viernes, 22 de marzo de 2013

PREPOSICIONES: DESDE

DESDE LA SOLEDAD

Antonio Campillo Ruiz

Mstislav Pavlov

- ¿Os acordáis cuando la profesora al querer decir “¡Silencio!”, se le trabó la lengua y le salió “¡Saencio!”?
- Eso no es nada comparado con el batacazo que se dio la directora cuando se sentó en una silla coja…
- Sí, ahí yo me partía. Casi tuve que ir al lavabo…
No se explicaba cómo había aceptado la invitación. En fin, hecho está, pero su disgusto era insufrible. ¿Cómo era posible que cuando le dijeron que iban a celebrar su trigésimo aniversario de fin de bachillerato hubiese aceptado asistir? ¡Treinta años! Bueno, treinta más el chorrito perteneciente a los estudios que celebrábamos. Al entrar al salón, como la invitación se la enviaron por correo e iba firmada por una tal Piluca, se dirigió hacia el camarero para preguntar dónde se celebraba la cena. Antes de llegar a él dos chicas, más o menos como ella. La alcanzaron y preguntaron casi al unísono; - ¡Tú debes ser Mari…! Sorprendida y sin reconocerlas dijo tímidamente: - No, soy Gertrudis…
¡Ah!, sí, Gertrudis, la escritora soltera que no sabíamos cómo encontrarla para enviarle la invitación. Menos mal que Alfredo nos dijo dónde trabajaba y así, pudimos ir tirando del hilo hasta encontrarte.
¿Qué relación había entre ser escritora y la soltería? ¿Cómo era posible que hubiesen hecho una labor de investigación para encontrarla? Increíble. Y preguntar, precisamente, al hombre que fue su martirio durante veinte años… En ese momento miró la puerta y se preguntó si debía escapar de aquel lugar. Se vió cogida de los brazos y arrastrada hacia un salón interior del local en el que ya había unas doce compañeras. La presentaron a voz en grito y le aplaudieron al saber quién era. Todas iban engalanadas para la ocasión, Vestidos arreglados, recién estrenados o con corchetes demasiado forzados, configuraban una cromática chillona y deslumbrante a la fría luz de las lámparas de bajo consumo. Ella se había arreglado para asistir a una reunión de antiguas compañeras pero no para una fiesta que, queriendo ser una celebración por todo lo alto, no llegaba ni siquiera a una mediocre exhibición de los poderes adquisitivos de cada una de las asistentes. El camarero se acercó servicial y le ofreció una bebida. Eligió una y, con ella en la mano, se incorporó al grupo inicial.
- Sí, porque Mari fue tonta. Si me pasa a mí, se acuerda para toda la vida… Decía una pelirroja que le recordaba a Isabel, Isa en la clase.
- Y además de acordarse de mí, le llevo al juzgado, que mi novio es abogado y le pongo una demanda… ¿Novio? ¿Isabel, a estas alturas tiene novio? Se separó un poco del grupo y miró una a una a sus antiguas compañeras. El tiempo había hecho estragos en todas. A unas, la belleza las había olvidado completamente, mientras a otras, con esmerados cuidados, suponía, las empezaba a abandonar lentamente. Era lo normal, tenían una edad en la que la batalla contra el tiempo la perdieron hacía años. Bien, a pesar de todo, era consciente de las ansias de vivir que ella misma tenía y, por extensión, se debería aplicar a todas sus compañeras. Este era un factor muy importante y poder detener el tiempo había sido una de las razones, quizás la más importante, para asistir a aquel reencuentro. Se sentía un poco aturdida de besos, nombres, recuerdos, preguntas y más preguntas. Alguien dijo, casi chillando, “¡A la mesa….!” Hubo una especie de desbandada general, se formaron pequeños grupos que ocupaban asientos contiguos y ella, cansada ya del tiempo pasado de pie quedó mirando dónde sentarse. Se dirigió a una silla pero le dijeron que era la silla de Eva. 

