TRANVÍA
Antonio Campillo Ruiz
Calles de Nueva York, Ernest Descals
TRANVÍA
Por fin. La desconocida subía siempre en aquella parada. “Amplia sonrisa, caderas anchas… una madre excelente para mis hijos” pensó. La saludó; ella respondió y retomó su lectura: culta, moderna.
Él se puso de malhumor: era muy conservador. ¿Por qué respondía a su saludo? Ni siquiera lo conocía.
Dudó. Ella bajó.
Se sintió divorciado: “¿Y los niños, con quién van a quedarse?
Andrea Bocconi
Me encanta la cita y me encanta el sistema que utilizas para seleccionar. Es concreto, muy bien seleccionado y breve. No es fácil, pero lo consigues.
ResponderEliminarMe gustan los relatos que compartes, Antonio, porque me hacen reflexionar sobre el contenido.
ResponderEliminarPersonas que, sin conocerse, se cruzan con la mirada en un medio de transporte, que algunas rechazan esa mirada, otras observan, otras van leyendo, otras, intentan acercarse, otras, observan y mientras observan, piensan y hasta vuelan, y otras dudan acercarse, o bajarse o seguir...
Gracias, Antonio, por estos relatos, que son tan bellos.
Besos.
Ja, ja, genial. Toda una negativa experiencia conyugal en un par de paradas... Un abrazo.
ResponderEliminarEnrique, me congratulo de que percibas con tanta pulcritud lo concreto y lo bello.
ResponderEliminarTrataré de no salir de esta línea de selección.
Un fuerte abrazo, amigo Enrique.
Creo, Carla, que si mirásemos "viendo" a las personas de nuestro entorno nuestra sorpresa sería inmensa. Pero... les miramos..., no les vemos.
ResponderEliminarEs cierto, lo mejor de la lectura es la reflexión posterior.
Me encanta que te guste la selección de relatos.
Un fuerte abrazo, Carla.
Tu risa, Isabel, es tan cantarina y fresca como divertida. Así es, en un par de paradas ya tenemos "el lío" en toda su amplitud.
ResponderEliminarAndrea Bocconi es genial.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Hola Antonio!en un tris sucedió de todo en esa cabecita loca
ResponderEliminarCreo que la de "caderas anchas" nunca supo que ese día se salvó del infierno...
Vine a ver la entrada de la peli, pero me entretuve en esta entrada y en la de María Luisa, las dos geniales!
Un abrazo! y muchas gracias!
Hasta pronto, pronto!
María, eres muy perspicaz y sutil. Sí, quien se libró de un pelma fue esa inteligente mujer que lee libros cultos.
ResponderEliminarSe puede soñar siempre que uno quiera pero también hay que saber soñar.
Un fuerte abrazo.