sábado, 31 de marzo de 2012

NEGOCIO REDONDO

EL HORNO

Antonio Campillo Ruiz

Eugène Murer at his pastry oven, Camille Pissarro

EL HORNO

   Era un invierno criminalmente frío. La idea se le ocurrió al abrir la tapa del horno y sentirse envuelto en una ola de aire caliente, achicharrante. Sería un verdadero negocio envasarlo y venderlo.
   Lo puso en práctica enseguida. Salió a la calle con un carrito de mano y casa por casa fue adquiriendo a precios de pichincha centenares de botellas vacías. Ya en su casa, encendió el gas del horno y aguardó a que se elevara la temperatura interior. Cuando consideró logrado el punto conveniente, abrió, metió la cabeza dentro, aspiró el aire abrasante y lo sopló en la primera botella, que tapó ajustadamente con un corcho. Repitió el procedimiento con unas cuantas y salió a venderlas.
   Hizo un negocio redondo. Las vendía en cajones de doce botellas cada uno y no daba abasto. Lo único en contra era que de tanto meter la cabeza en el horno había perdido, en reiteradas chamusquinas, el pelo de la cabeza, de las orejas y del bigote. Sin embargo, no desistía. Ganaba mucho dinero. No era cuestión de abandonar semejante ganga por pelos de más o de menos.
   Un día sintió cierta picazón en una oreja y al intentar rascársela se le desprendió convertida en ceniza. Lo mismo le paso con la otra a la semana siguiente, y más tarde con la nariz, el cuero cabelludo, la piel de la cara y los párpados. Inexplicablemente, conservó hasta el final los labios. Cuando éstos también se le cayeron le resultó imposible soplar el aire caliente dentro de las botellas. Y se le acabó el negocio.

Joaquín Gómez Bas


   Joaquín Gómez Bas (Asturias, 1907 – Argentina, 1984) realizó toda su obra como escritor, pintor y guionista cinematográfico en Argentina, donde residió. El autor español recibió la Medalla de Oro por la novela "Barrio gris" de 1952, que dio lugar a la película homónima, de Mario Soffici, 1954, ganadora en 1955 del prestigioso premio argentino Cóndor de Plata a la mejor película.



viernes, 30 de marzo de 2012

PROBABILIDAD

EL PARAÍSO PERDIDO DE LA PROBABILIDAD

María Luisa Arnaiz Sánchez

La viajera, Camilo Mori


Mi no llegada a la ciudad de N.
se efectúa puntualmente.

Te lo he comunicado
por carta no enviada.

Has tenido tiempo
para no llegar a la hora prevista.

El tren entra por la vía tres.
se apea mucha gente.

La ausencia de mi persona
sigue a la multitud hacia la salida.

Deprisa
entre tanta prisa
varias mujeres ocupan mi vacío.

Un desconocido mío
da la bienvenida a una de ellas,
ella le reconoce
de inmediato.

Intercambian besos no nuestros,
y se extravía
una maleta no mía.

La estación de la ciudad de N.
ha aprobado el examen
de existencia objetiva.

El todo ha permanecido firme en su sitio.
Los detalles se han desplazado
por trayectorias calculadas.

Incluso ha tenido lugar
una cita concertada.

Fuera del alcance
de nuestra presencia.

En el paraíso perdido
de la probabilidad.

Wislawa Szymborska, premio Nobel 1996

jueves, 29 de marzo de 2012

LA MUJER ADÚLTERA y II

EL ADULTERIO

Antonio Campillo Ruiz
Un innocent qui n'a pas
besoin d'explication.     
  Albert Camus

 Albert Camus

La mujer adúltera, y II
Únicamente sentía el calor de Marcel. Como desde hacía más de veinte años, cada noche, así, en su calor, siempre los dos, incluso enfermos, incluso de viaje, como en aquel momento... Además, ¿qué hubiera hecho sola en casa? ¡Sin hijos! ¿Era eso lo que le faltaba? No lo sabía. Seguía a Marcel, eso era todo, contenta de saber que alguien la necesitaba. La única alegría que él le daba era la de saberse necesaria.

