PARTO ORGÁSMICO
María Luisa Arnaiz Sánchez
Antonio Campillo Ruiz
Maternidad, Picasso
¿Por qué se pare con dolor y por qué hay partos orgásmicos? En “Revelation of childbirth” de Dick-Read, 1946, queda descrito cómo funciona el útero de manera inteligible para los profanos y más aún si tratamos de explicarlo en estas páginas. Este órgano posee unos músculos longitudinales y otros circulares que funcionan de manera simultánea para procurar la distensión y la viabilidad del parto; los primeros empujan al feto, los segundos cierran el cérvix. Cuando da comienzo el parto, el sistema nervioso simpático tiene que quedar en suspenso para que las fibras circulares aflojen la tensión pero, como tal sistema se asocia con la psicopercepción de los estímulos emocionales, el miedo de la parturienta lo mantiene alerta, por tanto los dolores se perciben con mayor o menor intensidad dependiendo de la relajación que logre conseguir cada persona. Como vivimos el momento de forma angustiada según testimonios de toda índole, la mayoría de mujeres damos a luz con dolor o con ¡la epidural!
Vasija con decoración de pulpo, c. 1200 a. e. El Louvre
Quedan ya lejanos los tiempos en que no se podían consultar ni pedir informes sobre sexo, pero las jóvenes siguen preguntando lo mismo que a nosotras nos inquietaba. Hoy sabemos que el útero es sensible a la excitación sexual, que es el centro erógeno primordial para algunos y que, aunque no lo notemos y solo sintamos el placer que expande, podemos estar seguras de que en cada orgasmo la intensidad del placer es correlativa a la intensidad de los latidos del útero, tal y como comprobaron Masters y Johnson al medir a través de electrodos intrauterinos las “contracciones” de dicho órgano. Es más, parece imperdonable que se haya seleccionado o silenciado la información milenaria de las culturas orientales acerca del sexo por el factótum de turno de las ideologías imperantes y así, por ejemplo, la palabra “yoni”, literalmente útero para el tantrismo (cualquiera de las tradiciones esotéricas que enseña a utilizar el deseo como la vía hacia la plena realización), se ha traducido por vagina porque para los occidentales el útero no tiene cabida en el mundo sexual.
Jarra de estribo, c.1200 a. e. Museo Arqueológico de Cos
Eso no es todo. Vamos a ocuparnos de otros mecanismos vitales. La oxitocina, del griego “oxys”, rápido“, y “tokos”, nacimiento, es una hormona relacionada con los patrones sexuales que interviene en calidad de neurotransmisor en el cerebro. Esta hormona se libera en grandes cantidades tras la distensión del cérvix uterino y de la vagina durante el alumbramiento y durante la succión del bebé para estimular los pezones con el fin de que salga la leche, luego facilita el parto y la lactancia. Habida cuenta de que los receptores de esta hormona se encuentran en el útero, en la vagina y en los pezones, y que la hormona se segrega por la pulsión sexual, entre el deseo y la lactancia existe un vínculo indudable. Así pues, el “sistema sexual” es el responsable de tal nexo y justifica que la excitación sexual de las mamas se extienda al útero y que, si se llega al orgasmo, se vea implicado el tan cortejado y escamoteado órgano. No obstante hay que añadir que si en el paleolítico algo observaron y plasmaron sobre el placer femenino, también lo hicieron en el sofisticado imperio del Sol Naciente aunque de forma más extraña.
Mujer en reposo. Paleolítico superior.
Cueva La Madeleine. Tarn
El sueño de la esposa del pescador, Katsushika Hokusai
Pasando ahora a la cuestión de los alumbramientos orgásmicos, los testimonios de mujeres que han tenido tales partos placenteros han sido recogidos por la sexología científica desde mediados del siglo pasado. Esta modalidad de la que apenas han oído hablar las parturientas se provoca porque el propio movimiento del útero es en sí mismo productor de placer, siendo necesario nada más que los músculos funcionen acompasadamente, es decir, que se pongan en marcha para un nacimiento natural. Aunque parezcan exiguos los casos de estos partos en el civilizado primer mundo de Occidente, no ocurre lo mismo en zonas que no disponen de otra asistencia que la de las veteranas parteras. De otra parte, el alcance muscular del útero explica la famosa capacidad orgásmica de la mujer, siendo hora ya de desterrar la obsoleta idea de la ninfomanía por misógina y calumniosa porque pretende hacer anormal y patológico lo que es simplemente natural. En el orgasmo femenino el placer se produce con el movimiento pulsátil (vibración, temblor y latido) de los tejidos musculares, pero las contracciones son iguales a las del parto por lo que respecta a sincronización y acompasamiento de los músculos longitudinales y circulares del útero.
