miércoles, 30 de enero de 2013

EL COMPUESTO IMPRESCINDIBLE

LA NATURALEZA EN SU ESTADO PURO

Antonio Campillo Ruiz


   Es más que probable que, a causa de un largo proceso de contaminación en nuestra atmósfera, exista un elemento químico que suponemos en muy poca proporción o inexistente, en el principio de la formación de la corteza sólida en la Tierra. Cuando la temperatura empezó a bajar en la masa ardiente de nuestro planeta, grandes masas de vapor de agua se condensaron y durante un gran período de tiempo cayeron en forma de inmensas lluvias. En aquella lejana etapa, gases como dióxido de carbono, nitrógeno, metano, etc., formaban una extraña mezcla que sería irrespirable para nosotros pero, quizá, no lo era para determinados grupos de bacterias u otros seres vivos. Los procesos evolutivos complejos que tuvieron lugar en esta primigenia fase, supusieron la formación de grandes grupos de cianobacterias que iniciaron la formación, en su estructura viva, de los cloroplastos, capaces de transformar el dióxido de carbono, mediante una reacción fotosintética, en materia orgánica capaz de autorreproducirse. Eran los estromatolitos. El problema fue que, como subproducto de esta reacción química, se desprende un elemento que hoy es imprescindible: oxígeno. Otro elemento químico, de gran poder energético, tan simple en su estructura atómica que es el más sencillo de todos los conocidos, era un conocido del oxígeno a pesar de comportarse despectivamente con él: implosiona y arde fácilmente en su presencia. Posee un nombre que se relaciona íntimamente con un compuesto del que forma parte: hidrógeno. Dos elementos gaseosos, aparentemente incompatibles, forman el compuesto por el cual existe el inmenso proceso de evolución, inacabado, en la Tierra: el agua.

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   El agua es el compuesto químico por excelencia para la vida en la Tierra. Nuestro planeta, el mejor de los posibles, la posee a la vez en sus tres estados materiales: sólido, líquido y gaseoso. Poder contemplar masas de agua, ríos, hielos, etc., supone disfrutar de la belleza en su estado más puro. Cuando la contaminación antievolución generada por el hombre, irracionalmente, destruye el agua y, por ende, toda vida dependiente de ella, no podemos apelar nada más que a la cordura y el respeto por un compuesto que es nuestro principio y fin, que ha provocado todos los grandes cambios en los seres que pueblan la Tierra y que, sin él jamás disfrutaríamos de una vida en la que podemos contemplar la belleza que existe en nuestro entorno. Pasen y vean a la Naturaleza en su estado puro.
  
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lunes, 28 de enero de 2013

CON SABOR A VALS: DMITRI SHOSTAKOVICH

OIGAMOS Y VEAMOS VII

Antonio Campillo Ruiz

Karol Bak

   Manashir Yakubov no podía imaginar que a finales del siglo XX, una partitura descubierta casualmente por él fuese una versión para piano de  La Suite para Orquesta de Jazz nº 2 de Dmitri Shostakovich, escrita en 1938, estrenada el 28 de noviembre del mismo año en Moscú y perdida en la Segunda Guerra Mundial. Tres de los movimientos de la suite fueron reconstruidos y orquestados por Gerad McBurney se reestrenó en un concierto en Londes el año 2000. En realidad, la forma reconstruida se compone de tres movimientos:

- Scherzo.
- Canción de Cuna.
- Serenata.

   Hasta hace poco tiempo, ocho movimientos de Shostakovich, pertenecientes a La Suite para Orquesta de Variedades, fueron mal identificados y registrados como movimientos de la Suite Jazz. Esta primera parte la componen:

-         March
-         Lyric Waltz
-         Dance I
-         Waltz I


   Una representación sonora de sentimientos tan reales como la propia vida, con alegrías y un sabor a dulce inimitable, se puede sentir al escuchar las notas de una composición perdida en medio de una de las locuras que los seres humanos no dejan de cometer. He escogido la interpretación de la Berliner Philharmoniker dirigida por Riccardo Chailly y el lugar, Waldbühne Berlin, por las dos razones que el título genérico de las publicaciones musicales poseen: oigamos y veamos. Es el teatro perfecto para escuchar, ver y disfrutar de las manifestaciones artísticas del hombre. Libre, desenfadado y propicio a sensaciones naturales. Por otro lado, la realización de la retransmisión para TV es muy acertada: posee casi todos los planos y secuencias imprescindibles, dinámicos y con puntos de vistas idóneos, para que el espectador no asistente al acto, pueda quedar motivado y abstraído por la precisión de las imágenes. De entre ellos, destacan los instrumentos de viento: saxofón, tocado con maestría especial por una mujer, el trombón, las flautas, etc., en algunos solos que, a pesar de sus cortos tempos, abren la armonía del conjunto de la orquesta. Los asistentes, al acabar este acontecimiento, volverán a casa con el sosiego y tranquilidad necesarias para que su espíritu se encuentre pleno de belleza, sensibilidad y paz. El “Waltz II, (nº 2)” está ya indisolublemente unido a la Suite Jazz. Parte de su fama la adquirió cuando se integró en la banda sonora de la última película, "Eyes Wide Shut", de uno de los más grandes directores de la Historia del Cine, Stanley Kubrick, amante de excelentes y, a veces, casi desconocidas músicas de geniales compositores clásicos. La música fue para él una ayuda expresiva imprescindible en la interpretación fílmica de sus películas. Esta segunda parte la componen:

