PEDERASTIA

ATIS Y CIBELES, CONCLUSIONES

María Luisa Arnaiz Sánchez

Atis danzando en el culto de Cibeles. Museos Vaticanos

   ¿Qué oculta el mito y qué relación guarda con los sacerdotes o laicos que custodian niños en las instituciones que la Iglesia católica tiene o que imparten su doctrina a los estudiantes? El mito sugiere un ciclo natural de nacimiento, muerte y resurrección: la Magna Mater entrega a su hijo a la muerte, renace y salva a los humanos (en el cristianismo lo hace un Dios-Padre). Sin embargo el mito codifica tres prohibiciones: el incesto, la separación entre el orden divino y el terrestre, más el abandono de la religión. Solo trataré de la primera por las concomitancias con el tema en curso. Claude Lévi-Strauss demostró que el incesto podía preceder a la familia patriarcal, así que paso a explicar el tabú citado.

Pátera de Parabiago, c. 360. Museo Arqueológico. Milán

   Cibeles y Atis en un carro tirado por cuatro leones, un árbol de la vida con una serpiente enroscada, símbolo de la regeneración, el carro del Sol, las cuatro estaciones, etc.

Disco con Cibeles, siglo II a.e.n. Ai Khanum. Afganistán

   Las relaciones internas de la familia, tal como se establecieron y  aceptaron por la sociedad, no debían infringirse, siendo la ablación de los genitales el castigo que se aplicaba a los transgresores (la muerte para los romanos según Cicerón en “Leyes” II, 10, 23). La defensa del orden familiar se manifiesta en el mito bajo la advertencia de un peligro latente: Cibeles/Agdistis presagia con su irrupción en el banquete nupcial que el orden constituido se alterará porque Atis será adúltero, de modo que antes del coito se avisa a la pareja y Atis se castra para evitarlo. La automutilación de Atis es el correlato de la del hermafrodita y la restricción sexual exigida por la Magna Mater, resuelta defensora de la castidad, pretende prevenir el incesto maternO-filial y el adulterio. Así pues, el mito justifica la estructura patriarcal, en la que la mujer, una propiedad más de los varones, debe asegurar la paternidad de los hijos.

Atis mostrando sus atributos. Tréveris

   Pues bien, léase familia por los seminarios e instituciones que tutela la Iglesia católica, léase incesto por transgresión en el seno de esa familia, léase abuso de autoridad de los pater familias  respecto de los custodiados, léase silencio interesado sobre los corruptores, léase sustracción de los criminales a la justicia civil, y considérense los repugnantes delitos que ampara la Iglesia católica. El sacerdote belga Rik deVillé en “El País”, 19-IX-2010, dice: “calculo que la cifra de menores abusados en cincuenta años ronda los 10.000 en Bélgica…la Iglesia debe renovarse y dejar que la justicia ordinaria se ocupe de abusos que son delitos puros”. También Gotthold Hasenhüttl en “El País”, 20-XI-2010, suspendido como sacerdote y profesor de Teología, declara: “La Iglesia católica no se deja reformar. No es más que una corporación administrativa interesada exclusivamente en recaudar sus impuestos…no puede considerarse una comunidad de fe”. 

Atis. Biblioteca Nacional. Francia

   Mi trabajo en las aulas me demuestra que el pensamiento juvenil se nutre exclusivamente de creencias católicas en menoscabo de cualesquiera otras y que esto se tolera en los currículos docentes. ¿Qué hacer si España justifica en la enseñanza oficial una doctrina, cuya naturaleza dogmática, es decir, no opinable y excluyente, figura al lado de asignaturas sin dichas connotaciones? Explicar y DENUNCIAR. Según el filosófo Paolo Flores d'Arcais también el Papa “querría acabar con los curas pederastas y los prelados corruptos (lo que) le supondría sentar en el banquillo a Wojtyla porque encubrió a Paul Marcinkus, presidente del Banco vaticano IOR entre 1971 y 1989, y a Marcial Maciel, dirigente de los Legionarios de Cristo”. ¿Ahora que ha aprobado la prostitución al autorizar el preservativo en dicha lacra? 

Atis. Museo de Éfeso

   El voto de castidad al que se ven ligados los curas católicos es, en mi opinión, copia del compromiso que adquirían los gallos de la Magna Mater para formar parte de su congregación y lleva, entre otras cosas, a los delitos de PEDERASTIA que la Iglesia católica sustrae a los tribunales civiles. Dado que dicho voto les fue exigido a los sacerdotes católicos a partir del siglo XIII, tras ser promovido el culto a la Virgen María, esta tradición aberrante prueba tanto la fuente del voto, el culto a Cibeles, como el control de conciencias que la Iglesia católica ejerce. Lo auténticamente escandaloso en la época de esta imposición era el tráfico de bienes espirituales o simonía: la compra-venta de sacramentos, cargos eclesiásticos, reliquias, etc., que, condenada por el Concilio de Letrán en 1139 (por Trento en 1545), siguió practicándose para consolidar el poder terrenal de la Iglesia católica. ¿El paraíso fiscal más seguro hoy?

Atis y Cibeles. Museo de las Civilizaciones. Ankara

   En Semana Santa una madre llora a un hijo que resucita, se le arrojan pétalos de rosa y ciertos penitentes se cubren de sangre por flagelarse. Se cree que en el transcurso de la procesión de Cibeles, cuando sus devotos se flagelaban y corría la sangre, también se arrojaban pétalos de rosa al resucitado hijo de la diosa, dando lugar al simbolismo de la rosa como imagen de resurrección (el mismo motivo llevó a hacer del PINO, en que había sido transformado Atis, la imagen de la vida eterna). Así pues, descubiertas la urdimbre y la trama de los misterios cibélicos, creo que se esclarece cómo, al imponerse el cristianismo, la Iglesia católica se apresuró a transferir a la Virgen María y sus advocaciones, las santas, la protección que las diosas-madre venían dispensando a los humanos (pronto Cibeles fue santa Eufemia de Calcedonia) y, considerando a la Magna Mater encarnación de uno de los pecados más graves de su credo, el de la sensualidad femenina, reprimió a sus servidores en algo tan natural, que los llevó a transgredir su propio código moral y hacerse delincuentes en innúmeras ocasiones. ¿Acaso es posible la reparación?

Cibeles de marfil hallada en Elmalı. Turquía

   “El rito, pues, nos ordena a nosotros, que por naturaleza somos seres celestiales pero que hemos sido trasladados a la tierra, que recolectemos de nuestra vida en la tierra la virtud junto a la piedad y nos esforcemos en alcanzar a la diosa ancestral y productora de vida”. Juliano, el Apóstata.

¿Cibeles? Museo Arqueológico. Sevilla