HISTORIA DE UN
SUPERVIVIENTE
Antonio Campillo Ruiz
KARAPIRU
Después de presenciar el asesinato de su familia a manos de
los ganaderos, Karapiru pasó una década huyendo a través de la selva amazónica.
Sobrevivió comiendo miel y pequeñas aves amazónicas: periquitos, palomas y
tordos de vientre rojo. Por la noche, cuando los monos aulladores gritan desde
las copas de los árboles, dormía entre las altas ramas de los árboles de la
copaiba, entre las orquídeas y las lianas de ratán.
Caminó casi 700 kilómetros por las colinas boscosas y las
llanuras del estado de Maranhão, cruzando las dunas de arena de las restingas y
los anchos ríos que fluyen hacia el Atlántico, antes de que un agricultor lo
encontrara en las afueras de una remota ciudad. Llevaba consigo un machete, una
botella de agua y un pedazo de jabalí ahumado. Estaba traumatizado y
hambriento. El agricultor le dio cobijo a cambio de trabajo, y le proporcionó
alimentos que nunca había probado, como la yuca, el arroz, la harina y el café,
del que cada vez tomaba más y más. “¡Estaba muy bueno! Cada vez tomaba más,
¡qué rico!” Karapiru descubrió algunas cosas sobre las costumbres de
los karais (los blancos), y aprendió que sus anfitriones criaban
ganado y dormían en una cama, algo extremadamente incómodo para él.
Cuando se corrió la voz de que un solitario indígena había
emergido de la selva, un antropólogo fue a visitarlo. Karapiru intentó contarle
su historia: cómo había visto a su familia liquidada, cómo había pasado una
década en silencio, y que ahora solo quedaba él. Había un problema: el
antropólogo no entendía el idioma que hablaba. Creyendo que pertenecía al grupo
de lenguas tupíes, pensó que Karapiru podría ser miembro de la tribu awá
canoeiro, por lo que funcionarios de FUNAI, el departamento de asuntos
indígenas del Gobierno, enviaron a Karapiru a Brasilia.
Allí le presentaron a hablantes de awá canoeiro, con la
esperanza de que fueran capaces de entenderse. No fue así. De modo que, en un
último intento de comunicarse con Karapiru, FUNAI envió a un joven hombre
awá llamado Xiramukû para hablar con el hombre que ya era conocido como el
indígena “desconocido”. Durante su década de dolor y soledad, Karapiru nunca
podría haber imaginado lo que le depararía el encuentro con Xiramukû. No solo
podía este entender la lengua de Karapiru, sino que utilizó una palabra awá
específica que transformaría inmediatamente la vida de Karapiru: lo llamó
“Padre”. El hombre que Karapiru tenía enfrente, y que se dirigía a él en su
lengua materna, era su hijo.
Xiramukû convenció a su padre de que abandonara la casa del
agricultor y que viviera con él en la comunidad awá. Después de años de
aislamiento, Karapiru volvía a llevar un modo de vida awá: comía pecarí cazado
en la selva, dormía en una hamaca y tenía a monos como mascotas. Karapiru se ha
vuelto a casar, tiene hijos pequeños y vive cerca de su hijo en la comunidad
awá de Tiracambu. “Yo me siento bien aquí, con los otros awás”, explica.
“Encontré a mi hijo después de muchos años. Reconocí a mi hijo, algo que me
hizo muy feliz”. Esta extraordinaria historia de supervivencia nos muestra cuán
resistentes y adaptables son los indígenas awás. Sus problemas, sin embargo, no
son cosa del pasado. Ganaderos armados y bandas criminales de madereros, con la
siniestra ayuda de matones a sueldo llamados pistoleiros, están disparando
a los awás según los ven. “Las invasiones del territorio awá por los blancos no
son buenas”, dice Karapiru. “No nos gusta. Después de lo que me pasó a mí,
intento esconderme de ellos”. La muerte es el precio habitual que pagan los
indígenas por resistirse a los invasores. Las selvas de los awás están
desapareciendo a un ritmo mayor que las de cualquier otro territorio indígena
de la Amazonia brasileña. “Las imágenes por satélite revelan que más del 30% de
un territorio ya ha sido destruido, a pesar de que la tierra ha sido reconocida
legalmente”, explica Fiona Watson, investigadora de Survival International.