-         LITTEL POLKA
-         WALTZ II
-         DANCE II
-         FINALE

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sábado, 26 de enero de 2013

LA MUJER SOÑADA

UN PERSONAJE OBSESIVO

Antonio Campillo Ruiz

Mujer en tres etapas, 1894, Edvard Munch

   La duración de un relato es como la de un sueño: no decidimos ni el momento en que nos dormimos ni en el que nos despertamos. Sin embargo, el autor sigue avanzando, continúa conformando a sus personajes y quisiera hacer un gesto, lanzar la mano hacia el escrito y tocar al protagonista, mimarlo con delicadeza y cogerle con suavidad, dejarse llevar en ese mundo creado por él pero vedado para sí mismo. El escritor siempre queda fuera, queda por ahí, en nuestro mundo, en un lugar que es insospechado para quien acaba de nacer, aún teniendo una edad avanzada. No hace nada. No puede moverse. Mira entre complacido y absorto a su personaje y sus vicisitudes con la esperanza de procurar que su historia pueda ser inteligible. Habrá pasado toda la vida y no habrá hecho nada más que describirle, hablar de un retazo de su existencia. Aquel día, el relato había nacido con somnolencia. No se había materializado el sueño y sabía que no dormiría. Trataría de conseguir, cuando menos, una pequeña parte de virtudes, defectos, gustos o pensamientos, de esta escurridiza mujer que le decía con reiteración “…escríbeme, dame vida, ponme en el lugar preferente de tu pluma…” Y así trató de hacerlo sin conseguirlo porque no podía decir nada de ella. No podía inventar sus horrores ni explicar sus fobias. Eran tan intensas que escapaban a su imaginación. Hubo un momento, sólo uno, en el que pudo vislumbrar alguna de las peculiaridades de ella pero, a pesar de solicitarlo, no se dejaba reconocer, ni admitía que un extraño buscase en su vida escudriñando sin delicadeza sus pensamientos. Su altivez sometía su inmensa satisfacción de ser relatada, escrita en un papel que perduraría por siempre y todos lo podrían leer.
Cuando el sueño del escritor se convirtió en realidad, cuando pudo realizar un retrato memorable de ella, los suaves garabatos realizados en el blanco papel se convirtieron en un registro de maldades que eran despreciadas por todo aquel que las leía. Su trabajo se vio recompensado por el beneplácito de ella: leía todo lo escrito en la oscuridad de la noche, cuando nadie la podía ver, con tal deleite que su expresión delataba su satisfacción. Nunca pudo estar seguro de su acierto o fracaso. La incertidumbre le corroía como autor que lo único que pretendía era expresar la posibilidad de tocar a su criatura, su creación. La repugnancia de sus maldades consiguió vencer la claridad de su exposición, la verdad de describir, relatar para siempre a una criatura que ha sido creada por él. Un personaje con una vida y una historia que aceptaba sin mentiras, sin vericuetos morales ni malentendidos que desvirtuasen la realidad. Sabía que ella se encontraba cerca, que le vigilaba, le leía. Trataba de alcanzarla cuando despertaba pero ya había desaparecido entre el sonido de las sábanas de la noche. Su sueño se hizo cada día más leve, más huidizo. Su obsesión por descubrirla, verla, tocarla, se iba transformando en una insufrible inquietud. Leía y leía a su criatura, su obra, un firmamento intrincado y personal. Amaba y odiaba su escrito, a la mujer que describía y a la tinta con la que había dado vida a tal engendro. Su misión ahora sería tratar de destruirla por siempre.

