POESÍA ANDALUSÍ IV

ORGULLO

María Luisa Arnaiz Sánchez

Joaquín Sorolla

UMM AL-ALA BINT YUSUF DE GUADALAJARA

SIGLO XI

   Tal vez su origen bereber le pudo proporcionar mayor libertad que a otras poetas, lo que la llevó a frecuentar las tertulias poéticas del momento y a componer poemas de tema báquico.

  

                                 A un hombre canoso que se enamoró de ella

Las canas no engañan con tretas al amor,

escucha mi consejo:

no te hagas más tonto de lo que eres,

viviendo en la ignorancia como aparentas.

Todo lo que viene de vos es bueno

y vuestra gloria adora el tiempo;

los ojos inclinan a miraros

y vuestra mención endulza los oídos;

quien vive sin vos, vive engañado

si espera conseguir sus deseos.

¡Por Dios!, en mi jardín,

cuando se agitan las cañas llenas de rocío,

parece como si las manos de los vientos

tremolasen banderas.

Si no fuera porque el vino

es rival del amor y el canto,

juntaría sus copas y reuniría

todas las causas del deseo.

NAZHUM BINT AL-QALAI DE GRANADA

SIGLO XII

   Se la recuerda por las sátiras bien acerbas que cruzó con otros poetas (a Ibn Quzman lo llamó “vaca de los israelitas”).

¿Quién me defenderá de este amante antipático,

que no entiende los gestos y los deseos?

Quiere unirse a alguien que no le daría

ni siquiera una bofetada,

con una cabeza necesitada de un cauterio

y un rostro necesitado de un velo.

¡Qué maravillosas son las noches,

qué hermosas son!

Y la más bonita sería la noche del domingo

con la mirada del espía descuidada

y sin que nos viese nadie.

Verías el sol del mediodía en brazos de la luna;

mejor: a una gacela en brazos de un león.

UMM AL-HANNA DE GRANADA

SIGLOXII

   Era hija de un cadí de Granada del que recibió instrucción. Solo se conserva el poema que escribió al recibir una carta de su amado.

Ha llegado carta de mi amado,

en la que dice que vendrá a visitarme,

y mis párpados han desprendido lágrimas;

la alegría me ha invadido de tal modo

que el exceso de mi contento me ha hecho llorar.

¡Oh ojos que siempre lloráis,

unas veces de alegría, otras de tristeza!

¡Haced que esté alegre el día del encuentro

                               y dejad las lágrimas para la noche de la separación!