UNA MEZCLA DE AROMAS,
SABORES Y PENSAMIENTOS
Antonio
Campillo Ruiz
A Ana María
El
mundo de dos sociedades, separadas e irreconciliables, a través de la emotividad que permiten unos sentidos comunes y poco apreciados por muchos
occidentales modernos. Un aroma de especias que ensancha conocimientos y
sabores. Bizancio, Constantinopla… Estambul, ciudad de ciudades, millones de
personas caminando por sus angostas y bellas calles, bazares, baños… Su aroma a
especias, procedentes, tanto de los innumerables y perfectamente clasificados saquitos
de especias, como de los humos que fluyen al cocinar manjares que se paladean
con placer al saborear esas potentes fuentes de perfumes, extraídos de miles de
semillas, cortezas y hojas, es inigualable entre todas las ciudades del planeta.
Así es “ΠΟΛΙΤΙΚΗ
ΚΟΥΖΙΝΑ”,
“Politiki kouzina”, “Un toque de canela” de Τάσος
Μπουλμέτης, Tassos Boulmetis, 2003. La película posee los suficientes
sabores y se encuentran tan bien mezclados en un guión del propio Tassos Boulmetis, que el espectador la
digiere con el placer de comer como invitado de los protagonistas.
El
abuelo Vassilis vive en Estambul y ha desarrollado su propia filosofía
culinaria, práctica, venerada y aplicada por los turcos siguiendo sus consejos.
Su peculiar concepción de la cocina con especias conllevará no pocas sorpresas.
Pero, el abuelo posee la razón: la cocina y los sabores se aprecian más de lo percibido
por los sentidos. Reflejan amor, sensualidad, alegría, familia...y en esta
historia reflejan también una peculiar nostalgia como un condimento más del
Bazar de las Especias. En el film, la convivencia entre turcos y griegos no es
fácil, por razones históricas y por el momento político que atraviesan ambos
países. Sin embargo, son tolerantes unos con otros y, en un país con serena
conciencia laica, a pesar de los avatares políticos, ortodoxos e islamistas
conviven en una paz que fluye por su condición de conciudadanos.
En
los menús, por lo general, existen tres platos y, a veces, unos entrantes. El
filme se compone de similares momentos. Durante los entrantes, el espectador
degusta la vida de personajes que casi se le echan encima sin saber dilucidar
de dónde aparecen. Son la sorpresa de los entrantes, siempre desconocidos y se
pica de ellos para probar cómo será el menú. En el primer plato, mediante un
gran flash back, el espectador, tímidamente, empieza a probar cómo es posible
condimentar con especias, por lo general, utilizadas en los postres, una carne.
A la vez, el espectador conoce el lugar de meditación, hechizo y juegos del
protagonista cuando su abuelo era su libro del saber.
Empieza a interesarse,
sin comprender, a los mayores y uno de los aspectos que marcarán su vida pero viviéndolo
en el recuerdo, sin salir del círculo en el que se ha introducido. Los segundos
platos son más duros, más fuertes, con esa pizca de humor-amor-nostalgia-fascinación,
que producen el recuerdo imperecedero de una vida pasada pero no ida. En los
postres, sin expresarlo nítidamente ni el guión, ni el director en la
realización, la recuperación de los sabores del primer plato ya se ha perdido
aunque no borrado. Se trata de saborearlos y de volver a cocinarlos sin éxito,
porque se tendría que volver a empezar a oler las especias y a saborear sus
extractos nuevamente. Como cada especia afecta de distinta forma a cada uno de
los seres que la huele, la saborea y trata de encontrarla, sin conseguirlo, en
el plato que huele deliciosamente, el protagonista sigue recordando olores y
sabores pero es incapaz de volver a cocinarlos.
Unas
sociedades vecinas pero separadas. Unas profesiones oportunistas o elegidas por
y para comprender la magia de “un trozo de palabra”: gastronomía que contiene
otra palabra tan importante como ella, astronomía, como decía el abuelo. Una
cámara que, excepto el gran traveling del principio, posiblemente rodado en
estudio y por tanto más fácil, prácticamente realiza movimientos de
acompañamiento pero con una atención muy positiva hacia la luz y la fotografía.
Una fotografía que adolece de exteriores naturales tan bellos que el guión
tendría que remarcar y, por el congtrario, solo quedan unos pocos planos
tomados desde los lugares estratégicos del Estambul turístico. A pesar de ello
y sospechando que una película griega tendría pocas ayudas en Turquía, la
fotografía es muy meritoria y los contraluces son tan oportunos como emotivos.
Una música de Ευανθία Ρεμπούτσικα, Evanthia Reboutsika, ayuda con una
ambientación griega que respeta el canto del almuecín. “Un toque de canela” es un film que gira,
en medio de un mundo dividido representado en este caso por dos países, alrededor
de la comida que combina con gusto los sentimientos y las especias adecuadas
para satisfacer al mayor número de paladares sensibles.
Τάσος Μπουλμέτης, Tassos Boulmetis
Es importante visionar la película a plena pantalla.
¡Guaaaau! Ni idea de esta delicia, ¡Ya quiero que sea mañana en la noche! No me la perderé Antonio, ya esos aromas emanan de la pantalla. ¡Qué de-li-cia! ¡Gracias por presentármela! y se quedará en la colección de las "para ver muchas veces" ¿No me cobrarás mucho por ello, o sí? jajaja. (He visto "Chocolate" 50 veces!! bueno exagerando un poquitín) jajaja
ResponderEliminarBesitos de anís y canela, para mis dos amigos.
Maravillosa, amigo Campillo. Me está gustando. Un abrazo y gracias, infatigable profesor.
ResponderEliminarVaya, creía haber mandado el comentario. Repito: Me está gustando, amigo Campillo. La veré mañana con mis nietos. Feliz noche infatigable profesor.
ResponderEliminarAsí es Antonio amigo.... mucha nostalgia... ¡¡gracias! Y UN FELIZ FIN DE SEMANA. Abrazo...
ResponderEliminarHoy anuncian aquí, en Buenos Aires, tormentas muy fuertes durante la tarde-noche...y qué crees tú que estaré haciendo yo??? Pues mirado esta película, que no he visto antes, y que me recomienda mi amigo Antonio!!! Qué bien me ha venido! Gracias! Y un gran abrazo (luego te cuento).
ResponderEliminarNo dudes que la veré con mucho agrado.
ResponderEliminarMuchas gracias!!!!
Un abrazo muy grande, querido amigo.
Querido amigo, tu frase “El recuerdo de una vida pasada, pero no ida” me ha recordado la de Picasso: “Uno está vivo hasta que se muere”. O sea, volviendo a tu texto, que aunque los sabores del primer plato sean irrecuperables, no se olvidaron, así que se trata de ir probando otros a ver si hay suerte y con un poco de aquí, otro de allá, logra recomponerse la tabla. Toda una metáfora del fluir del tiempo y los sentidos.
ResponderEliminarDurante unos días no tendré posibilidad de ver la película, pero pronto lo haré, era un título de esos que quedan pendientes, así que gracias por facilitarnos la tarea.
Como siempre, tomo nota de tu crítica sabia en cuanto a la luz y demás condicionantes.
Que lo pases muy bien.