TARADOS ENTRE LOS AUSTRIAS
María Luisa Arnaiz Sánchez
Actores itinerantes, Goya, 1793
Tras las entelequias expuestas por Herodoto sobre los pigmeos: “para visitar los desiertos de Libia…se vieron sorprendidos por una multitud de hombres de estatura inferior a la ordinaria”, o lo que dice Aristóteles sobre las grullas: “su migración les conduce…hasta las marismas del Alto Egipto…allí incluso atacan a los pigmeos”, están los enanos.
Pigmeo luchando contra grulla, IV a.n.e. El Hermitage
El enano Seneb y su familia. El Cairo
Los enanos, ‘pygmaei’ en griego, ‘pumilius’ en latín, han excitado siempre la curiosidad. Documentados desde finales del XV en las cortes europeas, tuvieron incluso título oficial.
La corte de Mantua, Mantegna
Moreno Villa catalogó a ciento veintitrés “hombres de placer que dejaron huellas en el Archivo Administrativo del que fue Palacio Real en Madrid”. De su artículo reproduzco párrafos de Felipe II a sus hijas sobre la gente menuda, loca y simple.
Isabel Clara Eugenia con su enana
Frans Pourbus el Joven
En enero de 1582: “Madalena me dijo hoy que escribiría y hasta agora no ha venido, que no sé qué se trae estos días que parece muy poco. No sé si el vino tiene alguna culpa de esto; y bueno me pondría si supiese que yo escribo tal cosa”. Y en junio: “Morata diz que está ya bueno, mas aún no viene acá…que todo es menester para que no esté mal conmigo”. Probablemente la necesidad de distracción explica el comportamiento de estos tarados ante el rey cuya presencia a todos turbaba.
Isabel Clara Eugenia y la enana Madalena
Sánchez Coello
“Madalena anda muy alegre con mi hermana, aunque muy rota una ropa…yo tengo la culpa, que no le he dado nada, aunque ella no ha dejado de acordármelo” dice desde Portugal el rey en mayo, testimonio de que la enana loca lo había acompañado en la visita a su nuevo reino, donde su hermana Juana permanecía tras la muerte de su hijo, el rey don Sebastián. Al ver a la infanta en el retrato de Moro fechado en 1552, recordé un pasaje del “Lazarillo” de 1554.
Juana de Austria, Antonio Moro
“Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese...Ella y un hombre moreno de aquellos que las bestias curaban vinieron en conocimiento. Éste algunas veces se venía a nuestra casa y se iba a la mañana. Otras veces, de día llegaba a la puerta en achaque de comprar huevos, y entrábase en casa. Yo, al principio de su entrada, pesábame con él y habíale miedo, viendo el color y mal gesto que tenía; mas, de que vi que con su venida mejoraba el comer, fuile queriendo bien, porque siempre traía pan, pedazos de carne y en el invierno leños a que nos calentábamos.
De manera que, continuando la posada y conversación, mi madre vino a darme un negrito muy bonito, el cual yo brincaba y ayudaba a calentar. Y acuérdome que, estando el negro de mi padrastro trebejando con el mozuelo, como el niño vía a mi madre y a mí blancos y a él no, huía de él, con miedo, para mi madre, y, señalando con el dedo, decía:
Tres muchachos, Murillo
Los esclavos procedían de botines o de deudas, sin olvidar que por nacimiento se era esclavo y heredable. En 1479 el Tratado de Alcaçovas permitió la venta de esclavos en Sevilla pero, tras el legado de Isabel la Católica, “no consientan ni den lugar que los indios…reciban agravio alguno”, se prohibió el tráfico de indígenas americanos, consecuentemente Portugal aumentó su oferta y se vendieron negros en Lisboa, Valencia y Sevilla. “Hay infinita multitud de negras y negros…de los quales nos servimos en Sevilla y son traidos por la vía de Portugal” dice el cronista Luiz de Pedraza. “Madalena anda muy acongojada con su negra, que volvió una vez y agora se le ha vuelto a ir, ha dos días y no sabe de ella: pero sospéchase mal de ella” escribe Felipe II.
La mulata, Velázquez
Por el censo sevillano de 1565 se sabe que en la ciudad había un esclavo por cada catorce habitantes, siendo la nobleza y la Iglesia los mayores adquirientes. Las órdenes religiosas, los hospitales y los conventos, poseían y vendían esclavos: “vendo a soror María de la Soledad monxa profesa del monasterio de santa Maria de Graçia de Sevilla para ella y para el dicho convento y las demas monjas que se pudieren servir de la esclaba conforme a la licencia de sus prelados”.