… Ella se juntó un poco más contra él, y le puso la mano en el pecho. Y en su fuero interno pronunció el nombre enamorado con que le llamaba en otros tiempos y que todavía, de tarde en tarde, utilizaban entre sí pero sin pensar en lo que decían.

   Le llamó de todo corazón. Además, ella también le necesitaba, necesitaba su fuerza, sus pequeñas manías, también ella tenía miedo a morir. «Si superara ese miedo sería feliz...» Al instante la invadió una angustia sin nombre. Se separó de Marcel. No, no estaba superando nada, no era feliz, en verdad iba a morir sin haberse librado de ello. Le dolía el corazón, descubría de repente que se ahogaba bajo un peso inmenso que arrastraba desde hacía veinte años, un peso bajo el cual se debatía ahora con todas sus fuerzas. ¡Quería librarse de él, incluso si Marcel, incluso si los demás no se libraban nunca! Se incorporó en la cama, despierta, y aguzó el oído hacia una llamada que le pareció muy cercana. Pero sólo le llegaron las voces extenuadas e infatigables de los perros desde los confines de la noche. Se había levantado una brisa débil cuyas ligeras aguas oía correr por el palmeral. Venía del sur, de allí donde el desierto y la noche se mezclaban ahora bajo el cielo, inmóvil otra vez, donde la vida se detenía, donde nadie envejecía ni moría. Después, las aguas del viento dejaron de manar y ni siquiera estaba segura de haber oído algo, salvo una llamada muda que además podía escuchar o hacer callar a voluntad, y cuyo sentido jamás conocería si no respondía al instante. Al instante, sí, de eso al menos estaba segura.

   Se levantó sin brusquedad y permaneció inmóvil cerca de la cama, atenta a la respiración de su marido. Marcel dormía. Un instante después, perdió el calor del lecho y el frío se apoderó de ella. Se vistió lentamente, buscando a tientas su ropa en la débil claridad que llegaba de las farolas de la calle a través de las persianas de la fachada. Alcanzó la puerta con los zapatos en la mano. Esperó todavía un instante en la oscuridad, y después abrió con lentitud. El picaporte rechinó y ella se quedó inmovilizada. Su corazón latía alocadamente. Aguzó el oído y tranquilizada por el silencio hizo girar un poco más la mano. La rotación del picaporte le pareció interminable. Al fin abrió, se deslizó fuera y volvió a cerrar la puerta con las mismas precauciones. Después, con la mejilla pegada a la madera, esperó. Al cabo de un momento percibió lejanamente la respiración de Marcel. Se dio la vuelta, recibió en pleno rostro el aire helado de la noche y echó a correr a lo largo de la galería. La puerta del hotel estaba cerrada. Mientras manipulaba el cerrojo, el vigilante nocturno apareció en lo alto de la escalera con el semblante confuso y le habló en árabe. «Ahora vuelvo», dijo Janine, y se lanzó a la noche.

   Del cielo negro bajaban guirnaldas de estrellas sobre las palmeras y las casas. Corrió a lo largo de la corta avenida que llevaba al fortín, ahora desierta. El frío, que ya no tenía que luchar contra el sol, había invadido la noche; el aire helado le quemaba los pulmones. Pero siguió corriendo, medio a ciegas, en la oscuridad. Sin embargo, en lo alto de la avenida aparecieron algunas luces que se acercaron a ella zigzagueando. Se detuvo, oyó un rumor de élitros y al final, detrás de las luces que iban aumentando de tamaño vio unas enormes chilabas bajo las cuales centelleaban las ruedas frágiles de las bicicletas. Las chilabas la rozaron; tres luces rojas surgieron en la oscuridad detrás de ella, y al momento desaparecieron. Volvió a emprender su carrera hacia el fortín. A mitad de la escalera la quemadura del aire en los pulmones llegó a ser tan cortante que quiso detenerse. Sin embargo, un último impulso la arrojó a su pesar a la terraza, al parapeto, contra el cual apretó entonces su vientre. Jadeaba, y todo se confundía delante de sus ojos. La carrera no le había hecho entrar en calor y todos sus miembros temblaban todavía. Pero pronto fue aspirando con regularidad el aire frío que había estado tragando a bocanadas y un calor tímido empezó a nacer en medio de los escalofríos. Sus ojos se abrieron al fin sobre los espacios de la noche.