Por fin, hacia el extremo de la mesa encontró una silla y ocupó su lugar. Conforme pasaba el tiempo las voces eran más elevadas y como la mesa era recta, las voces pasaban volando, por encima de las viandas, de un extremo a otro. Observó que muchos platos eran retirados por los camareros y sustituidos por otros que parecían salidos de una clínica de regímenes. Por el contrario, las bebidas alcohólicas, de dudable calidad, corrían de mano en mano, a veces con avidez. Le sorprendió el hecho porque parecía que bastantes compañeras eran, en exceso, aficionadas al alcohol. Del grupo que estaba junto a ella escuchó todo tipo de lindezas acerca de quienes, por su posición en la mesa, no podían oírlas. No le pareció correcto pero lo más extraño era que se conocían e incluso se habrían tratado a lo largo de tanto tiempo. Las bodas arregladas de tal o cual, los divorcios, amantes, hijos e incluso nietos, de unas u otras fueron siendo protagonistas de todo tipo de comentarios, tanto de alabanza como corrosivos. Ahora entendía el interés de su estado a pesar de suponer que sabían de su relación con Alfredo. En aquella época ella era una chica que había acabado sus estudios superiores y empezaba a abrirse un camino de difícil futuro y mucho trabajo.
Conoció a Alfredo en un momento en el que desde la soledad, su ánimo estaba muy decaído, casi al filo de dejar todo el esfuerzo ya realizado. Él la ayudo mucho. Sabía explicarle y consolarla con tal maestría que ella se sentía tan halagada como acompañada. Siempre pensó que, al igual que ella, desde su soledad, buscaba eliminar aquella desagradable sensación.. Con el tiempo, lentamente porque ella era bastante tradicional y pacífica con respecto a las relaciones humanas y especialmente el sexo, se desearon con fuerza, con la pasión que ella jamás había experimentado y se sorprendió, se entusiasmó y se enamoró. Creía que él sentía lo mismo durante el tiempo que vivieron juntos, más de quince años. Jamás hablaron de unirse para toda la cida, de casarse, de hijos, de familia, de nada. Fue como un mutuo acuerdo sin explicaciones ni razones. Ambos pensaban de forma similar. Ella se encontró a sí misma cuando sólo se conocían seis meses escasos y, desde ese día, su vida dio un brusco cambio y su trabajo se desarrollaba con suficiente éxito como para olvidar los malos momentos que pasó. Esa fue la gran obra de Alfredo para con ella. Vivian, se amaban, viajaban, salían a pasear y poseían una actividad conjunta que era la envidia de amigos y conocidos. Un día pudo percibir que Alfredo se encontraba ausente, con sus cosas. Poco a poco fue aumentando su encapsulamiento. No manifestaba interés, atención y, lo que es peor, ni quería manifestarla. Las atenciones se fueron acabando y la rutina empezó a adueñarse de sus vidas. Desde la nueva soledad, lo vulgar que, a veces, era desesperante y anodino se instaló nuevamente en ellos. 

Ella se introdujo en su trabajo y en sus personajes, en un mundo que era pura ficción y manejaba a su antojo y, sin apreciarlo, se apartaba de la realidad que había vivido aquellos años. Casi sin darse cuenta, sin hablar, sin acuerdos tácitos, reproches, ni recuerdos, ambos se fueron alejando hasta que Alfredo compró una casa en la playa y se trasladó a ella solo. Sabía que a Gertrudis el mar le gustaba en verano pero que no soportaba un invierno largo en la playa. Desde la soledad de ambos, continuaron viviendo, más lejos que cerca, durante otros cinco años. Salían a cenar, viajaban, pasaban juntos una semana, tres días, y tras ellos, un largo tiempo de separación marcaba el ritmo de un calendario imparable, irrecuperable. Una de sus compañeras le preguntó: “Tú, ¿no estás casada?” Ella respondió: “No, no estoy casada”. “Pues no lo entiendo. Yo no puedo concebir la vida sin estar casada… Sin dar placer y si puedo, incluso sentirlo, no podría vivir”. Dijo con voz pastosa llevándose a los labios una copa de vino que bebió completamente.     

