jueves, 16 de febrero de 2012

EL TREN, UNA AMENAZA

UNA CIUDAD Y UN BALCÓN

María Luisa Arnaiz Sánchez

La estación de Lordship Lane, Camille Pissarro

   Allá en los confines del horizonte, aquellas lomas que destacan sobre el cielo diáfano, han sido como cortadas con un cuchillo. Los rasga una honda y recta hendidura; por esa hendidura, sobre el suelo, se ven dos largas y brillantes barras de hierro que cruzan una junto a otra, paralelas, toda la campiña. De pronto aparece en el costado de las lomas una manchita negra: se mueve, adelanta rápidamente, va dejando en el cielo un largo manchón de humo. Ya avanza por la vega. Ahora vemos un extraño carro de hierro con una chimenea que arroja una espesa humareda, y detrás de él una hilera de cajones negros con ventanitas; por las ventanitas se divisan muchas caras de hombres y mujeres. Todas las mañanas surge en la lejanía este negro carro con sus negros cajones, despide penachos de humo, lanza agudos silbidos, corre vertiginosamente y se mete en uno de los arrabales de la ciudad. 
Azorín, “Una ciudad y un balcón”, Castilla

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2 comentarios:

  1. Hola, María Luisa Arnaiz Sánchez. ¡Qué lindo nombre y armonía de apellidos!
    En el pueblo en el que nací, había una estancia, "La María Luisa", allí vivía mi amiga, iba siempre a visitarla.
    Lugar de amistades.
    La descripción del tren me hizo recordarlo, a mi pueblo digo. Luego cuando dejó de pasar, se convirtió en un pueblo fantasma.
    Un abrazo. Hasta pronto.
    Alicia

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  2. No pierde belleza ni nitidez con el tiempo mi casi paisano alicantino Azorín. Es un maestro. Besos.

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