   Ningún aliento, ningún ruido, nada turbaba el silencio y la soledad que rodeaban a Janine, salvo a veces el resquebrajamiento sofocado de las piedras que el frío iba reduciendo a arena. Sin embargo, al cabo de un instante, le pareció que una especie de pesada rotación arrastraba el cielo por encima de ella. Miles de estrellas se formaban sin tregua en el espesor de la noche fría y seca, y sus brillantes carámbanos, desprendiéndose al instante, empezaban a deslizarse imperceptiblemente hacia el horizonte. Janine no podía apartarse de la contemplación de aquellas luminarias a la deriva. Giraba con ellas y poco a poco se reunía con su ser más profundo por el mismo camino inmóvil, donde ahora combatían el deseo y el frío. Las estrellas caían delante de ella, una a una, y se apagaban después entre las piedras del desierto, y cada vez Janine se iba abriendo un poco más a la noche. Respiraba, olvidaba el frío, el peso de la existencia, la vida demente o inmóvil, la prolongada angustia de vivir y de morir. Después de haber escapado alocadamente durante tantos años huyendo delante del miedo, por fin podía detenerse. Al mismo tiempo le parecía volver a encontrar sus raíces, como si la savia volviera a subir por su cuerpo, que ahora ya no tiritaba. Apretando todo su vientre contra el parapeto, proyectando su tensión hacia el cielo en movimiento, solamente esperaba que su corazón, todavía alterado, se apaciguara a su vez, y que al fin se hiciera el silencio en ella. Las últimas estrellas de las constelaciones dejaron caer sus racimos algo más abajo, sobre el horizonte del desierto y se inmovilizaron. Entonces, con una insoportable suavidad, Janine empezó a llenarse con el agua de la noche, venciendo al frío, subiendo poco a poco del centro oscuro de su ser y desbordándose en oleadas ininterrumpidas hasta llenar de gemidos su boca. Un instante después el cielo entero se desplegaba sobre ella, tendida sobre la tierra fría.
   Cuando Janine regresó con las mismas precauciones Marcel no se había despertado. Pero lanzó un gruñido cuando ella se acostó y unos segundos después se incorporó bruscamente. Habló, y ella no comprendió lo que decía. Se levantó y encendió la luz, que la golpeó en pleno rostro. Se dirigió tambaleándose hacia el lavabo y bebió largamente de la botella de agua mineral que había allí. Ya iba a meterse entre las sábanas cuando con una rodilla encima dela cama la miró a ella, sin comprender. Estaba llorando a lágrima viva, sin poder contenerse. «No es nada, mi amor—decía ella—, no es nada.»
Albert Camus

Santiago Carbonell

miércoles, 28 de marzo de 2012

DISCIPLINA INGLESA

ARTE EN EL CUERPO

María Luisa Arnaiz Sánchez

La joven del piercing, Eduardo Naranjo

   Si hay una imagen cinematográfica que tuviera que elegir por su impacto y por la morbosa idea de excitación con que la codifiqué, esa sería sin duda la de John Morgan (Richard Harris), suspendido por los pezones en una ceremonia sioux, el “Voto al Sol”, con que Elliot Silverstein adornó “Un hombre llamado Caballo”.


   Salvando las distancias, esa tortura desencadenó en mi mente las muchas escenas sádicas de la Pasión, que por aquellos tiempos me eran tan familiares. El Cristianismo es la única religión que tiene por Dios a un crucificado, creo que dijo Bertrand Russell, y la afirmación no es baladí pues las reacciones sadomasoquistas, antes de que se conociera esta voz y después, han conocido multitud de excesos en cuanto a la imitación de Cristo bien en forma de penitencias a través de cilicios o del suplicio de la crucifixión (Filipinas), bien en forma de asfixia o autoflagelación con efusión de sangre en las procesiones.

Cristo cargando con la cruz, El Bosco

   Como nos aproximamos al cruel espectáculo pasional, seleccionaré unos lienzos que acercan la apariencia externa de muchos jóvenes, la de esos a los que se critica y de los que se recela por su aspecto, a la visión cristiana de los judíos. Y ríanse de la disciplina inglesa, esa voluptuosidad mezcla de dolor y placer. ¡Cuántas enseñanzas y prejuicios transmitidos por la Iglesia católica! Dice Russell que “el miedo es el padre de la crueldad y, por lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano”. Naturalmente.