Antonio Campillo Ruiz

lunes, 21 de enero de 2013

RITA Y SILVANA

CANCIONES MÍTICAS DEL CINE IV

Antonio Campillo Ruiz


   Los novedosos movimientos de cámara utilizados, de entre los que hay que destacar los planos contrapicados y tomas a ras de suelo, la excelente iluminación y un guión que incluye diálogos breves y rápidos, plenos de ambigüedades, sugerencias y matices, hacen que “Gilda” de Charles Vidor, 1946, ocupe un puesto más que sobresaliente en la Historia del Cine. Cuando se filmó, gran número de improvisaciones y añadidos fueron igualmente sello de identidad. Así, la canción de la época “Amado mío”, escrita por Doris Fisher y Allan Roberts, fue rodada casi al final de los trabajos de producción sin saber muy bien cómo enlazarla en postproducción. Sin embargo, el hilo argumental es excelente y, a pesar de que Rita Hayworth no sabía cantar y lo que representa es un playback grabado por Anita Ellis, sí sabía moverse como nadie y llenar la pantalla con su presencia.

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   “No ha habido nunca una belleza como la de Gilda” decían los carteles cuando se estrenó. Sesenta y siete años después esta fascinante mujer sigue poseyendo un atractivo tan potente como su mágica forma de pensar y sentir en la película. Es ya legendario el embrujo que emana cada vez que tenemos la oportunidad de ver la extraordinaria interpretación de “Gilda”. Las dos versiones de la canción “Put the Blame on Mane”, “Échale la culpa a Mame”, escrita por Allan Roberts y Doris Fisher fue, al igual que “Amado mío”, una improvisación que en postproducción enlazó a la perfección con la estructura de la narración. La interpretó Rita Hayworth utilizando, nuevamente, la técnica de playback, previamente grabado por Anita Ellis. En su letra se dice con descaro que Mame fue la culpable del gran incendio de Chicago (1871), de la tormenta de nieve de New York (1888), del terremoto de San Francisco (1906) e incluso de la muerte de un personaje de ficción llamado Dan McGrew. La actuación de Rita en esta secuencia desató las iras de muchos censores y conservadores de la llamada decencia en varios países del mundo, al aducir que realizaba un strip tease cuando en realidad desnuda solamente sus brazos de los largos guantes negros. Lo sugerido es más potente que lo explícito. Tras esta pequeña venganza hacia su anterior y ambiguo amante, los errores de qué sucede y por qué, desfiguraron entre los espectadores la trama narrativa de una de las mejores películas del cine negro americano.

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   Narrada como un largo flash-back, una de las películas de mayor éxito en Italia y España, durante los primeros años de la década de los cincuenta fue “Anna” de Alberto Lattuada, 1951. La protagonizó el mismo trío que intervino en “Arroz amargo” de Giuseppe de Santis, 1949, la protagonista pecadora, Silvana Mangano, Raf Vallone, su rico pretendiente y Vittorio Gassman, el malvado que induce y lleva a Anna por un camino equivocado. Siendo cantante de un cabaret, Silvana canta una canción que se transformaría en un éxito y, conducida por el camino de la fama, llegó a convertirse en un clásico de las canciones interpretadas en el cine: “Baiao de Anna”, “El negro zumbón”, con letra de Francesco Giordano y música de Armando Trovaioli. Posteriormente ha sido objeto de homenajes por varios directores al hacer alusión a esta canción en sus películas. Silvana la canta y baila introduciendo una nueva moda en la pacata década.

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viernes, 18 de enero de 2013

SALIR DE UNO MISMO

PENSAMIENTOS II: LA OTREDAD

Antonio Campillo Ruiz

 Michael Taylor

La imaginación
es más importante
que el conocimiento.

Albert Einstein

   La Ciencia admite que la llamada realidad es una creación de nuestra mente, un mundo holográfico que proyectamos desde dentro de nuestro ser. Una realidad nacida de cada orden que expresamos y que el Universo ejecuta para nosotros incluso cuando no somos conscientes de ello.

Michael Taylor

   Muchos dicen que el mundo se cambia, empezando por uno mismo, a través de la meditación y de cuanto se relaciona con el espíritu. Otros, en cambio, creen que los buenos sentimientos no valen para nada si uno no sale a la calle y cambia el mundo con hechos. Nos han enfrentado siempre desde la dualidad haciéndonos percibir y sentir la separación desde la agresión. Aunque nos pese, para eso sirve lo que llamamos deporte: lejos de usarse como medio de salud, se ha montado un circo que nos mantiene distraídos y nos acostumbra a competir. En la vida diaria ese circo parece ocupar el tiempo libre que nos deja la esclavitud laboral. Nos han programado desde niños en el enfrentamiento, en ganar a otros, en el hecho de que siempre debe existir un ganador y un perdedor. Si no quieres perder tu vida y felicidad, ineludiblemente debes machacar al otro, al contrario, al rival.

