Antonio
Campillo Ruiz
CIELO E INFIERNO
Odaliscas huecas que compiten por alcanzar el cielo
protegidas en sus recodos internos por pintores,
talladores, modeladores; comediantes y virtuosos
caminan sin descanso por sus gigantescos pasadizos.
Veredas adornadas de emblemas que dirigen,
acotan, prohíben, enmarcan y excluyen.
Niegan el dolor y la ruina, el mal y la soledad,
la monotonía y la congoja, la angustia y la fatiga.
Inmensos gusanos cabalgados en el
subsuelo y en la superficie, por minúsculas
criaturas que se mueven sin descanso
compitiendo por la grandeza hasta la extenuación.
Patética estampa de placeres ficticios vedados,
ambiciones jamás cumplidas y siempre deseadas,
dorados sueños perturbados, evitados y anulados
satisfacciones insatisfechas y contenidos regocijos.
Esencia de Naturaleza despreciada y buscada
viento y fuego entremezclados en armonía,
repetición y acción, rapidez y cansancio.
Velocidad por vivir, velocidad por morir.
Antonio
Campillo Ruiz
Es importante que se visione el material audiovisual a plena
pantalla
El vídeo que has dejado, querido Antonio, lo he querido ver como una muestra gráfica más de esa metáfora que haces en tu espléndido poema-protesta. ¿No seremos nosotros esos gusanos del subcielo, nocivos completamente, que son capaces de transformar los árboles en rascacielos y el cielo azul en humo gris?
ResponderEliminarQuizás el infierno no esté en el subsuelo sino arriba, en ese entramado y hormiguero que todos formamos "compitiendo por la grandeza hasta la extenuación".
Tu faceta poética -descubierta casualmente en otro blog- me ha sorprendido gratamente, Antonio. siempre un placer leerte.
Un fuerte abrazo.
la última línea de tu "poema", amigo Antonio lo dice todo. El vídeo es excepcional un contraste majestuoso.
ResponderEliminar¡Qué duda cabe! Lo somos, Marisa.
ResponderEliminarLa Naturaleza ha sufrido tantos desmanes que sospecho que ya estará acostumbrada a soportar a "los domingueros" cuando la visitan con aspecto sorprendido.
Las megalópolis poseen "este encanto" tan particular con las criaturas que las pueblan. Incluso se sienten orgullosas de habitar en un lugar tan importante, tan repleto de lugares a donde ir aunque no los vean en toda su vida.
Sí, Marisa, este vídeo inspira una reorganización neuronal sobre el sentido ciudadano de la vida.
Un fuerte abrazo, querida Marisa.
Me alegro mucho de que te haya agradado, Enrique.
ResponderEliminarEs una ciudad bien diferente de la tranquila y bella en la que vives, afortunadamente.
En las grandes ciudades uno no se entera cuando vive y cuando muere.
¡La locura lo invade todo!
Un fuerte abrazo, Enrique.
Hola, Antonio
ResponderEliminarTu poema es una clara denuncia y una declaración de amor a la tierra, si me permites expresarlo de este modo.
No vivo en una gran ciudad, más bien medianita y el ritmo de vida, es más relajado. Conoces de vista a las personas y el estrés queda más amortiguado que en las grandes urbes. Todo ello, viene a cuento después de ver el video.
Bonita poesia y una gran entrada.
Besotes.
Así es, María Eugenia. La Naturaleza, nuestra Tierra, donde viajamos cómodamente por el espacio, cada vez se encuentra más lejos de nuestra sensibilidad.
ResponderEliminarLa búsqueda constante de poder no la tiene en cuenta ni a ella ni a los humanos ni a los sentimientos que de ellos surgen.
La ambición es implacable.
Un abrazo, María Eugenia.
¿También poeta? Eres grande Antonio, muy grande.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tu generosidad me confunde, Thornton.
ResponderEliminarLlamémosle prosa lírica.
Un fuerte abrazo, Manri.