UNA PEQUEÑA FÁBULA
Antonio Campillo Ruiz
The flying mouse, Banksy
UNA PEQUEÑA FÁBULA
¡Ay! -dijo el ratón-. El mundo se hace cada día más pequeño. Al principio era tan grande que le tenía miedo. Corría y corría y por cierto que me alegraba ver esos muros, a diestra y siniestra, en la distancia. Pero esas paredes se estrechan tan rápido que me encuentro en el último cuarto y ahí en el rincón está la trampa sobre la cual debo pasar.
-Todo lo que debes hacer es cambiar de rumbo -dijo el gato... y se lo comió.
Franz Kafka
Una pequeña gran fábula, no puede ser de otra manera viniendo de Kafka.
ResponderEliminarUn abrazo Antonio y un beso para María Luisa.
Alicia
Siempre que pones un texto de Kafka, Antonio, acabo impresionado. Breve, cáustico y extremadamente cruel. Un genio del género.
ResponderEliminarGenial, como deve ser.
ResponderEliminarUm grande bj querido amigo.
Este pobre muchacho debia estar un poco atormentado, ¿no? Un abraaazo
ResponderEliminarFabular con posibilidad de diversas interpretaciones es genial, Alicia.
ResponderEliminarEstamos de acuerdo, Kafka sigue siendo tan actual que sus fábulas, en este caso o escritos en otros, poseen la impronta de la intemporalidad.
Un fuerte abrazo, Alicia.
Sí, Enrique, posee la peculiaridad de la sorpresa.
ResponderEliminarMuchas personas, al nombrar a Kafka, inmediatamente piensan en lo complejo, lo extraño, lo difícil de entender. Como podemos comprobar con estos pequeños relatos, nada más lejos de la realidad.
¡Ah!, eso sí, alegórico, tremendamente alegórico.
Un abrazo, Enrique.
¡Como debe ser, Gisa!
ResponderEliminarEfectivamente, un relato tan corto con múltiples interpretaciones debe ser genial para aguantar las alteraciones y cambios que el paso del tiempo pueden producir en él.
Un fuerte abrazo, Gisa.
Debía no, Mariano..., yo creo que estaba.
ResponderEliminarA pesar de ello, también creo que es difícil encontrar la riqueza alegórica perdurable que poseen sus obras. Y estas que selecciono porque son pequeñitas, las de dolor de cabeza, como las llaman muchos, son complejas precisamente por la simbología que expresan.
La cuestión es que con tormento o sin tormento, el ratón poco a poco se ve acorralado hasta que el gato se lo come... Me suena a algo esto ¿no?, Mariano.
Un inmenso abrazo.
Hola Antonio!aquí reportándome jeje!Sobreviví!Paso a saludarte y de paso agradezco que me hayas permitido leer algo del genial y eterno Kafka
ResponderEliminarUn abraaaaaaaaaaaazoooooooo!
Gracias por tu amistad
Uy, uy, uy... Habrá que huir (no sé adónde) para que no nos coma el gato.
ResponderEliminarSabes que disfruto con Kafka, Antonio, aunque me escueza, aunque me duela mucho su dolor, que sólo lo perdono por lo maravillosamente que él lo transmutó en buena literatura-
Gracias y un beso, querido amigo.
María, ¿tú por aquí con el trabajo que tienes? Kafka se lo merece ¿verdad?
ResponderEliminarCreo que te está pasando igual que al pequeño ratón, tienes que hacer tantas actividades distintas que poco a poco te van encerando entre todas hasta que viene el gato y te come.
A nosotros todavía nos queda un tiempo para que seamos un suculento bocado.
Kafka siempre genial.
Un fuerte abrazo, María.
Isabel, ya estoy aprendiendo a volar como el ratón acorralado. Kafka lo mata, nuestro gato creo que no lo haga. Sólo nos aturdirá con su vacío.
ResponderEliminarSé que te atormenta el tormento de Kafka pero creo, Isabel, que sus obras poseen la potencia de la clarividencia.
Un inmenso abrazo, querida Isabel.
ME SIENTO COMOESE POBRE ANIMAL, EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA, A LA ESPERA DE QUE ME COMAN, NO ES FÁCIL CAMBIAR DE RUTA.
ResponderEliminarUN SALUDO
YO
No, Marian, no es fácil que te dejen cambiar de ruta. Si dependiese sólo de ti misma creo que ya lo habrías conseguido. Dependiendo de los demás y encerrándote cada vez más las salidas, como el ratón de Kafka, el resultado es muy pobre y a veces trágico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Cuando se sabe dónde está la trampa, que el camino no es el adecuado, lo más lógico es cambiar de dirección, aunque algunas veces, no nos demos cuenta y sigamos en el camino equivocado.
ResponderEliminarMe encantó la fábula, Antonio, con un mensaje.
Un beso.
Cierto, María, el problema surge cuando los caminos de la libertad se van inutilizando uno tras otro.
ResponderEliminarEn este caso, a pesar de saber dónde se puede encontrar la trampa, no la puedes eludir.
Luchar o buscar nuevos caminos son las soluciones posibles, ¿se posee suficiente espíritu para luchar? ¿Se pueden abrir nuevas vías para lograr la libertad? Espero que ambas preguntas se puedan responder afirmativamente. El ratón no pudo.
Un fuerte abrazo, María.