Michael Taylor

   Vivimos en un mundo de mentira, en un paradigma absurdo, y está en nuestra mano cambiarlo. Para ello debemos despertar y soltar lastre, ser conscientes y actuar coherentemente fuera de nosotros, dejar de sentirse separado y enfrentado. No es necesario que todos pensemos lo mismo; no somos máquinas aunque quieran hacernos homogéneos. Somos distintos y cada uno puede lucir desde donde sólo él sea capaz de brillar. Pero sí podemos unirnos desde nuestro raciocinio, allí donde no somos manipulables, donde escuchamos nuestra propia voz, donde la guerra de sexos, la guerra de razas, culturas, o la guerra en cualquier otro sentido, no existe. Esa guerra que hemos permitido creernos y nos mantiene enfrentados desde fuera hacia lo que sentimos en nuestro interior. Si cambiamos dentro, es nuestro deber actuar fuera en coherencia con una recuperación de la memoria, porque cambiar dentro es recuperar la soberanía de uno mismo. Desde nuestro interior sentiremos la fuerza, la sabiduría, el poder y la ausencia de miedos, que nos impulsarán a ser libres. Si cada uno de nosotros realiza con frecuencia esta pequeña reflexión, es posible que la matriz, la creadora de este estado en el que nos encontramos, muera y deje un mundo diferente en el que podamos vivir en paz.

Michael Taylor

miércoles, 16 de enero de 2013

LA MONTAÑA SAGRADA

LA MINA

Antonio Campillo Ruiz

Mujer dongria kondh mientras recolecta mijo
en las Colinas Niyamgiri, en la India

   Cuando conocemos la existencia de algún pueblo que consideramos primitivo, pensamos en aldeas ancestrales o perdidas en zonas inexploradas. Sin embargo, frecuentemente, costumbres pertenecientes a un pasado muy remoto y una estructura de desarrollo particular y peculiar provocan, ante la llamada sociedad civilizada, que numerosos grupos indígenas de naciones desarrolladas o en vías de desarrollo formen parte del gran grupo llamado primitivo. Tal vez, la base de su aislamiento sea precisamente el desarrollo moderno y las consecuencias que provoca.  


   La población indígena de los Dongria Kondh vive en las Colinas de Niyamgiri, una cadena montañosa en el estado indio de Orissa al este de la India. En su denominada montaña sagrada, Niyamgiri, viven más de 8.000 dongria kondh y gracias a ellos y a su ancestral modo de vida se encuentran todavía densos bosques con una gran diversidad de especies vegetales y animales.


   La bauxita, trióxido de dialuminio en un porcentaje muy alto, conocida como alúmina, mineral del que se extrae aluminio, es uno de los  recursos naturales que posee la India. Vendanta Resources, una de las principales empresas británicas, proyecta realizar una explotación minera a cielo abierto en Niyamgiri para la explotación de bauxita con el parabién del Tribunal Supremo de la India. Este inmenso proyecto supondría una seria amenaza para la forma de vida de los habitantes de las Colinas de Niyamgiri, en donde ya existe una planta de refinado de bauxita instalada por la misma empresa y que está dañando ya a otras tribus kondh.


   Graves presiones y medios inaceptables han sido empleados por  la multinacional Vendanta Resources para ocupar las tierras de sus dueños y actuales pobladores, los dongria kondh. Se puede comprobar con estos dos ejemplos, de entre los muchos existentes, la publicidad y los hechos reales que tienen lugar en esta región:  
Afirmación de Vedanta: Vedanta ha recibido el premio Golden Peacock por su gestión medioambiental.
Hechos: La planta de refinado de bauxita de Vendanta en la base de las colinas de Niyamgiri se ha saltado la normativa medioambiental durante años, tal y como han documentado los inspectores gubernamentales, describiendo las emisiones de la refinería como “continuas” y “alarmantes”. Vedanta comenzó a ampliar la refinería sin tener la licencia medioambiental para hacerlo. A pesar de que los inspectores gubernamentales les ordenaron que parasen, la ampliación y la contaminación continúan.
Su argumento  fue: “Aquí no viven dongria”
Afirmación de Vedanta: La comunidad dongria kondh más próxima está a 12 kilómetros de la mina.
Hechos: Hay más de 60 comunidades dongria dentro de este radio de 12 km, así como muchas otras comunidades de otros pueblos indígenas y de habitantes de la zona. El propio informe de impacto ambiental de Vedanta acerca del proyecto minero declara: “Se espera que el proyecto de construcción minero provoque que algunas personas (el número exacto se conocerá tras ser enumeradas) pierdan su tierra parcial o completamente”. Según este mismo documento, cuatro comunidades dongria están dentro de la actual zona de concesión de la mina.

