LETRAS Y
COLORES CON SENTIDO
Antonio Campillo Ruiz
Dante Gabriel Rossetti
Aquella
mañana sintió un gélido escalofrío en las piernas a pesar de la amorosa manta
con la que se las envolvía. Había ocupado su lugar habitual, a la hora en la
que la madrugada acompaña con su silencio el devenir de unos instantes de
soledad reflexiva. Quedó ensimismado ante aquella amenazadora pantalla negra,
vacía, profunda como una sima que esperaba la caída de unas pobres palabras que
serían engullidas inmediatamente. El persistente sonar de una leve lluvia
repiqueteaba en los cristales de las peculiares claraboyas de la habitación.
Monotonía. Sus ojos, fijos sin ver, se mantenían abiertos por el insomnio. Nada
en su mente. Nada en la pantalla.
Dante Gabriel Rossetti
La
pequeña planta, que se encontraba cerca de su brazo izquierdo, pareció hacerle
un guiño. La observó como si fuese la primera vez que la viese. No, imposible.
Las plantas no se mueven ni se manifiestan como los animales. Sí, podría
escribir sobre las plantas, su crecimiento silencioso, su longevidad, bueno, de
algunas, su sempiterno color verde. ¿Por qué serían verdes? Era curioso pero
jamás se lo había preguntado. Sus conocimientos del mundo vegetal eran nulos.
Casi ni sabía escribir aquella mañana. ¿Qué contar? ¿Qué podría interesar a los
lectores ávidos de chismología, corta pero con mucha carnaza en el anzuelo de
su interés? Era difícil que no se engancharan en el puntiagudo arponcillo del
que no podrían volver a desprenderse con facilidad.
Dante Gabriel Rossetti
¿Qué
decir? Aquel clima otoñal no acompañaba a la lectura profunda ni a las
anécdotas que, en tiempo caluroso se prestan a pequeñas anécdotas e incluso
interpretaciones falsas pero graciosas. El frío estaba llegando a sus pies
calzados con unas chinelas sin contrafuerte. Pensó volver a la cama pero sabía
que daría mil vueltas y ni dormiría ni pensaría ni escribiría. ¿Era tan
importante escribir aquella mañana? Bueno, acostumbraba a hacerlo cada día y
después, a lo largo del paso de las horas, muchas veces se sentía satisfecho por haber
expresado sus pensamientos y que, personas desconocidas o amigas, le leyesen e
incluso discutiesen acerca de sus palabras. Imaginaba cómo se desarrollarían
estas discusiones y sentía la importancia de haberlas provocado. Sí, era muy
satisfactorio ser el centro de atención por unas cuantas palabras que
desgranaba con atención pero no con ilusión. Así era. Le pagaban por incitar
las posibles polémicas que suscitaban opiniones, pensamientos, hechos
verdaderos o falsos, diatribas más o menos complejas y, en general, imaginadas.
Bueno, podía intercambiar su sueldo por los alimentos diarios y algo le quedaba
para sus pequeñas necesidades de ocio.
Dante Gabriel Rossetti
El
frío alcanzó sus dedos. ¡No! Esto no. No podría teclear con soltura y le
irritaba no poder pasear las puntas de sus dedos, a lo sumo tres de cada mano,
por las delicadas letras mayúsculas del aparato. ¿Por qué se escribían con
mayúscula todos los guarismos que indicaban cada una de las lñetras? Podrían
ser minúsculas y se tendría una visión más cercana del resultado de lo escrito
posteriormente. Bien, vamos a escribir. ¿Sobre qué y por qué motivo? ¡Que
complejo era todo esto! Nada aparecía porque nada pensaba. Querría que miles de
tintas entremezcladas conformasen un todo en el que las palabras se sintiesen
tan seguras y libres como los conceptos que pueden llegar a expresar. Quisiera
que su lectura se interpretase con la bondad con la que deseaba expresarla. Quisiera
que cambiase el aspecto de quien se forma con lentitud y adquiriese nuevos
colores que le vistiesen nuevamente hasta alcanzar ese Paraíso lejano, muy
lejano, en el que el saber y la belleza son dueños… Sí, realmente difícil. La
lluvia arreció y su choque con los cristales era intenso, permanente y martilleante.
