jueves, 10 de octubre de 2013

PREPOSICIONES: HASTA

HASTA LA SOLEDAD

Antonio Campillo Ruiz

Andrius Kovelinas

   El pasado plenilunio me llevó, como a la Luna, hasta la soledad más desamparada y triste. Tal vez coincidiese con el cambio estacional que siempre me somete a la prueba de una melancolía que se acrecienta durante los días, cada instante más raudos, en su eterno cambio. A pesar de todo, hacía ya tres largas jornadas que me encontraba sola. Él se había marchado. Por fin, desde que marchó, pude ocupar mi lugar favorito entre las enormes piedras que, desordenadamente ordenadas, conforman el protector espigón del rompeolas, en espera del atardecer que tanto me gusta presenciar en el infinito horizonte del mar. El progresivo cambio de colores en el cielo presagiaba un espectáculo muy bello. No me encontraba apenada ni sola. Simplemente estaba serena y contenta. Mi sillón de piedra estaba formado por unas oquedades que la erosión del mar había esculpido entre dos rocas.
 Se encontraba hacia la mitad del amplio espigón y, durante los días de fuerte viento, no podía ocuparlo debido a que era cubierto por las enormes olas que rompían con fuerza. Ahora mis conversaciones conmigo eran más fluidas, más alegres. Ya no tenía que estar pendiente de la palabra justa o el sentido que se podría interpretar de tal o cual expresión. Estaba cansada de este ejercicio, al que libremente me había sometido, conscientemente, con todas sus posibles consecuencias. Sabía que no podía ser de otra forma. Tengo la certeza de que todos, todos los humanos que nos encontramos en estas circunstancias, actuamos en este inmenso retablo de un solo acto, sin director ni apuntador. Cada mínima unidad que conforma una pareja le llama como quiere, como mejor se adapta a su comportamiento en común. Para mí siempre ha supuesto un error denominar lo indefinible, por ello, nunca he colgado el sambenito de un nombre que muchas veces posee connotaciones ridículas. Sospecho que me falta muy poco para seguir soportando una situación abocada a llegar hasta la soledad. Y con gusto. ¡Qué maravilla! Acaba de reflejarse un rayo de sol sobre el sereno mar y ha iluminado de color anaranjado la escollera. Sólo existen unas pequeñas nubes en el cielo que están transformándose en pequeños algodones de colores. Poder contemplar este espectáculo es lo más importante para sentir la Naturaleza.