La tierra a la que los awás llaman Harakwá, o “nuestro
lugar”, empieza a parecerse a un erial postapocalíptico. Antiquísimos árboles
son quemados día y noche para vender la madera y despejar tierras para pastos
de ganado. “Si destruyes la selva, destruyes también a los awás”, afirma un
hombre awá. El tren de Carajás, con sus 2 kilómetros de vagones de carga
traqueteando por las ardientes vías, transporta miles de toneladas de mineral
de hierro, ahuyenta a los ya escasos animales de los que los awás dependen para
sobrevivir. “Los madereros están destruyendo nuestra tierra”, le dijo
recientemente Pire Ma’a, un hombre awá, a Fiona Watson. “Los monos, los
pecaríes y los tapires están huyendo. Todo se está muriendo. Todos vamos a
pasar hambre. No encontramos caza, porque los blancos usan armas de fuego y
matan a todos los animales”.
En 2012 Survival lanzó una campaña urgente para proteger las
vidas y las tierras de los awás. El actor Colin Firth, que prestó su apoyo a la
campaña, habla de la situación en un corto documental: “Están talando
ilegalmente su selva para obtener madera. Cuando los madereros los ven, los
matan. Sus arcos y flechas no son rivales para las pistolas. Y en cualquier
otro momento de la historia, aquí terminaría todo. Otro pueblo barrido de la
faz de la tierra, para siempre. Pero vamos a asegurarnos de que el mundo no
deje que esto pase de nuevo”. Sin embargo, casi un año después, la situación
sigue siendo tan grave que un juez federal de Brasil la calificó de “verdadero
genocidio”.
Para Karapiru los recuerdos son aún muy dolorosos. “Hay
veces que no me gusta recordar todo lo que me ha ocurrido”, dice. “Las personas
que me hicieron eso son muy malas”. Ahora está sumamente preocupado por el
futuro de su hija: “Espero que las mismas cosas que me pasaron a mí no le pasen
a mi hija”, dice. “Espero que pueda comer muchas presas, muchos peces, y crecer
sana. Espero que no sea como en mis tiempos”.
Los awás son uno de
los dos únicos pueblos cazadores-recolectores nómadas que quedan en Brasil.
También son la tribu más amenazada de la Tierra. Su futuro, en el mejor de los
casos, es precario y, al menos hasta que sus tierras sean protegidas y sus
derechos respetados, siempre lo será.
Mucho impresionante!
ResponderEliminarAsí lo creo yo, Alexandra. Es impresionante la dejadez que se hace con estas personas que viven una vida tan dura, social y serena. Se les echa, se les persigue y se les mata como si fuesen forajidos cuando en verdad quien debería estar lejos de estas tierras es el hombre blanco.
EliminarUn abrazo, Alexandra.
Deberían proyectarlos en las escuelas de niños y no tan niños, amigo Antonio. Gracias por este artículo y por tu inagotable vigor para escribir como lo haces.
ResponderEliminarEso creo yo, amigo Enrique. La importancia de la igualdad entre seres humanos es necesaria. Para ello, conocer acontecimientos tan degradantes para quienes se denominan civilizados es imprescindible.
EliminarUn gran abrazo, amigo Enrique.
Es impresionante el estado en el que viven esatas personas en el interior de la selva amazónica. Al igual que nosotros les vemos extraños, lo mismo piensan ellos de nosotros, dentro de su humilde condición de simplicidad, hoy olvidada en nuestra compleja y tecnificada sociedad. Quizá lo único que les falte para vivir "lejos del mundanal ruido" en ese mundo paradisiaco puedan ser los adelantos médicos, indispensable spara tener una decente calidad de vida. Pero, por lo demás, creo que son mucho más felices que nosotros. Sólo hay que verles la cara.
ResponderEliminarUn saludo
Carmen, creo que ni ellos pueden vivir como humanos modernos ni nosotros podemos hacerlo como ellos. ¿Que sería un medio de romper con todos los males que debemos padecer? Posiblemente. La pregunta sin respuesta es: ¿hasta cuando resistiríamos?
EliminarSí, creo que en su simplicidad puede que sean muy felices: Pienso que lo más digno es dejar que el ritmo evolutivo vaya, poco a poco, con su inmensa lentitud, haciendo que sus conocimientos sean cada día más avanzados. Para ello se les debe dejar en su entorno y con sus medios. Estoy seguro que evolucionarían.
Un fuerte abrazo, querida Carmen.
¡Qué ignorancia, qué prepotencia y qué destructora ceguera la del fatuo Occidente!
ResponderEliminarMagnífico artículo que, aunque lo leyeran, no lograría conmover a los gélidos monstruos que nos gobiernan.