Cristo cargando con la cruz (detalle), El Bosco

Cristo cargando con la cruz (detalle), El Bosco

La coronación de espinas, El Bosco

Arte en el cuerpo

martes, 27 de marzo de 2012

THIS IS NOT A FILM

EL CONTADOR DE PELÍCULAS

Antonio Campillo Ruiz

 Jafar Panahi

   La manía de contar. El ser humano no sería racional si no hubiera tenido la necesidad de contarle al otro. Hechos, sueños, recuerdos, historias, se agolpan en palabras cuando nos relacionamos con los demás, de manera que el hombre se vio impelido a imitar y crear un lenguaje que diera forma a sus pensamientos, a sus relatos, a sus sentimientos, para recrearse con el resto de sus iguales. Así pues, contar ha conformado la mente humana de forma especial, hasta el punto de que en último término se podría decir que somos palabras .



   Un grupo de especial relevancia que emplea sofisticados medios materiales para narrar sus historias por medio de la imagen, con un lenguaje complejo pero bello, con una sintaxis traducible a la de la lengua, es el de lo cineastas. Entre contar un filme y hacerlo existe un abismo insalvable y no hay puentes que unan ambas proyectos.


   Jafar Panahi imaginó una película cuyo desencadenante era la ofensa que reciben unos padres cuando su hija les comunica que quiere estudiar en la universidad. Sometió el plan a la censura y el permiso de rodar le fue denegado. Jafar es iraní y fue condenado en 2009 a seis años de cárcel y a no salir del país durante veinte. La pena quedó en suspenso a cambio de permanecer recluido en su casa. Tenía una cámara digital y decidió grabarse a sí mismo durante su obligado encierro. Nada especial: su rutina, su iguana de compañía, su desesperación...

   Un amigo que lo visitaba, Mojtaba Mirtahmasb, le ayudó haciendo el trabajo de cámara. Entonces Jafar tuvo la idea de leer el guión de la película que le habían censurado. Poco a poco fue transformando la narración del guión en una película contada y para ello dividió con cinta aislante su cuarto en espacios y describió los escenarios en donde tenía lugar la acción. A veces, incluso rodó con la cámara de su iPhone para detallar una situación que previamente leía.


   La manía de contar o la narración hecha imágenes a través de la voz. Así se realizó “This is not a film” de Jafar Panahi y Mojtaba Mirtahmasb, 2011, una película sin música en la que casi ni siquiera existen los créditos. Cuando estuvo acabada, el material se sacó de contrabando del país y se estrena el próximo día treinta de marzo en España. Jafar Panahi, el contador que está silenciado, proscrito y encerrado, siempre seguirá dedicándose al oficio de contar.


lunes, 26 de marzo de 2012

NYMPHOMANIA

JOSEFINE MUTZENBACHER

María Luisa Arnaiz Sánchez

Christian Gaillard

Vino al mundo en medio de la espesura…Vacilante, inseguro sobre las delgadas patitas, miraba vagamente con los ojos empañados… la madre…siguió lavando…al recién nacido, y…le prodigó, al mismo tiempo, aseo, caricias y calor. El pequeñuelo se tambaleó un poco. Dobló ligeramente las rodillas bajo las suaves caricias que llegaban a todas las partes de su cuerpo…

Christian Gaillard

   Así comienza “Bambi, una vida en el bosque” de Felix Salten, que vendió a Walt Disney los derechos sobre su obra y supongo que la mayoría conocerá siquiera por el cine. Sin embargo, es posible que “Josefine Mutzenbacher. Historia de una prostituta vienesa”, la autobiografía ficticia de una furcia que se publica desde 1906, no sea tan familiar. Aunque pase por obra atribuida al austriaco, sus contemporáneos no dudaron de su autoría: la voz de la narradora no era sino la de este judío, al que Hitler prohibió sus libros. 

