miércoles, 8 de febrero de 2012

MAÎTRESSE-EN-TITRE DE AUGUSTUS JOHN

DORELIA McNEILL

María Luisa Arnaiz Sánchez

The Smiling Woman Dorelia, Augustus John, 1908-9

   “Llevo tu aroma en mis fosas nasales y nunca se marchará. Estoy enfermo de amor por ti. Sean cuales sean las grandes influencias benefactoras, debo un millón de gracias a quien te haya puesto en mi camino. Devoción, mi niñita, mi amor, mi esposa, cuya sonrisa me abre vistas infinitas” escribió Augustus John a Dorothy McNeill en 1903, a quien pidió que se cambiara el nombre para que sonara más exótico, eligiendo el de Dorelia. El que “dibujaba como un dios” nació en 1878 -Dorelia en 1881- y se dice que el golpe que sufrió en la cabeza a los dieciocho años provocó su genialidad. El insaciable apetito sexual de este gigantón -seis pies de altura, barba pelirroja, aros en las orejas como las gitanas- no se satisfizo tras fugarse con Ida Nettleship en 1901. Una vez casados, dijo que vio a Dorothy por la calle y se enamoró irremediablemente, se lo confesó a su mujer y ella, para salvar su matrimonio, transigió con un “ménage à trois” que se vio complicado cuando Gwen, la hermana de Augustus y también pintora, se prendó de Dorelia al igual que más tarde le ocurriría a la propia Ida. Dorelia se fugó con Gwen, que la retrató en varias ocasiones, y la abandonó para dirigirse a París, donde posó desnuda para otros pintores provocando los celos de John. Cuando este llegó a la ciudad de la luz, ella se había ido con un joven artista a Bélgica. Ida, que murió de parto en 1907, se propuso convencerla para que volviera pero a la postre se quedó con Dorelia en París. Augustus falleció en 1961 y Dorelia, que había tenido con él dos hijos y dos hijas, lo acompañó hasta el último momento.

Dorelia Standing before a Fence, Augustus John, 1903-4

Dorelia In A Black Dress, Gwen John, 1903

Dorelia, Augustus John, 1911

Dorelia in a Green Dress and a Red Scarf on a Hillside,
 Augustus John, 1914

Dorelia, Augustus John, c. 1940

8 comentarios:

  1. Incrível a história!
    Um grande beijo querido amigo

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  2. Pues ya se que no tiene nada que ver, pero el primer retrato me ha recordado el del Papa Inocencio X de Velazquez. Quizás el rojo, la mirada retorcida, lo turbulento de las vidas de los personajes...chi lo sa! Las cabezas, que no estan en caja, como decia mi abuela! Dispense.

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  3. Hola, Gisa: desde luego la vida es más rica que la literatura. Saludos.

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  4. Me temo, Mariano, que si se te ha espoleado alguna neurona habrá sido por la maliciosa mirada de ella. Lo que me gustaría saber es el significado que tu abuela le daba a “en caja”. De la expresión “las cabezas que no están en caja” se deduce que no están “bien”, y por extensión “que desvarían”, en cuyo caso si el significado procediera de la acepción número 12 de CAJA -pieza de la balanza y de la romana, en que entra el fiel cuando el peso está equilibrado- se trataría de una expresión metafórica muy elocuente. Ya me dirás.

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  5. Debía ser extraordinariamente seductora esta Dorelia para que hiciera tantos estragos en los corazones cercanos. Todos los retratos que has colgado son bellos pero sólo cuando he llegado al último, donde ella ya tiene el cabello blanco, he comprendido dónde estaba su belleza y su seducción. Interesantísima historia. Un abrazo.

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  6. Desde luego esa era la idea general. Mi abuela no explicaba demasiadas cosas y la interpelación, a estas alturas, permitiría multiples interpretaciones.

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  7. La trastienda de estos personajes es llamativa pero al egoísmo del pintor le estuvo bien esta criatura. Un abrazo, Isabel.

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  8. ¿De dónde era tu abuela, Mariano? Dímelo cuando nos veamos. Besos.

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