CREDULIDAD MANIPULADA
María Luisa Arnaiz Sánchez
Antonio Campillo Ruiz
The Eagle, 1925
Rodolfo Valentino llegó a E.E.U.U. a mediados de diciembre de 1913 cuando la conquista del oeste no había terminado aún y los indios estaban al borde del exterminio sin que a nadie le remordiera. La inmigración europea, formada principalmente por judíos de las naciones del Este y por italianos, se asentó por toda la geografía de un país, que estaba orgulloso de sus inventos y de su contribución al desarrollo industrial, tecnológico y científico. La década de los veinte a los treinta fue de un espléndido crecimiento económico y de un excitante desenfreno social: proliferaron los trusts, cartels y pools, peculiar modo de concentración de capitales que el país exportó a todo el mundo capitalista, aparecieron los ejecutivos, se incrementó el gansterismo, se extendió la mafia, etc. Cualquier noticia entraba en los puritanos hogares americanos por la vía de la radio o de la prensa, medio este último que dio lugar a los monopolios de “papel”, quizás más conocidos por los nombres de Joseph Pulitzer y de W. Randolph Hearst (este, encarnado por Orson Welles en “Ciudadano Kane”).
1921
Al poco de llegar Valentino a suelo americano, en junio de 1914, estalló la Primera Guerra Mundial en Europa, desencadenada por el asesinato en Sarajevo del heredero al trono austrohúngaro a manos de un nacionalista serbio, y el presidente norteamericano Wilson se resistió a participar en ella hasta 1917. No obstante, aumentando la producción nacional, envió materias primas y alimentos a todos los beligerantes e introdujo gran cantidad de divisas en el viejo continente. La sociedad yanqui (de “Jan Kaas” [yan keiz], forma despectiva de llamar los ingleses a los piratas holandeses, que fundaron Nueva Ámsterdam -Nueva York-, pasó a Nueva Inglaterra como sinónimo de gente poco de fiar al abrirse el comercio entre ambos grupos de emigrantes) comenzó a evolucionar y, aunque mantuvo una postura reaccionaria y conservadora en el ámbito económico y político, en el modo de comportarse se permitió mayor libertad, sobre todo porque los que regresaban de Francia tras el armisticio abandonaron el dogmatismo moral de sus padres y facilitaron la difusión de los placeres. Hubo “promiscuidad de sexos, infidelidad matrimonial, divorcios, libertinaje, y un cinismo general cundió entre millones de personas que se esforzaban en zafarse de toda responsabilidad” dice Lewis Jacobs.
1921
El cine, convertido en arte autónomo, no fue ajeno a ese proceso de crecimiento y contradicciones. Al descubrirse el filón económico que suponía, Edison, considerado por los americanos el inventor del mismo, luchó legalmente contra los productores independientes en base a sus patentes y los obligó a unirse para subsistir. Nacieron los futuros imperios cinematográficos: la Paramount , la Greater New York Film Company (Fox), la Warner Bros., la Universal , la Goldwyn , etc., regentados por judíos europeos como Adolph Zukor, William Fox, Harry, Jack, Albert y Sam Warner, Samuel Goldwyn, etc. La primera consecuencia de esta loca carrera fue que los actores pasaron del anonimato al “star system” y la segunda fue la fusión de la producción, la distribución y la exhibición. Cuando los banqueros y los capitalistas entraron en el negocio en 1925, aparte de arruinar a los productores independientes, originaron los grandes monopolios que hasta hoy dominan el cine americano. Habría que esperar a la década de los sesenta para que reapareciera el “cine de autor” pues con los financieros de por medio surgió la figura del manager cuya autoridad sobrepujaba a la del propio director.
1922
Hollyvood fue el escaparate de la colonia artística más fastuosa del mundo y se erigió tanto en el nuevo Olimpo soñado por los espectadores como en el paraíso envidiado de los nuevos ricos. La gente traspasó sus deseos a sus ídolos y en ellos depositó todas sus penas y frustraciones; los héroes del celuloide asumieron los nuevos valores morales que la sociedad ensalzaba y sobrevino la adoración de la riqueza y la necesidad de vivencias gratificantes. El lujo y la ostentación enseñorearon los comportamientos. Una legión de periodistas daba cuenta, incluso insidiosamente, de todos los hechos reales o imaginarios de la vida de las estrellas, contribuyendo al “amarillismo” de los periódicos y transformando Hoollywood en la tercera fuente de información de Estados Unidos.
1924
Cuando Valentino llegó al cine, este se hallaba en un momento de cambio. Hubo algunos ejemplos de cine testimonial, hubo rotundas sátiras de la mano de Charles Chaplin y Buster Keaton, si bien no dejaron de ser concesiones del establishment a la genialidad, pero pronto se evitaron las películas alemanas y francesas de posguerra por su talante intelectual y se derribaron las barreras morales: el adulterio, la lujuria y el vicio, se rodearon de licitud moral; el alcohol, el juego y la delincuencia, se toleraron sin preocupación; el tahúr se vio simpático, no hubo reparos a la prostitución de lujo, la vampiresa se dignificó, el cow-boy asexuado, valiente y puritano, pasó a mejor vida, etc. Lo que en realidad privaba eran las historias amorosas en países exóticos, salpicadas de generosas dosis de erotismo y los enredos extramatrimoniales. El cine se dirigía especialmente a las clases medias, imitadoras conscientes de las clases privilegiadas, cuyo objetivo, no lo olvidemos, es el ascenso social, pero ¿reflejaba las necesidades sociales o promovía la creación de esas necesidades?
