EL HOMBRE QUE APRENDIÓ
A LADRAR
Antonio Campillo Ruiz
Lo cierto es que
fueron años de arduo y pragmático aprendizaje, con lapsos de desalineamiento en
los que estuvo a punto de desistir. Pero al fin triunfó la perseverancia y
Raimundo aprendió a ladrar. No a imitar ladridos, como suelen hacer algunos
chistosos o que se creen tales, sino verdaderamente a ladrar. ¿Qué lo había
impulsado a ese adiestramiento? Ante sus amigos se autoflagelaba con humor: “La
verdad es que ladro por no llorar”. Sin embargo, la razón más valedera era su
amor casi franciscano hacia sus hermanos perros. Amor es comunicación. ¿Cómo
amar entonces sin comunicarse?
Para Raimundo representó un día de gloria cuando su ladrido fue por fin comprendido por Leo, su hermano perro, y (algo más extraordinario aún) él comprendió el ladrido de Leo. A partir de ese día Raimundo y Leo se tendían, por lo general en los atardeceres, bajo la glorieta y dialogaban sobre temas generales. A pesar de su amor por los hermanos perros, Raimundo nunca había imaginado que Leo tuviera una tan sagaz visión del mundo.
Por fin, una tarde se animó a preguntarle, en varios sobrios ladridos: Dime, Leo, con toda franqueza: ¿qué opinas de mi forma de ladrar?. La respuesta de Leo fue bastante escueta y sincera: Yo diría que lo haces bastante bien, pero tendrás que mejorar. Cuando ladras, todavía se te nota el acento humano.
Mario Benedetti
Por mucho interés que pongamos en perfeccionar, siempre nos delata el acento.
ResponderEliminarEl gran Benedetti... gracias por traernos a ese estupendo escritor. Yo ladro! me entiendo muy bien con mis perros, ya hasta a veces confunden mis ladridos con los de ellos... Ya no tengo acento, jajaja! En serio! Es con los únicos con quienes la comunicación fluye con gran soltura... pensamos igual.
ResponderEliminarBesos y guau!
Ay, es que es tan difícil prescindir de la parte humana, con todo lo bueno y malo que ello conlleva. Un gran abrazo querido Antonio
ResponderEliminarPues este post me ha hecho recordar a Jordi, un amigo que le hace sonidos raros a su perro y pare que se entiende mejor que hablándole normal, el perro parece que agradece al amo ese esfuerzo de entendimiento, hay tantas cosas o tantas puertas que no sabemos abrir que cuando entremos en el cielo no se si nos acostumbraremos a vivir sin puertas y en un solo idioma común, será fascinante!!
ResponderEliminarUn abrazo
Je! Yo también me siento hermana de los perros, hasta soy "perro" en el horóscopo chino! Je! Fíjate que aún no se me ha dado por ladrar, pero cuando eso ocurra, tomaré algunas lecciones de este éxito de Raimundo. Para lo que hay que oír de algunas voces humanas...a veces sería preferible escuchar más a los perros! Saludos, Antonio.
ResponderEliminarbUENA SELECCIÓN, AMIGO ANTONIO. Benedetti, siempre Benedetti.
ResponderEliminarQué bonito y qué tierno, Antonio. Has elegido bien.
ResponderEliminarMario Benedetti nunca nos defrauda.
He tenido algunos hermanos perros que han entendido mi lenguaje a la perfección sin necesidad de ladrar. Y yo les he entendido a ellos.
Hermosa metáfora.
El genial Benedetti. Da igual el poeta que el narrador.
ResponderEliminarHermoso cuento nos dejas hoy, querido Antonio, para la reflexión.
Así como algunos veo que hacen énfasis en la comunicación entre dos seres, en la comunicación gestual…en ese lenguaje silencioso de las miradas; yo voy a destacar la perseverancia del personaje. Si de verdad queremos conseguir algo, sólo tenemos que aliarnos con la voluntad y la paciencia.
Hay mucho humor nostálgico al final.
Excelente lectura.
Un abrazo
Paciência... muita paciência e perseverança... verdade?
ResponderEliminarGrande reflexão nos trouxe hoje... obrigada.
Beijos, querido Antonio.
Este fragmento que dejas de mi admirado Mario Benedetti tiene muchos puntos en común con una Novela Ejemplar de Cervantes titulada "El coloquio de los perros", donde se produce el fenómeno contrario que narra Benedetti (pero con igual finalidad crítica): dos perros, Cipión y Berganza, descubren un día que pueden hablar y esto les dará pie para comentar su vida pasada con diferentes amos, lo que Cervantes aprovechará para hacer una crítica sobre la conducta humana.
ResponderEliminarPor cierto, el grupo de teatro Els Joglars ha hecho una buena adaptación dramática de esta novela y actualmente la está representando por toda nuestra geografía. La pude ver hace unos días y me pareció extraordinaria.
Perros que hablan o humanos que ladran, se mire como se mire, la literatura escoge estos ingredientes para desarrollar una crítica que el hombre tiene bien merecida.
Un fuerte abrazo, querido Antonio.
Un poco exigente Leo, no?, jajaja. Me ha echo gracia.
ResponderEliminarLo bueno de la historia, según me pareció a mí, es que nos sorprende. Alejándose del tópico de que somos nosotros quienes nos hacemos entender con nuestra lengua. Aunque yo creo que ellos en lo que se fijan es en los gestos.
Bicos querido amigo.