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lunes, 14 de enero de 2013

PREPOSICIONES III: CON

CON LA SOLEDAD

Antonio Campillo Ruiz

Nik Helbig

   No me gustan las puertas. Las puertas que abrimos, las puertas que cerramos.  Siempre he vivido en el mismo barrio, de la misma ciudad, del mismo país. A veces, un vacío lleno de gritos martilleaba mi cabeza cuando me dirigía de un lugar a otro, de una parte de la casa a otra. A veces, se encontraba lleno de ausencia. Ausencia indeterminada, inmaterial, falta de algo, ausencia de todo. Era un vacío que hace temblar y rompe la trayectoria de mi vida, la quiebra como si fuese un frágil lápiz y me impiden escribir. Es posible que necesite escribir con la pasión de la chica que mata dulcemente con un beso a su amante, como si me fuese continuamente de mi y no tratase de volver, con la sorpresa de alguien que acaba de llegar de un largo viaje y se encuentra con un andén vacío de familiares y amigos, vacío de atenciones hacia ella. Muchos días me siento. Pienso. Vuelvo sobre mis pasos con la soledad a cuestas y me hago preguntas de difícil solución. ¿Qué me mantiene aquí? ¿El amor? ¿A quién y por qué? Sería natural querer a alguien pero no puedo entrar en ese carrusel de la llamada compañía. ¿La infancia? Es posible, muy posible porque ¿qué conozco? Esta ciudad y su pequeño entorno. Los lugares que he visitado esporádicamente no los conozco, sólo he caminado por ellos. 


   A veces pienso en una casa que tiene cristales rotos. El frío es tan intenso en su interior como el escalofrío que siento al salir a la calle y pienso hacia dónde dirijo mis pasos hoy. Es posible que pasee, como todos los días. Me cruzo con las mismas personas, me siento en el mismo banco y observo. Observar es curioso. Bueno, es una curiosidad que me gusta. Mis pensamientos vuelan mientras curioseo y mi atención se centra en los árboles, las plantas. Me gusta que existan seres que lo ven todo, lo viven todo silenciosamente, sin solicitar nada, sin molestar. Sus ramas son casas al aire libre para todo tipo de animales y cuando llego al parque con la soledad, la invito a que mire pájaros y los identifique. Casi nunca sabe ningún nombre. Me crispa los nervios y siempre me levanto y sigo mi paseo. No me gustan los escaparates. Parecen peceras muertas llenas de objetos multicolores. No entiendo cómo son objeto de atracción para muchas personas que entran en las tiendas para comprar lo que ya tienen. Sé que terminaré comiendo en mi lugar habitual e inmediatamente caminaré a casa. No me gusta estar en casa por la mañana, la quiero para las tardes, las largas tardes que unen día y noche, a veces tediosas, a veces muy productivas para mi trabajo. No me gusta trabajar. Ese maldito círculo vicioso de trabajo y dinero me parece una desgracia para quien ama a la vida: se la lleva el trabajo porque ha tenido que ganar dinero para vivir y poder trabajar. Quiero que me dejen caminar con mi soledad a cuestas sin rumbo, sin meta, sola. Estoy convencida de que sólo los locos y los inocentes saben hacia dónde se dirigen. Ellos no se encuentran con la soledad jamás, son la soledad.

Antonio Campillo Ruiz

viernes, 11 de enero de 2013

¿PÍLDORAS O WHISKY?

PÍLDORAS

Antonio Campillo Ruiz

Kenne Gregoire

   En una revistilla de exclusiva propaganda farmacéutica del ignoto Dr. Ross, comprada de lance, me llamaron la atención, entre otra medicamentosa quincalla de buhonería años veinte, las píldoras De la Vida, las de Jaquequina y las tónicas Vigoron (sic). Hasta donde alcanzo a leer las primeras tienen esta composición: Oleo Resena Capsici, 0.005; Ext. Nucis Vomica, 0.004; Ext. Belladonae, 0.002; Podophyllin, 0.008 (ilegible el resto) y un No. 27 R5 que quizás sea el Registro dado en Perú en 1923. Como el alcohol destilado a 60º es el “agua ardens”, aguardiente, y a 90º, el “aqua vitae”, agua de vida -whisky-, preferí un trago al purgante. Sin embargo, por la naturaleza de la publicación (juegos, curiosidades, consejos, oráculo, etc.), y por haber sido competencia tradicional de la mujer dar las medicinas, no me asombró que divulgara ‘escuela’: La mujer es para Adán la perdición; para Sansón, la muerte; para Salomón, la vergüenza; para el diablo, una agente; para un pisaverde, un juguete; para un romántico, una hurí; para un poeta, una flor; para un novio, un deseo; para un marido, una carga; para el hombre, un estorbo; para el mundo una falta… El léxico es de otra época pero el contenido todavía se arrastra. ¡Y pensar que el folleto se editaba en turco, ruso, árabe, persa, indio, griego, tagalo, visayo, holandés, portugués, italiano, francés, inglés y español…!