Christian Gaillard

  “Dicen que de jóvenes rameras nacen viejas beatas. Pero este no es mi caso. Me convertí en puta a una edad precoz y he vivido todo lo que una mujer puede vivir en la cama, encima de una mesa, de una silla o de un banco, apoyada en esquinas de muros miserables, tumbada en la hierba, en rincones oscuros de portales, en privados, trenes, cuarteles, burdeles y prisiones, pero no me arrepiento de nada” firma J. M. en el prefacio de la obra, viniendo a continuación las andanzas sexuales de una niña -de los siete a los trece años-, aderezadas con el placer que el sexo le produce.

Christian Gaillard

   “- Desnúdese -me dijo.
   Para mi sorpresa, ella también empezó a quitarse la bata.
   -Debe quitárselo todo menos las medias y los zapatos -dijo. […]
   -¿Cuántos años tienes?... ¿Catorce?
   - Aún no -respondí.
   - ¿Ya te ha dicho mi marido qué quiere de ti?
   - Sí.
   - Muy bien -dijo quitándose la camisa. Lo demás ya lo irás viendo por ti misma.
   -¿También la fotografiará a usted?- pregunté sorprendida. […]
   El señor Capuzzi, que así se llamaba el fotógrafo, ordenó al chico que se desvistiera…Sacó un banco…y dijo…Albert se sentará en el medio…Melanie a su derecha y Pepi a su izquierda…” 

Christian Gaillard

domingo, 25 de marzo de 2012

CANTAUTOR

LUIS PASTOR

Antonio Campillo Ruiz
                
                                                                                  “La canción de autor puede ser
                                                                                   un vehículo para volver a unir
                                                                                   y sensibilizar a la gente”
                                                                                                      Luis Pastor


   Hubo una época, ni mejor ni peor que la actual, distinta, en la que se trató de limitar el pensamiento. Era tal la torpeza de quien lo proponía, que no distinguía entre el ultraje de obligar al silencio y la libertad para pensar. El silencio era tan denso que se escuchaba.  Muy pocos fueron los que se rebelaron contra la irracionalidad de lo oculto ya que suponía la inminente represión estatal.  

   A pesar de ello, un clamor popular surgió desde la necesidad de aprender, de saber, de entender, cómo podrían ser escuchados. La vivacidad con la que se requería poder expresar lo silenciado durante tantos años no poseía canales de comunicación que fuesen idóneos. Un grupo de poetas que cantaban sus poemas transmitieron sus pensamientos, sus ilusiones, sus anhelos, por todos los lugares en donde existía imaginación y se revitalizaba la esencia de los seres libres. Se llamaron cantautores. Hoy, cuando ya pocos de ellos continúan conservando las raíces que pertenecen a la historia de un pueblo que, como todos, cambia día a día, recordé una crítica, una desilusión, un canto contra los brazos caídos por los muchos desengaños, recordé un poema de Luis Pastor y una de sus canciones.

NOTA: El poema es recitado por el propio Luis Pastor. 




sábado, 24 de marzo de 2012

INMORTALIDAD

ALOCUCIÓN PAGANA

María Luisa Arnaiz Sánchez

Kenne Gregoire


¿Es que, acaso, estimáis que por creer
en la inmortalidad,
os tendrá que ser dada?
Es obra de la fe, del egoísmo
o la desolación.
Y si existe, no importa no haber creído en ella:
respuestas ignorantes son todas las humanas
si a la muerte interroga.

Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses,
o grandes monumentos funerarios,
las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega.
O aceptad el vacío que vendrá,
en donde ni siquiera soplará un viento estéril.
Lo que habrá de venir será de todos,
pues no hay merecimiento en el nacer
y nada justifica nuestra muerte.

Francisco Brines, “Aún no” 1971


viernes, 23 de marzo de 2012

HORIZONTE

DE COLOR AZUL

Antonio Campillo Ruiz

Mujer joven en la playa (La solitaria), Munch 


   Sus ojos habían adquirido el color del mar que jamás dejaba de mirar. Siempre escrutaba el inmenso horizonte esperando, buscando una alteración, un resquicio por el que poder pasar la larga línea que nunca faltaba a su cita diaria.