Antonio Campillo Ruiz

20 comentarios:

  1. Hiciste la fotografía exacta de ese tipo de reuniones, llenas de ficción, en que nadie dice como es en realidad... Mucha presumidera, chismorreo, envidia. La menos sola era la soltera.
    Abrazo de felicitación!

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    1. Y además, estaba sorprendida, Sara. La llamada desinhibición por encontrarse recordando un tiempo siempre añorado y jamás repetido, se produce siempre entre personas cuya soledad es más potente que su estado civil.

      Un fuerte abrazo, querida Sara.

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  2. Excelente relato, con las palabras, los personajes y las situaciones exactas para un encuentro despuès de treinta anios. Un momento de encuentro no basta para presumir de todo lo que fue o lo que no pudo ser...

    Un abrazo Antonio y que tengas un feliz fin de semana.

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    1. Gertrudis, que ha vivido su vida, ha sabido establecer una línea temporal que asume y acepta. Así pues, Genessis, la única persona que, habiendo acertado o errado, ha estado siempre de acuerdo con ella misma, es precisamente quien se siente en un ambiente que no le pertenece ni jamás le perteneció.

      Un fuerte abrazo, querida Genessis.

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  3. Antonio
    Sos genial
    Sos un escritor Has dejado de ser blogger como todos nosotros
    Escribir y crear como vos creás es unico muchacho
    Es un honor para mi tenerte como invitado de mis blog
    Un beso tremendo de grande

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    1. Querida MuCha, me sonrojas. Todos escribimos aquello que sentimos, soñamos, o experimentamos. Por la misma razón que expresas, cuando leo tus blog te veo y experimento tu muy personal yo. Muchas gracias querida muchacha…
      Como tu beso ha sido tan grande que casi me deja sin respiración, ahora me toca a mi enviarte un fuerte abrazo y otro beso que sí te deje sin respiración… querida MuCha.

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  4. Muy real e incisivo Antonio. Los americanos están muy acostumbrados a ese tipo de reuniones. No es mi caso, pero creo pueden ser muy crueles para algunos, como Gertrudis.

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    1. Has captado perfectamente una de las muchas intenciones, Marcos, lo incisivo del relato, su sarcasmo ante los convencionalismos, generalmente copiados de sociedades acostumbradas a este tipo de reuniones. Insulsas, sin sentido, festejando algo que no es para ello y tratando de resolver sus fracasos con el desprecio a los demás.

      Un abrazo, Marcos.

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  5. Aquí hay mucha miga para reflexionar leer y comentar, Antonio. La vida matrimonial es larga y difícil, con ocasiones para casi todo. Cuesta mucho formar un criterio.
    Pero a ti las palabras y los hechos te brotan como manantiales.
    Eres un hombre afortunado.

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    1. Sí, Tecla, mucha miga. Tienes razón en lo que expresas acerca de la convivencia diaria entre, admitamos la palabra amantes, que deben no sólo superar la maestría que supone amar sino también el cambio tan rotundo que experimenta su vida con esta unión. Además, desde Gertrudis hasta cualquiera de sus compañeras, han vivido vidas tan diferentes que nada las une ni las ha unido jamás. Todo es una ficción burda y sin sentido. Desde este punto, nos falta un buen té y la posibilidad de hablar durante un buen rato. Volveríamos a hacer harina de la miga.

      Un fuerte abrazo, querida Tecla.

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  6. Las reuniones de antiguos compañeros acaban siendo, como las de familia, una revelación de envidias, cotilleo y conversaciones insulsas durante las cuales uno se acaba arrepintiendo de haber acudido. La frase pertienente que asalta tu cabeza es "tierra trágame". Unos a otros se sonríen falsamente mientras se ponen de vuelta y media para sus adentros. ¡Qué viejo está!¡Qué de arrugas tiene! ¡Qué gordo y calvo! ¡Vaya espantajo! son sólo algunos ejemplos de pensamientos de uno mismo hacia los demás. Las compraciones siempre son positivas para uno mismo. Pienso huir de este tipo de celebraciones, lo prometo.
    Un saludo

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    1. Pues sí, Carmen, además existe algo muy importante que es difícil de obtener: esos secretos que siempre se han querido saber y jamás se han constatado. Las críticas de imagen o costumbres personales, siempre saltan al menor descuido. La cuestión es que, a veces, la rabia contenida, las historias escuchadas, los amores perdidos, los recuerdos de pubertad, provocan una separación mayor que la existente antes de la celebración. Carmen, un pequeño caos.

