miércoles, 19 de febrero de 2014

PREPOSICIONES: SEGÚN

SEGÚN LA SOLEDAD

Antonio Campillo Ruiz

Akzhana Abdalieva

   Aquella noche, como muchas otras, debieron quedarse en casa a pesar de tener adquiridas unas entradas para platea, séptima fila, del teatro. La obra que representaban era clásica y dramática. Suponía una contrariedad porque según la soledad en la que ella se encontraba, disfrutar de una buena interpretación dramática sería como la fuerte respiración de una ballena. Necesitaba un inmenso suspiro de tranquilidad. Nunca comprendía cómo soportaba estos repentinos reveses que tanto la contrariaban. No preguntó los motivos que provocaban aquella repentina decisión, ¿para qué? Siempre estaban relacionados con el cansancio o estado de ánimo de él, acostumbrado a realizar en cada momento aquello que, supuestamente, mejoraba sus relaciones con ella. ¡Un fastidio! Ni mejoraban nada ni ayudaban a nada. Marchó a su habitación y empezó a desnudarse con lentitud. Se miraba en los grandes espejos de un armario y su observación se fue haciendo cada vez más cuidadosa. No, no era la misma. Sus largos brazos, aunque no deformados, no poseían aquella tersura que siempre le había gustado.
Al desprenderse de la fina camisa de seda, lo hizo con voluptuosidad, dejando aparecer sus pechos mortificados por aquella prenda que los realzaba, Se gustó. Siempre le habían gustado sus pechos. Con igual lentitud soltó el cierre de aquella prenda y sus pechos quedaron sueltos. Se observó con lentitud. No, no era la misma. Aunque guardaban parte de la esbeltez que había sido una seña de identidad, ya no poseían aquel desafío que entusiasmaba a los chicos cuando la miraban con deseo en la playa, luciendo aquellos atrevidos bikinis con desenvoltura. Se sentó en la cama y derramó unas solitarias lágrimas. Todo se lo había ofrecido a él, entre desagradables trabajos en la casa, el lento paso del tiempo y noches nunca disfrutadas, como la de aquel mismo día. ¿Qué pensaría él? A veces, según la soledad en la que se encontraba, dejaba la mente vagar sin medida y pensaba si sus desplantes, sus dolores, que ella creía inexistentes, sus cansancios, eran fingidos porque había percibido un leve descenso en el deseo de uno por el otro, aunque ella, siempre más desinhibida que él, conducía los encuentros placenteros con habilidad. Incluso llegó a pensar en la posibilidad de que otra mujer se hubiese cruzado en sus vidas y él estuviese entusiasmado con esa otra. Se tendió boca arriba con el torso desnudo y pensó en estas locas deducciones y preguntas que se hacía según la soledad en la que se encontraba cuando se encontraba pensando. Cerró los ojos y dejó, otra vez, vagar su mente sin freno. No, no era posible tal hecho. Después de las décadas que convivían juntos, ¿quién iba a escuchar de él ese largo período de su vida y soportar los dolores imaginarios, la anulación de salidas con tanta frecuencia, sus cansancios…? ¿Alguien le podría querer  tanto como para dedicar la mucha o poca juventud que le quedase por vivir para cuidarle, siempre cuidarle? No, estaba convencida que sólo en determinados momentos era soportable la convivencia con él. Al deseo le ocurría lo mismo que a sus pechos: era compatible con el tiempo pero no fogoso. Sin embargo, ella lo amaba y él a ella, estaba segura. Habían empezado a desbrozar el nuevo camino que, desafiante y sintiendo el cansancio de la vida, les llevaría inexorablemente hacia la nada. Pero, iban juntos, de la mano, con sus pequeñas virtudes y muchos defectos. Él lo sabía y junto a ella, con su fuerte personalidad, se sentía amparado. Ella, según la soledad en la que se encontrase, a veces, cometía pequeños deslices pensando en un pasado que nunca regresaría y en un aspecto físico que debía ser igual de admirado que aquel día de principio de verano, en el que se conocieron y se enamoraron.   Había comprado para la ocasión, el día anterior, aquella ropa que se estaba quitando y fue colocando todas las prendas en los mismos paquetes y bolsas, con cuidado, suavemente. Seguro que en otra ocasión podría disfrutar de su tacto y bellos colores. Se colocó una bata de casa y con una sonrisa de felicidad salió al salón y sentándose junto a él se arrebujó en sus brazos y le beso suavemente en la mejilla. Él pasó un brazo por los hombros de ella y la atrajo suavemente hacia su pecho.

