Me alegro, Gisa, de tu imaginativa y espléndida idea para el final del cuento. Creo que debe quedar a la intuición del lector los finales que, como en el caso del texto de Thomas Bailey Aldrich, son tan clarividentes como visionarios. Es un ejercicio que deberíamos hacer siempre que leyésemos un texto. Tu final me ha encantado, Gisa.
Golpean porque los muertos regresan a la casa donde fueron felices, aunque a los vivos les de un escalofrío.
Corto y muy directo, muy efectivo. Me ha gustado: sugiere la visión inmediata de la escena, la soledad terrible en que nos dejan quienes se han ido para siempre.
La soledad, como la describe Aldrich, ¡debe ser tan sola...! Tan triste, tan espeluznante, que la mínima apreciación de volver a estar acompañado produce ese escalofrío que dices, Isabel. Lo sugerido, para que la mente del lector continúe con la historia, es tan preciso que la imaginación está predispuesta a volar por el inmenso espacio de los sueños.
¿Quién serías? Esta debe ser la inquietante pregunta que debemos realizar en este caso que planteas, Enrique. No debemos exponer ninguna solución. Que cada lector crea ser quien piensa que debe ser. Gracias por tu sagacidad, Enrique.
Ela abre e vai com o vento para finalmente tudo ficar sozinho novamente.
ResponderEliminar(desculpa não resisti completar a ideia)
Um grande bj querido amigo.
Me alegro, Gisa, de tu imaginativa y espléndida idea para el final del cuento.
ResponderEliminarCreo que debe quedar a la intuición del lector los finales que, como en el caso del texto de Thomas Bailey Aldrich, son tan clarividentes como visionarios.
Es un ejercicio que deberíamos hacer siempre que leyésemos un texto.
Tu final me ha encantado, Gisa.
Un fuerte abrazo.
Maravilloso cuadro y cita.
ResponderEliminarGolpean porque los muertos regresan a la casa donde fueron felices, aunque a los vivos les de un escalofrío.
ResponderEliminarCorto y muy directo, muy efectivo. Me ha gustado: sugiere la visión inmediata de la escena, la soledad terrible en que nos dejan quienes se han ido para siempre.
Un abrazo, querido Antonio.
Estamos de acuerdo en las dos apreciaciones, Ignacio.
ResponderEliminarDalí fue un genio a pesar de sus pesares y Thomas Bailey Aldrich también.
Un saludo.
La soledad, como la describe Aldrich, ¡debe ser tan sola...! Tan triste, tan espeluznante, que la mínima apreciación de volver a estar acompañado produce ese escalofrío que dices, Isabel.
ResponderEliminarLo sugerido, para que la mente del lector continúe con la historia, es tan preciso que la imaginación está predispuesta a volar por el inmenso espacio de los sueños.
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
Una redacción inquietante. Me encantaría estar en el lugar del que llama.
ResponderEliminar¿Quién serías? Esta debe ser la inquietante pregunta que debemos realizar en este caso que planteas, Enrique.
ResponderEliminarNo debemos exponer ninguna solución. Que cada lector crea ser quien piensa que debe ser.
Gracias por tu sagacidad, Enrique.
Un abrazo.