sábado, 4 de octubre de 2014

LA PODREDUMBRE

BREVE HISTORIA DEL HEDOR IRRESPIRABLE

Antonio Campillo Ruiz

Sergey Ivchenko

   Érase que se era un país no muy grande ni tampoco minúsculo. Mediano. Tiempo ha que un reyezuelo imberbe, disfrazado de mozo de caballos, fue a vislumbrar el lugar al que iba a introducirse antes de su casamiento con la vecina reina de otro país limítrofe. Esta reina, que poseía más tierras y más caballeros que él, parecía que llevaba unos pantalones bajo enaguas y enaguas, que sus ayudantes de cámara debían ponerle y quitarle todos los días. 
Un poco asustado pero resuelto a unir los dos reinos, el joven imberbe casó con ella y realizaron juntos una inversión en la búsqueda de caminos sin trazar allende los mares. Tuvieron suerte y su inversión, a fondo perdido, produjo los beneficios esperados e incluso los superó. A la vez, guerreaban con los últimos habitantes de otro reino vecino que habían invadido aquel territorio y además, no eran ni siquiera fervientes creyentes de la doctrina eclesiástica realmente verdadera. Una de las veces que el intrépido navegante, administrador de las inversiones reales, volvió al país que ya se encontraba totalmente unificado y casi totalmente rodeado por el mar, olfateó un fétido olor a podredumbre que aún, en la actualidad, flota en el aire cuando se respira por las calles de sus ciudades y pueblos. Preocupado, preguntó de dónde provenía sin que nadie quisiera explicarle el verdadero motivo: la reina había hecho una gran promesa expiatoria que más bien expiaban quienes se encontraban a su alrededor.

Sergey Ivchenko

   Con el paso del tiempo aquel reino fue ocupando otras tierras. Tantas, que el sol no se ponía jamás en un reino que no fuese suyo. Con la expansión tan impresionante y su gran poderío envió a los colonos, que sin oficio ni beneficio, malvivían apedreando a cerdos, ovejas y otros animales domésticos, propiedad de los reyes, a  que se ocupasen de las tierras ocupadas para bien y grandeza de su dios y de paso, de sus inversores que habían crecido al amparo de informaciones privilegiadas. No faltaron, por supuesto, quienes se dedicaron a catequizar a seres que no tenían alma, que eran esclavos, que jamás tuvieron contacto con ellos excepto para el ayuntamiento frecuente con ellos. 
Aquellos habitantes, llenos de pinturas y desnudos, se rebelaron y ahí, ahí mismo, comenzó un genocidio tan sistemático como espeluznante. Claro que, con la ayuda de su dios siempre hubo mártires y aún hoy quedan vestigios entremezclados con las ceremonias que eran comunes entre aquellos seres infrahumanos y los actuales. La fetidez del país se fue extendiendo por sus posesiones a pasos agigantados. Ni siquiera los incontables golpes de humo de incienso, a modo de lo que hacían en los lugares de culto en el reino, ante la constante pestilencia de peregrinos y visitantes, pudo limpiar la atmósfera de muerte y desolación de lo que vino en llamarse posteriormente civilizaciones perdidas, hoy civilizaciones inútilmente arrasadas de las que no tenemos constancia ni de sus escritos, cuidadosamente quemados, ante la contradicción que suponían con las enseñanzas eclesiásticas del dios verdadero. Y así, poco a poco, con malas inversiones, peores tratados y muchas cabezas cortadas fue pasando, por la gracia de su dios, de padres a hijos, la potestad de reinar. Sin embargo, la podredumbre se fue adueñando cada día más de un pueblo trabajador y con gran inventiva.

Sergey Ivchenko

   Dinastía tras dinastía un buen día, tras trampas, dimes y diretes, llegaron por este país los Borbones. ¡Ah! los Borbones… Han sido tan previsores que, como en “La mujer Brava” de El Conde Lucanor, empezaron por la punta inmediatamente. 
El primer Borbón, cuyas uñas crecieron y crecieron, sin ser cortadas, como la nariz de Pinocho, tenía la agradable costumbre, además del crecimiento de sus uñas, de despachar con su ministro Patiño tras un biombo para no verle y su querida mujercita Mª Luisita de Parma le tuvo que traer a Farinelli para que, con su excelso canto, curase su melancolía. Fue tan nefasto y sádico que exterminó a los habitantes y destruyó una ciudad valenciana que tiene la potestad de tener su retrato cabeza abajo por masacrar a su propio pueblo. Fue un principio innovador. Nunca había sucedido algo parecido pero sentó las bases de quién era el rey y quiénes los súbditos adocenados. Posteriormente, pasado un tiempo, otro rey, que fue llamado “El mejor alcalde de Madrid”, porque todavía no existía aquel otro que realizó obras faraónicas y nos ha dejado en una miseria judicial impresentable. Fue el mejor  reyezuelo y, a pesar de sus manías, realizó reformas importantes. Hasta creó el motivo de canciones muy marchosas y modernas como “La Puerta de Alcalá”. Pero claro, la fetidez más hedionda volvió cuando su hijo cedió su reino a un vecino que dijo que lo iba a tener muy protegido, junto a sus relojes, en su territorio, del que era emperador ¡nada menos! A su vez, su hijo, traidor y felón como pocos en la Historia, "El Patibulario", se alzó contra él y los habitantes de su antiguo regalado reino, al grito unánime de “Vivan las caenas”, le llamaron como salvador sin tener en cuenta que no debió volver jamás.

