SOLO YO CONOZCO CUÁL
ES MI DOLOR
Antonio
Campillo Ruiz
Es
frecuente que, en la actualidad, los aspectos fílmicos emotivos de una película
queden relegados ante la espectacularidad fácil de una narración, realizada por
unos intereses concretos, que generalmente coinciden con las emociones fáciles
y preñadas de sorpresas tan predecibles como banales. El mercantilismo,
debidamente aderezado con trucajes sofisticados y una adecuada publicidad
previa, alcanza la categoría de desestabilizante. Frente a estos recursos
fáciles es toda una delicia disfrutar del sabor de la aparente sencillez, de
aspectos vitales de unos personajes que, con un ritmo lógico pero que provoca
en el espectador una inquietante intensidad emotiva, parecen dirigirse hacia la
nada, la nada que trata de alcanzarse con un empeño que sobrepasa el
pensamiento. “طعم گیلاس, Ta'm e guilass”, “El sabor de las cerezas” de Abbas Kiarostami, 1997, nos sumerge
en una sensación fuerte y dura, en un entorno de belleza triste y soledad, en
un mundo casi incomprensible si no se expresasen los sentimientos por seres
humanos.
El
espectador podría considerar tres aspectos importantes y que expresan, con
cierta claridad, el extraño mundo de ideas y no de soluciones predeterminadas
por el realizador: El miedo a la muerte, la
creencia total y la aparente comprensión. El miedo a la muerte y a la nada, sobre
todo en la juventud plena aún de esperanzas. La creencia total en una idea alimentada por creencias espirituales
que, incluso con comprensión, elimina la posibilidad de elegir tu propia
existencia. La aparente comprensión
en alguien que pasó por lo mismo que tú y trata de alimentarlo para alcanzar lo
que ya es imposible, porque el autoengaño acaba con las pocas fuerzas que se
emplearon en su momento. Estos tres paradigmas se encuentran presentes en la
angustia y el desaliento fílmico que provocan unas imágenes cinematográficas
tan extrañas como el país en el que habitan los personajes. El polvo, la
pobreza, la ruindad y un solitario pero inmenso afán por no alcanzar la
predestinación establecida, provoca un duro duelo entre todos y cada uno de ellos.
El
expreso mandato espiritual de no realizar, bajo ninguna circunstancia, el hecho
que desea el protagonista motiva sus dudas, y pareciese que se dice a sí mismo:
“Aunque sé que casi nadie va ni siquiera
a intentar comprender mis sentimientos, sólo yo conozco cual es mi dolor, cual
el resentimiento, cuánta es la desgracia de la que nunca me he podido liberar.
Sólo yo sé de mis verdaderos límites y ya hace tiempo que mi capacidad de
resistir ha sobrepasado todo lo soportable; sólo yo sé cuánto he luchado para
que mi vida fuese diferente, pero ya estoy cansado y nada de lo que pueda
suceder en un futuro conseguirá calmar mi angustia”.
Nunca es comprensible la capacidad de los
seres humanos para entender lo finito que es el espíritu, su amarga
temporalidad, la inutilidad de actos frustrantes, breves, sin sentimientos
puros. Se puede recordar cuando se ha sido feliz, cuando parecía que nunca
acabaría este estado transitorio. Se eludió cuanto se pudo el hecho de que los
momentos felices poseen un inicio y un fin inherente e irremediable, acabando
siempre en los instantes menos oportunos, quebrando las ilusiones que,
irremediablemente, conducen al desengaño y la destrucción. A pesar de ello,
siempre queda un resquicio, una pequeña puerta para que, en una última
posibilidad, el Cosmos o lo que sea superior en toda la medida de nuestro
espíritu, corrijan actitudes psicológicas y reales sobre decisiones tan
cruciales que nos asustan y coartan nuestra libertad.