   Recordó cuando con su pequeña barca llegó hasta el primer horizonte, aquel que le era conocido. Fue un esfuerzo titánico pero su objetivo merecía ese trabajo. Quería llegar al último horizonte, donde sabía que esperaba. Sus brazos poseían cada vez menos fuerza. Al virar la barca hacia el horizonte de la tierra, tuvo la sensación de equivocación y deslumbramiento.

   Aquella mañana, al llegar a la orilla del mar, parecía que en la línea majestuosa de color dorado por el tibio sol naciente existía un desfiladero, un paso, un camino. Su nerviosismo le empujó a botar la barca y salir de tierra rumbo al cortado, a la senda que había roto la armonía lineal y por la que quizás podría llegar al horizonte de tierra más allá del más allá de todos.

   Fue una vana ilusión. Cuando llegó, el camino se había difuminado y las olas eran barreras muy difíciles de pasar. Su cansancio llegó a ser tan doloroso como su ilusión. Ni existía el desfiladero de paso inmediato ni podría alcanzar la lejana tierra en donde aseguraban que vivía.

   Al atardecer, cuando el sol se hundía tras la impertérrita línea y las nubes, teñidas de un color rojo intenso, viajaban sobre el viento, llegó exhausto a la tierra que había dejado con el arrebato de un descubrimiento único, casi mágico. Cayó sobre la arena fría y quedó inerte. La barca era zarandeada por las olas rompientes, blancas, que sin cesar, con un juego monótono, la iban decolorando, hiriendo sus maderas sobre el fondo rocoso.

   Un calor intenso le despertó. Eran nuevamente los rayos de un sol hiriente que ya se encontraba alzado con majestuosidad. Miró el horizonte y observó que conservaba su monotonía cotidiana. Nada había cambiado. El camino que recorrió con tanta pasión para alcanzar el paso hacia más allá del horizonte no estaba trazado sobre la superficie del mar. ¿Existiría la última línea que no había podido alcanzar ni siquiera por el atajo que le mostró el cielo y el mar?

   Al día siguiente continuó observando con más atención, llenando sus ojos cada vez más del color cambiante de la superficie serena, quieta, inalterable, de la inmensa masa de agua que le separaba de su destino. ¿Miraría también al mar desde más allá del más allá del último horizonte? 

jueves, 22 de marzo de 2012

MIDCULT

GIOVANNI BOLDINI

María Luisa Arnaiz Sánchez

Retrato de dama, Boldini

   Dwight MacDonald escribió un controvertido artículo, “Masscult and Midcult”, en el que teorizó sobre la confrontación entre la cultura en un sentido clásico, la de masas (masscult) y la mediática (midcult). No hizo reproches a la difusión del arte de la masscult ni a la banalización comercial del mismo de la midcult pues abogó por la coexistencia de ambas manifestaciones sin que se confundieran. Pues bien, si se acepta esa proposición, los retratos femeninos del llamado “pintor de las señoras”, Boldini, son un buen ejemplo de midcult. Ciertamente, quienes le encargaban un retrato querían una obra de arte que, a la vez que aumentara su prestigio, ensalzara los atributos de las elegidas, de modo que el pintor plasmaba lo que le pedían y, ateniéndose a las reglas clásicas, pintaba soñadoras o provocativas miradas, labios húmedos y delicadas carnes, que excitaban el deseo de los espectadores, sin embargo, al pintar los atuendos, seguía a los impresionistas. Así pues, supo conjugar lo consumible con lo contemplable. 

Mlle Lantelme, Boldini

Marthe-Lucile Bibesco, Boldini

L'attrice Alice Regnault, Boldini

Contessa de Leusse, Boldini

Fuoco d'artificio, Boldini

miércoles, 21 de marzo de 2012

CREADORES PROHIBIDOS

Héctor G. Oesterheld

Antonio Campillo Ruiz


    En algún lugar de los vastos arenales de Marte hay un cristal muy pequeño y muy extraño. Si alzas el cristal y miras a través de él, verás el hueso detrás de tu ojo, y más adentro luces que se encienden y se apagan, luces enfermas que no consiguen arder, son tus pensamientos. Si oprimes entonces el cristal en el sentido del eje medio, tus pensamientos adquirirán claridad y justeza deslumbrantes, descubrirás de un golpe la clave del Universo todo, sabrás por fin contestar hasta el último por qué. En algún lugar de Marte se halla ese cristal. Para encontrarlo hay que examinar grano por grano los inacabables arenales. Sabemos, también, que, cuando lo encontremos y tratemos de recogerlo, el cristal se disgregará, sólo nos quedará un poco de polvo entre los dedos. Sabemos todo eso, pero lo buscamos igual.