miércoles, 9 de enero de 2013

ATRAVESAR MERIDIANOS

LONGITUD

Antonio Campillo Ruiz

Alexey Ezhov

   Aunque en el siglo II Ptolomeo había explicado cómo proyectar una superficie esférica en un plano, hasta que no se reencontró su obra, perdida durante trece siglos, no se pudo indicar la latitud en las cartas marinas. Si Colón coronó su viaje, fue gracias a desplazarse por un paralelo ya que atravesar meridianos era problemático al no saberse calcular la longitud. En 1714 el Parlamento británico fijó un premio de veinte mil libras para obsequiar a quien resolviera el problema, siempre que su cálculo no superara medio grado de error. La solución la halló John Harrison, relojero inglés que ideó un reloj en 1735, el Harrison 1, con el que refutó la medida del capitán del barco donde viajaba: en lugar de estar en Starpoint como decía, su reloj indicaba estar a sesenta millas marinas de allí. Perfeccionando su invento, en 1760 el H4 alcanzó un error de 39’2 segundos. Pese a conseguir una precisión tres veces superior a lo estipulado, el Consejo de la Longitud creyó accidental la medición y le ofreció diez mil libras si revelaba el secreto del mecanismo. Harrison se negó pero terminó claudicando. Tras apelar a Jorge III, se lo reputó ganador y su cronómetro se empezó a usar en todo el mundo.

Reloj Harrison, H 1

lunes, 7 de enero de 2013

DAVID LEAN I

VIDA Y MUERTE EN “DOCTOR ZHIVAGO”

Antonio Campillo Ruiz


   David Lean captó con maestría momentos cruciales de la vida de unos personajes que poseen una gran verosimilitud. La muerte también está presente en sus filmes y se narra de forma tan sutil que podríamos decir que era un maestro de la sugerencia fílmica, logrando una fuerte emotividad. Prefería lo sugerido a lo explícito porque rechazaba aquello que pudiese dirigir, modificar y alterar la personalidad de quien crea la ilusión de la película: el espectador. La muerte, rechazada en cualquier situación, es en muchas películas a lo largo de la Historia del Cine justificada hasta extremos increíbles: se crea un momento de gran tensión emotiva, al que le sucede otro donde se recrea la violencia con desmesurada saña y peor contenido cognitivo. David Lean, sin embargo, poseía la virtud, que agradecemos todos sus espectadores: la delicadeza, la medida justa de presentar aspectos morbosos, en unas imágenes que de puro cuidadas solo pueden rechazarse en contadas ocasiones.


   Al inicio de la historia de Yuri Zhivago, aunque no al principio de la película “Doctor Zhivago”, 1965, la descripción de un enterramiento, además de mostrar los usos de los ritos ortodoxos, es tan real como la incomprensión de la muerte por un niño. Es una escena tan natural, tan especial y humana, que cada plano, cada punto de vista, la importante elipsis temporal, transportan al espectador a su infancia tratando de adivinar cuál habría sido su reacción en un caso como este. El golpe de efecto de la caída de la dura tierra sobre el ataúd sobrecoge tanto como el plano imposible de la eterna serenidad.

Es recomendable visionar la secuencia completa a plena pantalla

   Una cuidada cámara subjetiva nos introduce en un mundo que fue fastuoso y que sufre las consecuencias de una revolución que parece no tener fin: Varykino, el lugar en el que Yuri aprendió a escribir y pasó su niñez. La larga vigilia que pasa tratando de componer el poema “Lara” le devuelve unos recuerdos que forjaron su amor por las letras. David Lean nos muestra su especial sentido de la perfecta ambientación con luces de la propia estancia sin errores de sombras y certifica el paso del tiempo con esa pequeña palmatoria, que a la mañana siguiente aparece apagada. Al leer el poema escrito por Yuri, Lara sólo puede expresar su sorpresa y rechazar la dedicatoria con voz serena: “Esta no soy yo… […]  ¡Eres…, tú…!”        

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sábado, 5 de enero de 2013

RECUPERAR LA IDENTIDAD

ABNEGADA MADRE

Antonio Campillo Ruiz

Renso Castaneda

   Siempre me encuentro detrás. Detrás de aquellos que necesitan realizar poco esfuerzo para alcanzar sus hazañas. Grandes hazañas para ellos pero mínimas consecuencias en la obra que se consigue acabar. Soy el contrafuerte de la pared que no existiría sin mí, el puntal que sostiene el andamio mientras se construye una casa cuya obra dura y perdura porque de forma continua se van retocando los planos. Y aguanto. Y aseguro. Pero eso sí, poco se dice, casi todo se silencia. Soy abnegada madre rechazada y sacrificada viuda ejemplar. A veces no hay más remedio que reconocer mi existencia pero con frecuencia es un suceso pasajero. Les parece más apropiado para mí esconderme, guardarme por años como si me protegiesen. 