Estamos de acuerdo, Daniel. Esos monstruos a los que te refieres ni se inmutarían un ápice. Pero el ciudadano de esta destartalada sociedad que poseemos, esconde la llave, a veces, de poder cambiar a quienes por su prepotencia se deforman y se convierten en un peligro para el propio hombre. Los depredadores sistemáticos deben ser eliminados de una sociedad que se precie.
EliminarUn abrazo, amigo Daniel.
Magnifico reportaje. Que historias tan interesantes nos traes, que las aprovechemos ya es otra cosa.
ResponderEliminarA mí también me parece interesante, Marcos, por ello os la remito. El dilema se encuentra en la otra parte de comentario. Yo creo que no, no sabemos cómo hacerlo ni tenemos medios. El ciudadano puede protestar, enfadarse, luchar sin armas, etc., pero no puede luchar contra un poder que es avaricioso, manipùlador y sólo pretende sus intereses personales. Esa es la gran desgracia que estamos viviendo en el momento actual.
EliminarUn gran abrazo, amigo Marcos
En Argentina en las provincias norteñas la tala de árboles es descomunal. Todo por sembrar la comercial soja forrajera. Abusos con las tierras que pertenecen a indígenas, problemas con el clima a causa de la desvastación. Y así estamos... Un abrazo Antonio
ResponderEliminarBien, Lou, tu afirmación es una prueba. Argentina, un país con un potencial de riqueza impresionante, se está convirtiendo lentamente en un inmenso desierto. Los grandes terratenientes y las multinacionales con inversiones en agricultura y materias primas, sólo están pendientes de las cotizaciones para sus inversores particulares. Y a esto, los neodemócratas, neoliberales y neofascistas, les llaman “negocios” cuando su nombre es vergüenza mundial. Lo siento por Sudamérica.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Lou.
Querido Antonio leo con sumo interés tu informe.
ResponderEliminarLleva transversalmente a comprender que la cultura alcanza a todos los Hombres pero en distintos 'estadíos'.
Los líderes que nos gobiernan no saben de 'estudios de campo' desde la Antropología (o no quieren), hablan de la oferta y la demanda...
UN ABRAZO y GRACIAS POR ACOMPAÑARME SIEMPRE EN EL BLOG,LO VALORO:
Elsa
Elsa, tienes tanta razón como conocimientos de lo que debe ser un estudio y valoración de impacto ambiental. Te felicito. Efectivamente los distintos estadíos evolutivos deben pasarse sin saltar ninguno de ellos. De no ser así, sería una evolución tan fallida como la introducción de pensamientos religiosos, de todo signo, que se han mezclado con ritos denominados paganos, teniendo como resultado un inmenso caos.
EliminarTus cuatro blogs, y de ellos, el que corresponde a esta dirección
http://po-etica2010.blogspot.com.es/
que se encuentra enlazado a éste, son excelentes y merece la pena visitarlos. Te seguiré leyendo.
Un fuerte abrazo, querida Elsa.
Aleccionador! Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarGracias, Mariano. Viniendo de un maestro como tú me he dado unas vueltas como un pavo. No me lo digas más que: 1º - Me lo creo, 2º - Me pongo como un pavo, todo colorado, y esa es señal de… 3º - La búsqueda de una… En fin, cuando seas mayor te lo diré. Gracias.
EliminarUn abrazo enorme, Mariano.
Realmente un artículo muy interesante. Cuántos nativos desaparecen por la fuerza de los "blancos". Los liquidan como a cualquier pájaro del monte, y ellos son tan personas como como cualquiera, sólo tienen una cultura diferente.
ResponderEliminarA mi me apasiona la vida de los nativos, hace años había hecho una experiencia de misiones con una población de una etnia de los axé guayakí y desde entonces tuve otro concepto sobre ellos. Fue una fuerte pero reconfortante experiencia de humanidad.
Gracias por compartirnos esta entrada,
saludos estimado Antonio.
¡Menuda sorpresa, Genessis! Tu afirmación sobre la dureza de vida de los nativos es muy importante. Conozco a los axé guayakí pero no tengo suficiente documentación sobre ellos. No resulta fácil poseer, ni siquiera noticias, de muchas tribus ancestrales. Algún día nos deberías contar alguna experiencia con los axé guayakí. Conoces mucho más de ellos que pueda conocer yo.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Genessis.
Increible pero cierta la historia de Karapiru,la de vueltas que dio el pobre hombre pero al final tuvo suerte porque se reunió con los suyos. Si no fuera por la avaricia y la falta de ética de algunas personas podríamos hasta ser felices todos. Respetarse debería de ser la regla nímero uno.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querido Antonio.