   Héctor G. Oesterheld fue un “desaparecido” del Proceso de Reorganización Nacional, la Dictadura Militar Argentina, que probablemente murió en 1978. La misma suerte corrieron sus cuatro hijas. Nacido en 1919, se licenció en Geología pero abandonó la carrera y se dedicó a la historieta gráfica. Su extraordinaria historieta El Eternauta, 1957, es quizás su obra más conocida.

   Guionista y escritor, fundó en 1956 la Editorial Frontera, una de las más significativas de la historieta argentina, de donde nacieron revistas como Hora Cero y  Frontera. Entre sus guiones pueden leer: “El Eternauta”, “Doctor Morgue”, “Galac-Master” y “Vida del Che”. También les recomiendo la historieta “Mort Cinder”.

   Oesterheld fue ilustrado por los mejores dibujantes argentinos y extranjeros, como Alberto Brescia, Francisco Solano López o Hugo Pratt. “Ciencia” fue tomado de El Eternauta y otros cuentos de ciencia ficción.






martes, 20 de marzo de 2012

VIOLACIÓN

LA BELLA OTERO

María Luisa Arnaiz Sánchez

La víctima, Balthus

   La que nació humildísima en Valga (Pontevedra, España), fue una de las mujeres más ricas del mundo gracias a sus amantes -entre otros, Nicolás II de Rusia, Guillermo II de Alemania, Eduardo VII de Inglaterra, Leopoldo II de Bélgica, Alberto I de Mónaco y Alfonso XIII de España (“los reyes, en general, no son muy generosos, pero yo a todos les enseñé a dar”)-, la que vivió, parece, de la generosidad del casino de Montecarlo en una habitación de la Rue d’Angleterre de Niza porque había dilapidado su fortuna en el juego, la que olvidó su lengua materna y murió sola en 1965, esa, fue violada de forma brutal a los diez años en los alrededores de su pueblo por un tal Venancio Romero, al que no se pudo hallar. Sigue la censurada transcripción del parte oficial sobre la agresión sufrida por una niña que, según decían, “ten una fermusura diabólica”, la hija de Carmen Otero y un desconocido, Agustina Otero Iglesias, La Bella Otero.

La Bella Otero

   “Era el año 1879. Al juzgado de Caldas de Reyes acudió una madre desolada diciendo que en la noche del 6 de julio había sido bárbaramente ultrajada su hija en un camino solitario. Se instruyó el correspondiente sumario. Era juez de aquel partido don Juan Puig Vilamora, La autoridad fue a la pobre casa donde habitaba la víctima. Los médicos don José Benito Vázquez y José Francisco Vázquez la examinaron y emitieron su informe. Según este, el ultraje había sido consumado en términos tan brutales que “por decencia no pueden escribirse” y se calificaba de grave el estado de la chiquilla. Habíase producido una fuerte reacción que la hacía delirar y que trastornaba su cerebro”. Nina había gritado: “¡Auxilio, mi madriña!” y dos mujeres, que reconocieron al violador, dijeron: “¡Allá vamos!”. Carolina, como luego se hizo llamar, tenía la pelvis rota y se quedó estéril. 

lunes, 19 de marzo de 2012

A GIFT FOR YOU

CON TODO MI AMOR

Antonio Campillo Ruiz

Sus sueños, su fractal, mi ilusión

   Creo que se llama Tecnología aunque me dijeron que solo tenía valor para idear formas sin sentido.  

   La existencia de la pura soledad, la nada, ¿inducirán a dejar de soñar o serán un estímulo para la creatividad? Debo probarlo. Debo saberlo. Debo engendrarlo.

   También me han señalado que su complejidad es alta. Me dejaron unos sofisticados aparatos y me aseguraron que con ellos se podía concebir y, lo más importante, crear lo imposible. No estoy muy seguro. Solo siento una serenidad que me lleva hacia pensamientos cada vez más complicados. ¿Qué obtendré?