      Un fuerte abrazo, querida Carmen.

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  7. Eres un gran observador querido amigo. Magnífico retrato de una sociedad falsa y envidiosa. No quiero ni imaginar si encima tienes éxito!
    Otra cosa, yo creo que hay gente que evoluciona y otra se queda estancada como puede ser la que no concibe una vida sin estar casada.
    Un fuerte abrazo,Antonio.

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    1. Y cada día, Ohma, es más falsa y envidiosa. Como dices es sólo el resultado de una observación ficticia que puede acercarse a la realidad. Las vidas de varias personas se inician y caminan por caminos diferentes, incluso siendo paralelos. Especialmente, sentirse usada y procurarse unas migajas de placer es una de las características de quienes aguantan hasta límites insospechados una vejación con el objetivo de sentirse “una señora”.

      Un fuerte abrazo, querida Ohma.

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  8. Amigo, Antonio. Gran relato repleto de sutil ironía, sarcasmo y espectros cínicos en torno, a eso que es parte del paripé de las voluptuosas convivencias reuniones y de sociedad de otroras pasados revividos en un presente incorrecto. Por momentos me he visto delante de una comedia de Lubitsch, bailando de la mano de una desconocida sacada del último Kubrick y descolocado como un tramoyista del mejor Visconti. Abrazos

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    1. Amigo J.C., has definido el relato con una pulcritud perfecta. Tu comentario completa y exprime el relato a una realidad que se puede visionar. Los pasados revividos en los presentes incorrectos podrían pertenecer al maestro Lubitsch. Coquetear y tratar de alcanzar algo que siempre ha estado fuera del alcance real pero siempre ha existido, lo supo retratar en ese quiero y no llego de Kubrick. Por último, observar a Visconti cuando organizaba su puesta en escena debía ser una experiencia inolvidable para quienes observaban la realidad y su resultado en la pantalla: lo real y lo ficticio. Un perfecto acierto que te agradezco inmensamente, J.C.

      Un gran abrazo, amigo J.C.

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  9. Bravo, muchacho, bienvenido al club de escritores de exito! Un abrazo.

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    1. Muchas gracias, Mariano, por esta admisión aunque haya sido sin carta de presentación. En cualquier caso, sabes que estoy empezando a estudiar esta asignatura que encaja regular con la Química.

      Un abrazo, Mariano.

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  10. Con qué maestría nos has ido metiendo en esa fiesta para reconducirla hacia una reunión de uñas afiladas y lenguas viperinas en un ambiente de calma y naturalidad aparente.
    Saludos

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    1. Bueno, M.P., y esto es porque me llegó la invitación para asistir, con todos vosotros, un poco tarde y no pudimos quedarnos a tomar la última copa. De haberlo hecho, nos habríamos enterado de muchas más “hazañas”. En serio, muchas gracias por interesarte y es un placer que te haya gustado esta pequeña recreación que pienso que habrás soportado alguna vez.
      Mi pregunta, fuera del relato, es ¿por qué? ¿Por qué no se acepta una vida asumida y no se rompe para intentar otra? ¿Por qué se posee este nefasto adormecimiento con una vida que durará demasiado poco para desperdiciarla? Creo que la amistad es más importante que la ira. Desde este punto debemos hablar más para establecer una posible respuesta a estas preguntas. Como no posees mail en el blog, te solicito tu permiso para enlazarte al mío y poder leer con prontitud tus excelentes publicaciones.

      Un fuerte abrazo, querida amiga M.P.

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