Tanto
las incertidumbres y dudas del protagonista como la reacción de los distintos
personajes son convincentes y creíbles, la dirección de actores es uno de los
logros de este filme, lineal, con exteriores, rodados en las afueras y
periferia de Teheran (Irán). La acción dramática representa los acontecimientos
acaecidos durante un día de fiesta de 1996. Con guión del propio realizador
iraní, Abbas Kiarostami, este es su noveno largometraje y ganó la
Palma de Oro del Festival de Cannes en 1997, ex aequo con “La anguila” de Shohei
Imamura. La planificación, en apariencia es sencilla por la falta de
elementos y efectos de especial relevancia pero, con ella, el punto de vista de
la cámara y el montaje, se engrandece una forma de narrar cinematográficamente
que provoca no pocos elementos fílmicos desasosegantes, tanto cognitivos como
emotivos.
Abbas Kiarostami
Es importante visionar la película a plena
pantalla.
IN MEMORIAM
Hoy se cumple el septuagésimo octavo año del asesinato, sin juicio previo y por la espalda, de Federico García Lorca. Nos enseñaste a ser libres.
ROMANCE DE LA PENA NEGRA
A José Navarro Pardo
Las piquetas de los gallos
cavan buscando la aurora,
cuando por el monte oscuro
baja Soledad Montoya.
Cobre amarillo, su carne,
huele a caballo y a sombra.
Yunques ahumados sus pechos,
gimen canciones redondas.
Soledad, ¿por quién preguntas
sin compaña y a estas horas?
Pregunte por quien pregunte,
dime: ¿a ti qué se te importa?
Vengo a buscar lo que busco,
mi alegría y mi persona.
Soledad de mis pesares,
caballo que se desboca,
al fin encuentra la mar
y se lo tragan las olas.
No me recuerdes el mar,
que la pena negra, brota
en las tierras de aceituna
bajo el rumor de las hojas.
¡Soledad, qué pena tienes!
¡Qué pena tan lastimosa!
Lloras zumo de limón
agrio de espera y de boca.
¡Qué pena tan grande! Corro
mi casa como una loca,
mis dos trenzas por el suelo,
de la cocina a la alcoba.
¡Qué pena! Me estoy poniendo
de azabache carne y ropa.
¡Ay, mis camisas de hilo!
¡Ay, mis muslos de amapola!
Soledad: lava tu cuerpo
con agua de las alondras,
y deja tu corazón
en paz, Soledad Montoya.
*
Por abajo canta el río:
volante de cielo y hojas.
Con flores de calabaza,
la nueva luz se corona.
¡Oh pena de los gitanos!
Pena limpia y siempre sola.
¡Oh pena de cauce oculto
y madrugada remota!
Una excelente pelicula con certeza! Besitos
ResponderEliminarAhora que mi madre ha comprado una televisión plana y grande (hasta este momento teníamos una corriente de hace más de veinte años) creo que ha llegado la hora de darme el lujo de ver las películas en pantalla alargada y con sonido envolvente,
ResponderEliminarMe la apunto para tenerla en cuenta.
Un abrazo
Gracias, maestro campillo. Impagable. me voy a comprar esta película de inmediato.
ResponderEliminarHa sido todo un placer leer la critica de la película.( la cual haré lo posible por ve)r. Gracias por traer hasta aquí el poema de Lorca. No lo habia leido antes. Gracia tambien por ser seguidor del blog de Josefa.Es todo un honor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ando muy atrasada con el cine de verano...con poco tiempo...claro, aquí no es verano (aunque lo parezca, tuvimos ayer 27° en pleno invierno!). Ja! De todas formas, ya sabes...apenas tengo un espacio, me vengo aquí a disfrutar de tus recomendaciones, siempre es un lujo disfrutar del cine que nos propones, con tus críticas incluidas...así que gracias, Antonio! Y un gran abrazo.
ResponderEliminarSerá un placer ver esta película. Y, además, creo que será de mi agrado.
ResponderEliminarMe uno a ese maravilloso recuerdo a Lorca. Siempre en el recuerdo. Uno de los grandes.
Un abrazo muy grande.