   Estos aparatos me ayudarán a alcanzar sus sueños, su alegría, su ilusión. Ella debe vivir lo que está soñando pero nunca debe saber que la ayudo a soñar, nunca debe percibir mi presencia, no estoy en su mundo, dependo de su fantasía. Mi utopía es revitalizar lo que únicamente le pertenece.

   Extraeré un recuerdo, un regalo, un pequeño trozo de su mente, y los dejaré siempre con ella. Será mi regalo de aniversario.

Se recomienda visionar el material audiovisual a plena pantalla

domingo, 18 de marzo de 2012

PARADOXICAL MOMENT

VIDA

María Luisa Arnaiz Sánchez

Zdzislaw Beksinski

Después de todo, todo ha sido nada,
a pesar de que un día lo fue todo.
Después de nada, o después de todo
supe que todo no era más que nada.

Grito “¡Todo!”, y el eco dice “¡Nada!”.
Grito “¡Nada!”, y el eco dice “¡Todo!”.
Ahora sé que la nada lo era todo,
y todo era ceniza de la nada.

No queda nada de lo que fue nada.
(Era ilusión lo que creía todo
y que, en definitiva, era la nada.)

Qué más da que la nada fuera nada
si más nada será, después de todo,
después de tanto todo para nada.

                                                                                                       José Hierro

sábado, 17 de marzo de 2012

CÍRCULOS

RECUERDA

Antonio Campillo Ruiz

Noche estrellada, Van Gogh

   Recuerda que el mundo entero es un espejo, que en cada átomo se esconden miles de soles radiantes. Que del corazón de cada gota de agua derramada emergen miles de océanos cristalinos. Que de cada mota de polvo recogido pueden nacer miles de Adanes…
   Recuerda que un grano de trigo alberga un universo; todo confluye hacia el punto presente… De cada punto de un círculo se originan miles de formas. Y cada punto, en su girar continuo, es en ocasiones un círculo, en ocasiones una circunferencia que gira…

Mahmud Shabestari, siglo XIV

viernes, 16 de marzo de 2012

GOYA: STORYBOARD

CAPTURA Del Maragato

María Luisa Arnaiz Sánchez

El Maragato amenaza a Fray Pedro, Goya, c. 1806

   “Sr. Dn Vicente López// Mi apreciable Amigo; al momento del recibo de su muy estimada de hayer tarde remití con el dador a ella a S.A. el Srmo. Sr. Ynfante D. Sebastián los seis bocetos de los Toros y los seis del Maragato, de cuyo merito nada puedo decir y queda al conocimiento é inteligencia de vmd. Ygualmente remití la Misa... Este y otros varios cuadros forman la unica legitima que recivo de mi Padre pero estoy en el agradable momento de poner a disposicion de S. A. lo mas precioso que poseoFranco Javier de Goya// Mayo 24/1828.”

   Esta carta del hijo de Goya muestra la prisa que tenía por vender lo que le había correspondido en herencia, pues su padre acababa de morir el 15 de abril. Dado que en su poder se encontraba la serie sobre la captura del bandido El Maragato por el fraile alicantino Pedro de Zaldivia, solo añadiré que Pedro Piñeiro de la Rodera comenzó sus correrías a finales de 1779, que mató a dos hombres y que fue condenado a muerte. Prisionero en Cartagena, huyó de esta ciudad el 28 de abril de 1806 y el 10 de junio entró a robar en una venta, donde le hizo frente un fraile. El caso fue tan popular que Goya dejó su testimonio en unas tablas a modo de tiras como las *aleluyas o “storyboard” del cine.
(*Aleluya: Cada una de las estampas que, formando serie, contiene un pliego de papel, con la explicación del asunto, generalmente en versos pareados.)

Fray Pedro desvía el arma, Goya, c. 1806

Fray Pedro arrebata el fusil, Goya, c. 1806

Fray Pedro golpea al Maragato, Goya, c. 1806

Fray Pedro dispara al Maragato, Goya, c. 1806

Fray Pedro ata al Maragato, Goya, c. 1806