UN SENTIMIENTO
COMPLEJO
Antonio Campillo Ruiz
No,
no se trata de la sensación que conlleva alguna de las acepciones que de ella
derivan cuando se trata de explicar su suavidad, delicadeza, etc.
Aparentemente, podríamos decir que la confluencia de sensaciones es la causante
de un estado que, para muchos, resultaría, cuanto menos, extraño o quizás
sorprendente. Es posible que sentir al mirar una obra bella no sea ni similar
ni semejante a sentir cuando se mira un ser vivo a otro, pertenezca al reino
que pertenezca. Y, ¿qué se siente? Difícil pregunta. Como siempre, las
preguntas aparentemente más fáciles son las más complejas de explicar. Creo que
falta en el diccionario una terminología específica que, a veces se suple con
barbarismos, más expresivos por la amplitud de significados y que denotan
aspectos de complejidad comunicativa sorprendentes.
No
deja de ser curioso el empecinamiento de la mente al ordenar percibir aquellas
sensaciones extracorpóreas de extrema sensibilidad. Sí, es posible captar en
todo el cuerpo pero especialmente en el pequeño escalofrío que existe al
acariciar con la mirada, con la punta de los dedos, con la delicada e
irreconocible percepción que produce, sutilmente, querer y decidir observarse y
descubrir las causas, si es posible, del escalofrío antedicho. Al principio, no
resulta fácil ser observador observado. En ocasiones, incluso la sensación no
tiene efecto sino cuando se percibe que la posesión y lo sentido se
entremezclan, sin ser poseedor de nada pero sí gran perceptor de emociones
insospechadas. En ese instante todo se paraliza y comienza una observación
atenta y minuciosa que, aparentemente, siempre se ha creído inexistente.
La
tarea de esclarecimiento de estas sensaciones es meticulosa y el análisis de
las causas complejo. Con paciencia y siguiendo las enseñanzas de maestros que
por el mundo han sido, comparamos los efectos de las sensaciones interiores con
el escape de un constante fluir por los lugares más sensibles para que se produzca
y se facilite el efecto: las zonas fisiológicamente propicias para el escape de
las sensaciones físicas pertenecen a determinadas partes de la piel
reiteradamente mencionadas o localizadas por expertos que, posiblemente, jamás
han experimentado aquello que tratan de potenciar. Al utilizar el tacto para
producir el efecto mencionado, pareciese que tocamos sin llegar al contacto,
sentimos un pequeño calambre como si millones de partículas partiesen para un
destino definido pero intangible. No se podría establecer si el fenómeno
pertenece al pasado, a un recuerdo que se manifesta como preterible, vivido o
no. Tampoco es posible establecer relación con el presente debido a que tal
sutileza sería fácil de ser determinada por su proximidad espaciotemporal. No
es posible que se trate de un hecho que se presenta en el futuro porque
estaríamos maquinando un sueño inespecífico. Posiblemente, la causa de esta
hiperpercepción tenga su origen en el pasado, se manifieste en el presente y
deba continuar en el futuro.
Posiblemente,
ahí se encuentre la causa de la sensación sentida, en la continuidad temporal
de captación de efectos previamente elevados a la categoría de inolvidables,
debido a su gran estabilidad, su ansiedad por ser repetitivos y la potencia
dispuesta para que la sensación se represente desde el pensamiento, que genera
la distribución corporal de transformaciones hasta la zona de escape de la
energía manifestada. Y esa energía es la que produce las sensaciones tan potentemente
percibidas que anulan cualesquiera otras con capacidad para producir
interferencias desafortunadas.
Terminada la labor de observación, valorar los resultados obtenidos se
presenta como un intrincado rompecabezas. En primer lugar se hace
imprescindible en qué momento se realiza la valoración, cuándo se perciben las
sensaciones placenteras o cuándo han desaparecido pero se recuerdan momentos
desconocidos. Y este, este es el problema, son momentos desconocidos y por tanto
sin antecedentes de valoraciones personales o ajenas. Valoraciones que se deben
cuantificar porque los estudios cualitativos, en general, presentan aspectos
subjetivos que cuasi siempre se trata de que figuren como objetivos y
cuantificables sin serlo, por ello, por norma, se tratan de desvirtuar por
considerarlos de menor calidad que los aspectos que se estudian como datos
estadísticos numéricos. A pesar de ello, la comprensión de estos resultados
debe realizarse teniendo en cuenta que los datos obtenidos son emotivos, algo
que es contradictorio con la frialdad que puede aportar una estimación
matemática.
