARTE MEJOR

   Aunque te aceche con las mismas ansias, rondando siempre tu esquina, hoy no podríamos reconocernos como antes. Tú ya no usas esa capita roja que causaba revuelos cuando pasabas por la feria del Parque Forestal, hojeando libros o admirando cuadros, y yo no me atrevo ni a sonreírte con esta boca desdentada.
Juan Armando Epple

sábado, 10 de septiembre de 2011

DESTINO III

SALOMÓN Y AZRAEL

Antonio Campillo Ruiz

Dark Angel, Jeffrey Jones

SALOMÓN Y AZRAEL
  
   Un hombre vino muy temprano a presentarse en el palacio del profeta Salomón con el rostro pálido y los labios descoloridos.
   Salomón le preguntó:

   - ¿Por qué estás en ese estado?

  Y el hombre le respondió:

   - Azrael, el ángel de la muerte, me ha dirigido una mirada impresionante, llena de cólera. ¡Manda al viento, por favor te lo suplico, que me lleve a la India para poner a salvo mi cuerpo y mi alma!

   Salomón mandó, pues, al viento que hiciera lo que le pedía el hombre. Y, al día siguiente, el profeta le preguntó a Azrael:

   - ¿Por qué has echado una mirada tan inquietante a ese hombre, que es un fiel? Le has causado tanto miedo que ha abandonado su patria.

   Azrael respondió:

   - Ha interpretado mal mi mirada. No lo miré con cólera sino con asombro. Dios me había ordenado que fuese a tomar su vida en la India y pensé “¿cómo podría, a menos que tuviese alas, trasladarse a la India?”

Yalal al-Din Rumi, XIII