Juan de Pareja, Velázquez
En su testamento la duquesa de Béjar dice que libera a Cecilia de Castro, heredada de su abuela: “me dejo a Cecilia, su esclava, que es blanca…para que me sirviese todos los dias de su vida como esclava…e agora…es mi boluntad de la libertar y manumitir… A 23 dias del mes de diciembre… de 1568… Firmado Doña Teresa de Çuñiga ante mí Juan González, escribano.”
Muchacha, Salomon de Bray
Como se ve, el esclavismo se practicó en España. No se objetaba su inmoralidad pues, entre otras cosas, hubiera habido que definir si los negros eran seres humanos, en el sentido de si eran capaces de recibir la gracia como los indios. Esto mantenía la Iglesia católica del asesino de un esclavo: “el daño no se le causó al esclavo, ni a sus hijos, i herederos, sino a sí mismo, pues con la muerte de su esclavo, quedó privado de su servicio”. Cierro el excurso.
Bautismo de eunuco, Rembrandt
Felipe III renunció a los enanos pero Felipe IV se rodeó de ellos. De don Sebastián de Morra dijo Marañón que las damas de palacio lo querían extremadamente porque era un modelo de lujuria.
Don Sebastián de Morra, Velázquez
De Diego de Acedo se dice en el registro oficial de la corte que el aposentador Marcos Encinillas, celoso, mató a su mujer porque no lo encontró en su casa. Fue un gran seductor y tuvo cargo en la Secretaría de Cámara.
Diego de Acedo, El Primo, Velázquez
De Juan Calabazas, “El bobo de Coria”, decía Unamuno que era ejemplo de filósofo porque quien no comprende, quien es tonto, lo puede disimular riendo.
Juan Calabazas, Velázquez
Del enano con cretinismo que tuvo el príncipe Baltasar Carlos dice Moreno Villa: “por mi indagación sabemos desde hoy que el supuesto Niño de Vallecas se llamaba Francisco Lazcano, y era de Vizcaya, por lo que le llamaban “El vizcaíno”.
El niño de Vallecas, Velázquez
De Nicolasito Pertusato, de unos treinta años en “Las meninas”, se sabe que llegó a ser Ayuda de Cámara.
Nicolás Pertusato, Velázquez
De la alemana María Bárbara de Asquín, Maribárbola pronunciado a la española, diré que es el contrapunto de la infanta en el cuadro mencionado.
Maribárbola, Velázquez
Con este “séquito” había que tener cuidado: “Para que no suceda el faltar de los aposentos de la reina algunas cosas, como ha sucedido, y lo mismo en los míos...cuando salieren...los muchachos y los locos no los dejen ir hasta haber sabido de los reposteros de camas si falta alguna cosa”.
Felipe IV con Soplillo, Villandrando
Pues bien. Examinados los Austrias y su cohorte de deficientes físicos y psíquicos, el último que ordenó pintar a la gente de placer de la corte fue Carlos II. Si su padre era un “degenerado” para Marañón, él fue el “engendro” de la dinastía: “no tenía ni una sola gota de sangre, el corazón apareció del tamaño de un grano de pimienta…tenía un solo testículo negro como el carbón y la cabeza llena de agua”. Así describió el forense al rey, muerto a los 39 años en 1700.
Enano de Carlos II con un perrillo
Carreño de Miranda
El primer Borbón en el trono español imitó a su abuelo Luis XIV, que había suprimido el cargo de enano real, pues nada más llegar a Madrid eliminó a los enanos y bufones, reservándose, eso sí, a los negros para hacer negocio.
¿Enano negro?
Qué bien trabaja Fernando Fernán G. Sé que he visto esta película, pero no cuándo.
ResponderEliminarInteresante este tema sobre los enanos en la corte. Han sido con mucha frecuencia retratados por los pintores con mucha precisión.
Desde aquí te agradezco tu visita al blog y tus generosos comentarios.Un abrazo
que cosa mas horrible, los trataban como monos de feria, aunque lo que realmente esconde eso es una enfermedad genética por ambas partes. No hay suceso en la historia oficial conocida en la que no se hayan cometido barbaridades, que desgracia de mundo es este, lo cual me hace entrever que existe algo detrás que continuamente nos ha estado jodiendo para que no podamos vivir en paz.
ResponderEliminarSaludos