Y
pensando en este proceso, que es tan preocupante como el hecho en sí de haberse
presentado este cúmulo de sensaciones extrañas, pasan una tras otra y cambian.
Cambian para mayor infortunio y desequilibrio que provoca una nula atención
hacia el análisis de posibles resultados y no así la búsqueda de la reiteración
de los procesos placenteros, diferentes y que suponen una ruptura con la
monotonía y la pesadumbre de quienes, paseando cerca, mirando sin percibir o
escuchando sin entender, se manifiestan como anormalmente normales y no como
seres con vivencias que conducen hacia un infinito utópico pero sentido. El
resultado de todo este posible estudio posee un nombre que, en muchas ocasiones
es incomprendido. Este nombre es ternura.
Antonio
Campillo Ruiz
Es aconsejable visionar el vídeo a plena pantalla.
Pues así, los sentimientos son muy complejos y tu análisis muy complejo también. En realidad creo entender que estás refiriéndote a la Inteligencia Emocional. Una corriente moderna que la considera como el conocimiento de nuestras propias emociones y sentimientos y cómo pueden influir en el autocontrol personal para permitirnos reflexionar y dominar nuestros sentimientos y no dejarnos llevar por ellos. La verdad es que me interesa bastante este tema. Hasta qué punto la Inteligencia Emocional puede influir en nuestras decisiones y "dominar" a la Inteligencia Racional? Y hay test para medirla? y se puede educar?
ResponderEliminarLo que no entiendo, la verdad, es que todas tus reflexiones las resumas en la palabra TERNURA. Yo creo que ésta es otra cosa.
El vídeo es realmente hipnótico. Crea una sensación de bienestar increíble después de tan complejas disquisiciones. Gracias.
Bien, Tía Conchi, en “La larga búsqueda” trato de que lo tratado en esta sección no se sujete a corrientes o teorías más o menos asumidas por unos y despreciadas por otros. Consciente de que esto es cuasi imposible, dejo vahar la mente por el título de la etiqueta y la dejo que bucee, busque y encuentre o no por sí sola aquello que es bastante complejo de desentrañar: la relación emoción/razonamiento. No, no es fácil que se puedan comprender con facilidad los, llamémosle “intereses” que suscita esta preocupación vital. A pesar de ello, el lector puede echar mano de movimientos o teorías que siempre son importantes para desentrañar el problema que, sinceramente creo, nos atenaza y nos agobia en muchas ocasiones. Un gran abrazo, mi querida amiga.
EliminarHablas del imperceptible, gigantesco mundo de la sensibilidad. Inexistente en unos, desbordante para quienes tengan el don de captarla. Síndrome de Stendhal tan oculto en lo más profundo del interior del individuo que nadie sospechará su existencia.
ResponderEliminarHoy, para hablar de la dulce ternura o los sentimientos se precisa coraje. Ambos son términos que la intelligentzia repudia y su maquinaria cultural raramente los utiliza a no ser que se refieran a sus propias percepciones. En caso de tratar emociones ajenas, para los tiempos caníbales que vivimos la voz políticamente correcta sería otra que, de paso, rebaje su valor; ¿Cursi?
Para el próximo 2018 van mis deseos de felicidad, amigo Antonio.
¡Touché!, como probablemente diría algún vecino nuestro. Es posible que tu apreciación sea cierta y entonces pasamos a aspectos que se mezclan en costumbres, educación, entorno… Quizás, Anamaría, pretendo que esta preocupación que trato, sólo trato, de desentrañar en mí mismo y en todos aquellos lectores que se sientan identificados con el título de la etiqueta, aspectos personales que se separen de los “condicionantes” referidos a consideraciones que se encuentran lejos de nuestro interior. Sí, puede ser “cursi” cuando lo tratado se mira con el prisma de la sociedad. No, este no es el caso. Un gran abrazo, querida amiga.
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