CONTRA LA SOLEDAD
Antonio
Campillo Ruiz
Oksana Zhelisko
Le gustaba pensar,
repasar anécdotas que la ayudaron a ser mujer. No quería soñar nunca más.
Consumió demasiada vida soñando cómo luchar contra la soledad. Jamás pudo
recuperar su capital de tiempo pasado pensando en un futuro que quedó atrás.
Ahora, la pintura era una obsesión que fluía de su paleta a una velocidad inusitada
y lo mejor era su éxito. Siempre pensaba en su mundo en el jardín, recostada
sobre la fresca hierba. A veces, se dormía tan plácidamente que las pequeñas
arañas tejían su suave seda como presurosas sastras cuando le confeccionaban un
vestido. Un día fue Virtuditas quien la despertó de entre las flores y hojas,
con pequeños gritos histéricos que pregonaban su muerte por picaduras de arañas
malvadas. Piti y Mati corrieron presurosas hacia la casa avisando a mi chico…,
bueno, es un decir, mi chico adulto, Luis, que reía con ganas cuando comprendió
lo que sucedía. “¡Ay! Desde que tenéis esta casa en pleno campo entendemos
menos a Luis…” “No chicas, no, -respondió ella- está acostumbrado a desvestirme
de la seda que tejen para mí estas hacendosas arañas si me duermo entre las
flores”.
Oksana Zhelisko
En tan poco tiempo
habíamos cambiado tanto las cuatro… Ahora los novios de Virtuditas ya no me
interesaban, Piti por fin había adelgazado cuatro kilos y Mati encontró a un
fisioterapeuta que le estaba poniendo la piel en su lugar correcto. Las cuatro
luchábamos con nuestras artimañas contra la soledad. La comida informal de los
martes se había trasladado a su casa de las afueras de la ciudad y habían
admitido a un nuevo comensal. El cambio no fue traumático, teniendo en cuenta
que se trataba de un hombre entre cuatro mujeres. Estaba con nosotras el tiempo
justo para tomar unos pocos alimentos y marchaba a la ciudad toda la tarde.
Muchos días, sin arrancar siquiera el coche, Mati decía ansiosa, “¡Cuenta,
cuenta…!”
Oksana Zhelisko
No habían cambiado
ni una pizca desde hacía ya tantos años que hasta éramos jóvenes. Seguían siendo tres soles. Tan simples, tan soñadoras, tan entusiastas de notar la felicidad a su alrededor...
Ella, que ocupó días y noches en la nada de los sueños, las
comprendía y las quería ahora más que en aquellos días de zozobra y ansiedad, de
tenaz y nunca ganada batalla contra la soledad. Le parecía imposible haber
pasado de joven caprichosa a casi adulta indolente, despectiva, y de ahí, a
adulta amante de la vida. Muchas veces se comparaba con una flor, bella,
esbelta, creída por sus cualidades pero que no debía desperdiciar su néctar, su
olor, porque quedaría ajada con la velocidad que su naturaleza impone. Le
disgustaba, ahora que conocía la cárcel del tiempo ordenado, no haber
organizado el suyo jamás. La futilidad de su desconocida búsqueda acabó aquel
día en el que, como un pasmarote, un chico adulto se paró a su lado en el viejo
salón de su local preferido. Sus mejillas no explotaron pero parecían dos
volcanes. ¿Quién era? ¿Qué quería? Cuando le dijo “… Como todas las tardes,
estoy esperando que me mire aunque sólo sea una vez…” Creyó hundirse hasta
desaparecer. Él se presentó, se sentó en la mesa y empezó a hablar mientras
ella quedó sorda, muda, anonadada. A partir de ese día, no por haberle
conocido, ni por llamarse Luis, ni por ser un hombre normal con unas canas
prematuras, sino por su eterna lucha contra la soledad, comprendió que aquel
encuentro, tan buscado y tan fortuito, cambiaría oportunamente su vida. Siempre
pensó que la sorpresa forma parte del instante en el que te enamoras.
Antonio Campillo Ruiz
Que hermoso texto Antonio. Lo he leído varias veces para saborear cada frase. Me parece palpar a esa mujer adulta amante de la vida ...
ResponderEliminarRecibe un gran saludo y un enorme abrazo de mi parte.
Muy agradecido, Tere. Sabes que tu opinión, cuando se trata de comentar un relato, al igual que en otra publicación, la tengo tan presente siempre que tu ayuda es imprescindible par mí. Me alegro que puedas comprender a esta mujer.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Tere.
