domingo, 31 de agosto de 2014

UN FIN SIN FINAL

CERRADO POR VACACIONES

Antonio Campillo Ruiz


   Las grandes bobinas han dejado de girar. El monótono ronroneo del proyector ha acabado: se ha limpiado cuidadosamente, se han engrasado sus rodillos dentados y el cuadro de mandos de la corriente eléctrica se ha desconectado. La cabina de proyección ya se encuentra nuevamente vacía, sola, sin actividad. Casi todo se encuentra ya en su lugar hasta el próximo verano, solo falta el retoque maestro que cuidará, con mucha precisión y profesionalidad, que la intemperie de una larga temporada de frío y posible lluvia, no dañe los delicados mecanismos de la célula fotoeléctrica, ni la cortinilla, que volverán el verano próximo a ocuparse de producir la fantasía del movimiento y un sonido a veces atronador.


   Las pantallas fijas, que han sido pintadas y repintadas varias veces durante el verano para protegerlas del sol y la humedad, ya han empezado a descascarillarse un poco: estas últimas semanas, los dueños del cine de verano, sabedores de su inminente cierre no las han retocado. Las que son de duras lonas que se han levantado altivas durante todas las noches cual inmensas velas de grandes barcos, han sido descolgadas, enrolladas, cuidadosamente guardadas y protegidas hasta su nueva utilización. Las sillas de madera, al igual que los materiales frágiles se han almacenado y las de duro e incómodo hierro se han apilado una encima de otra formando altas torres que se resguardarán de las inclemencias ambientales por medio de materiales plásticos.


   El cine de verano ha acabado. Ha sido un buen negocio para las empresas que los poseen porque la asistencia ha sido ampliamente superada a la del año anterior. Pero, estas últimas proyecciones presagiaban un descenso de veraneantes que, presurosos, han  adelantado su vuelta a la rutina de los próximos meses por temor a los seculares embotellamientos de esta vuelta a casa en fin de semana. Estarán añorando mucho tiempo los días de bocadillo con una fresca bebida y pipas que, crujiendo más potentes que el diálogo de los actores en la pantalla, obligaban a elevar el sonido, simple, sin efectos envolventes, con molesto tostoneo debido a la suciedad acumulada en el acetato, justo encima  de la banda sonora semejante a un electrocardiograma que embelesaba a los espectadores con un sonido casi indefinible.


   Se han proyectado varias películas en idioma original subtituladas en español. Los turistas estaban encantados cuando escuchaban su lengua materna y los españoles, siempre amables con todos, se han adaptado sin grandes problemas a este elemento distractor que, a veces, ocasionaba separar la vista de los actores para leer la traducción escrita y poder comprender la narración: desde el chino hasta el alemán, desde el japonés hasta el sueco. Se ha comprometido una sala de “Cine de Verano” para la próxima temporada al mismo precio que este año. La crisis ha jugado a favor de este favorable trato con productoras y distribuidoras. Esperemos que se pueda obtener el mismo, ni más ni menos, el mismo, éxito que en este verano caluroso y de escasas lluvias molestas para los espectadores. 


5 comentarios:

  1. Sentiré gran nostalgia por el entrañable "Cine de verano". Su recuerdo y sus películas quedarán por siempre.
    Gracias por esta bonita entrada y por todo lo bueno que siempre aportas.
    Un abrazo grande, querido amigo.

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  2. Siento una gran añoranza por los cines de verano. Los recuerdo rodeados de rosales de un olor dulce y penetrante que hacían que nos parecieran más bellos los personajes que paseaban por las pantallas.
    Hace mucho tiempo que no he tenido la suerte de ver una película en un cine de verano. Y mira que me gustaría.
    Ha sido un hermoso detalle el que has tenido con esta entrada, Antonio.

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  3. Gran abrazo, Antonio...y el cine de verano sigue vivo aquí, en tu blog! Encima yo lo disfruto en pleno invierno!!! Imagina...mi temporada es más larga de esta manera!

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  4. Amigo Antonio, no sé que decir, solo que has hecho que me emocione. Un abrazo.

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  5. Preciosa entrada Antonio, toda esa ilusión que llena el cine de verano se queda apilada ahí, junto a los enseres apilados y recogidos y, cómo no, en nuestros corazones y a tu lado.
    Nostálgico y entrañable momento, tan necesario como el de que vuelva a comenzar.
    Un abrazo inmenso y gracias por todo cuanto nos regalas.

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