¡Qué aburrimiento! Ya ha pasado más de una hora y cada vez el frío es más
intenso. Hoy, creo que no habrá discusión en el casino del pueblo ni en los
lugares, pocos, en donde la hoja parroquial se difunde con menos éxito del que
querría. Hoy, no se producirán transformaciones significativas en el conocimiento
ni en la belleza.
Antonio Campillo Ruiz
Dante Gabriel Rossetti
Oh, sí, qué frustrante encontrarse frente la árida pantalla del ordenador, o a la blancura insultante de un folio blanco cuando intentamos plasmar lo que nuestro cerebro elabora con rapidez. Emociones, sentimientos, que quedan pobres al hacerse texto. Y, desde luego, no menos frustrante es que sea el propio cerebro el que nos niega su ayuda para crear lo que necesitamos comunicar-
ResponderEliminarPero vamos, en tu caso, imagino que tu texto ha sido una pirueta literaria para contar lo que efectivamente querías contar. Las musas no te suelen ser esquivas.
el vídeo, como todos, bellísimo.
Tía Conchi, frustrante, frustrante… no. Con preocupación por aquello que puede ser plasmado en palabras que son indelebles hasta que quiera el autor, sí. Esta es la cuestión, escribir siendo consciente de que nosiempre la página se va a llenar de guarismos que serán importantes para quienes empleen su tiempo, don divino y que jamás se debe malgastar, en apreciar aquello que el autor ha expresado con su capacidad creadora y su respeto por quienes le leen. Me alegro de que te haya gustado el video. Sabes que las imágenes son mi debilidad. Un gran abrazo.
EliminarBien, vamos a escribir. ¡Si lograsemos escribir lo que deseamos! Acabamos escribiendo lo que podemos, pero eso ya es suficiente para desatrancar las tuberías del cacumen. Bonito como siempre, Antonio.
ResponderEliminarEsta es la cuestión, Maestro, escribir lo que sabemos y podemos para expresar algo que pueda resultar interesante para quienes empleen su tiempo en leer reflexiones o diatribas que sean, cuanto menos, curiosas y, si es posible hasta interesantes. Un abrazo, Mariano.
EliminarBien, vamos a escribir. ¡Si lograsemos escribir lo que deseamos! Acabamos escribiendo lo que podemos, pero eso ya es suficiente para desatrancar las tuberías del cacumen. Bonito como siempre, Antonio.
ResponderEliminarBien, vamos a escribir. ¡Si lograsemos escribir lo que deseamos! Acabamos escribiendo lo que podemos, pero eso ya es suficiente para desatrancar las tuberías del cacumen. Bonito como siempre, Antonio.
ResponderEliminarUn día a todas luces apto para la introspección
ResponderEliminardentro de la cama y con bolsa de agua caliente.
El vídeo tremendamente sugestivo y dice mucho
sin palabras.
Un abrazo, Antonio
Pues sí, Myriam, tienes razón. Una buena bolsa de agua caliente en los pies, un desayuno energético para aumentar el perímetro y… a pensar, dormir y ratar de comprender lo que se sugiere o se expresa explícitamente. Me alegro de que te guste el vídeo.
EliminarUn gran abrazo, querida amiga.
Saludos, Antonio.
ResponderEliminarExcepcional la fusión de danza y técnicas plásticas con unos juegos de color tan creativos. Felicidades por haber cruzado hace tiempo la división entre cine didáctico y simplemente cine, sin apellidos, sólo transmisor de ideas.
También un saludo para el articulista, mecanógrafo con tres dedos ateridos que quizá, ahora mismo, intenta contactar desde Palencia.
Tus palabras, Anamaría, son tan gratas para mí que me lo creeré. Precisamente esta fusión entre la escritura icónica y la comprensión de su compleja lectura es mi meta día a día. Como es natural, me autoexculpo ante la falta de elementos que, aún siendo necesarios, no son imprescindibles en su totalidad, que si la cámara, que si las imágenes ajenas poseen este o aquel problema, que si…, sí, eso debería ser, sí y punto. Estar en Palencia facilitaría la inventiva escrita icónica. Aquella chimenea con leña ardiendo provocaría un embelesamiento al mirar las llamas que ayudaría a alcanzar un paroxismo agudo yu creativo. ¡Ay! Ese cambio de aires me hace falta. Con mi agradecimiento, un gran abrazo, querida amiga Anamaría.
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