sábado, 13 de junio de 2015

CUANDO EL FIN ES EL PRINCIPIO II

CONVERSACIONES CON MI HIJA LAURA  XVII

Antonio Campillo Ruiz


-  Me gustaría continuar la conversación que mantuvimos hace unos días y que nos condujo por caminos inusuales.

-  Laura, es posible que tu interés por continuar la conversación de días pasados nos introduzca en un mundo al que un día tendremos que dar la vuelta. No estaría mal, ahora que sé de tu interés por estas escenas que han quedado en el recuerdo de millones de personas, que iniciemos la conversación en el sentido natural de una narración, por el principio.

-  No, no. Me interesan aspectos que son como los capiteles en donde se sustenta un instante, un momento, que provocan  sensaciones verdaderamente importantes porque, a partir de ellas, debemos, si nos place y nos han interesado los aspectos fílmicos, conformar nuestro pequeño guión, literario o técnico, en continuidad con el visionado.

-  Es interesante que una chica joven como tú sea impresionable con estas, pequeñas o grandes manías, de un modesto realizador independiente que ha luchado, en la soledad del rodaje, de la sala de montaje y postproducción, por conseguir que el espectador     apreciase con soltura la compleja trama del lenguaje cinematográfico. Laura, es posible que podamos seguir hablando tras el visionado de los ejemplos siguientes.


   ¿Iniciar una amistad o cumplir con desmedida potencia un pequeño rescoldo de la libertad en la que siempre había creído? Rick no es un ser complicado sino atormentado, vividor escéptico  por necesidad. Sin embargo, siempre existen unos principios que, en muchos casos son autoimpuestos y denotan una valentía que traspasa las barreras de la propia satisfacción y los recuerdos modeladores de aspectos de la personal intuición adquirida. “Casablanca” de Michael Curtiz, 1942, el mito de un celuloide casi olvidado y cautivador icono de la Historia del Cine, tan rica en aspectos cinematográficos como fílmicos, tan sarcástica como impulsiva, tan cínica como mágica, continúa saboreándose en la pantalla grande, imaginando entre perfectos matices claroscuros impecables, la atmósfera de unos personajes prisioneros de un tiempo y un espacio que aman y se adaptan a ellos a pesar de poder dirigirse hacia destinos e ideas por las que siempre han luchado. Su inicio fílmico y final cinematográfico es tan apasionante como agradable para el espectador.   

Es importante visionar la secuencia a plena pantalla


   ¿Misterio, descubrimiento, realidad, ficción? En “The Da Vinci Code”, “El código da Vinci” de Ron Howard, 2006, las inmensas pesadillas de su lógica, tan poco ingeniosa como excesivamente conductora, envía lo esotérico hacia callejones sin salida. 
Se exponen por igual defectos y poderosas pesadumbres fílmicas que, con dificultad, mucha dificultad, mantienen un trabajo cinematográfico lejano a una calidad mediana. Sin embargo, el final de su inicio fílmico peculiar, muy diferente de lo establecido, podría conducirnos hacia un particular y merecido homenaje a un gran hombre bueno, Presidente de un país libre y con una concepción del Arte que iluminó un poco más a la “Ciudad de la Luz”. Este podría ser el punto de partida para la indagación personal de una ciudad que fue escenario, en 1789, de la liberación de un pueblo oprimido, sin nada que lo relacione ni con el fondo ni la forma de los lánguidos momentos que se narran. Alcanzar la concepción artística de construcciones innovadoras es un deseo de los amantes de la belleza y su enaltecimiento.

Es importante visionar la secuencia a plena pantalla


   Una mano que acaricia las mieses. Un leve cimbreo de los tallos acompañando el suave susurro de un viento que teme ser violento. Paz, tras la violencia por la violencia. Recomposición de un imperio agonizante. Y, el encuentro. El encuentro con quienes jamás desaparecen, con los seres que han aguardado pacientemente para que se cumplan las palabras escritas en El Cantar de los Cantares: “… el amor es más fuerte que la muerte.” Un final que inicia en el espectador una inmensa alegoría narrada entre el bien y el mal, la muerte y la vida, el poder y su autodestrucción. “Gladiator” de Ridley Scott, 2000, es posible que esconda un insalvable vacío en una realización cinematográficamente plena de imágenes espectaculares. Con similitudes importantes pero, probablemente, sólo de admiración y la decisiva decadencia de un género crepuscular e incluso de poca atención histórica en la actualidad, se levanta una narración que posee la grandiosa escena de un inicio fílmico que es fantasía y ensoñación, delicadeza entre la destrucción, amor entre las ruinas de una violencia, a veces gratuita, a veces justificada por un mero trámite histórico. La mano rozando en la irrealidad de un espacio-tiempo del que se ha traspasado la puerta de no retorno, es el canto de libertad que deja un ser amante de la justicia y la paz.

Antonio Campillo Ruiz

Es importante visionar la secuencia a plena pantalla


5 comentarios:

  1. De Gladiator, al margen de las imágenes, me gustaría destacar la música que acompaña a cada una de las escenas, construyéndolas, provocando que el espectador se sumerja en la historia épica a la vez que en el intimismo de los personajes, acercándolos a las vivencias más próximas a nosotros como la muerte, la vida o el dolor. No sé las veces que la he puesto de fondo, en casa, imaginando ese gran imperio en decadencia que se extendía por todo el mundo conocido y todavía me estremezco pensando en lo que supuso para la civilización occidental y sintiendo el paso inexorable de los siglos.
    Un saludo

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  2. Estas conversaciones con tu hija, merecen un aparte.
    Un libro, una vida, el más dulce de los recuerdos para ella, el presente para vos, Antonio.
    Te felicito.

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  3. Eres un hombre afortunado, las conversaciones entre padres e hijos son un legado precioso que nunca se olvida.

    En esta ocasión, tocar el argumento de Casablanca es entrar en el reino de las miradas.
    La película podría ser en buena parte muda, sólo con primeros planos de los ojos de los protagonistas.
    Como el de Rick observando a la joven pareja que necesita dinero para escapar. La mirada del turco canalla que planea aprovecharse de la mujer se cruza con la del dueño del bar, por lo que éste hace un gesto al crupier para que deje ganar a la joven. El turco ve la escena y mira a Rick, sus ojos dicen: “Sé que sabes lo que yo quería hacer, por eso has hecho eso”. Rick, de poder a poder, le responde con retranca del mismo modo: “Y yo sé que tú lo sabes”. Sólo falta el capitán Renault, escandalizado según él, porque “Aquí se juega”, mientras sus retinas chispean guasonas. Y de fondo, el horror de la guerra que asola Europa.
    Puro magisterio entre actores con su director, todos en estado de gracia.
    Lo mismo sucede cuando el “modesto realizador independiente” escoge con mimo diferentes imágenes y las intercala con sabiduría, envueltas por la música justa con el tempo preciso para dejar saborear la observación de los detalles. Sin palabras, simple cuestión de mesura, amigo Antonio.

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  4. Se me escapa, maestro Campillo, mucho nivel para mi ... no obstante da gusto leerte, de hecho, cada día me gustas más por lo bien que te haces entender.
    Un abrazo de lunes ... es decir, agotado ... pero vivo.

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  5. Unas conversaciones realmente interesantes.

    Recordar la película "Casablanca" es algo fantástico. ¿Cuántas veces la habré visto...?

    Un abrazo fuerte y gracias por tan maravillosas entradas.

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