jueves, 28 de agosto de 2014

PROFUNDA MELANCOLÍA

UN INSTANTE DE PLACER EN LA ALDEA DE LOS SUEÑOS

Antonio Campillo Ruiz


   El mundo fue dividido por  dos grandes rivales al final de la Segunda Guerra Mundial. Dos grandes países que buscaron desesperadamente el poder absoluto mientras a su alrededor los míseros vencidos, tiranos anteriores de su afán de poder y destrucción, luchaban nuevamente pero esta vez para sobrevivir, no para ser altivos ganadores y despiadados luchadores contra la libertad y el honor. Japón, uno de estos países vencidos, todavía olía a las bombas de Hiroshima y Nagasaki con unas consecuencias que el mundo no olvida pero deja que se estimulen diferencias entre contrincantes más o menos irritados por no poseer aquello en lo que sueñan: el poder. Sus habitantes buscaban poder luchar contra esta maldita herencia recibida de un parlamento incapaz y un emperador intocable. Las atrocidades cometidas con los seres humanos por otros seres deshumanizados en Oriente, nunca dejaron libre la memoria de quienes fueron sometidos a crueles tratos. En este momento aparece “Akasen chitai”, “La calle de la vergüenza” de Kenji Mizoguchi, 1956, una película que con sencillez, sabiduría y bondad, expone con la parsimonia que todos necesitaríamos para comprender en profundidad los sentimientos de los personajes, un recital de vida, dura, desdeñada e incluso casi prohibida pero tan normal y cotidiana como respirar o alimentarse.     
  

En “El País de los Sueños” se vende nostalgia, amor y placer. Un pasado representado por Yumeko, sabe que su momento ha pasado y debe decidir un incierto futuro. Contrastando con él, provocando un fuerte choque, el futuro debe olvidar tradiciones, occidentalizarse. Formar una familia es el deseo impenitente de quienes con dignidad asumen como normal una situación que es irremediable ante la miseria y la parca vida que no soportarían más allá de unos días. Escapar al país de los sueños es el objetivo final de quienes sienten que el sentido de su vida es perecedero, de corta vida y de peor trato.    


Un país de tradiciones ancestrales no puede abandonarlas con facilidad, sin embargo Mizoguchi realiza un coral retrato de la mujer, porque en 1956 nacía una nueva mujer: la mujer liberada que, rompiendo los milenios, ya no quería ser similar a un mueble, a un objeto. Quería vivir su vida, ser capaz de tomar decisiones importantes por sí sola y alcanzar una sexualidad que se representa en la interpretación de Mickey sobre la concha, a modo de “El Nacimiento de Venus” de Botticelli. Mizoguchi aparentemente, no posee posicionamiento definido sino que deja al espectador que racionalice fílmicamente lo que expresa la novela de Yoshiko Shibaki, según el guión de Masashige Narusawa. Cinematográficamente Mizoguchi  dirige con mano fuerte y sabia un complejo retrato de una situación que perdura en la actualidad, occidentalizados o tradicionales. El cuidado exquisito en mostrar situaciones prescindibles se agradece cuando en ciertos filmes se trata de conseguir que aparezcan dichas escenas para un procaz y sugestivo placer fílmico. No se consigue si no es por medio de lo sugerido.


   Hasta los dueños del negocio, tan cínicos como la sociedad a la que pertenecen, pretenden atribuirle una función social a su negocio porque quienes trabajan para él, comen y pueden pasar los interminables días de espera y soledad. Todos quieren obtener unos beneficios de lo que es un presunto problema que persiste desmedidamente pero no importa a nadie: ni a la sociedad ni a quien usa durante unos minutos un servicio que doblega voluntades, veja a quien se somete y no produce el placer deseado. A la vez, el desprecio a compartir otro lugar, incluso para la familia, diferente de su “hogar”, permanentemente repudiado, es real y perdurable. Una música que se comprende poco y chirría mucho nos persigue durante toda la película, atribuyendo a esta parte de Oriente. las notas que para muchos occidentales, que no estén acostumbrados a ella, casi molesta, suponiendo que no es así en la versión para los espectadores orientales tradicionales. “La calle de la vergüenza” es un filme brillante en el que se pinta en imágenes dinámicas un precioso retrato de la mujer.

Kenji Mizoguchi

Es importante visionar la película a plena pantalla.



IN MEMORIAM

 Richard Attenborough
Gandhi, 1982. Óscar Mejor Director

  
Juan Miguel Lamet
¡Qué grande es el cine!


 Pedro Pubill Calaf “Peret”
Concert per la llibertat, Camp Nou, Barcelona 29.06.2013


8 comentarios:

  1. Vives en un sueño de traficantes y amores imposibles, de Historias que fueron o no fueron. Pero historias al fin. Estoy encantada de saludarte y constatar que sigues tan activo como siempre.
    Buenas noches, Antonio, amigo.

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  2. Qué haría yo sin ti en mis inviernos....!! (suena romántico ¡¡ pero no lo es...!!! .es que hace un frio tremendo por aquí, en el fin del mundo... y los programas de la tele son patéticos y repetidos......además oscurece temprano y el mar ruge como nunca........ajajaja...). así que con tus películas y las series de Eurochannel, sobre todo, el Inspector Maigret... lo estoy pasando requetebien... ¡¡gracias, amigo!!! Un abrazo!

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  3. Gracias, amigo Campillo. Las emociones se juntan con nuestros recuerdos. Un abrazo.

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  4. Gracias por estas entradas tan excelentes.

    Un placer pasar a verte siempre.

    Un fuerte abrazo.

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  5. Una entrada completísima y variada para disfrutar con tranquilidad. Reservo ya mi butaca preferida. Un abrazo

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  6. Excelente la película, amigo Antonio, una entrada para el recuerdo en toda la extensión de la palabra.

    Un fuerte abrazo

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  7. Sé que andas con poco tiempo, así que te agradezco no solamente el trabajo que te tomas en escribir y compartir esta recomendaciones fílmicas tuyas, sino también por visitar y comentar en los blogs de cada uno de nosotros. Un gran abrazo, Antonio!

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  8. Gracias por compartir esta excelente y completísima entada que nos lleva a recuerdos fílmicos no lejos de momentos nostálgicos vividos de épocas que se añoran. Aún más , todo coronado con bella galería de fotografías interesantemente ilustrativas.
    Gracias una vez más Antonio y también por su gentileza de insribirse en mi blog " Lletras al Viento " situación muy grata para mi.
    Sin dudas me quedo a seguirle en su cálido e interesante sitio.
    Un fuerte abrazo
    Cristina

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