María Luisa
Arnaiz Sácnchez
El coloso, Goya
(atribuido), 1808-12
EPIGRAMA CONTRA STALIN
Vivimos sin sentir el país bajo nuestros pies,
nuestras voces a diez pasos no se oyen.
Y cuando osamos hablar a medias
al montañés del Kremlin siempre evocamos.
Sus gordos dedos son sebosos gusanos,
y sus seguras palabras, pesadas pesas.
De sus mostachos se carcajean las cucarachas,
y relucen las cañas de sus botas.
Una taifa de pescozudos jefes le rodea,
con los hombrecillos juega a los favores:
uno silba, otro maúlla, un tercero gime.
Y sólo él parlotea y a todos, a golpes,
un decreto tras otro, como herraduras, clava:
en la ingle, en la frente, en la ceja, en el ojo.
Y cada ejecución es una dicha,
para el recio pecho del oseta.
Osip Mandelstam, noviembre de 1933
Una gran poesía, eso de no sentir al país bajo nuestros pies, es cosa de todos los días, aunque fue escrito en 1933...
ResponderEliminarAbrazos a los dos, María Luisa y Antonio.
Amigo Antonio, es muy fuerte y duro el poema, pero aunque fue escrito en 1933, se podría decir hoy de muchos Stalín, que están como dirigentes de naciones y pisotean la dignidad humana, desde su podio de poder hambrientos de ambición, devoradores de vidas y sueños.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo, con destellos de esperanzas.
No “sentir el país bajo nuestros pies” es una gran tragedia. ¡Cuántos los arrastran por la tierra!
ResponderEliminarSaludos, Alicia María.
Hoy estamos aplastados por los tiranos de la especulación y son muchos, también en nuestro país, los que no sienten el suelo.
ResponderEliminarUn abrazo, Ángeles