Antonio Campillo Ruiz

Akzhana Abdalieva

12 comentarios:

  1. SOLEDAD DE MUJER, ¿ SINO O.....SEGÚN?.
    SEGURO QUE SEGÚN, SEGÚN EL DÍA, LA HORA, LA MUJER... EL AGUANTE..
    MUY BONITO, ANTONIO.

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  2. Cambiamos físicamente, cambian nuestras motivaciones, cambia el sentido de la relación, las apetencias, pero todo puede ser reconducido para bien. Lo que no entiendo es la soledad en la pareja, pienso que solamente es el fruto de la falta de sinceridad, del dialogo, de la falta sincera de comunicación, aunque nunca es culpa de una sola parte.

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  3. Los años pasan y nunca se podrá recuperar el pasado.

    Lo importante es seguir caminando juntos y comprenderse, aunque algunas veces, inevitablemente, existan momentos de soledad.

    Mantener la ilusión ayuda.

    Precioso escrito

    Un abrazo bien fuerte, querido Antonio..

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  4. Al decir de José Ingenieros (gran pensador) " La rutina es el hábito de renunciar a pensar."
    "ES EL HÁBITO...." (palabra que me da escalofríos) ...y pienso que de alguna manera, si no se calibra delicadamente, ella puede llegar a ser la tumba del amor, máxime cuando la pasión no es tal, sino rutinaria: otra especie de "hábito".........
    Excelente artículo, conmovedor, triste y totalmente real. Un saludo afectuoso.

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  5. Ay, amigo Antonio, ay. me quedo y te "robo" esté corte: "Habían empezado a desbrozar el nuevo camino que, desafiante y sintiendo el cansancio de la vida, les llevaría inexorablemente hacia la nada"

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  6. Mujeres, supermujeres diría yo, son capaces de pasar de la decepción a una sonrisa para ellos,para los que tienen al lado y ellos, a parte de la rutina por los años vividos en compañía, algo más podían hacer, en algunos casos bastaría con que fueran consecuentes con lo hablado. Son egoístas y no ven más allá.
    Creo que las mujeres de las nuevas generaciones no van a aguantar tanto.
    Un abrazo Antonio

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  7. En la vida de toda pareja existen distintos tiempos y dentro de cada uno de ellos distintas viviencias. Lo importante es saber disfrutar de cada uno de ellos con la comprensión y la tolerancia que da el amor auténtico, y el de tu protagonista, querido Antonio, lo es.
    Un abrazo

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  8. Es increíble cómo te metes en la piel y sacas del alma femenina todo lo que aguarda. Reflexiones que hace ella sobre el paso del tiempo al ver cómo su marido ya no tiene el interés que tenía. Pero esto es normal en una relación que dura. La pasión ha dado paso a otro tipo de relación no menos interesante, pudiera ser así, pero en este caso parece que no es así puesto que se han dado cuenta que van camino de la nada. El final es ambiguo.
    Besicos,querido Antonio.

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  9. Es una joyita este cuento. Meditativo sobre el paso del tiempo (tempus fugit), se mete en el alma femenina, aunque igual debe responder la de un hombre ante el implacable paso del tiempo y el envejecimiento. Lo que me ha gustado mucho es ese final lleno de ternura.
    Un beso, querido Antonio.

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  10. Todo que se passa com um casal depende dos dois, não somente de uma das partes.
    Precioso conto... e bonitas ilustrações!

    Beijo.

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  11. El matrimonio es como una flor que se va marchitando poco a poco, Antonio.
    Qué bien escribes y expresas el paso del tiempo tanto en el aspectomfísico como en el sentimental y emotivo.

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  12. Eres grande hasta para hacer sentir femeninamente.
    Es que me encantas.
    Besos

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