viernes, 14 de junio de 2013

PREPOSICIONES: HACIA

HACIA LA SOLEDAD

Antonio Campillo Ruiz

Paul Kelley

   ¡Si hasta me traje esta sombrilla que siempre he odiado…! Cumplí todo lo que proponías en esas cuatro líneas, medio torcidas porque nunca has trazado un renglón derecho… Bueno, casi todo, el reloj de pie, como podrás comprender, no lo iba a desmontar y meterlo en esta maleta que parece un ataúd. Hasta pesa más que cuando va ocupado hacia el camposanto. Tuve que romper las cerraduras: las llaves, oxidadas, no eran reconocidas por su único familiar. ¡Y tres! Sí, tres robustas cerraduras tan duras como la madera de la que hiciste la maleta. Mi hermana Florita, ¿la recuerdas?, pues no la conocerías, es tan guapa como yo, espigada, casi una mujer y todos los adolescentes del barrio la cortejan para su satisfacción y mi enfado, revoloteaba a mi alrededor mientras empacaba todo y no dejaba de hablar y hablar, preguntar y preguntar. “¿Dónde te marchas Mercedes? ¿Con quién te vas? ¿Qué dirás a tu novio?...” Mira niña, no preguntes más ya sabes que me voy con él. Mañana iré a la parada del barco y esperaré que aparezca en el horizonte. Ya sabes como son estas cosas, me ha dicho que llegaría hacia el mediodía pero puede adelantarse o retrasarse. Los hombres siempre construyen mal todos los aparatos. Mira, mira lo que me ha encargado que lleve: un cronómetro para no sé qué diablos de longitudes. Pero no es un cronómetro cualquiera, este pesa doce kilos, claro que es de oro macizo pero no lo comentes con nadie ¿Tú crees que con un reloj va a poder medir el mar? Claro, ¡como a él no le pesa ni le resta espacio para mi ajuar! A padre se lo dije anoche. Quedó serio y parecía preocupado pero sólo esbozó una sonrisa y me dijo que era muy linda para ajarme en un barco sin poder salir de él; que cuando llegásemos a puerto, si era bello quizás podría visitarlo pero que los puertos son todos bastante feos, hechos por los hombres, claro, le contesté yo. Me besó en la frente y me aconsejó que siguiese mi instinto. Posiblemente, acertase y todo fuese bien desde ahora. A madre no le he dicho nada y no sé si le contaré mi salida de esta soledad y ni viaje hacia la soledad acompañada. Ahí voy, querido, hacia la soledad del inmenso mar. Las mujeres tomamos siempre la forma del sueño que nos contiene y yo tengo este sueño desde que nací. Me pediste que llevase también la caracola que me regalaste cuando nos conocimos. ¿Tú crees? Una caracola. ¡No tendrás bastantes en el mar que habitas desde que navegas! Más espacio perdido para mi ajuar.

   He pensado que voy a ir lo más ligera de equipaje que pueda y sólo me llevaré la ropa que le gusta que me ponga: las medias negras cogidas con ligueros que parten de mi corsé negro, de mil corchetes que nunca sabe quitar, le encanta acariciar las puntillas que posee en la zona inferior. Y como complemento, las braguitas negras y finas con los zapatos de tacón, también negros. Y el caso es que me pregunto para qué me hacen falta los zapatos de tacón en un barco. No sé si la cubierta o el suelo de los camarotes son de madera, porque si lo son no podré ponérmelos. Además, caminar por la arena de la playa hasta la parada del barco con ellos debe ser un suplicio. Lo que nunca dejaré es mi larga y brillante estola roja, Con ella podremos cenar en los mejores restaurantes de todos los puertos del mundo y después bailar rodeándome de él. ¡Ah!, pues tendré que llevar alguna joya. ¡Ya sé! Me llevaré los pendientes de perlas que me regaló mi novio. Son mías ¿no? Él se empeñó en comprarlas y ahora las luciré. Se formaron en el mar y gustarán allá donde vaya...

   Sabía que la arena no era camino para estos zapatos. Y, además, cargada con este armatoste lleno de aparatos y recuerdos inútiles. Cuando le vea se lo voy a tirar a la cabeza uno a uno. ¿Y el disgusto? Menudo disgusto que llevo. No sé quien habrá ido con el cuento de mi viaje hacia la soledad compartida a mi novio. Ha llegado a casa como un loco al que han dejado libre sin encontrarse totalmente cuerdo. ¡Explicaciones ni una! Le dije con firmeza. Mira, cuando un hombre y una mujer tratan de reconstruir determinados moldes que han sido modelos para muchos, componen un ser monstruoso que se llama pareja. Y no tengo el cuerpo para seguir formando engendros que se encuentren en una situación de progresiva degradación. Me voy hacia la soledad. Pero siempre me estaré moviendo de un lugar para otro, de sueño en sueño, de un incesante querer, sin poder eludir esa maldita palabra que contigo ya la estaba alcanzando sin haber empezado siquiera a vivirla.   

Antonio Campillo Ruiz

Paul Kelley

9 comentarios:

  1. Muy buen relato de reflexiones de mujer y apropiados cuadros de ese gran artista de la gracia y belleza femeninas.

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  2. Excelente entrada.
    Feliz fin de semana.
    Un saludo.

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  3. Me ha encantado esta entrada, Sr Campillo.

    Saludos y feliz semana

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  4. me haces reflexionar, amigo Antonio. Gracias.

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  5. Es una soledad que tiene su encanto ciertamente. Seguro que conocerá a maravillosos capitanes e intrépidos marineros que irán alejándola,quizas por unas horas, de esa soledad voluntaria. El caso es que también la visitará asiduamente a la libertad, muy amiga de la soledad.
    Buen viaje tenga!
    Un fuerte abrazo,querido amigo.

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  6. Más que un viaje hacia la soledad, me ha parecido un viaje hacia la libertad. Cuando los sueños no se viven, se marchitan, y a golpe de rutina los asesinamos. Cuando matamos un sueño nos suicidamos a la vez, porque son la savia que recorren las venas de nuestras vidas.
    El relato, extraordinario, Antonio, como esas bellísimas fotografías de Paul Kelley.

    Buen domingo y un fuerte abrazo.

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  7. Ante todo te felicito por el arte de tus letras
    La soledad la amo
    Puedo estar a solas conmigo y Mucha
    encontrando el mejor balance en la vida

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  8. Me voy hacia la soledad, dice tu personaje, querido Antonio. Yo creo que no es así. Al igual que Marisa, opino que hacia donde se encamina es hacia la libertad de ir y venir según le convenga, de soñar, de amar…
    Muy buen relato y espléndidas y acertadas imágenes. A este respecto una pregunta ¿el relato surgió de las imágenes o las buscaste después de escribirlo? Me parecen tan representativas.
    Un abrazo.

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  9. Me ha gustado mucho, y es verdad que contra menos equipaje,mas accesible son todos los terrenos.
    Tanto para el amor, como para la soledad que nadie quiere.
    Besitos

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