Renso Castaneda

   A pesar de este sentimiento de tristeza que me atenaza, muchos son partidarios de que se me libere. Ciertamente a veces me sacan de paseo un rato y me vuelven a llevar a aquel tedioso rincón, casi húmedo, en donde me deterioro un poco cada día. Incluso muchas veces me reparten por diversos lugares para estar seguros de que estaré protegida. Yo pienso que viviendo en varios lugares me resultará más difícil reunirme en continuidad y, de este modo, jamás me explicaré completamente. Soy guardiana del pasado, profesora del presente y generadora de un futuro basado en las enseñanzas que guardo con celo a pesar de ser reiterativas. 

   Querría estar delante. Que me comprendieran y, ya que realizo tantas y tantas labores, que se  conociesen todos mis secretos, los buenos y malos, todos. Parece que es una solicitud impropia de mí. Que me debo dejar llevar y dirigirme hacia donde me quieren tener, sosteniendo, apuntalando, ayudando. Hace un tiempo que pienso en mi nulidad por no saber explicar debidamente preguntas que son requeridas con demasiada frecuencia: ¿Por qué? ¿A quién? ¿Cuándo y como? Sobre todo, soy consciente de consentir que me rehagan, que me renombren y que el tiempo caiga sobre mí con igual fuerza que el martillo sobre el hierro tras su salida de la forja. Pienso que soy igual de débil que este hierro candente. Me modelan con fuertes golpes y me introducen en el bálsamo del agua de vez en cuando para repetir, de forma casi inmediata, mi calentamiento hasta mi total debilidad. Cuando repiten este proceso varias veces me transforman, me guardan, e incluso me esconden. Es en ese momento cuando las opiniones se rebelan sin poder ayudarme, se enfadan sin poder redimirme del deshonor producido por otros: se trazan hipotéticas líneas teóricas de mi proceder sin acertar demasiado y sin convencer a casi nadie. Soy paciente. Sé que existo y me tienen secuestrada, piadosamente torturada por groseros voceros al mando de unos personajes que dictan el tipo de aparato con el que me maltratarán.

 
Renso Castaneda

   Un día renaceré. Será un parto difícil pero fructífero. Ese día acabará el imperio de quienes me han perjudicado tanto y tendré que convencer de mi verosimilitud a quienes siempre han solicitado mi conocimiento. Ese día amanecerá más temprano, con un sol más potente, con una luz más clara, Ese día volveré a llamarme con mi verdadero nombre: Historia.
Antonio Campillo Ruiz 

jueves, 3 de enero de 2013

PREPOSICIONES II: ANTE

ANTE LA SOLEDAD

Antonio Campillo Ruiz

Oksana Zhelisko

   Al rozar levemente su cara simulando un beso de saludo, Marta sufrió un escalofrío. Su amiga Mercedes transmitía un frío indefinible a pesar de la cálida temperatura ambiente. Mientras hablaban de las banalidades de su encuentro, escudriñaba unos ojos que le parecieron mortecinos, el notable descuido en su indumentaria y oía una voz que parecía el eco de otra interior pausada, sin fuerzas. Cogiéndola del brazo con decisión casi la empujó hacia una terraza cercana diciéndole: - ¡Ven, vamos a tomar un café! Mercedes parecía oponer una leve resistencia pero apreció su falta de fuerzas y ella siguió llevándola bien cogida. Solicitaron al camarero un frugal desayuno que ofertaban ese día. Mercedes se encontraba encogida, hundida en su sillón y miraba insistentemente la superficie de la mesa recién limpiada. - ¿Qué es?, Mercedes, ¿qué te sucede? Un lloro incontenible surgió de repente de aquellos ojos huidizos. Mercedes trató con rapidez de alcanzar las servilletas de papel y secar, escondiendo su cara, aquel torrente que parecía estar remansado en un lago de dolor. A esta explosión, siguieron pequeños hipidos. Ninguna decía ni una palabra. Ni para tranquilizar, ni para disculparse. La llegada del camarero con lo solicitado simuló un grifo que se cierra y un mal disimulado gesto de Mercedes, girando el cuerpo hasta casi estar de espaldas. Al encontrarse solas, empezó a hablar como un orador en pleno discurso: - No puedo más. No sé si podré soportarlo. No puedo seguir pensando en todo lo que me atrae. No soy nada ni me ayudan a que sea alguien los personajes que invento cada día. No son mis amigos, hablo con ellos como si fuesen fantasmas.
   Esta retahíla de noes provocaron que Marta preguntase con firmeza: - Pero, ¿qué te sucede?. - Marta, no sé qué hacer ante la soledad que se ha apoderado de mí. No tengo por qué no estar alegre, casi tengo todo aquello que se puede desear. Hace un mes me empezó a martillear algo que me está ahogando. Encontré a Juan. Tú eres la única que sabe que Juan fue quien me condujo por un mundo de armonía cuando todo era negro para mí. Me lo dio todo y lo quise todo de él. Aquella manía de marcharse al mundo, ese mundo que él tenía en su cabeza y quería ver y disfrutar, fue lo que le llevó a presentarme ante la soledad e irse. Pero, ahora, cuando ya lo ha vivido, lo encontré escuchando a uno de sus maestros. ¿Te acuerdas de la conferencia aquella a la que no pudiste venir y fui con Fernando? Pues en esa. Tuve que disimular, casi sin poder, para hablar con él. Nos abrazamos y todo en mi interior estalló. Le presente a Fernando, hablamos un poco de su vida y me dijo que iba a firmar un contrato para quedarse aquí. Que nos veríamos frecuentemente. Que le gustaría hablar conmigo como cuando  aquellas interminables charlas nos llevaban a encontrarnos con el amanecer... ¡Ahora! ¡A estas alturas! ¡Maldito sea! Le diría en este momento que sin él me encontré ante la soledad sin límites, que tardé años en recuperarme y pasaba las noches hablándole, sin respuesta, sin razón. ¡Maldito sea! Y ahora, cuando todo estaba sereno, vuelvo a encontrarme ante la soledad que me está consumiendo. No, no lo he visto ni lo voy a ver. La repetición de un tiempo pasado jamás cambiará un futuro que ya está trazado hasta su final.          

