EL HOGAR
Antonio Campillo Ruiz
Arthur J. Elsley
EL HOGAR
La niña solo tenía cuatro años, su recuerdos, probablemente, ya se habían desvanecido y su madre, para concienciarla del cambio que las esperaría, la llevó a la cerca del alambre de espino; desde allí, de lejos, le enseño el tren.
- ¿No estás contenta? Ese tren nos llevará a casa.
- Y entonces ¿qué pasará?
- Entonces ya estaremos en casa.
- ¿Qué significa estar en casa? –preguntó la niña.
- El lugar donde vivíamos antes.
- ¿Y qué hay allí?
- ¿Te acuerdas todavía de tu osito? Quizás encontremos también tus muñecas.
- Mamá, ¿en casa hay también centinelas?
- No, allí no hay.
- Entonces, de allí ¿se podrá escapar?
István Örkény
Muy bonito, Antonio, este cuento que compartes de István Orkeny.
ResponderEliminarNo hay nada más hermoso que la etapa de la niñez donde los minutos se convierten en juegos, los momentos se transforman en magia e ilusiones, y el tiempo se llena de hadas, o de fantasía en un mundo donde el calor del hogar, la inocencia y el juego son los caminos más importante para ellos, y la mano que les guía del amor de sus padres.
Antonio, me gustó mucho esta nueva andadura después de finalizar la terraza de verano, gracias, muchas gracias, me ha encantado este cuento.
Besos.
Hermoso en su desesperanzadora realidad. Gracias, joven.
ResponderEliminarCorto, Muy Bueno
ResponderEliminarRecorrí no muchos de sus presentaciones, propias y de otros. Me gusta su trabajo. Excelente
ResponderEliminarLa gente precisa esto
Sí, Carla, un niño posee la hermosa inocencia de la verdad. La magia de los razonamientos más importantes de una vida injusta.
ResponderEliminarLa belleza de estos cuentos me recuperará...
Un fuerte abrazo.
Es cierto, Mariano. Posee un regusto de angustia y desconsuelo que imaginar a una niña sintiéndolos es desesperanzador.
ResponderEliminarUn abrazo, Mariano.
Alfonso Rubén, agradezco mucho sus palabras.
ResponderEliminarComo vos, creo que la diversidad de temas en el saber humano es tan ilimitada que no tendremos tiempo de iniciar, tan solo iniciar, una mínima parte de ella.
Seguimos leyéndonos, amigo.
Un abrazo.