María Luisa Arnaiz Sánchez
Compartment C, Car 293, Edward Hopper, 1938
... Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará, nostálgico...
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido...
Y se quedarán los pájaros cantando.
Juan Ramón Jiménez, “Poemas agrestes”
PUBLICACIÓN PROGRAMADA.
Me sonrío al leer este delicioso poema del hipersensible Juan Ramón Jiménez, no por la gravedad temática que lo impregna, la Muerte, sino porque hace unos instantes varias personas estábamos comentando como "la madre naturaleza" influye en el ánimo de sus bípedos hijos humanos.
ResponderEliminarEl invierno siempre se ha identificado con la Muerte como la primavera con la Vida. Quizás ese simbolismo radique en el empeño de esa "madre naturaleza" que hace dormir a su savia en los gélidos eneros, y la hacer discurrir por sus verdes venas en abril.
Todo esto viene a que en el día de hoy, en pleno corazón invernal, el campo semántico de decenas del blogs es: la Muerte. No deja de ser curioso...
Excelente elección poética, Mª Luisa, entre los versos "moguerianos" de esa torre de marfil en forma de jota.
Un abrazo.
Cómo nos cuesta admitir que la vida continúe sin nosotros en ella, porque no tenemos otra medida del mundo que la de nosotros mismos.
ResponderEliminarGracias dobles, Mª Luisa: por este poema de Juan Ramón, que siempre me ha gustado mucho, y por traer a Hopper, un pintor que me fascina por sus temas -sobre todo, los que reflejan la soledad del ser humano contemporáneo- y por el tratamiento de la luz en sus cuadros.
Un beso, querida Mª Luisa.
E. Hopper y J. Ramón Jimenez, a cuál más geniales.
ResponderEliminarHoppper dibujó mi aislamiento y la de otros muchísimos seres humanos.
Y J. R. Qué decir que no sea elogiar esa lírica tan sublime.
Saludos.
Tus bloguerias son geniales M.L. No siempre se deja huella del paso por aquí, pero se te sigue con entusiasmo y cierta admiracion tus aportaciones y ello lo es por ser capaz de encontrarlas, conoceraos y regalarnoslas.
ResponderEliminarBN
Todos somos irrelevantes ante el paso del tiempo. solo personas especiales como estos permanecen en la memoria de los hombres, unica forma de inmortalidad. Un abrazo
ResponderEliminarCuando hace unos años entre las lecturas de 2º de Bachiller se llevaba “Diario de un poeta recién casado”, yo introducía a Juan Ramón con este poema. Los alumnos se “enganchaban”, después venían las dificultades. Un abrazo, Marisa.
ResponderEliminarSi vivir es morir, ¿por qué no la nada en el cosmos? Quienes partimos recorrimos nuestro ciclo, otros quedan para recorrerlo. ¿En la memoria de los hombres? Unos pocos. Besos, Isabel.
ResponderEliminarJuan Ramón no es uno de mis poetas favoritos pero reconozco la emoción en muchos de sus versos. Saludos, M. Flores.
ResponderEliminarHola, Enrique: tus comentarios siempre son estimulantes. Un agradecido abrazo.
ResponderEliminarSoy de tu opinión, Mariano. Únicamente aspiraría, como dijo Jorge Manrique, a “dexonos harto consuelo / su memoria”. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gusta esta imagen :-).
ResponderEliminarCiertamente, Calogero, es un cuadro emblemático. Saludos.
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