Antonio Campillo Ruiz
The Woodcutter, Ferdinand Holder
Un hombre perdió su hacha y sospechó del hijo de su vecino. Observó la manera de caminar del muchacho: exactamente como un ladrón. Observó la expresión del joven: como la de un ladrón. Observó también su forma de hablar: igual a la de un ladrón. En fin, todos sus gestos y acciones lo denunciaban culpable del hurto.
Pero más tarde encontró su hacha en un valle y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho le parecieron muy diferentes de los de un ladrón.
Pero más tarde encontró su hacha en un valle y después, cuando volvió a ver al hijo de su vecino, todos los gestos y acciones del muchacho le parecieron muy diferentes de los de un ladrón.
Anónimo chino
NOTA: RELATO PROGRAMADO.
Antonio, está claro que jamás debemos dejarnos guiar por las apariencias y menos aún cuando estamos suspicaces por cualquier motivo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es tan corriente este sentir y este hacer que ........... Magnífica denuncia.
ResponderEliminarYo creo que juzgamos sin saber ni conocer, y nadie somos quién para juzgar a los demás, son los jueces quiénes deben hacerlo.
ResponderEliminarEspero ir poniéndome al día con tus entradas ya que estos días estuve algo alejada de los blogs.
Un beso.
Isabel, aunque no lo terminemos de reconocer nunca, vivimos en una impura apariencia. La sospecha es la madre de esa apariencia que, en general, sólo ocasiona malentendidos y torpezas.
ResponderEliminarProbablemente, una de las causas de debilidad más grandes de nuestros medios de comunicación interpersonales sea la suspicacia, la duda, la apariencia.
Más grave es cuando nos hacemos eco de “calumnia que algo queda…” Esta inmensa duda es, además de reprobable, injusta y jamás se limpia.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Sí, Enrique, debemos denunciar hechos similares a los narrados. ¡Ya está bien! ¡Basta de incertidumbres, titubeos, desconfianzas!
ResponderEliminarEmpieza a ser hora de explicar los hechos correctamente y no con las americanas “dudas razonables”.
Un abrazo, amigo.
Sí, María, cuando el juzgador sea bien juzgado a su vez. Nunca lo paso tan mal como cuando tengo que juzgar un examen o trabajo personal que han sido realizados con ilusión, más o menos saber y, sobre todo, con un interés máximo.
ResponderEliminarCreo que ser juez objetivo, pragmático y real es tremendamente difícil. Basarse únicamente en una parcela acotada por otros es, para mí, un poco disparatado.
Un fuerte abrazo, María.
Las apariencias nos inducen a un juicio previo, marcado por nuestra integración de valores estandares. Si las cosas estan como estan... ¿Por que en vez de cambiar de valores, regresamos a unos valores ya fracasados...? ¿Somos inocentes del caos?
ResponderEliminarEsas preguntas, Ramón, son ineludibles hacérselas de vez en cuando.
ResponderEliminarSería un verdadero análisis sereno de qué hacer, qué pedir, qué soportar, hasta dónde llegar con juicios de valores, qué se debe hacer con la calumnia...
Un abrazo, Ramón.
Releyendo viejos artículos ilustres.
ResponderEliminarUn abrazo, amigo Antonio