Antonio Campillo Ruiz
LA VELA CARMESÍ
Un hombre que yacía en su lecho de muerte llamó a su lado a su esposa, y le dijo:
- Estoy por dejarte para siempre; dame, entonces, una última prueba de tu afecto y fidelidad. Encontrarás en mi escritorio una vela carmesí, que fue bendecida por el Gran Sacerdote y tiene un peculiar significado místico. Júrame que mientras esa vela exista, tú no te volverás a casar.
Ambrose Bierce
Antonio, te felicito por esta nueva andadura de entradas, la verdad es que me gustan mucho, y estaré pendiente de la segunda parte y de todas las que vayas publicando, el cambio que has hecho ha sido enriquecedor y sorprendente, lo dicho, te felicito.
ResponderEliminarLas promesas deben cumplirse, y esta mujer prometió a su marido no volverse a casar mientras la vela existiera, y así pareció que cumplió lo que pasa que la vela se consumió demasiado pronto, para lo cual, me imagino que después se sentiría libre para decidir sobre su situación ya que nadie le ataba, pero es dificil volver a abrir las puertas cuando el duelo está presente y cuando se ha amado mucho a alguien.
Besos.
Ay, es que, a veces, los seres humanos solicitamos juramentos poco inteligentes. Una vez este hombre desapáreció del mundo de los vivos ¿qué empeño podía tener en que la esposa siguiera viuda? Y, sobre todo, ¿había razones de peso para que la mujer le guardara luto mucho, mucho tiempo? Al menos ella cumplió su juramento sin dejar de ser sincera. Genial el relato. Un abrazo, querido amigo.
ResponderEliminarInteligente atitude. Excelente texto.
ResponderEliminarUm grande bj querido amigo
Hola Antonio!preciosa entrada, la verdad es que lo único que se me ocurriría pedir en mi lecho de muerte a la persona que amo es que me prometa que será feliz a como dé lugar...
ResponderEliminarUn abrazo, amigo querido
Carla, me agrada que te haya gustado este cuento.
ResponderEliminarComo dices, las promesas deben cumplirse en su totalidad y sin tener en cuenta el tiempo que se tarda en hacerlo.
Un fuerte abrazo.
Estamos de acuerdo, Isabel. ¿Qué razones hay para no poder seguir viviendo? ¿El machismo puede obnubilar la mente hasta estos extremos?
ResponderEliminarVosotras las mujeres siempre cumplís las promesas. ¿Vestigios de la maldita obediencia debida...?
Un fuerte abrazo, Isabel.
Sí, Gisa, la inteligencia y sagacidad de la mujer es muy superior a una estúpida promesa sin sentido.
ResponderEliminarCuando se quiere limitar la vida de una mujer siempre nos encontraremos con su aguda perspicacia.
Un abrazo, Gisa.
Esta es otra faceta de la mujer, María, querer el bien del amado antes que el suyo.
ResponderEliminarIgualmente denota una clarividencia aguda que cumple con las expectativas de la vida: ser feliz.
Un fuerte abrazo, María.
Tiene gracia, reinar despues de morir! Que sabia reflexion sobre el inutil afan de trascendencia! Sin embargo, en muchas culturas, como sabes, las viudas eran enterradas con sus maridos... y los pobres siervos, que no tenian nada que ver con el óbito. Sería para que los sirvieran en el mas allá...
ResponderEliminarCuanta razón tienes, Mariano, la trascendencia, ese invento que pretende superar espacio y tiempo, ha obligado a crueldades sin sentido.
ResponderEliminarLos rituales ancestrales pertenecen a la superstición y al miedo. A ellos pertenece nuestro inmortal ejemplo: el Cid.
En cualquier caso, Mariano, García Lorca, como bien sabes, inmortalizó en duelo como expiación en vida de la muerte.
Un abrazo.
Estoy pendiente de la segunda parte, aunque tengo tu blog como seguidor, se me puede pasar porque soy muy despistada.
ResponderEliminarTe dejo mis saludos, amigo Antonio.
Besos.
Carla, es una cuestión de tiempo.
ResponderEliminarNo dudes que seguiré seleccionando cuentos hasta un final personal.
Un fuerte abrazo, Carla.
Divino, me encanta esté cuadro...
ResponderEliminarSaludos
Sí, Eva, es un cuadro tan expresivo, tan sereno, tan potente, que merece un lugar privilegiado entre la vida y la muerte.
ResponderEliminarUn abrazo.