MUJERES Y AZAR
Antonio
Campillo Ruiz
Natalia Tour
Aquella mañana,
temprano, Isaac se incorporó de la cama y quedó sentado en ella. Las largas pinzas de pelo, cogidas a sus largos
tirabuzones, habían facilitado que mantuviesen su forma intacta. Mientras los tocaba para comprobar su tersura, comenzó a mascullar la letanía que todas las mañanas repetía: “…¡Gracias,
Señor, por no haberme hecho mujer…!” Hacia la hora en la que Isaac se había
despertado, se iniciaba un ritual en un templo románico dedicado al culto de la
religión católica. El oficiante, investido con ricas piezas de tela bordada con
hilos de plata y oro acabó una primera parte relatada en latín y subió a un
púlpito de piedra labrada. “…Cuando la primera mujer habló procuró el pecado original…
Si a la mujer se le permite hablar de nuevo, volverá a traer la ruina al
hombre…” Dos citas de San Juan Crisóstomo y San Antonio, respectivamente. A la
hora de acabar el oficio religioso, en una aldea musulmana, la matrona, cumplía
el rito de la ablación del clítoris a Fátima, una de las niñas que ya había
llegado a la edad para incorporarse, de pleno derecho, a las labores de mujer.
Lo realizaba con un el mismo y rudo cuchillo con el que había realizado la
misma operación, esa mañana, a otras siete niñas, sin asepsia, sin temblarle la mano, produciendo un dolor infinito…
Junges Maedchen Kerry Brooks
Sandra, que había
iniciado con mucho interés la lectura de aquel libro, lo cerró de golpe y
observó que tenía la piel erizada. Tres religiones monoteístas la horrorizaban.
El judaísmo ortodoxo se complace de la existencia del hombre y maldice a la
mujer en sus primeras oraciones del día. La doctrina católica les prohíbe
hablar, El fundamentalismo islamista les mutila el sexo y les tapa la cara.
Ahora, empezaba a entender la educación complementaria que le proporcionaban:
la enseñaban a coser, bordar sufrir y cocinar. Posteriormente, fue
desentrañando que desde su pubertad la prepararon para ser hija obediente, madre
abnegada y posiblemente, esposa resignada. La joven, pensando y mirando sin ver,
a través de las grandes cristaleras de su casa, frente al mar, se encontraba
manejada y vilipendiada por la sutileza que habían empleado educadores y
familia en lo que venían en llamar educación de una señorita. Comprendió que
durante siglos, o milenios habría sido así, aunque del pasado de la mujer sabemos
muy poco: aquello que nos han querido decir los ecos de voces masculinas
ensombrecidas por su propio quehacer.
Antonio Fuentes Cayetano de Arquer
Sandra, empezaba a
entender muchos de los parafraseados dichos que siempre nombran a la mujer, Para
alabar la labor de un excelso prócer siempre se dice: “Detrás de todo gran hombre existe siempre una gran mujer”. Para Sandra,
esta relegación del papel de la mujer a respaldo de sillón en el que se sienta
el hombre, la degradaba, nunca pensó en un reconocimiento ensalzador. ¿Cuál era
su papel? ¿La sombra para más gloria del hombre? Recordó, con tristeza, la gran
valoración que siempre había hecho de la Revolución Francesa.
Son símbolos
femeninos los que la exaltan: preciosos pechos femeninos con cabellos y
banderas al viento, libres. En ella se proclamó la “Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano”. Recordó
que poco después de esta excelsa declaración, en 1791, Olympe de Gouges,
pseudónimo de Marie Gouze, redactó la “Declaración
de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana”, lo que fue recompensado con
un juicio por un tribunal revolucionario en el que se defendió sola y no la
dejaron plantear sus argumentos.
La condena fue la decapitación. Subiendo la
escalerilla hasta alcanzar la plataforma donde se encontraba la guillotina
dijo: “Si las mujeres podemos subir a la
guillotina, ¿por qué no podemos subir a la tribuna pública?”. Sandra lloraba
al recordar la entereza con la que el día 3 de noviembre de 1793, Olympe de
Gouges, para tranquilidad de los hombres que la condenaron, murió.
Posiblemente, Olympe, habría sufrido un desfallecimiento cuando la Comuna de
París aprobó el sufragio universal.
Bueno, universal hasta cierto punto porque en la votación aprobaron la negación
del voto femenino con la cifra de 899 votos a favor y 1 en contra. Unanimidad
menos 1. Claro que, todos los integrantes de la asamblea eran hombres. Este día
la estaba sacando de las falsas migajas que se echaba a la mujer, del
inoperante papel que juega en la vida social y del dominio implacable de la
sociedad que no admite su proceder. Sandra agradeció al azar ser mujer.
