lunes, 12 de agosto de 2013

IL PORTIERE DI NOTTE

LA PERSONALIDAD VENCIDA

Antonio Campillo Ruiz

  
   Una imagen virtual del pasado se convierte en una realidad para unos personajes que viven una nueva rutina, un nuevo entorno tan podrido como fue en tiempos pretéritos. Ahora, después de doce años de un drástico cambio, con calma, sin precipitaciones, mediante aspectos legales basados en el borrado, por cualquier medio, de lo considerado como legal, la nueva sociedad empieza a renovarse autocopiando aspectos anteriores con muchas de las personas que la llevaron a un desastre. En la película “Il portiere di notte”, “El portero de noche” de Liliana Cavani, 1973, se une íntimamente el horror con lo sublime, diluyendo la línea entre ambos y preparando fílmicamente al espectador para la relación entre Lucía Atherton (Charlotte Rampling) y Maximilian Theo Aldorfer (Dirk Bogarde). La violencia física y psicológica se transforma, con la sutilidad de los complejos mecanismos de la mente, en pasión y después en sexo. Los aspectos sádicos no se muestra como una mera perversión sexual sino como un catalizador de la conversión de torturador en torturado, de débil aprendiz en un ser tan fuerte como el maestro, de la materialización del trauma al dolor que arrastran los protagonistas y todo, rodeado de una metafórica realidad de los horrores de la guerra.


    Desde el inicio de la película, Max se nos muestra como siempre ha sido: un ser violento, amenazador y acostumbrado a exigir algo más de lo que pueden hacer quienes dependen, en esta nueva etapa, psicológicamente de su poder aparentemente nulo e intrascendente, pero con una fuerza dominante como siempre tuvo. Se trata de una nueva sociedad donde se mueven los nuevos nazis, conspiradores y aristócratas decrépitos, donde la extinta grandeza del Tercer Reich se reconstruye en pequeños rituales nostálgicos y un estilo de vida, aparentemente agonizante, que trata de levantarse, una vez más, de sus últimos estertores en habitaciones de lujo, reuniones clandestinas de poder, de juicios realizados por, para y entre ellos.

  

   Lucía y Max, vuelven a encontrarse en esta nueva sociedad, que sigue siendo la anterior con reglas nuevas. Cuando el espectador trata de comprender por qué una superviviente del holocausto se enamora de su torturador se encuentra con la inmensa cápsula de acero que la envuelve. Lucía es irrompible, silenciosa y con una personalidad que es tan difícil como imposible tratar de comprenderla: deberíamos encontrar explicación al funcionamiento de los más ocultos mecanismos de la mente humana. En un tiempo muy posterior a la II Guerra Mundial, debido a un hecho provocado por una famosa heredera, se acuñó, para poder distinguirlo de otros mecanismos mentales, el término “Síndrome de Estocolmo”. Bien, se podría haber acuñado en los campos de concentración nazis tal terminología denominándola, quizá, “Síndrome de humildad colaboracionista”. Una vez doblegada la fortaleza propia por el opresor, la conversión del oprimido se rebela hasta llegar a emular a quien le ha enseñado aspectos psicológicos y físicos que quedarán marcados a fuego en su mente. Jamás los podrá esquivar, se convierten en una tortura impasible, sin sentido pero buscada y sin la cual ya no es posible comprender la vida.

   
   Los aspectos cinematográficos de “El portero de noche” son impecables y poseen una carga emotiva muy difícil de ser superada. La narrativa es tan exquisita como la planificación, compleja y siempre con la cámara en el punto de vista exacto. A estos factores se les une una dirección de actores y un montaje que Cavani cuida con esmero. El tratamiento del color, que diferencia los flashback y los momentos de las diferentes épocas aludidas, están revelados como se realizaban en la etapa del dominio nazi, bien diferente a doce años después. El espectador, desde las primeras notas de una música tan adecuada como importante para reforzar los aspectos dramáticos de la acción, compuesta y dirigida por Daniele Paris, mezclada, con acierto y sutileza, con momentos dramáticos en los que escuchamos la versión de Karl Bohm de “La flauta mágica” de Mozart, se siente protagonista de unas sensaciones fílmicas de una perfección que ha ido desapareciendo con la vorágine de la narrativa actual. El espectador siente la imperfecta relación autodestructiva en la que acaba un largo proceso de doblegar la voluntad y posterior aprendizaje de la pasión sin límites, en un trato tan desbocado como sugerido, jamás explícito, si consideramos natural la extraña vestimenta del baile en el terrible “pasaje bíblico”. Momento de verdadero orgullo personal de Lucía, siempre sugerido con su calidad interpretativa.