1925
Los norteamericanos eligieron al republicano Warren G. Harding presidente en 1921 y llegó algo desconocido hasta entonces al cine: la censura. Antes de que se impusiera, las productoras crearon en 1922 la Motion Picture Producers and Distributors Association, dirigida por Will H. Hays por 100.000 dólares al año para evitar la censura moralizante (el famoso Código Hays se adoptaría en 1930) y, como fieles conservadoras y reaccionarias, apoyaron al gobierno en su lucha contra el marxismo, el socialismo, y todo lo que no participara de sus ideas, haciendo miles de películas ad hoc. El triunfo republicano supuso el eclipse de muchos directores o su adaptación a las imposiciones de estrellas veleidosas (también hubo algunos que emigraron). Ahora bien, dada esta casuística, cabe preguntarse ¿respondía el cine a necesidades de cambio en materia moral? No, el cine solo reflejó las situaciones que idealizaban la vida dispendiosa y lujuriosa.
1926
Bajo este panorama de los años veinte entró Rodolfo Valentino al cine. El emigrante italiano había sido un anodino extra hasta que le llegó su oportunidad en 1921 de la mano de Rex Ingram, director de “Los cuatro jinetes del Apocalipsis”, película basada en la obra homónima de Blasco Ibáñez. Valentino se convirtió de la noche a la mañana en un divo irresistible, que enamoraba a todas las mujeres que veían sus películas a pesar de lo que se decía de él. Su figura fue producto del negocio cinematográfico. La atracción del cine, como es sabido, estuvo en añadir movimiento a las fotografías, en proyectar imágenes de la vida en una pantalla, y cada nuevo paso que se daba (argumentos, rótulos para anunciar el cambio de escena, diálogos rudimentarios, etc.) significó mayor atractivo para el público que se acostumbró a ir en familia al cinematógrafo. El negocio del cine descubrió poco a poco la “necesidad” de introducir al público en situaciones personales de forma que este transfiriera lo ficticio a su propia vida y “participara” en el desenlace de las películas.
1982
Por tanto, los productores buscaron primero que el público se mantuviera fiel a determinados personajes y así la gente empezó a hablar, por ejemplo, de Tom Mix, cuyas películas veían millones de niños norteamericanos los sábados por la tarde (su sueldo en la Fox era de 17.500 dólares semanales). Después lanzó a las estrellas divulgando escándalos en “su vida privada”, que eran mayores que los de su vida en el celuloide, y así, la época de 1920 a 1930 fue la era gloriosa del estrellato de Hollywood: Mary Pickfor y Lilian Gish fueron el modelo de ingenuas, Gloria Swanson y Greta Garbo de vamps, Douglas Fairbanks y William Hart de aventureros y Rodolfo Valentino…del amante por antonomasia. Rodolfo Gugliemi, nacido en 1895 en Castellanetta, Italia, que provocó colapsos nunca vistos entre el público y cuyo funeral provocó dos suicidios y una de las histerias colectivas más recordadas en Estados Unidos, fue el más grande de los divos del millonario Olimpo de cartón piedra. Hoy la industria cinematográfica sigue teniendo el rostro de las actrices y actores que los medios hacen famosos y patentizan la credulidad de las masas sin que la inmensa mayoría de los espectadores conozca siquiera el nombre de quienes hacen posible la magia de un filme.
Interesante repaso a la historia
ResponderEliminarnos sumerges en una buena reflexión
es un grato placer leerte.
que tengas una feliz semana.
El cine nunca ha sido ajeno a la vida, al devenir histórico, como reflejo o como instrumento, como compromiso o como manipulación.
ResponderEliminarExcelente recorrido cinematográfico-vital para el período analizado, incluido ese mimo con los carteles.
Mi felicitación a los dos.
Un abrazo.
Muy interesante este enfoque de la transformación del cine al mismo tiempo que la sociedad. La industria sigue mandando hoy en día... Un abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarEl cine, siempre reflejo del momento historico. Eran tiempos de cierta inocencia y el tipo tan guapo! Gracias por tus magnificas entradas.
ResponderEliminarGracias a este recorrido tan bien hecho, sabemos más de la auténtica magia del cine y de los que realmente cosnsiguen el prodigio.
ResponderEliminarFantásticas fotos, siempre me resulta un lujo acercarme a vuestro rincón donde eláborais un trabajo tan esmerado e interesante.
Besos.
Sí, Ricardo, de vez en cuando es muy interesante ojear el pasado reciente para entender el presente.
ResponderEliminarUn afectuoso saludo.
Tienes razón, Marisa, los diversos avatares de una sociedad cambiante a velocidad insospechada, a veces, han tenido un reflejo, un estudio o una ficción en el cine.
ResponderEliminarProbablemente, observando períodos peculiares de la historia del cine podamos entender la evolución, que no coincide con las expectativas iniciales, de un medio que ha influido decisivamente en la sociedad del siglo XX.
Un fuerte abrazo.
¡Ay, la industria cinematográfica! Ha sido tan importante como desafortunada, Isabel.
ResponderEliminarSin ella, no habría existido este medio que ha supuesto grandes o funestas influencias en la sociedad actual.
Con ella, cada vez percibimos más y más intereses en detrimento del arte fílmico.
Un fuerte abrazo, Isabel.
Esto es, Mariano. El reflejo del tiempo histórico como documental vivido o la enseñanza de la historia a través del lenguaje cinematográfico han sido, y siguen siendo, el reflejo fiel de nuestro devenir cotidiano.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Los agradecimos somos nosotros por tu lectura, Carmen.
ResponderEliminarNos congratulamos de tu percepción del trasfondo que hemos querido expresar.
Como bien sabes, las imágenes se hacen casi imprescindibles para ayudar a la comprensión del texto expuesto.
Un muy cariñoso abrazo.
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ResponderEliminarMaravillosa recreación de una época que hizo historia y de la cinematografía con excelentes carteleras de época.¡Muy interesante! Un abrazo
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