Antonio Campillo Ruiz

martes, 1 de enero de 2013

ASESINAR EL PENSAMIENTO

RENÉ  DESCARTES

Antonio Campillo Ruiz


   A finales de febrero de 2010 los medios difundían la noticia de que había sido hallada una carta de Descartes dirigida a Martin Mersenne en mayo de 1641. Eran cuatro folios manuscritos descubiertos por el investigador Erik-Jan Bos de la universidad de Utrecht, quien dio de forma fortuita con una referencia de la carta mientras navegaba por Internet. Tras pedir una copia a Haverford College de Pensilvania (EEUU), dictaminó que era auténtica.

   La carta se hallaba en la citada universidad sin que se supiera de su existencia y había sido donada por la viuda de un antiguo alumno hace más de un siglo. Al parecer, fue robada por Gugliemo Libri, profesor de matemáticas, el cual sustrajo miles de documentos (30.000 se dice), que fue vendiendo en Inglaterra, donde se refugió cuando la justicia francesa iba tras él.
  
   René Descartes nació en La Haye (actual Descartes) en 1596 y murió asesinado en Estocolmo en 1650. Así lo acaba de sostener el profesor Theodor Ebert, pero esta tesis ya había sido expuesta por otro especialista alemán, Eike Pies, quien aportó en 1980 las primeras revelaciones que conjeturaban la misma conclusión.

   Descartes fue invitado por Cristina de Suecia a su corte para recibir lecciones de tan ilustre genio. Cuando se decidió a partir, cosa que hizo el 1 de septiembre de 1649, ignoraba que, mientras él se encaminaba hacia Suecia, otro hombre había partido de Roma con la misión de convertir a la reina: era el padre jesuita Viogué.

   La muerte de Descartes, acaecida en Estocolmo el 11 de febrero de 1650, fue atribuida durante siglos a una pulmonía… El mismo Viogué se encargó de dar la extremaunción al filósofo, que agonizaba en el edificio de la legación francesa.

   Luciano Canfora en “Una profesión peligrosa” escribe: “En 1980, el historiador y médico alemán Eike Pies descubrió en Leiden, en el archivo de los manuscritos occidentales de la Rijksuniversiteit, una carta secreta dirigida a un antepasado suyo. La había escrito, pocas horas después de la muerte de Descartes, el holandés Johann Van Wullen a su colega Willem Pies, médico personal de Cristina. Lo hizo con gran astucia, escondiendo, tras informaciones ociosas y después de una aparente adhesión a la tesis oficial de la pulmonía, la noticia que quería hacer llegar por lo menos a la “libre” Holanda: Descartes había sido envenenado. Viogué, podemos concluir, había cumplido su misión.” 

   El profesor Ebert cree que Descartes fue envenenado por medio de una hostia adulterada con arsénico por el capellán François Viogué. A su juicio, el posible envenenamiento de Descartes fue, al mismo tiempo, un crimen político y una maquinación criminal pues no eran pocos los que creían que sus teorías eran sospechosas de herejía.