Hola, genial pasar por tu blog, es bien interesante, un gusto estar aquí, te invito cordialmente a visitar el Blog de Boris Estebitan y leer un poema cómico mío titulado “El baile de Snoopy”
ResponderEliminarAmigo Boris, ya lo he hecho y me parece estupendo el blog y tu poema. Daré un repaso general a todo el blog cuando este tiempo que tenemos la obligación de cumplir me deje un hueco.
EliminarUn gran saludo, amigo.
Todo belleza, Antonio. Apasionada y pura.
ResponderEliminarMe alegro que te guste, Tecla. Sí esta mujer es apasionada pero serena, Esa serenidad se debe a su vida, ya semivivita, en la que ha tenido que realizar acciones no muy agradables.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Tecla.
Una bella historia con final feliz.
ResponderEliminarComo tú, pienso que el amor combate la soledad, la doma, y consigue que nos sintamos acompañados por el ser amado. Además, ese elemento de sorpresa me ha gustado, porque qué sería de la vida sin sorpresas, sin esas chispas que salvan de la rutina a lo cotidiano.
Un texto muy bonito, Antonio.
Un abrazo muy grande.
Sí, Isabel posee un final feliz, de momento. Y estamos de acuerdo: no solo estar con alguien supone estar acompañado.
EliminarSiempre he sido fiel al pensamiento que exige para la existencia de un enamoramiento un elemento de sorpresa, de un impacto, de una solución sin pregunta. Esta mujer así lo entendió cuando se enamoró casi inmediatamente después de ver a su amante.
Un fuerte abrazo, querida Isabel.
Qué linda historia Antonio!!!
ResponderEliminarLas pinturas, sobre todo la última, me parecen preciosas...
Un beso, que tengas un buen fin de semana
Me alegro de tu placer al leer el relato, Eva. Sí, las pinturas de Oksana Zhelisko son extraordinarias. Si te fijas, en todas las “Proposiciones”, así como otros relatos de mujeres, estoy utilizando pinturas de ella. Son muy sugerentes y expresivas.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Eva.
Siempre pensó que la sorpresa forma parte del instante en el que te enamoras.
ResponderEliminarMe quedo con esta verdadera frase.
Preciosa historia amigo antonio. Un abrazo enorme
Sí, Alicia, yo también. Siempre he sido partidario de esa sorpresa porque, de no haberla pareciese que todo es plano, sin fuerza. Un sobresalto ante un gesto, una palabra, una acción, siempre es imprescindible para que inmediatamente surja un leve escalofrío, un cosquilleo, un suave erizón, que te empuja a sentir algo más que el instante que se vive.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Alicia.
El amor, ese desconocido, amigo Antonio. Aprender a enamorarse, si, eso es una virtud.
ResponderEliminarY tan desconocido, amigo Enrique. Como bien dices, es una de las mejores virtudes aprender a enamorarse así como saber cuando estás enamorado. Y es un arte mantener ese amor.
EliminarUn gran abrazo, querido amigo Enrique.
Precioso, querido amigo. Hermosa historia.
ResponderEliminarVolví con ganas de ser feliz.
Muchos besos
¡Ajajá! ¡Perteneces al grupo de Chicas! Bueno, pues hablaremos. Me alegro que te haya gustado este pequeño relato, igual que te gustó “La mujer ardiente”.
EliminarSer feliz es el mejor de los objetivos. Me alegro de que así sea.
Un fuerte abrazo, Chicas.
Soledad, sorpresas y sentimientos, siempre los encontraremos en nuestro camino.
ResponderEliminarMe ha gustado la pintura, me ha sorprendido ese colorido, su fuerza y expresión.
(y los vídeos de la entrada anterior son preciosos. Hacía tiempo que no tenía la posibilidad de leer)
Un abrazo.
Me alegro mucho, Pilar. Me alegro de que poseas un tiempo para lo que te gusta y me alegro de haber acertado con las pinturas. Casi todos los relatos de mujeres que he escrito últimamente poseen pinturas de Oksana Zhelisko, una pintora ucraniana que posee una gran fuerza expresiva.
EliminarMe agrada igualmente que hayas podido visionar los documentales anteriores. Son una preciosidad.
Un fuerte abrazo, querida Pilar.
Uma história comovente! Gostei da escolha das pinturas!!!