Así es Ohma. Al menos encontró a un hijo que creía muerto. Su cara de bondad y de haber sufrido mucho es como un libro en donde se puede leer lo que produce sentirse acosado como un animal y pasando todo tipo de calamidades. Una vergüenza para occidente.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Ohma.
Esta es una gran Historia a la que le has debido de dedicar buena parte de tu tiempo.
ResponderEliminarPienso que el mundo es sumamente difícil y que la especie humana es la peor especie sobre la faz de la Tierra. Con estos tiempos que corren estoy sumamente asqueada del mundo y no sabemos por donde nos va a salir todo cuanto nos está pasando.
Brasil, parece que avanza y quizás el problema de los Karapiru al final se acabe solucionando.
Una magistral lección de Historia que desconocía.
Gracias en nombre de todos.
Un abrazo.
Muy agradecido, Tecla. Me alegro de que haya podido ser correa transmisora de unos hechos verídicos y de un claro genocidio. La sociedad moderna actual no funciona. Ha llegado a su máximo límite de admisión de vividores sin escrúpulos. Entre ellos se encuentran desde gobernantes electos a dirigentes títeres soportados por el dinero y el poder. ¿Quiénes son? Pues yo creo que son personajillos de tres al cuarto que se creen eternos y se llevarán, tras su muerte, el sufrimiento arrancado de la piel de los débiles. Por mi parte, si este artículo ha servido para que lectores interesados sepan qué sucede en realidad cuando les hablan de “salvajes”, doy por bien empleado mi tiempo y lucha.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Tecla.
ResponderEliminarPaso a saludarte…
Vestida de felicidad,
Con rosas de paciencia
Y aromas de prudencia.
Deseando…
Que el fin de semana valla pasando
Enarbolando,
Los sueños que te vallan rozando.
Atte.
María Del Carmen
Querida Gatita Coquetuela, tu poema es tan delicado que me da reparo leerlo por si lo rompo. Su delicadeza es exquisita y te agradezco con todo mi corazón tus exquisitas palabras.
EliminarUn fuerte abrazo, querida María Del Carmen.
Impresionante, historia, Antonio. Me pareció espectacular el momento en que encuentra con alguien que habla su lengua y el parentesco que los une....¡pobre hombre!
ResponderEliminarLeyéndote me vino a la memoria algo olvidado al recordar que hace años, no sé ahora, cuando se viajaba a Manaus, solo estaba permitido visitar un perímetro de algunos kms. con el fin de preservar y no contaminar con enfermedades a tribus indígenas que aún se preservaban vírgenes del contacto con "la civilización"... A saber si, realmente, el gobierno brasileño continúa siendo tan estricto con los permisos.
Como siempre, un placer leerte. Insisto en que eres un lujo en la blogosfera.
Gracias por tanto, querido amigo
Un abrazo grande!
Exacto, Pilar. Cuando de quiere visitar una tribu como estas amazónicas, se debe superar un reconocimiento médico, vacunarse contra todo tipo de enfermedades que para nosotros son banales y pasar un período de cuarentena antes de introducirse en el territorio. Además no se debe llevar comida de ningún tipo ni dejarles a los nativos instrumentos que no conozcan. ¿Se cumple? Bien, David Attenborough, para mí el más grande de los científicos divulgadores de la Tierra y sus criaturas, así lo hizo cuando visitó el Amazonas. ¿Los madereros también lo hacen? Desgraciadamente creo que no.
EliminarPilar, esta vez, aunque me sonrojes te digo que lo admito pero cuando te lea lo haré con tanta parsimonia que te beberé las palabras y, si me lo permites, expresaré, sin duda, mi admiración.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
Impressionante que a cada assunto você nos presenteia com seus relatos profundos e muito bem pesquisados.
ResponderEliminarUm prazer passar por sua casa e conhecer um pouco mais...
Obrigada.
Beijos e flores.
Muchas gracias, Teca. Siempre procuro que lo que soportáis leyendo sea de interés y posea una base absolutamente real de la información que se emite. Jamás me prestaré al cotilleo ni a la insidia. Por una vez, al menos, sé que tanto la información que leo de todos los amigos en sus blogs como la mía son fidedignas. Para ello la documentación procuro que sea de fuentes propias y no contaminadas. Es lo menos que puedo hacer cuando se comentan aspectos de relativa dureza social.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Teca.