Antonio Campillo Ruiz
Antonio, buena reflexión en torno a la mujer, en torno a la religión... en definitiva, al hombre mismo; pero, ¿no crees acaso que el hombre está sobrevalorado, que la mujer está infravalorada, que la estulticia humana (en general), no está bien "medida"? Creo amigo, que aún queda mucho, mucho trayecto por recorrer en torno a la libertad, en torno a alcanzar una madurez que se nos supone, a construir de nuevo algo, que sea parecido (y mejor aún), a la recién fallecida democracia.
ResponderEliminarUn abrazo.
Amigo Rafa el, creo que para poder volver a alcanzar la libertad y muy especialmente la destruida democracia, que ha cambiado a llamarse puñado de papeletas, tendremos que trabajar tanto como lo hicieron y participamos, en los años de dictadura. Veo tan lejos como tú la solución a la estupidez de una sociedad que se deja dirigir mediáticamente por las necias palabras de quienes son sus maltratadores sociales. Es más, creo que es muy posible que quedemos en este letargo indefinidamente. Algo que me horroriza.
EliminarUn abrazo, amigo, Rafa el.
Sandra agradece el azar de ser mujer por su propia convicción sin ninguna religión que se lo prescriba. Hay una gran diferencia con todo lo anterior. Precioso relato. Feliz fin de semana.
ResponderEliminarDesde luego, María Pilar. Sandra es una mujer
EliminarQue ha comprendido el significado de ser mujer en occidente, oriente, norte o sur, en el planeta Tierra. De esa comprensión surge como Fénix su orgullo por ser mujer, posible madre y trabajadora nata por el bien social.
Un fuerte abrazo, querida María Pilar.
Bravo, amigo Campillo, bravo
ResponderEliminar¡ENRIQUE! ¡Cognio, ande’stabas! ¡Me espiazo de bullicio y legría de esfisar tus palabritas, querio compaere! Me tenibas mú empreocupao dándole guartas y guertas al coco: “El rey de la bloguería teniba que echar el arboroque con un buen chato y no lo encuentro, ¡mecachis en brevas!” De seguro que tu trono ya está calentito de escribir a tos los compaeres y comadres…
EliminarQuerido amigo, querido rey, ¡BIENVENIDO!
Sabes que te quiero.
Cómo me gustaría que mis ojos vieran la igualdad efectiva, pero me temo que no será posible. Caminamos para atrás, amigo Antonio, y en esto las mujeres tenemos las de perder.
ResponderEliminarUn beso y gracias por tu sensibilidad hacia las mujeres. ¡Eres un encanto!
Estamos de acuerdo, Isabel. Muy pesimistas somos pero “contra los elementos”, colocados en unos papelitos por quienes soplan al viento para hundir las naves, no se puede luchar con firmeza. ¡Atención! Pregunta: ¿Cómo es posible que la mujer vote a favor de quienes las relega, vilipendia y degrada? Es una pregunta muy grave cuando la Democracia ha pasado a llamarse votacracia.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Isabel.
Uma bela reflexão acerca da mulher e da religião.
ResponderEliminarBeijos.
Me alegro mucho de que te haya agradado, Teca. Creo que simplemente digo las verdades consustanciales con los dogmas y leyes laicas que existen en este mundo socialmente irreparable.
EliminarUn fuerte abrazo, querida Teca.
Las religiones han hecho y siguen haciendo mucho daño a la igualdad entre las personas. Parece que la cosa va a llevar mucho tiempo de arreglar.
ResponderEliminarUn abrazo Antonio y gracias por la reflexión.
Y esto es el inicio de las “reformas” que anuncian tras la visita del primer Jefe de Estado a Francisco I (tiene nombre de rey francés). ¡Ojo! La primera visita… Todo un prodigio cuando en España se esconde y es incapaz de ser el verdadero defensor de la sociedad que está masacrando, él y sus amiguetes.
EliminarUn abrazo, Jaal.
Querida Gatita Coquetuela, las gracias debemos expresarlas conjuntamente. Cada vez que escribes, en tus blogs o en un comentario, no lo haces con letras normales, lo haces con retazos de una sensibilidad y ternura que eleva el corazón hasta tratar de alcanzarte e intercambiar las sensaciones de delicadeza que se sienten.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, querida María Del Carmen.