ResponderEliminarTudo por aqui tem maestria!!!
Feliz domingo.
Beijos e flores.
Querida Teca, cuanto me alegro de que te haya gustado el relato y las pinturas. Su color y expresividad son muy buenos.
EliminarEsta mujer, que ya ha vivido días de mucha soledad, se encuentra en un momento óptimo y es debido a la inmensa sorpresa que le produjo saber que se enamoraba. Es un pensamiento que siempre me ha agradado.
Un fuerte abrazo, querida Teca.
Aprendiendo a pasear por ese camino que se llama vida. Un placer leerte, me entretuve mucho.
ResponderEliminarUn abrazo, Ann@
Sí, Anna, a pesar de las pobres experiencias semiexpiatorias que ha vivido, por fin ha encontrado su sorpresa y, como bien dices, ha empezado a caminar sola por la senda de la vida. Me agrada que te haya entretenido la lectura de este relato.
EliminarUn abrazo, Anna.
Hola Antonio
ResponderEliminar¡Hola, Lola! ¿Cómo no te he conocido antes? Buen, le echaremos la culpa a los electrones. Acabo de venir de tu blog y es muy, muy interesante. Tus publicaciones también lo son pero las leeré desde el principio cuando vaya teniendo tiempo. Con serenidad. Encantado.
EliminarUn abrazo, Lola.
que bueno es leerte
ResponderEliminarEres un arte de las letras
Bueno, Lola, me limito a escribir de mujeres… y otras muchas cosas que me atraen y que no puedo dejar de interesarme por ellas. Estas mujeres saben bastante de la vida y así lo cuento. Me agrada que te gusten estos relatos. Seguiremos leyéndonos.
EliminarUn abrazo, Lola.
Siempre pensó que la sorpresa forma parte del instante en el que te enamoras
ResponderEliminarEl instante ifinito de atraccion entre dos
al cual no lo llamo amor sino la quimica que sientes amor es otra cosas un beso inmenso
Así es, MuChA. El amor es otra cosa pero interviene ésta porque si no es así se apaga. Sin embargo, estamos de acuerdo en la unión invisible de química que es capaz de atraer irresistiblemente a dos amantes. ¿Qué es? Bueno, para mí han sido muy diversas causas y motivos. Sospecho que como a casi todo el mundo.
EliminarUn fuerte abrazo, querida MuChA.
Me maravillan tus escritos limpios transparentes como el agua que estoy tomando
ResponderEliminarMuchas gracias MuChA, son así porque son sinceros y siempre dicen verdades vividas, pensadas o soñadas. Aunque alguna vez escondan alguna alegoría difícil de interpretar, procuro que la lectura tenga voz de mujer sincera.
EliminarUn fuerte abrazo, querida MuChA.
Que bueno, Antonio "Como todas las tardes, estoy esperando que me mire aunque sólo sea una vez". Y, desde luego, la sorpresa forma paqrte del instante en que te enamoras. Ya me gustaria a mi decir las cosas asi!. Un abrazo.
ResponderEliminarMariano, no me sonrojes ni te minusvalores. ¡Hasta ahí podríamos llegar! El escritor eres tú, no yo. Me limito, y lo sabes, a relatar pequeñas anécdotas cotidianas de mujeres que han vivido o están en trance de hacerlo. Esos pensamientos son de ellas no míos. Me haces sonrojar, maestro, pero con gusto se me mueve un gusanillo por dentro cuando me piropeas.
EliminarUn fuerte abrazo, Mariano.
Enamorarse como tu dices sigue siendo una sorpresa. Esos misterios del ser humano, aunque le llamemos química. Pienso que hay cosas que nos suceden que guardan algo de encanto si la ciencia no los descubre.
ResponderEliminarSerá el misterio, no lo sé. Lo que estoy segura Antonio que tienes un don para relatar y describir que me alegro de haber conocido tu blog. Sinceramente.
¡Un abrazo!
Querida Lou, estamos absolutamente de acuerdo. No querría que la Química, a pesar de ser de la profesión, descubriese esa magia, esa sorpresa, ese aroma, ese sabor… que hace que un instante sea tan especial. Sería como la incansable búsqueda de la Piedra Filosofal… ¡jamás se ha encontrado pero existe!
EliminarEl piropo, Lou, es tan inmenso que me lo guardo en mi interior con todo cariño… y magia.
Un fuerte abrazo, querida Lou.