Vasija minoica, 1600 a. e Vasija de Gournia, 1500 a. e.
Llega ahora la pregunta clave ¿por qué está tan generalizada la idea del parto con dolor si hay pueblos que la desconocen? Habrá sin duda más de una causa que interfiera en el proceso, no siendo menor la inequívoca represión sexual de la mujer desde la infancia. Asimismo, por medio de la maldición bíblica, parirás con dolor, las culturas cristianas no han desestimado la idea del dolor y, junto al sufrimiento del que hacen bandera las religiones de esta ideología, progresa la hipocresía moral de muchos facultativos y la industria farmacéutica a la que no se puede desatender. Si el útero carece de sensibilidad suficiente a la oxitocina, a las mujeres les costará parir, por lo tanto urge revisar la vida sexual de la mujer antes de que sea madre, cobrando así sentido las pulsiones sexuales de la infancia. Como el desarrollo corporal incluye el movimiento de los músculos uterinos, en muchas culturas no se prohibieron las manifestaciones de la sexualidad infantil y se propiciaron los juegos y los bailes que se relacionaban con la estimulación de las pulsiones sexuales por toda la comunidad. Sin embargo, en la mojigata cristiandad el sexo desde san Pablo ha sido tabú.
Maternidad, Stanisław Wyspiański
Aparte de reservar y circunscribir los partos a la clase médica y a su entorno, es cierto que se da un mayor deterioro en la sexualidad femenina gracias al marketing sociológico del falocentrismo y a las estrategias psicológicas que conlleva, sin olvidar la influencia de los medios audiovisuales. Se soslaya el que los niños tengan impulsos sexuales, prohibiendo cuanto implique la satisfacción de sus deseos y si un adulto se interesa por la vida sexual infantil es casi seguro que será tildado de bicho raro o algo peor. Hace mucho tiempo que se quemaba o infligía penas a las brujas porque ingenuamente se creía que usaban las escobas para volar; también lo hace desde que la gran Catalina de Rusia descabalgara de almohadas ante la impotencia del zar y buscara quien satisficiera su libido, no obstante las niñas y las jovencitas tienen cada vez menos posibilidades de desarrollar sus pulsiones sexuales. Por eso habría que educar el deseo, desterrar la represión sexual, erradicar las falsas ideas sobre el sexo y darle la vuelta al paradigma de la sexualidad para que se pudiera parir sin dolor y si es de forma orgásmica mejor.
Maternidad, Elena Kudry
Según un estudio de la Universidad de Berkeley los octópodos poseen unas costumbres sexuales casi tan caprichosas como las de los seres humanos y por una presentación que tuvo lugar en la Universidad de Murcia en junio de 2008 supimos de la investigación hecha por Casilda Rodrigáñez acerca de las secuelas que le han dejado a las mujeres el tabú sexual asociado al patriarcado y cómo el orgasmo femenino en su opinión está representado por el pulpo. A nuestro juicio esta suposición es harto discutible, ya que si bien es cierto que el pulpo enrollándose y desenrollándose puede sugerir la idea de placer en algunos de nosotros, inducidos por las ondas, también lo es que el artista, al plasmar esos movimientos, logra llenar un espacio siempre cambiante como el acuático y aludir a la libertad espacial. También es verdad que se puede producir una composición atectónica, jugando con las sensaciones, bajo la idea de establecer una comunicación emocional con el espectador, pero creemos que ni el artista de hace tres mil años pensaba en esto, ni que su elección de un motivo marino como el pulpo, por otra parte tan frecuente en la cultura minoica, tuviera nada que ver con el placer. Lo coincidente y por cierto bien traído para el caso es la similitud figurativa entre el útero y el octópodo.
Crátera procedente de Micenas, 1400-1300 a. e.
Museo Británico
Figura de marfil japonesa. Siglo XVIII
Aunque mi mujer no tiene buenos recuerdos de sus dos partos, le aconsejaré este interesantísimo artículo. Muchas gracias María Luisa por el trabajo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Genial como siempre, Luisi ^_^
ResponderEliminarEstoy encantada de saludarte y agradezco tu estímulo. Un beso.
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