María Luisa Arnaiz Sánchez
La joven del piercing,
Eduardo Naranjo
Si hay una imagen
cinematográfica que tuviera que elegir por su impacto y por la morbosa idea de
excitación con que la codifiqué, esa sería sin duda la de John Morgan (Richard
Harris), suspendido por los pezones en una ceremonia sioux, el “Voto al Sol”,
con que Elliot Silverstein adornó “Un hombre llamado Caballo”.
Salvando
las distancias, esa tortura desencadenó en mi mente las muchas escenas sádicas
de la Pasión , que por aquellos tiempos me eran tan familiares. El Cristianismo es la única
religión que tiene por Dios a un crucificado, creo que dijo Bertrand Russell, y
la afirmación no es baladí pues las
reacciones sadomasoquistas, antes de que se conociera esta voz y después, han
conocido multitud de excesos en cuanto a la imitación de Cristo bien en forma
de penitencias a través de cilicios o del suplicio de la crucifixión (Filipinas),
bien en forma de asfixia o autoflagelación con efusión de sangre en las
procesiones.
Cristo cargando con la
cruz, El Bosco
Como nos aproximamos
al cruel espectáculo pasional, seleccionaré unos lienzos que acercan la
apariencia externa de muchos jóvenes, la de esos a los que se critica y de los
que se recela por su aspecto, a la visión cristiana de los judíos. Y ríanse de
la disciplina inglesa, esa voluptuosidad mezcla de dolor y placer. ¡Cuántas
enseñanzas y prejuicios transmitidos por la Iglesia católica! Dice Russell que “el miedo es el padre de la crueldad y, por
lo tanto, no es de extrañar que la crueldad y la religión vayan de la mano”.
Naturalmente.
Cristo cargando con la
cruz (detalle), El Bosco
Cristo cargando con la
cruz (detalle), El Bosco
La coronación de
espinas, El Bosco
Arte en el cuerpo
Muito interessante. A dor desperta sentimentos contrários em muitos.
ResponderEliminarUm grande bj
La misma dentera me dan unos y otros.
ResponderEliminarJamás entenderé la pasión por autolesionarse o lesionar a otros, y para mí es todo muestra de lo mismo. Que gocen sádicos y masoquistas de tamaños espectáculos, incluidos los piercings que detesto (eso de agujerearse, y pagar por ello, es de cabezas idas, lo tengo claro).
Antes, religión; ahora, modas juveniles. En ambos casos, tiranos que ejercen su influencia sobre mentes débiles.
Un abrazo, querida Marisa.
Seguramente es como tú dices, Gisa, pero yo no admito que se ensalce el dolor. Un abrazo.
ResponderEliminarLo malo, Isabel, a mi juicio no es que las modas sean eso, modas,luego pasajeras, sino lo que se cree trascendente por imposición, por tradición, por no pararse a pensar y tener un criterio propio, de lo que se aprovechan las clases dominantes. ¡España de cirios y mantillas, poderes que perpetúan el oscurantismo!
ResponderEliminarBesos, amiga.
Estoy con Isabel: dentera generalizada, pero me ha gustado.
ResponderEliminarA mí el atuendo de los jóvenes me parece una manera de llamar la atención. Sin embargo, detesto las mentes moldeadas bajo ideas excluyentes. Un beso,Mariano.
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