  
   Esta intensa y cuidada elaboración cinematográfica, es crucial para convertir el desarrollo del guión literario en una reflexión de cómo el arte puede reelaborar sucesos históricos con características ambivalentes, dejando para la apreciación personal un juicio moral que, en muchas ocasiones es falso y, en apariencia, recatado. La falsa moralidad de juzgadores que se horrorizan y desprecian a seres con debilidades humanas es tan intransigente como quien doblega voluntades ajenas. Después de la experiencia de los campos de concentración nazis, la ternura y la belleza poética debió ser imposible de escribir y leer. Por el contrario, este filme, tan bellamente narrado, con tanta soledad y dolor, se convierte en el espejo que ayuda a procesar un trauma histórico. Complicidades, espionaje, traiciones, diferentes formas de mentira social, ocultamientos, y todo tipo de mentiras, que conforman una nueva sociedad tan turbia como la despreciada, imposibilita la salida de un círculo vicioso cuya memoria no puede cicatrizar el pasado si no es volviéndolo a repetir, algo mucho más horroroso como las debilidades humanas narradas en el filme.


   Es un hecho que lo más característico de este filme, es la sensible capacidad que desborda la directora, Liliana Cavani, para conseguir que, fílmicamente, el espectador comprenda la sorprendente fuerza interior que logra hacer fluir de estos dos extraños seres, uno de los cuales pareciera merecer todo nuestro desprecio y la otra toda nuestra compasión. Para Lucía y Max el momento actual no existe. Sigue existiendo la ilusión de que nada ha cambiado: ella sigue siendo su pequeña sometida, su jovencísima viciosa, y él sigue siendo su maestro dominante. ¿O tal vez es al revés y sus parafilias y, de entre ellas, aquella más peligrosa, puede ser reversible? Los papeles también se intercambian y no se sabe quién posee a quién, o si se poseen los dos, ardiendo de deseo en una hoguera inagotable y mortífera, porque los conduce a la destrucción. Ambos saben que es su fin y tendrá que llegar.



Es importante visionar la película a plena pantalla.


7 comentarios:

  1. Esta película la vi hace ya muchos muchos años, y me dejó profundamente impresionada. Igual es hora de que vuelva a verla, y quizá con el paso del tiempo encuentre matices distintos.

    Un abrazo mi querido Antonio, como siempre, genial

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  2. Hola Antonio esta es una muy buena película que buena información se nota que sabes mucho de películas muy buenas imágenes, una linda entrada tienes un blog muy entretenido, fue un agrado visitarte gracias por dejarme tú huella para llegar hasta aquí.

    Un gran abrazo ojala te haya gustado mi humilde espacio para que vuelvas, que tengas una linda semana.

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  3. Incansable amigo Antonio: Eres genial. La película un 10.

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  4. Son temas realmente fuertes. Los comportamientos humanos pueden ser complejisimos y difíciles de entender en tiempo de paz.

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  5. Qué buen análisis de la película, Antonio. Se trata de una historia complicada y difícil de asimilar a primera vista porque juega de forma sutil con aspectos muy crudos de la condición humana a los que cuesta enfrentarse. La clásica división maniquea de los personajes se transforma aquí en un constante traspasar la línea, ya de por sí indefinida, que, como indicas, conduce irremediablemente a la destrucción.

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  6. Buenos días Antonio, me gustaría participar mas con comentarios en tus post pero resulta que soy muy poco habitual al cine, prefiero ser el starring que estar sentado visualizando pelis, no es bueno para la próstata, la vida es demasiado corta y yo prefiero vivirla. Reconozco que tienes buen gusto y quisiera ver la peli entera pero no tengo paciencia.
    Como anécdota te diré que desde que tenia 15 años, cuando iba al cine siempre me quería anticipar a las imágenes, pensaba... ahora debiera salir un primer plano de la protagonista etc. etc. osea era y sigo siendo un critico pero no aguanto las pelis salvo las muy muy buenas, quizás sea un contrasentido lo que digo, quizás sea lo que me decía mi abuela un "culillo mal asiento".
    SAlud y hasta los 100 y pico tocayo

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