Sergey Ivchenko

   Pasando los días, meses, años, los movimientos sociales se transformaron hasta alcanzar un régimen por el que la gracia de dios no era quien determinaba la potestad de regir aquel país. La libertad casi real, casi alcanzó a casi todos y, movimientos  denominados grupos de izquierdas y grupos de derechas se enfrentaron en varias ocasiones. Los grupos de izquierdas, como ya es habitual, entre discusiones y cesiones, entre dispersión del propio grupo por razones tan desiguales como "quíteme usted acá la mota del ojo", y entre impropios enfrentamientos internos, descuidaron siempre su potencial poder, diseminándose en grupúsculos sin empuje alguno. Los grupos de derechas, siempre en posiciones del poder del capital, ahogaban constantemente a quienes siempre se encontraban tras las herramientas de trabajo, los grupúsculos de izquierdas. Y llegó el día que por medio de una de las muchas estupideces cometidas por ambos, un generalito bajito y con bigote se convirtió de la noche a la mañana en traidor a la bandera que había jurado defender, sin importarle, por supuesto, ni el honor militar tan redicho y con redobles musicales lacrimógenos. Claro que lo hizo por la gracia de dios, su dios católico apostólico y romano, a semejanza de todos los reyes que en este país han sido. Su ensañamiento y el de quienes le rodearon no tiene parangón en el mundo libre y su alineamiento con doctrinas fascistas y nazistas fue el espaldarazo de un pensamiento anormal y patético. Con el tiempo, un Borbón, sucesor de quien debería ocupar el reino por derecho de nacimiento y la gracia de su dios, a quien el generalito no podía ni oír nombrar, acordó con el dictador que debía de preparar a su hijo para la sucesión en el reinado del país.

Sergey Ivchenko

   Y así sucedió. El hijo, futuro rey, fue adoctrinado por el dictador y su cohorte de limpiazapatos haciéndole realizar,  en un momento importante de la historia del país, a modo de Alfonso VI por el Cid, según la leyenda, el juramento de "fidelidad al dictador desde la sagrada fecha de 1936, y a los principios fundamentales del movimiento nacional”, dictados desde la insidia de una traición al pueblo de aquel país. La perversidad de estos principios, paridos por los asesores del dictador y aprobados por la voz de su amo de unas Cortes impresentablemente no representativas del pueblo del país, una vez jurados, fue la compra de la un reino como sucesor de un caudillo dictador y genocida confeso. La putrefacción era el aroma que nacía irrespirable el hedor de la asamblea de las Cortes, nuevamente, y desde aquel día, se extendió de tal forma por el país que cada vez son más grandes los negros nubarrones de inmundicia que sobrevuelan a sus habitantes..

 Sergey Ivchenko

   Y hasta hoy. Es el país donde más poderosos filibusteros existen por metro cuadrado. Día tras día encontramos a señoras cortas de vista que no ven coches, descaradas que se mofan de la autoridad, mojigatos que mienten y mienten y mienten, para volver a corregir sus mentiras, ineptos que suspenden ante comisiones de otros países, sapientes que corrigen lo establecido para no llegar a ningún lugar y tener que marcharse con el rabo entre las patas, malditos sinvergüenzas que retiran de dignas profesiones a quienes les molestan, a ellos o a sus amigos, despreciables esclavizantes de los habitantes más jóvenes, cada día menos porque se marchan del reino, etc., etc. Estos poderosos autoritarios, iluminados futurólogos y expertos inútiles, expanden su podredumbre por todos los rincones de un país noble que quiere vivir en armonía y paz, sí, esa que se quiere alcanzar con un dirigente responsable de la ineficaz y obsoleta defensa del reino que fabrica armas, por ejemplo. Si los ciudadanos no consiguen un perfume que garantice la normalidad de los miles de narcisistas poderosos que pretenden saber y realizar obras que dañan gravemente la armonía del pueblo, jamás se conseguirá limpiar con aire puro esta peste, esta fetidez, este tufo, que los envuelve. Y en la cúpula celeste de todos, un nuevo intocable judicial, nuevo monarca por la gracia de su dios. Deseamos que esté atento de no parecerse a su inmediato anterior en nombre y número ordinal.

Sergey Ivchenko

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3 comentarios:

  1. Lo has descrito todo de maravilla.

    Solo me queda felicitarte. Un aplauso.

    Un abrazo fuerte.

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  2. Bonito y didáctico cuento histórico, Antonio. Enhorabuena, ¡Vaya pedagogía! ¡Menudo resumen de nuestra historia desde los tiempos de la reina que no se quería quitar la camisa!

    Fíjate en qué país vivimos que ese “traidor y felón como pocos en la Historia” fue “El Deseado” (vivan las caenas).

    Y qué bien retratas a ese “generalito bajito y con bigote” (Paca la Culona), que, además tenía una “maravillosa” voz atiplada, como para ser un buen contratenor.

    La guinda final: el estado de la cuestión en la actualidad.

    Bueno... Yo soy pesimista, pero deseo que consigamos ese perfume que consiga limpiar la pestilencia que nos envuelve.

    Un abrazo, Antonio.

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  3. Feliz descripción, amigo Antonio. La historia tiene , siempre, un punto de vista diferente segín de que lado de la puerta de acceso a ella estés. Por cierto que, al leer el título creí que ibas a hablarnos de algo muy actual y ... aún no sé si lo has hecho.

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