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SINGULARIDAD EN EL PACÍFICO
Antonio Campillo Ruiz
En la cosmología fílmica, el tiempo ocupa un lugar tan preeminente que sin él no existiría el lenguaje cinematográfico. A veces, el tiempo es el verdadero protagonista de la historia que se narra en una película. Esto es lo que sucede en “El final de la cuenta atrás” de Don Taylor, 1980.
Algunos críticos y demasiados espectadores creen que cuando en una película se plantea una paradoja que puede tener un “fundamento científico moderno”, deben asumir la explicación que, con más o menos acierto, estructura el guionista y traduce a imágenes el director.
La Física Cuántica también existe en el vine. Digamos que en realidad es la ciencia-ficción, genero llamativo, peculiar, motivador si está bien realizado y transmisor de alguna de las teorías científicas más acertadas y modernas pero interpretadas por escritores y guionistas. Es frecuente que consiga aportar al espectador aspectos fílmicos muy interesantes. Sin embargo, esto no ocurre con todas las películas que relatan hechos más o menos científicos.
“El final de la cuenta atrás” podríamos enmarcarla en este género aunque personalmente prefiero sugerir que podríamos establecer un nuevo género para esta película, el “docucienciaficcción”. Y es así porque la, llamémosle, parte documental es más amplia e importante que la parte de ciencia ficción, a pesar de basarse en ella.
Se nos enseña, con bastante detalle, un muestrario de todos los tipos de naves aéreas que guarda en sus bodegas el portaviones Nimitz: Hornet F/A-18, Merodeador de EA-6B, E-2 Hawkeye, Galgo C-2, SH/HH-60 Seahawk, y S-3 Viking. Asistimos a diferentes operaciones y maniobras de guerra, sin tratarse de una película de guerra, a la vez que podemos pasear por las distintas dependencias de una nave que posee una dotación de 3.200 marinos y 2.480 componentes del ala aérea, toda una ciudad flotante.
Durante el enfrentamiento de aviones F-14 Tomcat y A6m Zero japoneses, la diferencia de tecnología se hace tan patente que representa precisamente aquello que la película expone, ¿qué sucedería si el portaviones Nimitz, con su enorme potencia destructora, se enfrentase a unos cientos de A6m Zero japoneses y sus “anticuados” barcos de guerra?
No se sabrá ya que saberlo supondría que una influencia del presente en el pasado transformaría el futuro, es decir, el presente desde el que partimos. Se cumpliría la "Paradoja del científico loco". Es la famosa paradoja que, por supuesto, tiene una razonable explicación. Sin embargo, las explicaciones complejas sobre electromagnetismo y aspectos cuánticos de la materia será más interesante tratarlos en otra etiqueta del blog.
Cuando el capitán Matthew Yelland, Kirk Douglas, ordena el regreso de sus aviones sin intervenir en una batalla probablemente favorable, decide correctamente sobre la anómala situación que han vivido entre los días 6 y 7 de diciembre. La tormenta electromagnética que provoca la distorsión temporal se repite y acaba el ciclo, que tiene un nexo de unión con la singularidad a través de una excesivamente fácil solución del guión.
Las dimensiones espacio-temporales se han representado en el cine con asiduidad a lo largo de su historia. El problema siempre ha sido poder relatar con verosimilitud fílmica, que no física, los hechos que acontecen en la narración.
A LOS LECTORES.-
Las palabras Nimitz, Hornet F/A-18, Merodeador de EA-6B, E-2 Hawkeye, Galgo C-2, SH/HH-60 Seahawk, y S-3 Viking poseen un enlace por el cual, tanto en el texto como en esta nota, colocando el puntero sobre una de ellas y pulsando ctrl. + clic del ratón, el lector puede ampliar su información sobre cualesquiera de ellas si así lo requiere.
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