   Estoy harta. Me cansa que me soben sin orden, sin consideración hacia mí sino hacia él. Con la desidia propia de quien va a su avío creyendo que es un campeón acariciando. ¿Acariciando? Querrá decir estrujando o simplemente palpando. ¡Amigo mío, no sabes acariciar! Eres la negación de una caricia. Jamás has preguntado, solicitado o inventado, una nueva fantasía en mi cuerpo, ¡con las que tengo por descubrir y con las que sueño! Sí, es cierto que no he querido quitarte el capirote de mago del cuerpo femenino, me he conformado. Simplemente eso, simplemente me he dejado arrastrar. Pero tú si que habrás podido patentar algunas de las excitantes caricias que me pertenecen. Tu ego se habrá apoderado de su invención y buenos resultados. ¿Que podía decirte lo que quiero o no quiero? Pues sí, a qué negarlo. Pero. ¿sabes una cosa? ¡Se pierde tanta espontaneidad, tanta sorpresa, tanto placer…! Entre mis inventos hacia ti y tu torpeza hacia mí, podríamos decir que somos una pareja feliz. ¡Ay!, pero sé que no es así. Cada día me alejo más del placer y busco llegar hasta la soledad para contigo y mi acercamiento hacia el placer de vivir y sentir las transformaciones que se pueden realizar en nuestro entorno y, que siempre diferentes, mejoran de un día a otro, de una estación a otra, de una arruga en la cara, que el tiempo favorece, a otra. La armonía y belleza de la que estoy disfrutando en este momento eriza mi cabello, me agita, me lleva a los inigualables placeres de sentirme viva y de poder pensar en mis fantasías, que se cumplirán, ¡vaya si se cumplirán! Probablemente no contigo. Pienso que para ti ese nombre tan manido y de incierta interpretación, el amor, te queda un poco grande. ¿Que crees, que la palabra amor está asociada al placer sin más? No, amigo, no. El placer puede ser la culminación material de una parte importante, sin duda, del amor. Pero inventar juntos, sabernos totalmente, gustar de las exquisitas manifestaciones de complicidad que ofrece la vida, poseer un paralelismo mental cual si se tratase de telepatía, visionar antes de hacer y sentir cualquier aspecto de la vida en común, eso es el néctar de lo que llamamos amor. Sinceramente, te faltan todos los aspectos colaterales excepto el cansancio por trabajo buscando el placer entre nuestros cuerpos. Y cuando no existe ese cansancio, ¿qué? ¿Quién es el que no lo desea tú o yo? ¿Quién no lo puede realizar, tú o yo? ¿Muere entonces el amor? ¡Ah!, pues debemos ser jóvenes y vigorosos siempre o de lo contrario en un tiempo, no excesivo, el amor no tendrá sentido. Siempre te he amado con la profundidad que denota la palabra. No sé si me amas igual. Siento que necesito algo que esperaba encontrarlo en el amor y que no es, precisamente, el placer del sexo, para eso me basto sola. Es el placer entre ambos en el sexo. El placer entre ambos en la belleza. El placer entre ambos en las ofertas maravillosas de un lugar, en el que vivimos, tan solitario en el Universo como único. Es el placer de mirarnos y sabernos. Es el placer de contemplar esta maravillosa puesta de sol pensando que un poco tiempo después nos besaremos apasionadamente, como el primer beso que me diste cuando bailábamos. He iniciado un camino que me llevará hasta la soledad, aparentemente, porque mi meta es fundirme con quien pueda hacerme sentir, persona o cosa, aunque sea por unos instantes: el amor.   

Antonio Campillo Ruiz 


10 comentarios:

  1. No existe explicación más precisa de lo que puede sentir una mujer "acompañada" en una soledad exasperante, silenciosa, indigna de lo humano.
    Me quito el sombrero.
    Un abrazo

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  2. Fantástico, Antonio! Por fortuna, en lo personal, hace ya muchos años que he encontrado al hombre con quien contemplar de la mano la maravilla del amanecer, pero convengamos que se tarda en comprender quien es el que está contigo, y quieres más u otras cosas. Somos humanos y humanas, Los años van despejando el sendero...hay que saber llevar lo años y sacar lustre a la experiencia. Si viniéramos con un manual bajo el brazo, probablemente no habríamos dejado algunas cosas en el camino. Abrazo!

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  3. Que bello, que magistral , y que razón en lo que escribes.
    Para mi eres único y muy grande.
    Besos amigo

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  4. Espléndida manera de relatar algo que sucede en la realidad.

    Te felicito, Antonio.

    Un fuerte abrazo.

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  5. Inexplicablemente cierto, Antonio. Buen artículo. Gracias

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  6. Como siempre genial, mi querido Antonio. No tendrás a una mujer que te sopla al oído lo que pensamos las de mi género? Un abrazo

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  7. Magnífico, Antonio, y emociona, con lo cual es completo.
    Te superas a ti mismo, amigo.
    Un abrazo enorme, querido Antonio.

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  8. la realidad o quizas ficcion
    sos cmpleto como hombre y actor

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  9. "las conversaciones conmigo", he aquí la clave de este inteligente texto. Ahí tenemos a una mujer que se queja de falta de amor y explica cómo le gustaría ser tratada por su pareja. Y como ella busca lo que tanto ansía: el amor. Y compartir, compartir...
    Magnífico, querido Antonio.

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  10. El amor tiene muchas traducciones y está cifrado en muchos idiomas. Un idioma no es mejor o peor que otro, simplemente, puede o no satisfacer las expectativas del otro. Siempre hay que cuidarlo HASTA el mimo más extremo, pero llegados a este punto, si no somos capaces de traducirlo o la traducción es insatisfactoria, la incomunicación llega HASTA la soledad.
    Tu texto arranca muchas reflexiones, Antonio, me ha gustado mucho.

    Un fuerte abrazo.

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